SONIDOS DEL MUNDO

viernes, 6 de diciembre de 2013

HEAVEN AND EARTH (Art of Byzantium from Greek Collections) : Más de mil años de arte bizantino en Washington

La capital estadounidense se engalana para ser anfitrión de una extraordinaria exposición de más de 170 piezas de los mejores museos y colecciones de Grecia, una selecta muestra que repasa la evolución de la cultura visual de la época. El arte producido en el Imperio Bizantino y en su capital Constantinopla supuso una síntesis entre la Grecia Clásica y las manifestaciones paleocristianas, la cual desde el siglo IV al XV desarrollaron un estilo fundamental para el arte medieval europeo. Cuando Constantino el Grande se erigió en el año 324 como emperador en aquella ciudad del estrecho del Bósforo, en la frontera entre Oriente y Occidente. Bizancio (la actual Estambul) era una colonia griega que siempre había gozado de una historia y de unos privilegios especiales, incluso cuando la conquistó el Imperio Romano. El emperador la bautizó como Constantinopla y la proclamó capital del Imperio Bizantino: el estado cristiano, heredero del Imperio Romano que disfrutó de una larguísima prosperidad económica y cultural hasta que en el 1453 sucumbió al Imperio Otomano. Nada más tomar posesión, Constantino dio orden de construir grandes edificios y decorar la ciudad con las más exquisitas manifestaciones artísticas. El arte bizantino se fraguó como una síntesis entre la Grecia Clásica y las manifestaciones paleocristianas del Mediterráneo oriental y fue decisivo en el desarrollo del arte medieval europeo. Con más de 170 piezas que trazan el desarrollo de la cultura visual bizantina del siglo IV al XV, la exposición Heaven and Earth: Art of Byzantium from Greek Collections (Cielo y tierra: arte bizantino de colecciones griegas) —en la National Gallery of Art de Washington (EE UU) hasta el 2 de marzo del 2014— es una muestra del esplendor artístico que el imperio gestó y mantuvo a lo largo de más de un milenio. Afrodita con una cruz en la frente La muestra se nutre de objetos emblemáticos y otros recién descubiertos en excavaciones arqueológicas. Esculturas, iconos, mosaicos, frescos, manuscritos, trabajos en metal, joyería, cristal, bordados y cerámicas componen un conjunto que procede de las colecciones y los museos más prestigiosos de arte bizantino, como el Benaki, el Museo Bizantino y Cristiano, el Museo Nacional de Arqueología de Grecia y el Museo de Cultura Bizantina de Tesalónica. El recorrido dividido en cinco secciones comienza en el periodo entre los siglos IV al VI, cuando el cristianismo coexistía con el paganismo, como ilustran dos estatuas de marmol del siglo IV que muestran a Orfeo tocando la lira y a representación de la alegoría bíblica del Buen Pastor. Algunos cristianos desfiguraron imágenes paganas —como atestigua un busto de Afrodita con una cruz esculpida en la frente— otros se dejaron influir por elementos precristianos para desarrollar una nueva iconografía que expresara las creencias de la nueva religión. Las obras cristianas de los siglos VI al XIV incluyen mosaicos (la manifestación artística bizantina por excelencia) como el gran icono procesional del siglo XIII que muestra la Virgen con el Niño y que nunca había salido de Grecia hasta ahora. Abundan también los iconos pintados en témpera sobre madera entre los que está la Virgen Odighitria (la que muestra el camino) y en su cara contraria; un Cristo sufriente. Los iconos son un ejemplo de la habilidad de los artistas de Bizancio para dar volumen a las figuras con la mezcla de pigmentos. Con mosaicos de casas, vajillas, frascos de perfume, lámparas de bronce y cristal y joyería de oro, la exposición abarca el ámbito secular. En una serie de manuscritos ilustrados de escritura, teología y liturgia se plasma la vida intelectual del imperio, cuyos habitantes estaban orgullosos de su herencia clásica, como atestiguan copias manuscritas de La Ilíada de Homero y de textos de Eurípides, Sócrates y Euclides. El museo de Washington finaliza el repaso con una sección que refleja el florecimiento final del arte bizantino bajo la dinastía Paleólogo (1261-1453), la última en reinar. Las obras presentan un creciente interés por el naturalismo y las técnicas narrativas y además revelan una influencia de los cruzados que ocuparon territorios del imperio en el siglo XIII, lo que resultó en un arte cada vez más contaminado por elementos occidentales. No cabe duda que se trata de una exposición digna de verse.
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