SONIDOS DEL MUNDO

viernes, 29 de diciembre de 2023

EL CONCIERTO DE AÑO NUEVO DE LA ORQUESTA FILARMONICA DE VIENA: Un espectáculo a otro nivel

Como sabéis, el popular Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena se celebra cada año desde 1941, el día 1 de enero por la mañana, en la Sala Grande o Sala Dorada (Große Saal o Goldener Saal) de la Sociedad Musical, el Musikverein, de la capital austríaca. Desde entonces, por más de ochenta años, el concierto se ha posicionado como el evento indispensable para dar inicio a un feliz Año Nuevo, por lo que las entradas para este concierto de gran tradición se agotan por completo hasta con un año de anticipación. Se trata de una producción de la televisión austriaca ORF, en coproducción con la Unión Europea de Radio-Televisión (Eurovisión) que la retransmite a más de 90 países de todo el mundo, con una audiencia de más 55 millones de telespectadores solo en Europa. Cabe precisar que la Filarmónica de Viena celebró su primer concierto en 1842. Sin embargo, pasaron unas décadas cuando se incorporó como central la música de la familia Strauss, otro de los pilares del concierto de Año Nuevo. El más popular de la dinastía fue Johann Strauss II, conocido en su momento como el Rey del Vals y autor de obras como El Danubio azul. También destacan las figuras de su padre, Johann Strauss, cuyos trabajos se interpretan en el evento del 1 de enero, y de sus hermanos Josef y Eduard. "Durante un largo periodo de tiempo, la Filarmónica ignoró en general la música más 'vienesa' jamás escrita. Probablemente los músicos no querían poner en peligro el ascenso social que habían experimentado con la introducción de los conciertos filarmónicos asociándose con la 'música popular'. Esta actitud hacia la dinastía Strauss solo cambió gradualmente", cuenta la orquesta. Un factor clave para este cambio, dice, fue el respeto de grandes compositores como Franz Liszt y Richard Wagner por el trabajo de los Strauss y los encuentros directos de la orquesta con el compositor de valses y operetas más popular del núcleo, lo que les permitió ver el alcance de su música. La primera edición del concierto tuvo lugar cuando Austria formaba parte del III Reich, el 31 de diciembre de 1939. Una figura clave en esta etapa fue la de Clemens Krauss, quien condujo los conciertos hasta el fin de la guerra y desde 1948 a 1954, luego de una prohibición de dos años que le impusieron los aliados. El concierto continuó celebrándose en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial hasta llegar a una nueva etapa en 1979, cuando quien iba a dirigir la edición de 1980 debió suspender su participación por problemas de salud. La Filarmónica decidió entonces elegir a un conductor internacional que estuvo seis años al frente del concierto y de ahí en más se decidió seleccionar cada año a un director diferente (aunque muchos de ellos han repetido). Así, en los últimos años han sido invitados a dirigir este concierto, maestros como Georges Prêtre, Franz Welser-Möst, Zubin Mehta, Mariss Jansons, Gustavo Dudamel, Christian Thielemann, Andris Nelsons, Riccardo Muti y Daniel Barenboim. En esta oportunidad el famoso concierto estará dirigido por el director alemán más destacado del momento Christian Thielemann, actualmente director musical de la Ópera de Dresde y a partir de septiembre del 2024 reemplazará a Barenboim al frente de la Staatsoper Unter den Linden de Berlín en su ciudad natal. Según la tradición, el Concierto de Año Nuevo suele contar con una música muy popular formada por valses, polkas y marchas principalmente de la familia Strauss: Johann Strauss padre, sus hijos Johann, Josef y Eduard, y el hijo de éste, Johann Strauss III. Además, en los últimos años, se ha ido incorporando la compañía del Ballet Estatal de Viena (Wiener Staatsballett) con una serie de actuaciones en directo en el mismo Musikverein u otros espacios y jardines de Viena. Por cierto, esta compañía es una de las más importantes del mundo. Desde el 2010 es el nombre de los conjuntos de danza de la Ópera Estatal de Viena (Wiener Staatsoper) y de la Ópera Popular de Viena (Volksoper Wien), protagonista destacado con sus actuaciones cada 1 de enero en el Concierto de Año Nuevo. Como podéis imaginar, en el programa musical de este 2024 no podrán fallar algunas de las piezas más características, como son el vals de “El Danubio Azul” de Johann Strauss hijo, o la “Marcha Radetzky” de Johannn Strauss padre. El Concierto de Año Nuevo es quizás el más conocido de la Filarmónica de Viena, que tiene una nutrida agenda. Cada año brinda más de 40 conciertos en Viena, incluido el Concierto de una Noche de Verano en el Palacio de Schönbrunn y su actuación en el Festival de Salzburg. Desde comienzos del siglo XX, la orquesta también comenzó giras mundiales y ha hecho más de 50 conciertos fuera de Austria. A no perdérselo por ningún motivo.

viernes, 22 de diciembre de 2023

SAN NICOLAS DE BARI: El verdadero Santa Claus

Generalmente, cuando en la temporada navideña se habla sobre San Nicolás o Santa Claus, el problema es cómo explicar a los niños cómo llegan realmente todos los regalos debajo del árbol. Pero hay otra pregunta que bien portamos hacernos por estas fiestas: ¿Quién fue el verdadero San Nicolás y cómo se le asoció con la Navidad? Se le asocia generalmente con San Nicolás, quien fue obispo de la ciudad de Mira, en Licia, Asia Menor (corresponde a la localidad turca llamada actualmente Dembre), en el s. IV, y sus reliquias se veneran en Bari (Italia). Muy pocos son los datos que se conocen de la vida de este santo, debido a que no existen testimonios auténticos contemporáneos. Sus biografías más antiguas son de algunos siglos posteriores a la época en que se cree que vivió. Se considera que nació en Patara (Asia Menor) alrededor del año 270, y que murió un día 6 de diciembre de un año entre 345 y 352. Su familia tenía una excelente posición económica y eran devotos cristianos. Pero sus padres fallecieron víctimas de la peste siendo Nicolás adolescente. El joven heredero entonces donó toda su fortuna a los más necesitados y se dedicó al sacerdocio. Prontamente fue nombrado obispo de Mira. Las versiones del meteórico ascenso son varias e imprecisas. La leyenda hagiográfica habla de una disputa irresuelta entre sacerdotes que lo encontró en el momento preciso en el lugar indicado. Había muerto el obispo de Mira y no se ponían de acuerdo en quién debía ser su reemplazante; hasta que alguien hastiado de la situación dijo que sería consagrado obispo de la ciudad el próximo sacerdote que ingresara al templo. Y ese fue el joven Nicolás. Aunque no se pueda comprobar nada de eso, probablemente, la historia real tenga menos de casual y el poderío económico de su familia haya tenido mucho que ver. A Nicolás se lo suele describir blandiendo una personalidad decidida pero con carácter amable. Decisiones firmes y buenos modos con una gran capacidad de oratoria y sentido práctico, virtud de la que han carecido (y carecen) muchos religiosos. En su lucha contra el paganismo hizo derribar el templo dedicado a Artemisa y fue uno de los principales impulsores de la condena al arrianismo (negaba la divinidad de Cristo) en el Concilio de Nicea. Como gran parte de los personajes públicos y cristianos de la época fue perseguido y encarcelado. Hasta se sostiene que uno de los castigos que le infligieron fue la quema de su barba. Y que mientras el penetrante olor al pelo quemado inundaba la sala, el calor subía hasta sus ojos, y la piel del rostro empezaba a lacerarse por el fuego, Nicolás siguió firme en su diatriba contra la adoración a dioses paganos. Pasado unos años, el emperador Constantino lo liberó de la prisión. Murió en Myra el 6 de diciembre del 343 (también pudo haber sido en el 344 o en el 345 o, tal vez, en el 353: nadie sabe con certeza). ¿Pero por qué se lo conoce como San Nicolás de Bari si vivió y murió en Mira? Sucede que tras la invasión musulmana, a 700 años de su muerte, un grupo de fieles sacó a escondidas, sus reliquias y las trasladó al ciudad italiana de Bari, donde se encuentran en la actualidad. Esta doble radicación y la atribución generosa de múltiples milagros hacen que San Nicolás -para algunos de Mira y para otros de Bari- sea venerado tanto en Oriente como en Occidente. Su nombre era invocado ante catástrofes naturales, peligros inminentes, tragedias, naufragios y demás desgracias. Su nombre se difundió por todo el mundo. Tanto es así que llegó a haber más de dos mil templos dedicados a él. Asimismo, fue declarado patrono de Bizancio, Grecia y Rusia. Y también es a quien oran los marineros en caso de tempestades violentas. Todos estos datos e informaciones son más que inciertos. Las primeras biografías (hagiografías, en realidad) que se intentaron sobre él se encararon a casi dos siglos de su muerte. Por lo tanto, más que en testimonios o en documentos, la información proviene de leyendas orales que se fueron transmitiendo de generación en generación. Eran tiempos difíciles y estos relatos orales solidificaban la comunidad, y la construcción de héroes o santos se hacía necesaria más allá de la precisión en los datos biográficos. Son muy escasos los datos fehacientes que se cuentan sobre San Nicolás. Esa carencia es proporcionalmente inversa a su popularidad. Dentro de los milagros atribuidos a su figura hay uno que lo relaciona con los niños. Un criminal había herido de muerte a tres chicos (otros dicen que se habían caído ¡simultáneamente! de un árbol) y que las oraciones de Nicolás permitieron la cura milagrosa. Otra leyenda habla de que en una casa muy necesitada, con tres hijas, lanzó tres monedas de oro por la chimenea y estas cayeron dentro de tres medias. Suena conocido. Por otro lado, la relación de San Nicolás con Santa Claus dista de estar totalmente clara. Un indicio podemos encontrarlo en esta última leyenda mencionada. Otros sostienen que el 6 de diciembre, día de su santoral, se entregaban dulces y regalos a los niños en virtud de la cercanía y compasión por estos que mostró a lo largo de su vida. Y que esta costumbre dio inicio a la tradición de Santa Claus. Este nombre proviene de su condición de santo y de su diminutivo en alemán (Niklauss). O podría provenir también de Sinterklaas, el nombre con el que se conocía al santo en Holanda, lugar en el que era muy venerado, y que el escritor norteamericano Washington Irving deformó en Santa Claus a principios del Siglo XIX. En su obra Knickerbocker's History of New York Irving satiriza entre otras cosas a la enorme colonia holandesa de Nueva York y convierte a Santa Claus en alguien llegado en barco del Viejo Continente que reparte regalos a los chicos lanzándolos por las chimeneas. Este personaje se convirtió en "El guardián de Nueva York" y su popularidad fue enorme. Al cabo de unos años- en 1823 - un poema escrito por Clement Moore también tuvo una increíble repercusión. Y fue vital para difundir la figura de Santa Claus y la nueva fisonomía que iba adquiriendo. Todas las representaciones gráficas de San Nicolás de Bari hasta mediados del siglo XIX lo mostraban como alguien enjuto, espigado, con barba rala y mirada firme. Nada de ese viejito afable y rechoncho que conocemos hoy. Con el libro de Washington Irving y el poema de Moore, el personaje de Santa Claus fue adquiriendo peso, portaba una larga y fina pipa y tenía barba abundante. Las novedades del poema de Moore exceden a los kilos que habría ganado Santa Claus. Allí aparecen por primera vez el trineo tirado por renos y las grandes medias en las que se depositan los regalos que se entregan cercanos a la época navideña. Hubo que esperar hasta 1864 para que la imagen de este personaje se fuera unificando. Thomas Nast en unas ilustraciones para Harper's Weekly lo dibujó bajo, con rasgos de duende, anciano, con su pipa y el traje característico. Hasta ese momento cada uno lo dibujaba cómo le parecía. Había Santa Claus que eran bajitos, otros altos, también flacos, gordos, lampiños, risueños o algo malignos. Los dibujos de Nast se difundieron rápidamente y su Santa Claus se convirtió en la imagen icónica. Entrado en kilos y en años, con barba cana, enorme bigote manubrio, pipa holandesa y pómulos salientes. Como la mayoría de las publicaciones eran en blanco y negro no todos sabían que el color del traje era el rojo con el pompón del gorro y el cinturón blancos. Muchos lo pintaban de verde todavía. Nast se inspiró en el ropaje de los obispos para darle color a la ropa de su personaje. Ya en 1931, la Coca Cola le encargó los dibujos de una campaña al ilustrador descendiente de suecos Haddon Sundblom quien definitivamente brindó al personaje los rasgos actuales. Un anciano rechoncho, afable, simpático e inofensivo. El mito sostiene que los colores de su ropaje fueron inspirados por la Coca Cola pero lo cierto es que ya en representaciones anteriores el rojo y el blanco eran los colores de Santa Claus. Año a año, hasta mediados de los sesenta, Sudblom fue actualizando sus dibujos asociándolos a la gaseosa cada mes de diciembre. De esta manera, la leyenda de Santa Claus se diseminó por el mundo. Todos saben que la noche del 24 llega proveniente del Polo Norte, cargado de regalos, con su trineo tirado por renos y que va dejando casa por casa sus regalos a los chicos, quienes esperan impacientes su llegada.

viernes, 15 de diciembre de 2023

LA BIBLIA: El libro sagrado del Cristianismo

De la importancia y trascendencia de la Biblia, da idea el hecho de que ha sido el libro más editado, aparte del más antiguo. Ha sido traducida a 2.454 idiomas. 2.500 millones y 6.000 millones de ejemplares en 438 lenguas diferentes. La palabra Biblia procede, a través del latín biblĭa, de la expresión griega τὰ βιβλία τὰ ἅγια (ta biblía ta hágia; ‘los libros sagrados’), acuñada por primera vez en el Primer Libro de los Macabeos 12:9,5 donde βιβλία que es el plural de βιβλίον significa papiro, rollo o libro). Hay una teoría según la cual la palabra es un diminutivo del nombre de la ciudad de Biblos, la primera ciudad fenicia, que era un importante mercado de papiros de la antigüedad, hoy reconocida como la ciudad más antigua del mundo habitada ininterrumpidamente. No obstante, dado que Biblos solamente con dificultad podría ser un préstamo del nombre original de dicha ciudad que en fenicio es Gubla, existe la posibilidad de que fuera la ciudad la que recibiera su nombre griego a partir del término que designaba a la planta de papiro, y no al revés. La palabra biblos fue empleada por los hebreos helenizados (aquellos que habitaban en ciudades de habla griega) mucho antes del nacimiento de Jesús de Nazaret para referirse al Tanaj o Antiguo Testamento. Posteriormente empezó a ser utilizada por los cristianos para referirse al conjunto de libros que forman el Antiguo Testamento así como los Evangelios y las cartas apostólicas, es decir el Nuevo Testamento. La Biblia es una recopilación de textos que en un principio eran documentos separados (llamados “libros”), escritos primero en hebreo, arameo y griego, durante un periodo muy dilatado y luego reunidos para formar el Tanaj (Antiguo Testamento para los cristianos) y además el Nuevo Testamento que contiene los Evangelios y las Cartas apostólicas. Ambos testamentos forman la Biblia cristiana. La Torá es el texto que contiene la ley y el patrimonio identitario del pueblo israelita, base y fundamento del judaísmo. Según la tradición común al judaísmo y al cristianismo, la torá contiene la totalidad de la revelación y enseñanza divina otorgada al pueblo de Israel, comprende tanto la tradición ley escrita como la ley oral. El término torá se refiere específicamente a los cinco primeros libros bíblicos, el Pentateuco, al que se conoce también como los cinco libros de Moisés (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). Cuando el término Torá implica todos los libros de la Biblia hebrea, los israelitas suelen denominarla “Tanaj”, acrónimo para designar a los 24 libros de la Biblia hebrea: T de Torá, N de Nevi’im (Profetas) y J de Ketuvim (Escritos). Los libros bíblicos comenzaron a escribirse alrededor del siglo X a.C., en la corte del Rey Salomón, donde había lugar para el ocio (el “otium” griego), la lectura y la escritura. En la corte del hijo del Rey David comienza, por lo tanto, también la actividad literaria. En sí, los textos que componen la Biblia fueron escritos a lo largo de aproximadamente 1.000 años (entre el 900 a. C. y el 100 d. C.). Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces (Canto de Débora) y en las denominadas fuentes E (tradición elohísta) y J (tradición yahvista) de la Torá (llamada Pentateuco por los cristianos), que son datadas en la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). Los lugares principales de los hechos bíblicos, para los hechos del Antiguo Testamento son principalmente la Antigua Mesopotamia, hoy compuesta por Siria, Irak e Irán, además de Palestina, la Península Arábiga y Egipto. Para los creyentes, la Biblia es la palabra de Dios, de inspiración divina, aunque su redacción se realizó a través de hombres elegidos que usaron de sus facultades como verdaderos autores. Se trata de una obra eminentemente espiritual que los creyentes interpretan como la forma que tuvo Dios de revelarse a sí mismo y manifestar su voluntad de salvación de la Humanidad, además de su carácter y atributos. Para los creyentes cristianos, la Biblia es la principal fuente de fe y doctrina en Cristo. Para los hechos del Nuevo Testamento, se agregan los territorios conquistados por el griego Alejandro Magno, y en tiempos de Jesús ocupados por el Imperio Romano, que abarcan prácticamente la actual Europa, el norte de África y las Islas Británicas. El libro completo más antiguo, el de Oseas es también de la misma época. El folklore judío identifica a la Biblia con el Tanaj, para el que carece de sentido y no es aceptada la denominación como Antiguo Testamento al no aceptar la validez del Nuevo Testamento que añaden los cristianos. El Antiguo Testamento narra principalmente la historia de los hebreos y el Nuevo Testamento la vida, muerte y resurrección de Jesús, su mensaje y la historia de los primeros cristianos. El Nuevo Testamento fue escrito en lengua griega koiné. En él se cita con frecuencia al Antiguo Testamento de la versión llamada de los Setenta, traducción al griego del Antiguo Testamento realizada en Alejandría (Egipto) en el siglo III a. C. Para los creyentes, la Biblia es la palabra de Dios, de inspiración divina, aunque su redacción se realizó a través de hombres elegidos que usaron de sus facultades como verdaderos autores. Se trata de una obra eminentemente espiritual que los creyentes interpretan como la forma que tuvo Dios de revelarse a sí mismo y manifestar su voluntad de salvación de la Humanidad, además de su carácter y atributos. Para los creyentes cristianos, la Biblia es la principal fuente de fe y doctrina en Cristo. No sabemos con certeza cuándo comenzaron los judíos a reunir los Libros Sagrados en colecciones y cuando fue cerrado su canon. Para unos sería en tiempo de Esdras y Nehemías (s. V a.C.); para otros, en la época de los Macabeos (s. II a.C.). Lo cierto es que los judíos tenían en el siglo I de nuestra era una colección de libros Sagrados, que consideraban como inspirados por Dios, y contenían la revelación de la voluntad divina hecha a los hombre. En este sentido tenemos testimonios clarísimos de Josefo Flavio, del cuarto libro de Edras y del Talmud. Lo que sabemos con plena seguridad que los judíos poseían libros que consideraban como sagrados de gran veneración. Jesucristo, los apóstoles y la Iglesia primitiva recibieron de los judíos el canon del Antiguo Testamento. Luego de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C., el grupo judío predominante fue el de los fariseos, que sí considera al canon como conformado por la Ley, los Profetas y los Escritos. El canon de la Biblia que conocemos hoy los cristianos fue sancionado por la Iglesia católica, bajo el pontificado de Dámaso I, en el Sínodo de Roma del año 382, y esta versión es la que Jerónimo de Estridón tradujo al latín. Este canon consta de 73 libros: 46 constitutivos del llamado Antiguo Testamento, incluyendo 7 libros llamados actualmente Deuterocanónicos (Tobit, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc) - que han sido impugnados por judíos y protestantes - y 27 del Nuevo Testamento. Fue confirmado en el Concilio de Hipona en el año 393, y ratificado en el Concilio III de Cartago (en el año 397), y el IV Concilio de Cartago, en el año 419. Para los judíos ortodoxos, obviamente, el Nuevo Testamento “no tiene validez”. El judaísmo rabínico considera como fuente de doctrina el Talmud, que recoge las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, narraciones y dichos, parábolas, historias y leyendas. Los caraítas por su parte desde el siglo VIII el Tanaj como única fuente de fe. Por su parte la Iglesia en el Concilio de Roma del año 382, instituyó el Canon Bíblico con la lista del Nuevo Testamento de San Atanasio y los libros del Antiguo Testamento de la Versión de los LXX; esta versión fue traducida del griego al latín por San Jerónimo (la Vulgata) por encargo de la iglesia, que en la práctica sería la primera Biblia en el sentido concreto y pleno de la palabra. Posteriormente los Concilios regionales III de Hipona del 393, III de Cártago del 397 y IV de Cártago del 419, en los cuales participó San Agustín, aprobaron definitivamente dicho canon. En el siglo XVI en el cristianismo los diferentes movimientos de la Reforma protestante comenzaron a experimentar un alto desgaste en discusiones filosóficas y a separarse unos de otros; para menguar este problema se definió el principio llamado «sola escritura», que significa que solamente la Biblia puede ser considerada fuente de doctrina cristiana. Para la Iglesia católica romana, además de la Biblia, también son fuente doctrinal la tradición, las enseñanzas de los Padres de la Iglesia (discípulos de los apóstoles), y las decisiones emanadas de los Concilios. Esta divergencia entre cristianos se intensificó luego de 1870, cuando el papa Pío IX promulgó la constitución Pastor Aeternus, del Concilio Vaticano I, que reafirma el Primado Romano y proclama la infalibilidad del papa en asuntos de fe, moral y doctrina cristiana (dogma de la infalibilidad papal) cuando habla ex cathedra (18 de julio de 1870) en cuanto único “sucesor de Pedro” y, en consecuencia, “custodio y depositario de las llaves del Reino de los Cielos”. Por otro lado los cristianos protestantes rechazan esta aseveración y consideran como cabeza única de la iglesia a Jesucristo. Para ambas partes esta gran diferencia ya no es considerada tan solo en términos filosóficos o religiosos, sino como designios divinos plasmados y asentados en la Biblia misma. En 1512 Martín Lutero compadecía ante Carlos V en la Dieta de Worms. Francisco de Enzinas, humanista y protestante español (Burgos, 1518 – Estrasburgo, 1552), es autor de la primera traducción del Nuevo Testamento del griego, su lengua original, al castellano. Mantuvo una estrecha relación con el famoso reformador religioso y erudito alemán Philipp Melanchthon (Bretten, 1497-Wittenberg, 1560) que en 1529 firmó junto a otros la Protesta de Espira, por la que los príncipes luteranos en minoría del Imperio reclamaron la tolerancia religiosa al emperador Carlos V, acto del cual tomó su nombre el protestantismo. Por cierto, la palabra “cristianismo” proviene del griego χριστιανους, christianóus, ‘cristiano’, la cual a su vez proviene del nombre propio Χριστός, Christós, traducción del hebreo “Mesías” que significa “Ungido”. El origen del término se indica en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Así se lee exactamente en Hechos, 11-25-26: “Luego de esto, Bernabé fue a Tarso a buscar a Saulo, y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Allí estuvieron con la iglesia un año entero, enseñando a mucha gente. Fue en Antioquía donde por primera vez se les dio a los discípulos el nombre de cristianos”. El cristianismo por lo tanto, es una religión monoteísta que se basa en el reconocimiento de Jesús de Nazaret como su fundador y figura central. Sus seguidores creen que Jesús es el hijo de Dios y el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, muriendo por los pecados del género humano y resucitando al tercer día. Dentro de sus escritos sagrados, comparte con el judaísmo el Tanaj, llamado Antiguo Testamento por los cristianos. Por este motivo es considerada una religión abrahámica junto al Judaísmo y al Islam. Los inicios del cristianismo datan del año 33 aproximadamente, cuando era considerada una secta judía al igual que otras creencias de la época. Desde que el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano en el siglo IV, ha influido de manera significativa en la cultura occidental y en muchas otras culturas a través del mundo. Según un estudio del Pew Forum Research Center, el 31% de la población mundial es cristiana: un total de 2.200 millones de personas, siendo la religión con más seguidores del mundo. El concepto “judeocristianos primitivos” es utilizado a menudo al discutir sobre el cristianismo primitivo. Jesús, sus doce apóstoles, los ancianos y la mayor parte de sus seguidores eran judíos. Como lo eran los 3.000 convertidos en Pentecostés tras de la crucifixión descrita en los Hechos de los Apóstoles 2, donde todos los judíos, prosélitos y todos los convertidos al cristianismo eran no gentiles antes de la conversión del oficial romano Cornelio por Simón Pedro en Hechos 10, quien es considerado según la tradición como el primer gentil en ser convertido al cristianismo. La mayor división en el cristianismo antes de ese tiempo se presentó entre los judíos helenísticos y no helenísticos o los de habla griega y los de habla aramea (Hechos 6). Hacia el año 62, el sumo sacerdote del judaísmo, Ananías, hizo arrestar a Santiago, que encabezaba la Iglesia de Jerusalén y le ajustició. Uno de sus hermanos, Simón, fue llamado a sucederlo, pero la situación política de Israel se agravaba y los conflictos internos del judaísmo eran cada día mayores. Con el emperador Vespasiano, el cristianismo siguió extendiéndose. Los grandes propulsores de la expansión del Cristianismo fueron los Apóstoles. El Apóstol Pedro, se estableció en Antioquía, posiblemente en Corintio y finalmente en Roma, capital del Imperio, de cuya Iglesia fue primer obispo martirizado en la persecución de Nerón (a. 64). Se cree que Pablo fue decapitado. Al final del siglo I, de los apóstoles originales vivía tan solo Juan, que se había trasladado a Éfeso, cuya iglesia se considera madre de muchas de Asia Menor y Grecia, donde se manifestaban brotes gnósticos. El apóstol Juan se trasladó a Éfeso (Turquía). Con su muerte (hacia el año 100) concluye la etapa apostólica. La Didaché y otros escritos de los Padres Apostólicos documentan las principales prácticas de la iglesia primitiva. Al sonar la hora de la libertad de la Iglesia, en el siglo IV, el Cristianismo había arraigado con fuerza en diversas regiones del Oriente Próximo, como Siria, Asia Menor y Armenia; y en Occidente, en Roma y su comarca y en el África latina. La presencia del Evangelio fue también considerable en el valle del Nilo y varias regiones de Italia, España y las Galias. La historia del cristianismo es difícil de separar de la de Europa occidental (y de varias otras culturas y regiones). En resumen, podemos notar la expansión inicial del cristianismo a través de la cuenca del Mediterráneo, su legalización bajo Constantino I el Grande (siglo III) y el establecimiento como religión oficial del Imperio Romano bajo Justiniano I (siglo VI). Las disputas de doctrinas comenzaron en los inicios del cristianismo. La Iglesia cristiana organizó concilios para resolver estos asuntos. Los concilios que representan a toda la Iglesia cristiana fueron llamados concilios ecuménicos. Algunos grupos fueron rechazados por herejes, como por ejemplo: Judaizantes, Gnosticismo, Montanismo, Adopcionismo, Nestorianismo, Arrianismo o Docetismo entre otros. Fundamentalmente el cristianismo sufre dos fracciones importantes que la separan de la obediencia al Papa de Roma, que pasaría a ser el pontífice de los católicos romanos, mientras ellas serían el comienzo de otras iglesias cristianas: Ortodoxa y Reformada (protestante). Católicos y Ortodoxos son idénticos hasta el la escisión del año 1054 razón por la que los que llamamos ortodoxos siguen denominándose “Iglesia católica apostólica ortodoxa” como una confesión cristiana, cuya antigüedad, tradicionalmente, se remonta a Jesús y a los doce apóstoles, a través de una sucesión apostólica nunca interrumpida. Entretanto, la Protestante o Reformada se separara de Roma en 1540. Desde entonces, e cristianismo se ha esparcido por el mundo, destacando la división del protestantismo en cientos de denominaciones pentecostales y evangélicas, cuyo rápido crecimiento del no puede ser ignorado.

viernes, 8 de diciembre de 2023

EXPOLIO INSTITUCIONALIZADO: Cada vez más países reclaman al Museo Británico su patrimonio robado

El aumento de tensiones entre el Reino Unido y Grecia por la repatriación de frisos y esculturas del Partenón, conocidas también como los Mármoles de Elgin, que se exhiben en el Museo Británico, da cuenta de una problemática más amplia, debido a que otras naciones también reclaman la devolución de valiosas piezas de arte que se encuentran en museos de ese país europeo. En medio de las negociaciones en curso, queda claro que Grecia no está sola en su empeño por la restitución de tesoros culturales. Desde la chilena Isla de Pascua hasta Egipto y Etiopía, diversas naciones han planteado demandas de repatriación de piezas históricas, destacando la necesidad de abordar la devolución de manera más amplia. Esta semana resurgió la controversia con Grecia, que ha persistido en su reclamo de las 17 esculturas sustraídas del Partenón hace dos siglos, alegando que fueron saqueadas entre 1799 y 1803, cuando Grecia estaba bajo el dominio del imperio británico. La cancelación de una reunión entre el primer ministro británico Rishi Sunak y su homólogo griego, Kyriakos Mitsotakis, exacerbó la situación, mientras el Gobierno británico explora vías legales para bloquear cualquier exportación de las esculturas robadas. Londres sostiene que el embajador británico de Imperio Otomano,Lord Elgin, “adquirió legalmente”, en medio de escombros, las esculturas en 1802 y las vendió al Museo Británico, mientras que Grecia alega -a partir de estudios científicos- que fueron extraídas con sierras
a pedido de Elgin. Se trata de 15 metopas, 17 esculturas y 75 de los 160 metros de largo del friso original, en mármol, con 2500 años de antigüedad en disputa, que decoraban el templo dedicado a la diosa Atenea, el Partenón, en la Acrópolis de Atenas construida entre el 450-430 antes de Cristo. Esas piezas se exhiben ahora en la sala 18 del museo londinense que las expone desde 1817, luego de su “adquisición” en 1816, por aprobación del Parlamento de los fondos necesarios. En la actualidad se conservan en esta institución en virtud de la Ley del Museo Británico de 1963. El largo recorrido diplomático para la recuperación del patrimonio griego comenzó de manera formal en octubre de 1983 con el pedido de Grecia al Gobierno británico, a partir del apoyo de la Unesco en 1982, pero fue rechazado por el Reino Unido en abril de 1984 y en enero del 2022. La posición del Gobierno británico se asienta en que “las cuestiones relativas a la propiedad y la gestión de las esculturas del Partenón son competencia de los administradores del Museo Británico”, según detalla el informe del Parlamento y es algo que se replica en las respuestas actuales. “Los Mármoles de Elgin deben permanecer en la colección permanente del Museo Británico”, declaró por estos días un vocero del Gobierno británico, enfatizando que no hay intenciones de facilitar la devolución de estas piezas históricas. “Estoy profundamente decepcionado por la abrupta cancelación de la reunión con Sunak en Londres”, expresó el primer ministro de Grecia, mientras Mark Harper, ministro de Transporte, confirmó que se ofreció una reunión con el viceprimer ministro Oliver Dowden como alternativa, que Mitsotakis rechazó. También se pronunció sobre la situación el ministro del Gabinete griego, Adonis Georgiadis, quien en declaraciones al programa World at One de BBC Radio 4, dijo que la disputa era un “mal día” para las relaciones entre Gran Bretaña y Grecia y que la decisión de Sunak había sido un “error”. En la misma línea, el.
vocero del Gobierno griego, Pavlos Marinakis, dijo que “la actitud de Gran Bretaña no muestra ningún respeto por el primer ministro y nuestro país”. A su vez, Lord Vaizey, presidente del consejo asesor del Proyecto Partenón, que aboga por devolver los esculturas de Elgin a Grecia, expresó su sorpresa por la cancelación de la reunión por parte del primer ministro. Según Vaizey, esta situación está relacionada con las controversias culturales, por las cuales cuestionar la perfección de la historia británica se percibe como antipatriótico. A pesar de ello, Vaizey destacó en el programa Today de la BBC, que las encuestas de opinión indican que la mayoría del público británico está a favor de devolver las esculturas. Pero Grecia no es la única nación que exige la devolución de piezas preservadas en los museos británicos. Nigeria solicitó la restitución de los Bronces de Benín, robados tras la invasión británica en 1897. Los Bronces de Benín, esculturas elaboradas de bronce y latón, datan del siglo XVI y se crearon en el Reino de Benín, África Occidental. Estas piezas incluyen placas decoradas, figuras humanas y animales, destinadas a altares ancestrales y rituales que registran la historia dinástica y social del reino, destacando sus primeros contactos con los europeos, especialmente con Portugal en el siglo XV. Estas obras no solo poseen valor artístico, sino que también sirven como registros visuales de las relaciones comerciales y diplomáticas entre Benín y Europa. A fines del siglo XIX, durante la expansión colonial, los Bronces de Benín llegaron al Museo Británico. El traslado se produjo en el contexto de la “lucha por África”, donde las potencias europeas saquearon a mas no poder miles de artefactos africanos. Actualmente, más de 900 objetos del Reino de Benín están en la colección del Museo Británico, y más de 100 se exhiben en exposiciones
permanentes, marcando un episodio controvertido en la historia de las colecciones coloniales. Egipto también busca la devolución de la Piedra Rosetta, considerada un ícono de su identidad. En julio de 1799, soldados franceses descubrieron la famosa Piedra Rosetta mientras excavaban los cimientos de un fuerte en la ciudad de Rashid (Rosetta), a 65 kilómetros al este de Alejandría, durante la campaña egipcia de Napoleón. Este fragmento de una antigua estela se convertiría en la clave para descifrar los jeroglíficos egipcios, luego de que las fuerzas del imperio británico la sacaran de Egipto como botín de guerra en 1801. La importancia del hallazgo se reconoció rápidamente, siendo la Piedra Rosetta una valiosa reliquia que cambiaría la comprensión del mundo antiguo. El descubrimiento se dio mientras las tropas se preparaban para la batalla terrestre de Abuqir el 25 de julio de 1799, durante el conflicto entre Francia y el Imperio Otomano. El Museo Británico, alega que Egipto “no reclamó la piedra” y que el traslado se hizo “tras firmar un acuerdo en el año 1801”. Por su parte, Etiopía logró la repatriación parcial de la Colección Maqdala, con esperanzas de recuperar más artefactos saqueados por soldados británicos en 1868. Por otra parte, la capa de oro de Mold -hallada en 1833 por trabajadores de una cantera en esa localidad del norte de Gales- y el escudo de Moel Hebog también son objeto de demanda de ese país del Reino Unido que cuestiona la afirmación de que estos objetos “están más seguros en Londres”. Otro de los reclamos al Reino Unido lo lleva adelante Chile en relación al moai Hoa Hakananai’a de la Isla de Pascua, una majestuosa figura de basalto que originalmente miraba el cráter del volcán Rano Kau, y que los británicos sustrajeron en 1868. El Gobierno chileno, respaldado por el presidente del Consejo de Ancianos de la Isla de Pascua, busca su repatriación pero también fue rechazada por el Museo Británico. Y esta es solo una pequeña muestra de todo lo expoliado por esos piratas a lo largo de los siglos. Si algún día, el Museo Británico decidiera devolver todo lo ilegalmente “adquirido” quedaría prácticamente vacío, para daros cuenta de la magnitud de sus delitos.

viernes, 1 de diciembre de 2023

HAL SAFLIENI: El enigmático templo oculto de Malta

Lo que un arqueólogo consideraría las mejores noticias, para un constructor podrían ser las peores. Más que una alegría, los albañiles que en 1902 excavaban los cimientos de un barrio nuevo a las afueras de Paola, en Malta, debieron de llevarse un buen disgusto. Bajo las casas que intentaban edificar, descubrieron una serie de túneles artificiales que contenían miles de huesos humanos. ¿Se trataría, tal vez, de alguna antigua catacumba cristiana? ¿Podría el hallazgo obstaculizar las obras? Por si acaso decidieron no informar: reforzaron la bóveda con arcos y pilares, cavaron tranquilamente sus pozos y siguieron con el trazado de las calles como si tal cosa. Afortunadamente, el secreto no se mantuvo durante mucho tiempo. El rumor se extendió y unos meses más tarde un reducido grupo de expertos descendió al subsuelo. Todos quedaron maravillados. Aquello era mucho más antiguo que unas catacumbas romanas. Sus 500 m2 de salas y galerías conectadas entre sí se repartían en tres niveles. En el superior se arracimaban los restos de unas 7.000 personas. El inferior, en cambio, se hallaba prácticamente vacío. El nivel intermedio, por su parte, era asombroso. Allí, la piedra se había tallado con mimo, formando cornisas y escalones perfectamente rectilíneos. La luz se filtraba con inteligencia desde el nivel superior: en las paredes y techos más iluminados se apreciaban restos de pinturas rupestres. El acceso a varias de las salas imitaba las entradas monumentales de los templos megalíticos: dos grandes rocas rectangulares en posición vertical que sostienen un bloque horizontal. Lo más peculiar era que, en casi todos los casos, no se trataba de auténticos bloques de piedra, sino de formas talladas en relieve en las paredes de la gruta. Todo apuntaba a que el conjunto era obra de un pueblo prehistórico, pero se desconocía otro caso igual de arquitectura subterránea. De inmediato se formó un comité para fundar un museo arqueológico y se asignó la misión de excavar el sitio al jesuita Manuel Magri, un famoso historiador y folclorista maltés. Pero los esfuerzos de este cayeron en saco roto. No obtuvo permiso para acceder al nivel superior, ya que era de propiedad privada. El terreno pertenecía a las viviendas cuyos cimientos se asentaban allí. Los otros dos pisos, en cambio, sí pudieron excavarse, pero en 1907 Magri se vio obligado a abandonar los trabajos para partir como misionero a Sfax, en Túnez. Allí falleció inesperadamente y los informes de sus hallazgos jamás se encontraron. Fue preciso empezar de cero. Esta vez se designó como responsable a Temistocles Zammit, conocido como el padre de la arqueología maltesa. Zammit era un humanista comparable a los del Renacimiento: médico en ejercicio, catedrático y más adelante rector, analista en el Departamento de Salud del gobierno... y arqueólogo en sus ratos libres. Fue él quien organizó el nuevo museo y, además de estudiar el hipogeo (templo subterráneo) de Hal Saflieni durante treinta años, descubrió otra de las joyas de la prehistoria maltesa: los templos de Tarxien. Zammit abrió al público las cámaras del nivel intermedio en 1908 y logró que el gobierno comprara el piso superior, que por fin pudo estudiarse. A pesar de los daños sufridos, el doctor pudo fotografiar varios megalitos y analizar los enterramientos colectivos. Comprobó, por ejemplo, que este nivel del complejo se había empleado como cementerio durante muchos siglos, tal vez milenios. Consistía en un pasillo central con cámaras mortuorias a los lados. Algunos de los cuerpos habían sido enterrados con un ajuar de joyas y herramientas. Sin embargo, ninguna de ellas era de metal. Por lo tanto la construcción del hipogeo de Hal Saflieni se remontaba, sin duda, al Neolítico. Los artesanos habían creado estructuras arquitectónicas impecables y, por si fuera poco, lo habían hecho sirviéndose únicamente de rudimentarias herramientas de sílex. ¿Quiénes eran los autores de aquel mausoleo y por qué invirtieron tanto esfuerzo en él? Los historiadores aún no han logrado responder a estas preguntas, pero han seguido algunas pistas. Se sabe que los primeros pobladores de Malta eran agricultores procedentes del sur de Sicilia, que surcaron el estrecho para instalarse en el archipiélago hacia 5000 a. C. Eran un pueblo típicamente mediterráneo: bajos, robustos, relativamente sanos y bien alimentados, gracias a los cultivos de cereales y olivas que constituían la base de su dieta. Se cree que durante milenios se organizaron en pequeños clanes, puesto que enterraban a sus muertos en grupos poco numerosos, excavando pequeñas tumbas en la roca. Pero entre 3600 y 3000 a. C. sus costumbres cambiaron. De pronto, y sin razón aparente, se embarcaron en una loca carrera de excelencia arquitectónica. En un territorio de no más de 316 km2 se levantó al menos una veintena de santuarios, algunos de ellos compuestos por dos o tres templos contiguos. Todos son anteriores a otros conjuntos megalíticos más conocidos, como Stonehenge, y, a diferencia de este, tenían paredes, puertas y distintas salas en forma de ábside. Se ha barajado gran número de explicaciones para esta insólita fiebre inmobiliaria. Una de las primeras teorías se basó en el aislamiento geográfico de Malta. Pero se ha demostrado que los isleños tenían contacto con el mundo exterior, puesto que importaban obsidiana, piedras verdes y tinte ocre.También se ha supuesto que los distintos clanes rivalizaban entre sí para crear el templo más grande y complejo: en lugar de guerrear por tierras o comida, competían por el favor de los dioses. Esto no sería incompatible con la hipótesis más aceptada, que originó este repentino fervor religioso a una serie de hambrunas. La prosperidad de los primeros siglos habría dado pie a un gran crecimiento demográfico, y como consecuencia los agricultores, cada vez más numerosos, habrían deforestado por completo la isla, lo que provocó la erosión del terreno y, a la larga, su esterilidad. La escultura de la época parece confirmarlo. Tanto en los templos de Malta como en el hipogeo se han hallado multitud de estatuillas que representan a personas entradas en carnes. Algunos autores han creído ver en ellas un culto a la Madre Tierra o a una diosa de la fertilidad, pero lo cierto es que hay tantas figuras masculinas como femeninas. Lo único que tienen en común es la rotundidad de sus formas. Sea como fuere, tiene bastante sentido que una sociedad donde escasea el alimento rinda culto a la obesidad y la adopte como ideal de belleza. Las tumbas familiares también quedaron pequeñas para la mentalidad de estos nuevos malteses, tan dispuestos a hacerlo todo a lo grande. Los servicios funerarios se centralizaron, aparecieron necrópolis de mayor tamaño, el hipogeo se amplió y reformó para dar cabida a un número cada vez mayor de cuerpos. Se excavó el segundo nivel, destinado probablemente a ritos fúnebres, y el tercero, que habría servido como almacén. Quedan muchas preguntas en el aire. ¿Quiénes tenían acceso a las salas decoradas del nivel intermedio? ¿Había, como se ha argumentado, un espacio reservado a los sacerdotes? ¿Por qué desaparecieron los clásicos ajuares funerarios con objetos personales y en su lugar aparecieron estatuillas durmientes y orondas? ¿Los malteses del Neolítico concebían la muerte como un viaje o como un sueño? Arqueólogos de todo el mundo siguen buscando respuestas, pero conservar Hal Saflieni se ha convertido en una prioridad aún mayor. La humedad es uno de sus principales enemigos. Además, a raíz de que la Unesco lo declarara Patrimonio de la Humanidad en 1980, el número de visitantes se disparó. Entre 1991 y 2000 fue preciso cerrarlo al público para acondicionarlo e instalar sistemas de control climático. Hoy solo se permite acceder a ochenta personas por día. Si alguna vez viajas a Malta y no quieres perderte la visita, te recomendamos reservar con antelación [en febrero de 2017, el yacimiento estaba cerrado por trabajos de conservación]. Aunque en la superficie apenas quedan restos del santuario neolítico, el subsuelo del templo de Xemxija (4100-3800 a. C.) es muy interesante. Excavadas en la roca se hallaron unas tumbas aún más antiguas que el hipogeo, aunque mucho más pequeñas. La cavidad tiene forma de trébol, una silueta que posteriormente adoptarán los primeros templos megalíticos. Junto a los restos humanos, en Xemxija se hallaron también huesos de animales domésticos (ovejas, cerdos, perros, gatos, ponis...) y salvajes (conejos, ratas, pájaros y ciervos). El complejo de Ta’Hagrat (3600-3000 a. C.) se compone de dos templos de distinto tamaño, ambos en forma de trébol. Es posible, aunque no ha podido confirmarse, que tuvieran techo. El conjunto es uno de los más pequeños de las islas, pero también uno de los más antiguos y mejor conservados, a pesar de que sufrió algunos daños en el siglo XIX, cuando el dueño de las tierras empleó algunos de los megalitos para construirse una casa. Este material pudo recuperarse y devolverse a su sitio en 1937. Este templo (3600-3000 a. C.) se levanta a tan solo un kilómetro de distancia de Ta’Hagrat y comparte con él la típica forma en tres pétalos del período. Su estado, no obstante, es peor: la fachada y dos de los tres ábsides están completamente derruidos. Pese a su modestia, reservaba una grata sorpresa a los arqueólogos: en él hallaron cerámica todavía más antigua que los megalitos, creada hacia 4850 a. C. por los primeros habitantes en llegar a la isla. Gantija, en maltés, significa “torre de gigantes”. No en vano, la muralla que rodea el templo (3600-2500 a. C.) cuenta con megalitos de cinco metros de altura y hasta cincuenta toneladas de peso. El interior se compone de un pasillo central y cinco ábsides. En realidad, se trata de dos templos unidos: en algún momento derribaron uno de los muros del templo original para ampliarlo con otros tres lóbulos. En 1826 se retiraron sus escombros sin seguir ningún procedimiento científico, por lo que todos los restos de valor que contenía se perdieron. Es el más misterioso y uno de los más sofisticados. El templo de Mnajdra (3600-2500 a. C.) lo construyeron en un lugar de difícil acceso, en los acantilados del sur de la isla, sin por ello conformarse con un simple templo: el santuario consta de tres. El más antiguo y el más reciente son sencillos, pero el intermedio, de la época Tarxien, cuenta con cinco ábsides muy regulares y proporcionados, pequeñas estancias y ventanas. Sus constructores poseían conocimientos de astronomía: en los solsticios y equinoccios el sol ilumina zonas concretas del edificio. Está compuesto por cuatro templos distintos, de diversa complejidad, y se cree que sus ritos tenían algún tipo de relación con los que se celebraban bajo tierra en el vecino Hal Saflieni. En el templo de Tarxien (3000-2400 a. C.) es muy probable que se sacrificaran animales: en el suelo hay agujeros para drenar líquidos y en las paredes, relieves muy detallistas de bueyes y otras especies domésticas. También se han hallado rodillos de piedra, tal vez empleados para trasladar los megalitos. Aún hay mucho por investigar sobre estas edificaciones, cuyo propósito y sus constructores siguen envueltos en el misterio.

viernes, 24 de noviembre de 2023

LA MUERTE DE NAPOLEÓN: El final de una época tumultuosa

¿Fue envenenado Napoleón por los ingleses? Al respecto, existen muchas sospechas sobre las causas de su deceso que hasta hoy no se ha podido disipar. Como sabéis, en 1821 Napoleón muere en su prisión de Santa Helena, a consecuencias de una úlcera estomacal. 140 años más tarde, un dentista sueco, el doctor Forshufvud, publico un libro titulado “¿Fue envenenado Napoleón I?" obra que, al principio, pasa inadvertida. Pero, cuando el departamento de medicina forense de Glasgow examina cinco muestras de cabellos del Emperador, enviadas por personas distintas, todas contienen cantidades no despreciables de arsénico. En la primavera de 1965, luego del Sunday Telegraph, el primero en hacerse eco de experimentos que han utilizado incluso al reactor nuclear de Harlow, Paris Express, France-Soir y Le Journal de dimanche se apoderan del asunto. La opinión pública se conmociona. En la frontera belga, unos aduaneros encierran al historiador francés André Castelot en su compartimiento del tren para conocer su opinión acerca del asunto. Los informes de la autopsia hablan de una gran ulceración estomacal que degeneró en un cáncer. En 1961, Forshufvud dejo de lado la úlcera, considerando que no fue la causa directa de la muerte, y se concentra en el cáncer. Descubre que un tumor maligno habría hecho adelgazar considerablemente a la víctima, pero la capa de grasa sobre el vientre del cadáver de Napoleón tenía todavía cerca de cinco centímetros. Generalmente, las víctimas de una intoxicación lenta por arsénico suben de peso; en pequeñas dosis, el veneno puede utilizarse por mucho tiempo como estimulante sin ser detectado. Además, un médico inglés señalo que el cuerpo del Emperador casi no tenía vello, lo que podría ser también un síntoma de envenenamiento por arsénico, al igual que el buen estado de conservación del cuerpo en 1840, cuando fue exhumado para ser llevado a Francia. Es cierto que sus entrañas fueron previamente retiradas, lo que significa que había sido sometido a un principio de embalsamamiento. Valiéndose de estos indicios, el dentista sueco atribuye al arsénico todos los problemas de salud de Napoleón: sufrió una extraña crisis, cercana a la epilepsia, en 1805, algunas semanas antes de Austerlitz: dolores de estómago, angustias y un lagrimeo abundante en 1809; una tos seca y una jaqueca espantosa en 1812, con ocasión de la batalla de Moskova; nuevos dolores de estómago en 1813, eccema en la Isla de Elba; somnolencia y dificultades urinarias en Waterloo, y malestares múltiples que marcaron su último exilio, hasta la enfermedad final...Ciertamente, cada vez, el detalle de sus problemas puede hacer pensar en un envenenamiento, pero existen muchas otras explicaciones posibles. Forshufvud regresa a las conclusiones de la autopsia que señalan que el estómago de Napoleón estaba lleno de una suerte de zurrapa de café. Concluye que tuvo una hemorragia mortal ocasionada por la corrosión de toda la pared estomacal, características de todos los envenenamientos por mercurio. Supone así que, luego de años de intoxicación con arsénico, el asesino usó otro veneno. Se trataría esta vez muy precisamente de cianuro de mercurio, un compuesto temible que se formó en el mismo estómago del enfermo por la unión entre un medicamento llamado calomelanos, prescrito en grandes dosis con la esperanza de aliviar los intestinos y de una bebida que el Emperador consumía habitualmente, un jarabe de horchata a base de almendras amargas. A falta de la horchata y de las almendras amargas, la simple sal de cocina habría podido producir la misma reacción. Falta encontrar un culpable y un móvil. Los ingleses casi no podían llegar hasta su prisionero y pocos compañeros suyos se quedaron con él de principio a fin. El mariscal Bertrand queda, unánimemente, fuera de sospecha. Queda el general Montholon, que habría seguido a Napoleón para huir de sus acreedores, para actuar como agente de la monarquía francesa restaurada, que no se sentía tranquila mientras viviera Napoleón, y para intentar ser incluido en su testamento. Por otra parte, durante las primeras semanas, los males del Emperador se calmaron mientras redactaba su última voluntad, como si el arsénico le hubiese sido quitado por algún tiempo. Se puede agregar que otras personas, sin la menor prueba por lo demás, comentaron sobre las relaciones entre Napoleón y la esposa del general, vodevil que pudo degenerar en drama. El problema es que Montholon no abjuró jamás de su bonapartismo. Además, no estuvo cerca del Emperador antes de 1815 y no puede, por lo tanto, haber sido el misterioso envenenador que actuaba desde hacía diez años. En estas condiciones, ¿por qué ver en todas partes manos criminales, complots y asesinatos? La vida de Napoleón, sus cabalgatas, sus costumbres alimentarias que no se adecuaban a los preceptos de la dietética actual, todo esto podría haber desgastado el organismo del Emperador. La medicina del siglo XIX era apenas un poco menos titubeante que en los tiempos de Molière. Una úlcera iba a matar a Napoleón, un mal que ya venía de antes y que puede explicar sin duda un ademán bien conocido, el de la mano puesta entre dos botones de su chaleco, como para calentar el estómago. La unión entre un purgante peligroso y el jarabe de horchata no hizo más que precipitar un fin inevitable. Aún queda la cuestión del arsénico en sus cabellos, objeción que es de gran importancia, Demasiados mechones, traídos por distintas personas, hacen imposible pensar en un error, y los métodos empleados para la investigación son los más modernos. Sin embargo, el historiador Alain de Decaux ha propuesto una solución, que satisface todas las interrogantes. Se ha visto que el arsénico, en pequeñas dosis, se prescribía como estimulante. Las necesidades de su vida pudieron empujar a Napoleón a usar y abusar de él, incluso hasta sentir, algunas veces, .los efectos secundarios. Es este arsénico el que los científicos ingleses han puesto en evidencia... Es una solución simple, quizás demasiado, pero mucho más convincente que las hipótesis que requieren de muchos venenos y de muchos envenenadores. Como sabéis, tras su derrota en 1814 frente a la coalición europea, Napoleón fue exiliado a la isla de Elba, cerca de las costas toscanas. El 1 de marzo de 1815 escapa de allí y aprovechándose de las torpezas de los realistas, nuevos dueños de Francia, y de las disputas entre los vencedores, retoma el poder en París. Pero está cansado, no cree en su buena fortuna y sus mejores generales han muerto fusilados. Los ingleses y los prusianos lo derrotan una vez más en Waterloo, el 18 de junio de 1815. Es forzado a abdicar en París y un nuevo tratado de paz hace retroceder a Francia a sus fronteras de 1792. Al no poder escapar a los EE.UU., el Emperador caído se rinde a los ingleses, esperando que sean magnánimos y no lo ejecuten como sucedió con varios de sus generales. Ellos lo envían al exilio a una isla perdida en el Océano Atlántico: cerca del Trópico de Capricornio. Santa Helena, un islote volcánico de 6 km por 11, en la que no puede salir de un perímetro aún más restringido. Llega a la isla el 15 de octubre de 1815 y allí tres mil oficiales y soldados lo vigilan de cerca para evitar una nueva fuga. Una ocupación que lo entretuvo un tiempo fue la creación de un jardín y una huerta junto a la casa. Pero el fracaso del empeño, por la mala calidad del terreno, hizo que Napoleón se hundiera un poco más en un estado de abatimiento que dominó su último período en Longwood. El aburrimiento había sido la mayor amenaza desde del principio. Los testimonios al respecto son innumerables. "Lo único que nos sobra aquí es el tiempo", decía. Y al término de la jornada preguntaba: "¿Qué hora es? Otro día menos. Vamos a dormir". Pero hacia el final el Emperador permanecía días enteros, encerrado en su habitación, tomando a veces baños que duraban hasta cuatro horas. O bien le invadía la nostalgia y a la vez el presentimiento de su próxima muerte, como cuando repetía unos versos del drama Zaïre de Voltaire: "Pero ver de nuevo París no debo pretender, / veis que a la tumba estoy listo a descender". En sus últimos días de vida Napoleón hizo testamento. Todavía repitió en él las acusaciones contra el gobierno británico por la decisión de desterrarlo, al tiempo que repartía su fortuna entre los acompañantes de Santa Elena y su familia. Dictó asimismo un testamento político, en el que defendía su obra de gobierno con la esperanza de que su hijo, que desde su primera abdicación se hallaba junto a su madre María Luisa en la corte de Viena, la continuara algún día. (El llamado Napoleón II, nacido en 1811, moriría a los 21 años.) Sus últimas palabras, ya en estado de delirio, resultan emotivas: "Ejército, cabeza de ejército... Josefina...". Junto al recuerdo de su primera esposa, fallecida justo luego de su primera abdicación, era su pasado de general conquistador el que debía ocupar su pensamiento hasta el final de sus días. Era el 5 de mayo de 1821.

viernes, 17 de noviembre de 2023

PHRA PATHOMMACHEDI: Una pagoda que se eleva a los cielos

Se trata de una pagoda estupa budista ubicada en Tailandia, levantada en el centro de la ciudad de Nakhon. Pathom (provincia de Nakhon Pathom). Considerada la más alta del mundo, la parte superior de su aguja alcanza los 120,45 metros, con la circunferencia de la base de 235,50 metros.El nombre Phra Pathommachedi significa la primera estupa sagrada, dada por el rey Mongkut . Los historiadores modernos creen que fue una de las principales estupas de la antigua Nakhon Pathom, la ciudad más grande del reino Mon de Dvaravati en el área de Nakhon Pathom junto con la cercana Phra Prathon Chedi durante el siglo VI al los siglos VIII. El original de Phra Pathommachedi no tiene registro histórico, pero según Subhadradis Diskul , un destacado historiador y arqueólogo tailandés, Ashoka , un emperador mogol que gobernó casi todo el subcontinente indio desde alrededor del 269 al 232 a. C., envió destacados monjes budistas para expandir el budismo. en Suvarnabhumi , incluida el área que hoy es Nakhon Pathom. Alrededor del año 325 a. C. se estableció un templo budista, Wat Phra Pathom, y la estupa se construyó alrededor del año 193 a. Se cree que la estructura original es similar a la Gran Estupa en Sanchi, India, con una estructura de ladrillo hemisférica simple construida sobre las reliquias de Gautama Buda con una estructura en la parte superior de la estupa en forma de chatra o sombrilla, simbolizando alto rango. La estupa se menciona por primera vez en textos budistas del año 675, sin embargo, los hallazgos arqueológicos se remontan al siglo IV. Los historiadores modernos creen que la fue una de las principales estupas de la antigua Nakhon Pathom, el asentamiento más grande de la cultura Dvaravati junto con el cercano Phra Prathon Chedi durante los siglos VI al VIII. Dado que se desconoce el origen de Phra Pathommachedi, existen muchas leyendas sobre la construcción de la estupa. La más famosa es la leyenda de Phraya Gong y Phraya Phan: La historia trata sobre un rey de Nakhon Chai Si , Phraya Gong, que tenía un hijo llamado Phan. El astrólogo de la corte predijo que Phan cometería parricidio en el futuro, por lo que fue abandonado por su padre. El bebé huérfano fue adoptado sin saber su procedencia por una mujer sin hijos llamada Granny Hom, quien crió a Phan en Ratchaburi , una ciudad-estado vasalla de Nakhon Chai Si. Un día, un elefante que pertenecía a un señor de Ratchaburi estaba en celo y comenzó a atacar a la gente. Phan fue a ver al elefante y pudo someterlo. Luego de que el señor de Ratchaburi se enteró del acto heroico de Phan, lo adoptó como su hijo. Una vez crecido, Phan quería conquistar Nakhon Chaisi, por lo que envió una carta a su rey para desafiarlo a un duelo de elefantes . Phan mató a Phraya Gong y se convirtió en soberano. Según una antigua costumbre, Phraya Phan exigió que la esposa de Phraya Gong se convirtiera en su reina. Cuando la reina conoció a Phraya Phan, reconoció que era su hijo y le dijo la verdad. Conmocionado y temeroso de que se sepa la verdad, Phraya Phan ejecuto a Granny Hom. Pero luego se dio cuenta de que cometió un gran pecado al matar tanto a su padre como a la persona que lo crió. En el año 26 a. C., Phraya Phan consultó con un grupo de sabios cómo expiar su pecado, quienes le recomendaron que construyera una gran estupa, que sea de gran altura y que ni siquiera un pájaro pueda volar más alto. Phraya Phan lo construyó tal como se lo habían aconsejado y colocó la reliquia del diente de Buda en su interior. Cientos de años mas tarde, el rey de Bago quería el gran gong, por lo que ordenó a sus hombres que cavaran los cimientos de la estupa; Como resultado, tanto el gong como la estupa colapsaron. El rey decidió reconstruirla, y así se mantuvo hasta el reinado del rey Mongkut .Luego de que el Imperio Jemer anexó los asentamientos de Dvaravati , incluido el antiguo Nakhon Pathom , en el siglo XI, la estupa se modificó con un prang de estilo jemer en la parte superior de la estupa. Cuando años mas tarde, Anawrahta del Reino Pagano invadió y saqueó la antigua Nakhon Pathom, por lo que la ciudad y la estupa fueron abandonadas, siendo cubiertas por la jungla. En 1548, Maha Chakkraphat del Reino de Ayutthaya construyó una nueva ciudad y la llamó Nakhon Chai Si , pero debido a que Phra Pathommachedi estaba lejos de la capital, la estupa quedó en la jungla. En 1831, bajo el reinado del rey Rama III , su hermano, el príncipe Mongkut , como monje , descubrió las ruinas de Phra Pathommachedi, la pagoda con la cima en forma de prang con 84 metros de altura y la visitó varias veces. Solicitó la aprobación real para restaurar la estupa, pero Rama III se negó. En 1832, Sunthorn Phu , un famoso poeta tailandés, acompañó al príncipe Chutamani en una visita a Phra Pathommachedi. Luego de su coronación , Mongkut reconstruyó la estupa al estilo de Sri Lanka. El nuevo templo tiene cuatro viharas utilizados para ceremonias budistas, así como muchos edificios de almacenamiento para guardar los artefactos que se encontraron en el área cercana. Mongkut también ordeno la construcción de un palacio llamado Pathom Nakorn cerca de Phra Pathommachedi. Luego de 17 años de obras, la estupa y el templo fueron terminados en 1870 durante el reinado de Chulalongkorn, el cual añadió campanarios y azulejos de color marrón dorado importados de China para cubrir toda la estupa. Asimismo, ordenó a la población del cercano distrito de Nakhon Chai Si que se trasladara a la ciudad recién creada alrededor de Phra Pathommachedi. En 1907, como Príncipe Heredero , Vajiravudh , luego de visitar Phra Pathommachedi varias veces, decidió construir el Palacio Sanam Chandra en Nakhon Pathom. Grabó las historias de milagros de Phra Pathommachedi y renovó el complejo de estupas. En 1911 construyó la imagen de Buda de 7,20 metros y la llamó Phra Ruang Rojanarit Sri Indraditya Dhammobhas Mahavajiravudhraj Pujaneeya Bophitr, que fue instalado en el nicho frontal de Phra Pathommachedi. Con el paso del tiempo, en 1966, se encontraron varias grietas en el interior de la estupa, por lo que luego de nueve años de investigación, se decidió restaurarla, proceso que terminó en 1981. En el 2008, Phra Pathommachedi fue restaurada nuevamente para resolver un problema de humedad en el interior de la estupa. En el 2009 , el Departamento de Bellas Artes y el Ministerio de Cultura anunciaron un plan para promover a Phra Pathommachedi como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO debido a la larga historia de la estupa y su importancia en la expansión del budismo en el sudeste asiático y la cultura Dvaravati, pero la oposición de la población local debido a razones egoístas, impidió que ello ocurriera. Es increíble que ello sucediera, Una joya así merece ser preservada.

viernes, 10 de noviembre de 2023

EL REY ARTURO: ¿Porque es tan difícil demostrar su existencia?

En algún punto a caballo entre el hecho histórico y el mito, un caudillo celta, quizá romanizado, sigue ocupando un lugar privilegiado en la memoria de nuestra civilización. A la misma altura que otros importantes personajes certificados históricamente, como Julio César o Alejandro Magno, el rey Arturo destaca por sí mismo, iluminando el pasado de distintas culturas. Principalmente la celta, que ha elevado su figura al máximo exponente, tal vez para imprimir trascendencia a una de las épocas más oscuras de su historia. Y es que los mitos pueden ayudar a difuminar el recuerdo de incómodas realidades. En el caso de los celtas británicos sometidos por los anglosajones, la fantasía contribuyó a agrandar la figura de Arturo como el guerrero insuperable, guía de la resistencia contra los invasores, a quienes habría derrotado en doce batallas consecutivas. Y aunque la amarga realidad fue otra bien distinta, nadie puede dudar de que el mito del rey Arturo, además de ríos de tinta, haya inspirado a infinidad de jóvenes idealistas. Tras tres siglos de dominación romana, los pueblos bárbaros empezaron a plantear serios problemas. En el último tercio del siglo IV, la provincia comenzó a recibir ataques de los celtas de Irlanda, los pictos de Escocia y los sajones, anglos y jutos de Dinamarca y el norte de la actual Alemania. El amparo de Roma debía ser suficiente para repeler las embestidas, pero el Imperio tenía ya problemas en su propio territorio y no podía socorrer de manera eficaz al resto de sus lejanas provincias en apuros. En 406, la invasión de la península itálica por parte de los visigodos germánicos representó el principio del fin de la Inglaterra romana. Y es que, en un intento desesperado de defender Roma, el emperador Honorio ordenó la retirada de la mayoría de sus tropas de la isla, que quedó desprotegida ante las acometidas bárbaras. Pese a esa medida, el visigodo Alarico saqueaba la capital romana en 410. El Imperio retiró entonces las tropas restantes de Britania y continuó luchando, pero su hundimiento era ya inevitable. Roma intentó mantener cierta presencia en la isla. Sin embargo, al poco tiempo renunciaba a la provincia, otorgándole la independencia y la autoridad, que fue conferida a los antiguos jefes tribales celtas. La semilla del conflicto se había sembrado, e Inglaterra quedaba expuesta a un combate sangriento por el control de sus tierras. Es en ese contexto cuando la leyenda del rey salvador empieza a fraguarse. La figura histórica de Arturo como guerrero victorioso del siglo V, conduciendo a los británicos en la batalla contra los invasores sajones, ha sido hasta el momento inconfirmable. Pero de ese siglo en adelante empezamos a encontrar algunas referencias sobre su posible existencia. La primera aparece en la obra La ruina de Gran Bretaña, del monje e historiador británico Gildas, escrita a mediados del siglo VI, donde se cita a un líder llamado Ambrosio Aureliano que al parecer unió a los británicos contra los sajones. Según el autor, Aureliano descendía de romanos y comandó una especie de revuelta que alimentó las esperanzas de victoria de los suyos. ¿Podría ser Ambrosio Aureliano el mismísimo Arturo? Por cierto, la dificultad de encontrar evidencias de la existencia de Arturo ha dado pie a teorías que intentan hallar explicaciones a tanto misterio. Una de ellas está basada en una dicotomía: ¿era Arturo un nombre o un título? Por un lado, se conoce la existencia de al menos dos soldados romanos que sirvieron en Inglaterra con el nombre de Artorius, que bien podrían haber sido antepasados de Arturo. La otra posibilidad residiría en el hecho de que Arturo no fuese un nombre, sino más bien alguna especie de título. En galés, ‘arth’ significa oso, y en latín este animal se conoce como ‘ursus’. De esta manera, el nombre británico Arthur podría derivar de una combinación de ambos sinónimos: Arth-ursus. De ser así, no resultaría tan extraño. Se sabe de varios británicos que fueron conocidos tanto por la versión céltica de su nombre como por la romana, hecho común en aquella época para complacer tanto a los partidarios de la identidad celta como a los de preferencias romanas. El siguiente en engrosar la fama del monarca invencible fue un escritor llamado Nennius, que en 830 escribió su Historia de los británicos. En esta obra, Arturo aparece como un heroico general británico y guerrero cristiano que, durante el tumultuoso final del siglo V, luchó contra las tribus anglosajonas que atacaban Inglaterra. Pero la exagerada cifra de batallas en que le sitúa hace difícil creer en la verosimilitud de la narración. Más tarde, en algunas vidas de santos de los siglos XI y XII encontramos nuevas, aunque breves, menciones de las andanzas de Arturo, acompañado de algunos leales vasallos como Cei y Bedwir, lo que certifica la pervivencia del personaje en la cultura popular inglesa. Tras la invasión normanda de Gran Bretaña en 1066, la literatura celta floreció con energías renovadas. Una catarata de nuevas historias saltaron al ruedo literario, introduciendo el normando en la cultura y el pasado celtas. Normandos y celtas necesitaban un gran protagonista, un héroe que les uniera. Y quién mejor que Arturo. A comienzos del siglo XII su nombre ya era mucho más famoso como héroe de relatos de tradición oral divulgados entre los británicos que como personaje real. De un remoto caudillo britano que tal vez capitaneó una horda de galeses y bretones en alguna batalla contra los invasores anglosajones, la literatura construyó un magnánimo soberano, y de sus compañeros hizo unos corteses caballeros, todos ellos rodeados de magos y hechiceros en un mundo fantástico de aventuras. Uno de los principales responsables de que esto ocurriese fue el escritor galés Geoffrey de Monmouth. Historia de los reyes de Bretaña, la obra que Monmouth escribió en latín en 1136, se basaba aparentemente en un manuscrito celta perdido que solo él había sido capaz de examinar en secreto. El galés aportaba nuevas piezas al rompecabezas artúrico y le daba una forma casi definitiva, gracias al relato detallado de sus hazañas más extraordinarias. Por primera vez la vida de Arturo era narrada de principio a fin. El libro, del que todavía se conservan más de doscientos manuscritos, causó un gran impacto tanto en Inglaterra como en el resto de Europa, un éxito en que se acabó dando credibilidad a lo que no era sino una hábil mezcla de datos ciertos y fantásticos. Lejos de la lóbrega realidad que debía de rodear a un señor de la guerra de finales del siglo V, Monmouth imagina a Arturo como un monarca poderoso que vive en un mundo típicamente feudal, entre torneos, batallas y cortejos. Gracias a su poderosa imaginación, sitúa en escena por primera vez a personajes esenciales de la futura mitología artúrica, como Merlín, Ginebra y Mordred. Al mismo tiempo, en los territorios celtas del norte de Francia nuevas historias sobre Arturo comenzaban a aflorar. Tras el matrimonio de Enrique II de Inglaterra y Leonor de Aquitania, los mundos literarios francés e inglés se habían entremezclado, y poetas y trovadores galos hicieron también suya la leyenda. En tanto Roman de Brut, escrita en 1155 por Robert Wace, añade a la leyenda otro ingrediente: la Tabla Redonda, la mesa de Camelot alrededor de la cual Arturo y sus caballeros se sentaban para discutir asuntos cruciales para la seguridad del reino. El más importante de los escritores medievales franceses dedicados a los romances artúricos sería, sin embargo, Chrétien de Troyes. Él fue el responsable de la introducción de la búsqueda espiritual y de uno de sus elementos más cautivadores: el Santo Grial. Aparece en su poema inacabado Perceval o la Historia del Grial, escrito a finales del siglo XII. Con esto, la leyenda del rey Arturo se asentaba definitivamente en el reino de lo mitológico. Pero faltaba por aparecer la obra que le transformaría en una figura literaria duradera. Publicada en 1486, La muerte de Arturo, de sir Thomas Malory, reordenó y adaptó las obras de temática artúrica, reuniendo a los principales personajes y sucesos que hoy asociamos a la leyenda. El libro de Malory fue un éxito absoluto y tuvo enorme influencia en la literatura posterior. Ya en el siglo XIX, en la Gran Bretaña de las grandes transformaciones nacidas de la Revolución Industrial, las dudas y la zozobra se apoderaron de gran parte de la sociedad, que no acertaba a digerir unos cambios de enorme magnitud. En un intento de recuperar ese espíritu firme que envolvía las andanzas del rey inmortal, Arturo volvió a primer plano para acudir al rescate de su pueblo. La reina Victoria decidió decorar una de las salas más importantes del Parlamento con ilustraciones basadas en la obra de Malory, y poemas como Los idilios del rey de Tennyson o La defensa de Ginebra de William Morris, ambos basados en el mito artúrico, se hicieron muy populares. El renacimiento victoriano de Arturo no era más que una mirada nostálgica al pasado. Hoy, la búsqueda de Camelot y de un referente histórico que verifique su existencia sigue ocupando a historiadores, especialistas y curiosos. Es posible que no lo hallen nunca, pero al fin y al cabo, que existiera o no quizá no tenga tanta importancia. La verdadera grandeza del rey Arturo radica en la eternidad del mito que representa, más que en su propia historia, si es que la tuvo.

viernes, 3 de noviembre de 2023

CIUDADES PERDIDAS: Aketatón

Cuando, descendiendo por el Nilo, desembarcamos en Amarna (originalmente llamado Aketatón), la que fuera capital de Egipto durante el breve reinado de Akhenatón y Nefertiti, nos encontramos en una planicie desértica con algunas ruinas diseminadas. Sólo las dos columnas reconstruidas del Pequeño Templo de Atón dan fe de su antigua grandeza, hoy desaparecida. La ciudad fue abandonada luego de la muerte de su fundador, Akhenatón, y los siguientes faraones decidieron borrar su memoria destruyéndola sistemáticamente, arrancando sus piedras para reutilizarlas en sus propias construcciones; pero, por fortuna para los arqueólogos, no se alzó nunca otra ciudad encima de su suelo. Por esto, las arenas del desierto fueron enterrando y conservando los cimientos de sus edificios y los restos abandonados por sus habitantes, con lo que hoy es el enclave arqueológico que más datos aporta sobre la vida de los antiguos egipcios. Una de las cosas que más información ha proporcionado sobre la vida en la ciudad desaparecida son los montones de basura de aquella época, entre los que se han descubierto plumas y huesos de aves, restos de cabras y de ovejas, espinas de pescado, semillas de cebada, guisantes, lentejas, pepinos, cebollas, ajos, granadas, uvas, higos, aceitunas, dátiles... De todo ello podemos deducir que su dieta era sana y equilibrada. Cuando, en el quinto año del reinado de Akhenatón, la corte se trasladó a la nueva capital, los primeros en instalarse fueron los nuevos funcionarios que siguieron al faraón. Cada uno eligió el sitio y el tamaño de su casa, situada en una gran parcela con todas las comodidades. En el exterior había graneros y almacenes donde se guardaban los alimentos y los artículos que se intercambiaban por bienes necesarios para la familia, las cuadras para los caballos, un pequeño recinto para los carros y talleres de tejido y cerámica para uso diario. No faltaban una huerta y un pozo, ni los establos para los animales domésticos. Había igualmente lugares especiales donde se elaboraban los alimentos: uno para moler el grano, ya que esta faena levantaba mucho polvo, otro destinado a la fabricación de cerveza, además de la cocina propiamente dicha, al sur de la casa para que el viento del norte, el que más sopla en Aketatón, se llevara los humos y malos olores fuera del recinto. También se construía una pequeña capilla con estatuas o relieves de los reyes, a quienes como intermediarios entre hombres y dioses se les pedía que dirigieran sus súplicas y peticiones a Atón, el disco solar que reemplazo a los dioses anteriores, que fueron proscritos y sus sacerdotes ejecutados. Las viviendas estaban formadas por un salón central alrededor del cual se distribuían las demás estancias. Ese salón constaba de tres elementos que se repiten en todas las casas: un banco bajo con almohadones para sentarse encima con las piernas cruzadas, un brasero para calentar las frías noches del desierto y una losa de abluciones con un cántaro de agua para lavarse las manos y los pies o, simplemente, refrescarse. Una de las casas más lujosas de la capital era la del visir Nakht. Además de un salón profusamente decorado, disponía de otra pequeña sala que serviría de comedor, así como dos estancias más de recepción: dos galerías con grandes ventanales que se abrían al jardín, una al norte para el viento fresco del verano y otra al oeste para recibir los últimos rayos de sol en el invierno. Las casas grandes y medianas poseían un cuarto de aseo que constaba de un excusado con un asiento de piedra, el cual contenía un recipiente de barro y una tapa de madera, y la ducha, que era una losa de piedra con un canalillo que llevaría el agua a un agujero con una vasija para recogerla. Los tocadores de las damas nos han dejado muestras de la delicadeza de los artesanos al fabricar pequeños frascos de vidrio o alabastro para perfumes, cajitas para guardar los cosméticos, peines, espejos... Alrededor de estas grandes casas se fueron levantando otras más pequeñas de gentes que acompañarían a estas familias nobles y trabajarían para ellas. En Aketatón no había un barrio de ricos y otro de pobres, sino que cualquiera podía elegir el lugar de su vivienda. Así, la ciudad se fue llenando de habitantes llegados de otros pueblos y ciudades de Egipto; venían en grupos de un mismo lugar y formaban un pequeño barrio para vivir juntos y no sentirse solos en una ciudad extraña. A veces, varias viviendas tenían salida al mismo patio, lo que suponía que entre los vecinos debía haber una relación amistosa. También llegaban familias de artesanos que habían trabajado juntos y decidían probar fortuna en la nueva capital. En el barrio norte encontramos una serie de pequeñas casitas pobres en las que se fabricaba conjuntamente cerámica vidriada. Algún vecino trabajaría en un taller estatal y conseguiría, como parte de su sueldo, los materiales necesarios para montar un pequeño negocio. En las excavaciones de 1931 se recogieron infinidad de cuentas de collares con formas de flores, de frutos o simplemente redondas; además de las cuentas, también se hallaron los moldes para fabricarlas. De esta manera, en esta zona se fabricaría una bisutería muy de moda en Aketatón; buena prueba de ello es que Nefertiti, en el famoso busto de Berlín, luce un collar de varias hileras de cuentas de cerámica, a modo de pectoral que la cubre casi hasta el pecho. Esta actividad sugiere que en Aketatón se desarrolló una incipiente economía privada basada en el pluriempleo, gracias a la libertad de que gozaron sus habitantes y su afán por aumentar su nivel de vida. Por cierto, Aketatón no gozó de una urbanización inicial. La única calle planificada fue la Calzada Real, que salía del extremo norte, donde residían Akhenatón y Nefertiti, y cruzaba toda la Ciudad Central. En ella se situaron los edificios oficiales, como los dos templos dedicados a Atón, grandes espacios que estaban abiertos al público, a diferencia de los templos de los anteriores dioses, donde su ingreso estaba prohibido. Egipcios y extranjeros debían de asombrarse por la belleza de sus palacios cuando eran invitados a las recepciones reales, porque Aketatón fue una ciudad muy cosmopolita, capaz de atraer tanto a comerciantes de todas partes del mundo conocido. Así, en el constante trasiego de gentes que transitaban por la Calzada Real se veían indumentarias diferentes y se oían idiomas distintos. En alguna ocasión, los maravillados paseantes podían incluso contemplar a los reyes desplazándose en sus carros para atender los ritos religiosos en los dos grandes templos de la ciudad o las ceremonias oficiales en el Palacio Central. Por ejemplo, en la tumba del alto dignatario Meryre, una hermosa escena nos da idea de la magnitud de una procesión en la Calzada Real. El rey, sin cochero, sujeta un brioso corcel, mientras detrás va Nefertiti, única reina de Egipto a la que vemos conduciendo su propio carro. Observamos también a las princesas saliendo de palacio, donde dos porteros hablan, acompañadas por portadores de abanicos y damas, a la vez que los soldados corren delante del carro y a los lados de la calzada, y el visir precede a los reyes. Pero no todo era bello y saludable en la ciudad de Akhenatón. La intransigencia religiosa del rey a partir del año 9 de su reinado debió de desilusionar a muchos nobles, que comenzaron a conspirar. Aketatón existió muy poco tiempo como ciudad: doce años durante el reinado de Akhenatón y se supone que unos tres años durante el de su hijo Tutankhatón. Pero cuando los rencorosos sacerdotes de Amón se hicieron con el poder - quizás mediante un golpe de Estado - obligaron al pequeño faraón a trasladarse a Tebas, rebautizándolo como Tutankhamon, dando inicio además a la destrucción de la odiada capital fundada por su padre, cuya memoria fue maldecida y estatuas y monumentos destruidos, para ‘borrarlo’ de la historia. Sin embargo, el gobierno del faraón hereje fue un período de una gran actividad intelectual, de notables innovaciones y de extraordinaria libertad, como se manifiesta en las distintas formas de arte, que se salvaron de su destrucción al ser reutilizadas como cimientos de construcciones posteriores. La cosmopolita, dinámica y creativa Aketatón representó, sin duda, un momento único de la historia del antiguo Egipto

viernes, 27 de octubre de 2023

SAMHAIN: El origen celta de Halloween

Bajo el nombre de Samhain (etimológicamente, ‘fin del verano’) se esconde la celebración de origen celta más importante que hubo en la Europa pagana, sólo desplazada por el cristianismo que fiel a su falta de originalidad, la transformó en el Día de Todos los Santos. En esta fecha, la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, los celtas celebraban principalmente su devoción y culto a los fallecidos, así como el fin de la temporada de las cosechas. Era importante ya que coincidía con el Año Nuevo Celta y daba paso a la estación oscura, al frío del invierno y al recogimiento en casa hasta la llegada del buen tiempo y las cosechas de nuevo. Anunciaba, dentro del año pastoril, el momento en el que los animales eran traídos desde los campos, algunos para ser sacrificados y adobados para el invierno, y otros para ser cuidados como animales de cría. La fiesta de Samhain aparece registrada con el nombre de Samonios en el Calendario de Coligny, fechado en el siglo I a.C. de origen Galo que dividía el año en dos mitades, la mitad oscura cuyo comienzo se situaba en el mes de Samonios (lunación octubre-noviembre o noche de Samhain), y la mitad clara, que comenzaba en el mes de Giamonios (lunación abril-mayo o noche de Walpurgis). Los celtas consideraban que el año comenzaba con la mitad oscura, igual que para los vikingos el paso de un día a otro o de un mes a otro se producía por las lunas. La celebración del año nuevo se prolongaba durante las “tres noches de Samonios”, la luna llena más cercana entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno y que daba lugar a las celebraciones. El Samhain era una época de de luto ritual y simbólico por la muerte del verano y un momento de gran peligro para la mentalidad céltica ya que coincidían las más poderosas fuerzas reales con el más allá. Desaparecían transitoriamente las barreras temporales y se producía el desequilibrio espacial; un límite entre dos periodos en el que el tiempo y el espacio quedaban temporalmente congelados y las leyes normales suspendidas. Las barreras se rompían y se abría la puerta al reino de los muertos y era un momento en el que se aprovechaba para que los vivos se encontrasen con sus familiares fallecidos. En este estadio cósmico tenía su reino Don, el dios irlandés de la muerte, representado en el subconsciente colectivo como un ser agresivo, sin piedad y sombrío. Sin embargo, tras la tormenta siempre llega la calma; la paz y la felicidad con la que comenzaba un nuevo ciclo y con la que se inauguraba el año céltico. Esta noche también daba inicio el periodo que el dios Lugh pasaría bajo el poder de las tinieblas, de las que saldría cuando llegase la celebración de Imbolc, el festival de la fertilidad celebrado entre el 31 de enero y el 1 de febrero. Por ello, es tanto una fiesta de transición - el paso de un año a otro - como de apertura a otro mundo, y de ahí su importancia sobre el resto de festividades. Al final de la celebración se producía un banquete en el que había carne -principalmente cerdo - y bebida en abundancia, mientras la noche se iluminaba con grandes fogatas y el druida se dirigía a todo el pueblo augurando un año de felicidad para todos. Cabe destacar que las grandes fiestas del fuego en la Europa celta se celebraban en reconocimiento del fuego como réplica terrestre de sol que brilla en el cielo. Como el sol, el fuego no sólo produce vida, sino que también la destruye. El fuego es un agente de limpieza, un purificador, y de las cenizas surge una vegetación nueva y fértil. Las ceremonias del fuego eran una forma de magia benévola, llevadas a cabo para persuadir al sol a que volviese a salir después de su huida durante el invierno. La festividad céltica del Samhain, como hemos mencionado, se describe como una comunión con los espíritus de los difuntos que, en esta fecha y como excepción, tenían autorización para caminar entre los vivos, otorgando a la gente la oportunidad de reunirse con sus antepasados muertos. Para mantener a los espíritus contentos y alejar a los malos de sus hogares, dejaban comida, dulces y velas fuera de las casas, una tradición que evolucionó convirtiéndose en lo que hoy hacen los niños yendo de casa en casa pidiendo dulces en Halloween. Parece ser que los celtas iban recogiendo los alimentos de fuera de las casas para realizar la ofrenda a los dioses, rituales para los que se preparaba también un nabo hueco o vacío con carbones encendidos dentro de él, para iluminar el camino de regreso al mundo de los vivos de sus familiares difuntos. De esta tradición de vaciar los nabos deriva la costumbre de vaciar calabazas para ponerles dentro velas. Este cambio se debe a que los irlandeses al traer la celebración a América no podían encontrar nabos y los reemplazaron por calabazas, cuya abundancia generalizó su uso. Pero ¿cómo una festividad ancestral celta y pagana termino por convertirse en Halloween? Tras la conquista por los romanos de gran parte de los territorios celtas y la consiguiente romanización de estos pueblos el mundo céltico se vio inevitablemente influenciado por las tradiciones romanas, como los festivales dedicados a la diosa romana de la cosecha, Pomona. Más tarde, con la cristianización del Imperio Romano, la Iglesia Católica califico las celebraciones celtas como prácticas heréticas y al no poder erradicarla, la “cristianizaron” y transformaron en una festividad cristiana; Así, el Samhain celta) paso a ser el Día de Todos los Santos, el 1 de noviembre, que en inglés se tradujo como All Hallow´s Eve, o lo que es hoy en día Halloween. Se destruyó así todo un importantísimo legado ancestral, sin embargo, en algunos lugares el manto de influencia del Imperio Romano no llegó, como en el caso de Irlanda donde, aunque la religión de los druidas acabó por desaparecer, el primitivo Samhain se siguió celebrando y sobrevivió conservando gran parte de su espíritu a lo largo del tiempo hasta el día de hoy.
actualidad cultural
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