SONIDOS DEL MUNDO

viernes, 31 de mayo de 2019

CIUDADES PERDIDAS: Babilonia

De todas las ciudades perdidas del mundo, ninguna seguramente puede competir con el esplendor, antigüedad y misterio que evoca Babilonia. En efecto, en las llanuras del desierto, a 60 millas al sur de Bagdad, donde el sol convierte el horizonte en ríos de mercurio, es donde comenzó la historia humana. Ubicada en la antigua Mesopotamia, la tierra de la Media Luna Fértil - limitada por los ríos Tigris y Éufrates - fue sucesivamente parte de grandes civilizaciones que se sucedieron desde la antigüedad como Sumeria, Asiría, Babilonia y Persia, llegando hasta la actual Irak. Se dice incluso que el bíblico Jardín del Edén de Adán y Eva estuvo muy cerca de allí. Si Mesopotamia fue la cuna de la civilización, Babilonia es su hijo primogénito. Mencionado por primera vez en el siglo 23 aC, se asoma en los registros de la historia alrededor del 1792 aC, al comienzo del reinado de Hammurabi, que hizo de ella su capital y quien es recordado gracias al llamado Código de Hammurabi (una estela de piedra negra que se conserva en el Museo de Louvre) el cual es considerado como uno de los conjuntos de leyes más antiguos que se han encontrado en el mundo. Pero Babilonia debe su fama imperecedera al gran Nabucodonosor, quien accedió al trono en el 605 aC el cual en la cúspide de su poder, gracias a sus conquistas militares en Egipto y Siria, se sumergió en un programa de construcción monumental que hizo de su capital, la ciudad más grande y gloriosa del mundo antiguo. Era una visión deslumbrante de templos imponentes, grandes santuarios y palacios revestidos con azulejos azules, resplandecientes en oro, plata y bronce; todo ello rodeado de grandes murallas y enormes avenidas que dos carros, cada uno por cuatro caballos, podrían pasar entre sí con facilidad por el camino que los llevaba, según el geógrafo griego Strabo. El frenesí imperial de las construcciones de Nabucodonosor produjo el monumento más famoso de la ciudad, una edificación tan ambiciosa que se convirtió en el más famoso del mundo, sinónimo de la arrogancia que rivaliza con la humanidad. Los babilonios lo conocían como la Torre (o zigurat) de Etemenanki, de 91 metros de altura, en cuya parte superior se ubicada el santuario de Marduk, unido a la Puerta de Ishtar mediante una amplia calle llamada Avenida Procesional. Este templo era el centro de la fiesta más importante de la ciudad, que tenía lugar durante el año nuevo y duraba 11 días. Conocida como “la mansión en lo alto entre el cielo y la tierra” su gran tamaño posibilitaba que pudiera ser apreciada desde toda la ciudad. Al ser una construcción monumental no podía pasar desapercibida para el resto del mundo, los cuales comenzando con los lectores del Antiguo Testamento, lo conocían como la Torre de Babel . La capital ocupaba una extensión de 850 hectáreas, más grande que muchas ciudades modernas. En su apogeo vivían en ella 250.000 personas. La ciudad, rectangular, estaba rodeada por una doble línea de murallas. La exterior tenía 26 metros de grosor, mientras que la interior era igual de maciza. Asimismo, ocho puertas de bronce daban paso a la ciudad. La más magnífica de ellas era la ya citada Puerta de Ishtar (que se conserva actualmente en el PergamunMuseun en Berlín). Sus muros y acceso estaban decorados con brillantes ladrillos vidriados de color azul, además de por relieves de animales que representaban a los dioses babilónicos. Ishtar, la diosa del amor y la guerra, estaba representada por un león; Adad, el dios de las tormentas, estaba representado por un toro. Un grifo representaba a Marduk, que era un dios importante, además del patrón de la ciudad. En época de Nabucodonosor, el río Éufrates atravesaba la ciudad, dividiéndola en dos. El palacio de Nabucodonosor estaba cerca de la Puerta de Ishtar, se construyó en torno a cinco patios y sus muros estaban decorados con ladrillos vidriados. En el suelo de uno de los patios, los arqueólogos encontraron una inmensa escultura de un león pisoteando el cuerpo de un hombre. La estatua simbolizaba el triunfo de Babilonia sobre sus vecinos.Lo que sabemos sobre Babilonia proviene de una combinación de eruditos clásicos: Heródoto , el antiguo historiador griego del siglo V aC, entre los más destacados, las excavaciones arqueológicas y la evidencia de textos cuneiformes. Heródoto proporciona una de las descripciones más antiguas y detalladas de Babilonia. En su obra maestra titulada Las Historias, dedica 10 páginas a la ciudad y no ahorra elogios para referirse a la gran metrópoli: "Babilonia se encuentra en una amplia llanura, es una gran ciudad en forma de una plaza con lados de casi 14 millas de largo y un circuito de aproximadamente 56 millas, y además de su enorme tamaño, supera en esplendor a cualquier ciudad del mundo conocido" escribió. Misteriosamente, Heródoto no hace mención alguna de los famosos Jardines Colgantes, una de las antiguas siete maravillas del mundo. Diodoro el siciliano, el historiador griego del siglo I aC, dijo que la característica acuática más famosa del mundo nació del amor de un hombre por una mujer."También había un jardín colgante ... cerca de la ciudadela, no construido por Semiramis, sino por un príncipe posterior llamado Cyrus, por el bien de una cortesana, que, siendo persa, añoraba los prados en las cimas de las montañas, solicitando al rey su construcción para sentirse como en casa". Otros historiadores en cambio, afirman que fue Nabucodonosor quien lo construyo para su esposa. Lo cierto es que desapareció hace mucho y se desconoce su ubicación original. Tras Nabucodonosor, el poder de Babilonia desapareció. La ciudad cayó sin combatir en manos de Ciro el Grande el año 539 a.C. que la designo como una de las capitales del Imperio Persa. Posteriormente fue conquistada en 331 a.C. por Alejandro Magno, quien la convirtió en su capital, pero cuando murió, la región pasó a manos de su general Seléuco, quien prefirió construir junto al río Tigris una nueva capital al estilo griego llamada Seléucia, por lo que Babilonia fue abandonada. Su largo eclipse duro hasta la década de los ochenta del pasado siglo, cuando Saddam Hussein - cual nuevo Nabucodonosor - reconstruyó las murallas de la ciudad, así como la famosa Puerta de Ishtar y restauro parcialmente otros conocidos monumentos. Su plan original era reconstruirla completamente tal como se veía en sus días de esplendor. Sin embargo, la criminal guerra de agresión impulsada por los EE.UU. contra Irak para apoderarse de sus inmensas reservas de petróleo ocasiono la caída del régimen en el 2003 y el consiguiente abandono de dicho proyecto por el nuevo ‘gobierno’ colaboracionista. Aunque sus ruinas más antiguas estén virtualmente extintas, a través de su ciclo de destrucción y reconstrucción que sufrió a lo largo de su historia, la grandeza de Babilonia siempre perdurará en nuestra memoria colectiva.

viernes, 24 de mayo de 2019

STRADIVARIUS: Aquellos violines de sonido inimitable

Considerados los mejores del mundo, los Stradivarius han sido hechos a mano por el maestro luthier (persona que construye, ajusta o repara instrumentos de cuerda) Antonio Stradivari. Nacido en Italia en 1644, su creador dedicó su vida a la elaboración y perfeccionamiento del violín, un instrumento musical de cuerda de unos 60 cm de largo. Un artista que ha alcanzado admiración y reconocimiento desde su muerte hace más de 250 años. Stradivari diseñó y fabricó más de mil violines e instrumentos durante su vida, casi 650 de los cuales aún existen en la actualidad. Estos instrumentos son considerados los mejores y son muy apreciados por su calidad de sonido única. El primer violín conocido de Stradivarius se fabricó en 1666, cuando tenía tan solo 22 años. Algunos historiadores resaltan que Antonio fue aprendiz de Nicolo Amati, nieto del fabricante de violines Andrea Amati (1511-1577), quien le enseñó el oficio de la madera. Durante el inicio de su carrera, Stradivari creó violines al clásico estilo Amati. Sin embargo, incluso utilizando técnicas tradicionales, su habilidad y talento fue impresionante. Por ejemplo, el violín Hellier producido por Stradivari en 1679 revela su inigualable habilidad para fabricar un instrumento musical. En la década de 1680, Stradivari diseñó y creó violines de cuerpo completo con características únicas. Aunque continuó utilizando la estructura básica de los Amati, finalmente se liberó y comenzó a crear sus propios modelos. Sus dos hijos, Francesco y Omobono, se unieron al negocio familiar alrededor de 1698, pero ninguno mostró el mismo interés y talento que su padre. Junto con otros ayudantes, el taller de Stradivari pudo producir más instrumentos a medida que el maestro se sumergió profundamente en la experimentación. Stradivari fabricó sus mejores instrumentos de cuerdas desde 1700 hasta 1725. Durante su época dorada, creó violines cuyas cajas de sonido no se pueden comparar. Además, introdujo cierto tipo de barniz rojo intenso y bordes y esquinas anchas. Un estudio publicado en la revista la Nature, reveló que la madera de arce utilizada por este artesano en el siglo XVIII pudo haber sufrido un proceso químico para la preservación y aumento de la calidad del sonido. Algunos de sus violines más famosos creados durante su época dorada incluyen el Lipinski 1715 y el Mesías 1716. Nunca vendido ni regalado, el Mesías permaneció con su creador hasta su muerte. En el 2011, un grupo de científicos de la Universidad de Minnesota gracias al uso de un escáner de tomografía axial, les permitió medir la densidad de la madera, el tamaño y forma, además del grosor de cada elemento, y reveló que pequeñas grietas, agujeros hechos por gusanos y otros defectos le dan un sonido único. La información obtenida permitió crear tres copias casi exactas de un violín original que se encuentra en la biblioteca del Congreso de Estados Unidos y que data de 1704. Sin embargo, en el 2018 un equipo de la Universidad de Taiwan anunció saber la razón de su autenticidad, según su investigación, su valor reside en que el sonido de los violines imitan aspectos de la voz humana. Para confirmarlo, los investigadores pidieron a varios músicos profesionales que tocaran quince violines fabricados por el italiano, para comparar su sonido con el de las voces de otros tantos cantantes humanos. Lo que descubrieron fue que los violines producían formantes - picos en la intensidad del espectro de un sonido - y tonos armónicos que se correspondían con los de la voz humana. En cuanto a su precio, el más caro de ellos es el conocido como Lady Blunt. Debe su nombre a Anne Blunt, nieta de lord Byron - poeta del movimiento del romanticismo británico - y propietaria de tan preciado objeto durante 30 años. En el 2011 pertenecía a la Nippon Music Foundation hasta que fue subastado en la casa Tarisio. El evento generó una enorme expectación entre los amantes de la música. Finalmente, Lady Blunt alcanzó el precio más alto de un Stradivarius: 15. 9 millones de dólares. Por su parte, el Mesías - único violín considerado en estado de conservación perfecta - tiene un valor estimado 20 millones de dólares y cuyo propietario actual es el Museo Ashmolean de Oxford.

viernes, 17 de mayo de 2019

MALBORK: El castillo de los Caballeros de la Orden Teutónica

Situado en Pomerania, en territorios de la antigua Prusia que hoy son parte de Polonia, el castillo de Malbork (en alemán, Marienburg) fue el detonante para que Europa recordara la historia de los Caballeros Teutónicos en la Edad Contemporánea, durante el romanticismo. Como sabéis, esta Orden fue creada en 1190 en Acre (Palestina) para dar apoyo a los Cruzados en su lucha contra el Islam. Cuando estos fueron expulsados de Oriente Medio, la Orden no desapareció, sino que se trasladó a Europa. Primero asistió al rey de Hungría en Transilvania para combatir al sultán turco, pero tuvieron que abandonar el país por intentar hacerse con el poder. Entonces en 1230, pusieron su atención en el Báltico, específicamente en Prusia. Allí, el emperador alemán les otorgó una serie de tierras desde donde se expandieron a territorios hoy pertenecientes a Polonia, Estonia, Letonia, Lituania y Rusia. Así, los Caballeros Teutónicos habían mutado de ser una Orden religiosa a un estado monacal. Como tal, batalló contra sus vecinos, fueran cristianos o no. En 1410, una coalición de polacos y lituanos les dejó muy tocados en la batalla de Grunwald, pero de una forma u otra han sobrevivido como Orden hasta nuestros días. El principal objetivo era cristianizar los países del Báltico, de religión pagana. Durante el siglo XIII, estos se rebelaron hasta en cinco ocasiones contra el dominio teutón. En 1260 consiguieron anotarse una grave derrota en Durbe, pero los caballeros se repusieron y retomaron el control. Es en ese momento cuando se construye Malbork para reafirmar este poder. Heinrich von Wilnowe fue el primer constructor hasta 1300, cuando se acabaron las primeras obras y los teutones trasladaron al lugar sus principales órganos de gobierno. Posteriormente, el Maestro Siegfried von Feuchtwangen, decidió ampliar la fortaleza. Fue la primera de varias ampliaciones que hicieron de este castillo uno de los más grandes de Europa, capaz de alojar hasta 3.000 caballeros. La localización a orillas del río Nogat, sobre una península, permitió que Malbork creciera como castillo y como ciudad comercial, convirtiéndose en el proceso en un miembro de la liga hanseática. Sobre 1406, el castillo adquiere su forma y extensión actuales. Cuatro años después fue asediado por la coalición de polacos y lituanos en su intento de debilitar al poder teutón. Sin embargo, una buena planificación por parte del Maestro de Heinrich von Plauen, sumado al cansancio acumulado por las tropas enemigas, hicieron que el asedio fuera un fracaso. El castillo resistió dos meses de asedio y los teutones lograron firmar una paz que prolongó su poder. Este solo pudo durar hasta 1456, cuando la Orden, ahogada por las deudas, no pudo pagar a sus mercenarios y fue presa fácil para los polacos, que la convirtieron en su residencia real durante varios siglos. A finales del siglo XVIII con la partición de Polonia entre Prusia, Austria y Rusia, Malbork presentaba un estado ruinoso, por lo que se planteó su derribo, pero el arquitecto Friedrich Gilly consiguió recuperar la historia de la Orden y reconstruyo el castillo. Convertido en un santuario del nacionalismo alemán durante el III Reich, sufrió graves daños durante la II Guerra Mundial, por lo que volvió a ser restaurado. De hecho, las obras de recuperación realizadas en Malbork se encuentran entre los primeros ejemplos de restauraciones respetuosas con el pasado de la historia de la arquitectura. Había mucho que hacer, ya que el castillo con sus 18 hectáreas y su invariable ladrillo rojo se encuentra entre los más grandes del continente. Su estilo es gótico, pero con particularidades propias de la Orden. Dividido en tres partes, el castillo alto -modelo para otros castillos teutones - es un cuadrado con patio central. En un ala se instaló una capilla cuyo presbiterio desborda el cuadrado y tiene una entrada policromada. En el castillo medio destacan el Palacio de los Maestros con su torre residencial, diseño de interiores, bóvedas, iluminación y especialmente el refectorio con sus esbeltas columnas. La última expansión es más modesta, pero obligó a extender las fortificaciones y fosos. Hoy Malbork cuenta con unos 40.000 habitantes. La mejor manera de llegar es en tren y la visita suele llevar todo el día. Son unas dos o tres horas desde Varsovia o mucho menos si venimos desde Danzig (Gdańsk). El castillo está a unos diez minutos de la estación de tren, aunque es una buena idea rodear e incluir la vista desde el otro lado del río, donde mejor luce Malbork. La mejor época para visitarla es el verano, aunque también es cuando más turismo hay. Cabe destacar finalmente que en el mes de julio se reedita de forma festiva el fallido asedio del castillo por parte de tropas polaco-lituanas, enemigos acérrimos de los Caballeros Teutónicos, cuya fama perdurara por siempre.

viernes, 10 de mayo de 2019

FORGOTTEN KINGDOMS - FROM THE HITTITE EMPIRE TO THE ARAMEANS: Una singular exposición sobre ‘Los Reinos Olvidados’ en el Louvre

El Museo del Louvre de París exhibe por primera vez desde el pasado 2 de mayo las esculturas monumentales en basalto que decoraban el palacio del rey arameo Kapara 900 años antes de Cristo, restauradas tras los importantes daños que sufrieron durante la Segunda Guerra Mundial. La muestra se incluye dentro de la exposición titulada "Forgotten Kingdoms - From the Hittite Empire to the Arameans" (Reinos olvidados - Del Imperio Hitita a los Arameos), que invita a descubrir los sitios míticos de las civilizaciones poco recordadas que se desarrollaron en el Asia Menor. "La caída del imperio hitita 1200 a. C. que fue rival del Antiguo Egipto, dio lugar a la aparición de reinos neohititas y arameos en los actuales territorios de Kurdistan, Turquía y Siria, que fueron herederos de sus tradiciones políticas, culturales y artísticas", aseguró el comisario de la muestra, Vincent Blanchard. La exposición presenta por primera vez en Francia los restos de Tell Halaf, yacimiento clave del patrimonio sirio cerca de la actual frontera turca, donde el barón alemán Max Von Oppenheim descubrió entre 1911 y 1913 el palacio del rey Kapara. Sin embargo, los tesoros neohititas han tenido una historia turbulenta. En 1928, el arqueólogo alemán llevó a Berlín las esculturas monumentales en basalto que adornaban el palacio real y que fueron expuestas en la capital alemana en 1930 dentro de una antigua fundición convertida en museo. En 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, una bomba de fósforo cayó sobre el edificio. "Los bomberos, que vinieron a extinguir el fuego, provocaron involuntariamente la destrucción del basalto que se calentó", señaló Blanchard. Miles de fragmentos se guardaron en los escombros del edificio incendiado y en los sótanos del Pérgamonmuseum, en Berlín, durante más de cincuenta años. "A finales de los noventa, intentaron reconstruir estas estatuas y a partir de los 27.000 fragmentos reconstruyeron 65 elementos, estatuas, relieves y elementos de arquitectura que hoy son partes de la muestra", explicó. Para Blanchard, la exposición, organizada en colaboración con el Pergamonmuseum y que estará abierta al público hasta el 12 de agosto, traza un testimonio sorprendente de los continuos esfuerzos realizados por el Louvre para preservar el patrimonio en riesgo de los países en conflicto y evitar su desaparición.

viernes, 3 de mayo de 2019

EL TEMPLO DEL CIELO: Un símbolo de la grandeza imperial de China

A no dudarlo, se trata de una maravilla arquitectónica que le deja a uno con la boca abierta al visitarla por primera vez. Originalmente construido en la dinastía Ming (1368-1644) como un lugar donde el emperador adoraba al cielo, sufrió numerosas reconstrucciones durante la dinastía Qing (1644-1911) para mantener todo su esplendor. Se prestó gran atención al detalle en la construcción porque el emperador al recibir su derecho a gobernar por el cielo y el respeto debido que se le debía mantener, era necesario para asegurar que su reinado tuviera éxitos. La calidad de materiales de construcción y los objetos raros y preciosos que posee son iguales a los de la Ciudad Prohibida. Al ser uno de los sitios turísticos más visitados en Beijing se ha convertido por derecho propio en el símbolo de la capital china. Situado en el sur de la ciudad de Beijing, el Templo del Cielo ocupa una superficie de 273 hectáreas. Al observarlo desde el cielo, se verá que la parte sur del templo es cuadrada, mientras que la parte norte es semicircular. Se construyó así a propósito porque según la tradición china, la tierra es cuadrada y el cielo es redondo. Algunos historiadores creen que esta es la razón por qué monedas antiguas tenían agujeros cuadrados para simbolizar que el dinero y la dinastía tenían la bendición del cielo. Cabe resaltar que las tejas son de cobalto azul que simbolizan el cielo, algo raro de encontrar sobre una estructura antigua. El símbolo del Templo del Cielo es la magnífica Sala de las Plegarias por las Buenas Cosechas (Qinian Dian). Durante las dinastías Ming y Qing, el emperador visitó al Templo del Cielo en enero de cada año. Los emperadores llegaron a esta sala para realizar ceremonias anuales, como rezar por buenas cosechas de toda la nación, una tradición que se mantuvo hasta la caída de la dinastía Qing en 1911. La sala es espectacular: mide 38 metros de altura y 32,7m de diámetro, siendo construido sin un clavo y ha estado permanente abierto durante siglos. La disposición de 28 pilares masivos interiores simboliza las divisiones del tiempo: los cuatro centrales representan las estaciones del año, los cercanos 12 representan los meses del año y los externos 12 representan las divisiones tradicionales de un solo día. El interior de la sala es brillantemente coloreado y está cubierto de dragones y nubes. Si bien la Sala de las Plegarias por las Buenas Cosechas es el edificio más conocido en el Templo del Cielo, también tiene muchos magníficas edificaciones a su alrededor. Así, el Altar Circular es la estructura de tres grandes escalones más cercana a la entrada del sur. Construido en 1530, era el lugar donde el emperador, de cara al norte, daba su informe al cielo. Estaba acústicamente diseñado para ayudar a que las palabras del emperador llegaran al cosmos. Y efectivamente, el altar magnifica la voz del orador si se encuentra su centro, aunque sólo el orador puede escucharlo, ya que las ondas sonoras rebotan en las balaustradas. Otra característica interesante del altar es que fue construido con hileras de losas de mármol en múltiplos de 9, que se consideraba como el número más propicio. La primera hilera tiene 9 losas, la segunda 18, etc. Hacia el norte, el siguiente recinto es la Bóveda Imperial del Cielo, que contiene lápidas de los antepasados del emperador que se utilizaban en la ceremonia del solsticio. Alrededor de la bóveda está la Pared del Eco, dotada de unas increíbles propiedades acústicas. Su curvatura actúa como parábola, permitiendo a dos personas a gran distancia hablar entre sí en voz muy baja. Sin embargo, en un día abarrotado de gente en que cada visitante quiere probar esta experiencia, seguramente sólo podrá oír una cacofonía. Los diseñadores de este complejo de templos incorporaron numerosas propiedades acústicas únicas al diseño de éste, ya que en muchos lugares donde los sonidos se amplifican hay eco o éstos son redirigidos. Esta torre de madera también fue erguida sin ningún clavo, y se sostiene por un sistema ingenioso de vigas de apoyo y enormes pilares. El diseño es también rico en simbolismo. Posee una órbita dorada en la parte superior, y su tejado ondulado es azul, representando el color del cielo. Los cuatro pilares centrales representan las estaciones, los 12 pilares interiores simbolizan los meses, y los 12 pilares exteriores simbolizan las 12 vigilias del día. Dentro de la sala, en el techo, hay un dragón dorado que representa al emperador. Construido en 1420, la Sala sufrió un incendio producto de un relámpago en 1889, siendo fielmente reconstruida con madera importada de Oregón. Agregado a la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1998,el Templo del Cielo es una joya que debe perdurar por siempre.
actualidad cultural
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