SONIDOS DEL MUNDO

viernes, 29 de septiembre de 2023

SIEMPRE FIEL AL EVANGELIO: Armenia, la primera nación cristiana de la historia

En estos días en que la musulmana Azerbaiyán ha lanzado una ofensiva a gran escala contra el enclave cristiano de Nagorno Karabaj, intentando borrar su herencia armenia ante el silencio cómplice de la “cristiana” Europa, toca ocuparnos en esta oportunidad de la historia de Armenia, considerada la primera nación cristiana de la historia. En efecto, la Iglesia apostólica armenia está estrechamente vinculada a la nación. Según la tradición, Armenia fue evangelizada por los apóstoles San Bartolomé y San Judas Tadeo. “Es por ello que la Iglesia armenia se conoce como apostólica”, subraya el padre Shnorkh, sacerdote que se ocupa de la comunidad armenia en Madrid. La misma tradición eclesiástica cuenta que los apóstoles trajeron dos reliquias muy importantes: la Lanza Sagrada, con la que fue herido Jesús en la cruz, y el Santo Crisma, los cuales tienen un significado singular para la Iglesia armenia y para el pueblo. El nacimiento de la Iglesia propiamente armenia tuvo lugar en el siglo III, con san Gregorio, llamado El Iluminador. San Gregorio, obispo, evangelizó el montañoso país del Cáucaso. Con la conversión de su rey Tiridates, quien proclamó el cristianismo como religión oficial del Estado, Armenia se convirtió en la primera nación cristiana de la historia (año 301 d. C.). Fue el monje Mesrob quien creó el alfabeto armenio y pronto aparecieron las primeras obras escritas en esta lengua. Tras la aceptación del cristianismo, se abrió una nueva página en la historia del pueblo armenio. Dominados por los persas y luego por los bizantinos, los armenios se vieron arrastrados también por las disputas cristológicas de Calcedonia (451), rechazando este concilio más por razones políticas que realmente religiosas. Cabe precisar que la historia armenia está llena de momentos heroicos y bellos, aunque también difíciles y llenos de sufrimiento, cuando diversos invasores intentaron dominar el pueblo y destruir su fe. El momento más trágico fue el genocidio armenio ocurrido al comienzo del siglo XX a manos de los ocupantes turcos, que dejó casi 1,5 millones de muertos y cientos de miles de deportados a Líbano, Europa, EE.UU. y Sudamérica. Pero a pesar de las persecuciones a que ha sido sometida, Armenia ha permanecido siempre fiel al Evangelio. Hoy en día, la Iglesia apostólica armenia tiene unos diez millones de fieles. Al frente está Karekin II, patriarca de todos los armenios, quien fue muy amigo de Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora del Papa Francisco I. La sede del Papa armenio se encuentra en Echmiadzin, no muy lejos de la capital del país, Ereván. Luego de aceptar el cristianismo, se creó una enorme herencia cultural. Por cierto, la arquitectura eclesiástica armenia es única entre todas las tradiciones cristianas, y también se ha creado un enorme patrimonio literario. En Armenia y en todo el mundo se conservan aproximadamente 30.000 manuscritos con contenido diverso: teología, astrología, medicina, que se guardan en el famoso Matenadarán o Instituto Mashtóts, ubicado en la capital del país, y que es uno de los más importantes depósitos de manuscritos del mundo. Entre los escritores y teólogos destaca sobre todo san Gregorio de Narek, declarado por el Francisco I como doctor de la Iglesia. El santo monje Narek vivió a finales del siglo X y principios del XI en el monasterio de Narekavanq, el cual se encuentra en Vaspurakan, provincia histórica de Armenia, hoy en territorio turco. Gregorio de Narek es autor de muchas obras de teología, exegéticas y oraciones. Pero es conocido, sobre todo, por su Matian Vojbergutyan o Libro de las lamentaciones. Para cualquier familia armenia este libro tiene un significado único, casi milagroso. Los armenios creen que puede curar tanto el alma como el cuerpo. Por ello, las madres armenias colocan el libro debajo de las almohadas de sus hijos cuando enferman. Otro elemento propio del paisaje armenio son los jachkar o cruces de piedra, de profundo significado teológico. Los armenios subrayan con orgullo que no hay dos cruces iguales. Las más antiguas datan del siglo IV. Casi nunca se encuentra en ellas tallado el cuerpo de Cristo crucificado. Según el pensamiento armenio, esto significa que la crucifixión de Cristo conduce a su resurrección y a la vida eterna. Es por ello que sobre los jachkar hay ornamentos con motivos florales que simbolizan la vida. La creación de las cruces tiene también otro objetivo: el escultor o aquel cristiano que la encarga, sabiendo que su vida es limitada, quiere que la cruz sea su eterna oración dirigida a Dios. A principios del siglo XX había casi 200.000 cruces. Sin embargo, tras el genocidio, Turquía y Azerbaiyán destruyeron más de 100.000 ejemplares. Fue el genocidio cultural, es decir, borrar cualquier huella cristiana, pero a pesar de todos sus demoniacos esfuerzos, no han podido hacerlo. La presión constante que recibe Armenia por parte de Azerbaiyán no hace más que recordar los siglos de genocidios y matanzas que marcan la identidad de un país al borde de la extinción. Sin duda, el objetivo final de las ofensivas azeríes es eliminar la presencia armenia del Cáucaso y eso significa continuar con la limpieza étnica que llevan sufriendo los armenios durante siglos, eliminando del mapa ese enclave cristiano que les incomoda. No olvidemos que Armenia es el punto de fricción entre la cultura cristiana y la musulmana en el Cáucaso. Ya sea a través de la guerra abierta o el brutal cerco humanitario, “lo que pretenden con ese bloqueo es que los armenios que están allí se vayan y apropiarse por fin del enclave”, explica por su parte Tigran Yegavian, investigador y escritor armenio, quien asegura que “ahora mismo la población de Armenia está mentalizada de que se le viene una guerra encima”. Saben que Azerbaiyán, con el apoyo turco, cada vez es más potente y ellos cada vez más débiles. En Occidente nadie habla del tema. El silencio mediático e institucional es enorme, ya que no interesa posicionarse ante el débil. El pasado verano la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viajaba a Bakú para firmar un acuerdo con Azerbaiyán y duplicar así el suministro de gas hasta el 2027. Esta nueva alianza permite a Europa no depender de Rusia para el abastecimiento de gas, y, por eso, desde las instituciones europeas conviene callar ante el sufrimiento armenio. “Lamentablemente, Rusia, considerado un antiguo y tradicional aliado de Armenia, prefiere mirar hacia otro lado porque está concentrado en la guerra con Ucrania y no le interesa abrir otro frente entre Armenia y Azerbaiyán. Todos nos han abandonado” subrayo Yegavian. “Los azerbaiyanos quiere borrar a Armenia del mapa y Europa calla. Esto empieza por destruir nuestra cultura. La Turquía de Erdogan también alimenta su deseo ferviente de recuperar todo el control del territorio caucásico, y eso implica destruir todo rastro del cristianismo”. Mientras, la Iglesia armenia sigue resistiendo. Sostenidos en la fe, se saben acompañados y encuentran refugio en la oración. “Los armenios tenemos muy marcada nuestra identidad. De generación en generación se transmite la idea de que estés donde estés sigues siendo armenio; debes conservar el idioma y la fe. Es nuestra identidad” puntualizó.

viernes, 22 de septiembre de 2023

¿INTENTANDO REESCRIBIR SU HISTORIA?: La India cambia de nombre y se denominara “Bharat”

Venga ya, en el mundo nunca faltan aquellos iluminados que buscan de una u otra manera pasar a la historia, así caigan en el ridículo más absoluto. Este el caso del sátrapa - o en su caso, del ‘maharajá’- Narendra Modhi que (des)gobierna la India desde el 2014, cuya última ocurrencia ha sido cambiar el nombre a su país, aduciendo que este “fue impuesto por los ingleses” cuando ello es completamente falso, ya que desde hace siglos siempre ha sido conocido así, pero por lo visto, mas puede la demagogia barata que la verdad histórica. En efecto, desde el lunes 18 de septiembre, la India ha dejado de llamarse así, pasando a denominarse únicamente Bharat. Su origen parte de un texto sánscrito del año 1500 a.C. en el que se menciona por primera vez a la tribu del clan Bharata como una de las principales tribus que ocupaban el norte del país. Si bien la Constitución de India reconoce oficialmente tres nombres para denominarla: India, Bharat e Hindustán, solo el primero era aplicado a todo el país, mientras que los restantes son utilizadas generalmente por las minorías hindúes y musulmanas (Mongoles). Diferentes estudios atribuyen que el término India se comenzó a utilizar hace más de 2.000 años por persas, griegos o romanos. Este tomó mayor protagonismo en la época colonial británica en el siglo XVIII para reconocer el dominio inglés sobre este territorio. Como recordareis, durante la reciente celebración de la cumbre internacional del G20 en Nueva Delhi está sirvió de escaparate internacional para promover el nombre. Fue la presidenta Droupadi Murmu quien envió unas invitaciones oficiales para una cena al margen de la cumbre en las que se presentaba como "Presidenta de Bharat". Esta situación desató las especulaciones sobre si el gobierno dirigido por Modhi estaría planteándose cambiar pronto el nombre, como en efecto, sucedió. Habitualmente, las invitaciones emitidas por los órganos constitucionales indios siempre han mencionado a India cuando el texto está en inglés y a Bharat cuando está en hindú. Esta vez, aparecía el segundo nombre escrito en la lengua inglesa. Detrás del uso preferente de Bharat frente a India también está el hecho de que los gobernantes del país quieren reemplazar, entre otras medidas, el sistema de justicia de la etapa colonial británica. Su actual Código penal, el Código de Procedimientos criminales, data de 1872. Cabe recordar que la India logró la independencia de Reino Unido en el año 1947. Como podéis imaginar, los historiadores indios debaten si el cambio de nombre de India era realmente un grito de libertad postergado, o si tenía un solapamiento político destinado a cosechar consenso interno. No son pocos los que hacen la última lectura, dado que el primer ministro lidera el ultranacionalista partido Bharatiya Janata Party (BJP), por lo que existe, más allá de cualquier sed de justicia simbólica, un intento de utilizarlo con fines partidarios. India no sería el primer país que cambia su nombre oficial. Su vecina Sri Lanka adoptó el presente nombre recién en 1972, dejando atrás el Ceilán usado en épocas coloniales. Lo que tienen en común todos los casos es que se deja atrás un exónimo, es decir, un nombre impuesto desde afuera. Sin embargo, esta arbitraria imposición de Modhi no ha caído bien entre muchos indios, quienes sienten que penalizar la palabra “India” sería, más que una reivindicación nacional, una manera de meter cizaña entre las clases sociales, que en la India siempre han estado muy diferenciadas. Asimismo - y no les falta razón - critican el hecho de que, en todo caso, la sustitución de India por Bharat no cambiará mucho para el centenar de grupos étnicos minoritarios, ya que, para ellos, Bharat representa una India hegemónica de la que nunca fueron parte. Y segundo, si de barrer con “todo rastro del colonialismo inglés” se trata, no debería la India dejar de hablar el idioma de Shakespeare, así como desactivar todos sus trenes, que son lo que le ha permitido mantenerse unida a pesar de sus cien grupos tribales, sus castas y sus etnias. En efecto, Indian Railways es hoy el mayor empleador de India, con nada menos que 1.38 millones de dependientes. El país heredó una de las redes ferroviarias más amplias del mundo, construidas durante el período colonial. De otro lado, los indios juegan al críquet y se jactan de ser los amos del deporte del que una vez fueron aprendices. A su vez, la bebida nacional de India es el té, que bajo todo punto de vista debe su introducción masiva a las costumbres británicas. ¿Y qué me dicen de Nueva Delhi? Construida al estilo europeo por los británicos al tratarse de la más preciada joya de su imperio ¿No debería ser demolida? Para muchos intelectuales indios, de hecho, ningún cambio simbólico solucionará los millones de hambrientos, la esclavitud infantil, los desocupados y la miseria extrema que se ven en sus abarrotadas, sucias y caóticas ciudades. La India habrá cambiado de nombre, pero todo seguirá igual.(Por cierto, The Times of India, fundado por los ingleses en 1836, siendo el más importante y leído del país ¿tendrá una nueva denominación por culpa de un déspota?)

viernes, 15 de septiembre de 2023

HELSINKI: Al norte de Europa

Se trata de una de las ciudades abiertas al mar más modernas de Europa. Situada a orillas del Golfo de Finlandia, se puede conocer perfectamente en un día o en un fin de semana, al concentrar todos sus lugares más interesantes a poca distancia del centro de la capital, por lo que resulta una escapada perfecta para pocos días. En su arquitectura se mezclan los edificios clásicos y modernos con influencias suecas y rusas y además cuenta con infinidad de museos, cafeterías de diseño, parques y iglesias sorprendentes, que serán solo algunos de los lugares que podrás conocer en tu escapada. Basándonos en el día que pase en la ciudad, he realizado una lista de los que creo, son los 10 lugares que visitar en Helsinki imprescindibles. !Empezamos! 1. Plaza del Senado: De estilo neoclásico y centro neurálgico del casco antiguo, es uno de los lugares más imprescindibles que ver en Helsinki. Sus tres edificios más importantes son la Catedral de Helsinki (Tuomiokirkko), la Biblioteca Universitaria, situada en una esquina y la Casa Sederholm, el edificio de piedra más antiguo de la ciudad. Ten en cuenta que la catedral luterana, es uno de los símbolos de la ciudad que destaca por su exterior blanco. Si visitas la ciudad en Navidad, en esta plaza se monta un gran mercadillo lleno de puestos de madera que venden todo tipo de artículos navideños y comida local, ¡todo un espectáculo para los sentidos!; 2. Iglesia de Temppeliaukio: La Iglesia de Temppeliaukio, conocida también como la Iglesia de Piedra, es una iglesia luterana que se construyó en el 1969 y en la que destaca principalmente su interior, excavado en una roca,
lo que le permite tener una excelente acústica, perfecta para todo tipo de conciertos. Desde el exterior se puede ver la cúpula acristalada, que permite iluminar el interior con luz natural; 3. Vanha Kauppahalli: Vanha Kauppahalli o el antiguo mercado, está situado muy cerca de la Plaza del Mercado y es otro de los lugares que visitar en Helsinki. Esta tienda, la más antigua de la ciudad, se reformó totalmente hace unos años para convertirla en uno de los mejores mercados cubiertos del mundo y es un lugar que estamos seguros, te encantará. Dentro del edificio de ladrillo rojo, blanco y amarillo se encuentran 25 puestos de auténticas delicatessen finlandesas como pescados ahumados, carnes de reno, ciervo y oso, chocolates, encurtidos, entre otros muchos productos; 4. Plaza del Mercado: Situada a orillas del mar Báltico es una de las principales atracciones y lugares que ver en Helsinki. Cuando se acerca el buen tiempo, desde primavera hasta otoño, se convierte en un hervidero de gente y de puestecitos de comida fresca y souvenirs desde la que además podrás ver la gran actividad del puerto. Desde aquí además salen los ferrys a la cercana isla de Suomenlinna y los cruceros por los canales de Helsinki, que son una de las actividades más recomendadas de la ciudad; 5. Parque Sibelius: Situado a orillas del mar, en el barrio de moda de Töölö, es el espacio verde más famoso y otro de los lugares que visitar en Helsinki. Su lugar más destacado es la escultura formada por 580 tubos de acero que, cuando sopla el viento, realiza un sonido musical y está dedicada al compositor y violinista finlandés Jean Sibelius. Cerca del monumento se encuentra el Cafe Regatta, una antigua cabaña de pescadores en el que recuperar el calor corporal comiendo unos típicos rollitos de canela aunque para los menos frioleros, siempre puedes tomar algo en la terraza con vistas al lago, que según la época se puede encontrar totalmente helado; 6. Esplanadi: Es un parque urbano situado entre la plaza Erottaja y la Plaza del Mercado que destaca por sus tiendas de lujo, quioscos de madera, restaurantes de precio alto, edificios históricos como el hotel Kamp y lugares con encanto como la fuente Havis Amanda. En verano, es uno de los rincones con más vida de la ciudad donde locales y turistas dan agradables paseos mientras escuchan la música de artistas callejeros. Además, cerca de esta explanada se encuentra el Hotel Torni, que tiene en su terraza el mejor mirador de la ciudad; 7. Catedral ortodoxa Uspenski: Considerada como la iglesia ortodoxa más grande de Europa Occidental, es otro de los lugares que ver en Helsinki y destaca por estar construido en ladrillo rojo y por sus trece cúpulas doradas que representan a Cristo y los doce Apóstoles. Situada en una colina con buenas vistas de la
ciudad, puedes llegar a la catedral desde la Plaza del Mercado; 8. Estación Rautatientori: Es la principal estación de ferrocarril y otro de los edificios que ver en Helsinki. Esta joya del Art Nouveau, con una gran actividad diaria, entró en servicio en 1919 y fue elegida por la cadena BBC como una de las estaciones de tren más bonitas del mundo. La estación está formada por un gran edificio de color marrón y detalles en verde, en el que destaca su alta torre del reloj y las 4 estatuas enormes que te dan la bienvenida y sostienen una linterna que se iluminan por la noche; 9. Capilla del Silencio de Kampi: Construida en el año 2011 y situada en la gran explanada de la plaza de Narinkka, es uno de los edificios más originales de la ciudad. En forma de óvalo y construida totalmente en madera, es un lugar ideal para disfrutar del silencio absoluto y de la meditación. Su interior destaca por su sencillez, al tener unos pocos bancos y un atril; 10. Fortaleza de Suomenlinna: Patrimonio de la Unesco, es una fortaleza construida por Suecia en 1748 que se asienta sobre seis islas y es otra de las maravillas que ver en Finlandia. Esta fortificación que se creó para repeler los ataques de la marina de la Rusia Imperial, se ha convertido con el paso del tiempo, en uno de los lugares que visitar en Helsinki más imprescindibles. Además de ver los edificios, cañones, murallas y bastiones, puedes visitar alguno de sus 6 museos que se encuentran repartidos por la isla. Para llegar a la fortaleza, situada a 2 kilómetros, puedes coger el ferry o el autobús acuático JT-Line, que parten desde la Plaza del Mercado. Cabe precisar que la forma más habitual de llegar a Helsinki es por aire, aterrizando en el aeropuerto internacional de la capital, situado a 20 kilómetros. Para ir del aeropuerto al centro de Helsinki puedes coger el tren circular que te dejará en la Estación Central en menos de media hora. Otra opción es coger el City Bus de Finnair o la línea 615 de autobús que te dejarán en la estación en unos 45 minutos. Una visita por cierto, recomendable.

viernes, 8 de septiembre de 2023

MITRIDATES: El implacable rival de Roma

“¡Sé más fuerte que los romanos u obedécelos!”. Con esta lapidaria sentencia, Cayo Mario, uno de los prohombres de la República romana, aplacó las ambiciones de Mitrídates VI, rey del Ponto (132-63 a. C.), un estado de Asia Menor que ansiaba anexionarse Capadocia. Era el año 98 a. C., y la ciudad del Tíber, primera potencia del Mediterráneo, no iba a consentir el desafío a su poder de ese joven monarca. Mitrídates VI se marchó del encuentro con Mario con el rabo entre las piernas, aunque por poco tiempo. El rey se había precipitado, pero no tardaría en convertir en consejo la bravuconada del romano: reuniría fuerzas para desafiar con garantías a la urbe. Las ansias de Mitrídates por combatir a Roma respondían a su voluntad de emular a Alejandro Magno. El rey del Ponto aseguraba descender del conquistador macedonio y de Ciro el Grande, fundador del Imperio aqueménida. Los cronistas del Ponto “forzaron” su árbol genealógico para conseguir cuadrar el parentesco con tan ilustres personajes. Vincular su linaje a esos dos prestigiosos ancestros no era solo una cuestión de megalomanía. Constituía una poderosa herramienta de legitimación política en Asia Menor. Las ciudades de la costa eran de cultura griega, mientras que en el interior habitaban pueblos de cultura y religión persas. Más allá de los arreglos de sus propagandistas, lo cierto es que la vida de Mitrídates guardaba semejanzas con la de Alejandro Magno. Se decía que a los diez años había conseguido domar un fiero corcel –episodio idéntico a la historia de la doma de Bucéfalo por parte del macedonio–. También era un símbolo poderoso desde el punto de vista de las creencias persas, que decían que los dioses premiaban a los grandes gobernantes con hermosos caballos. Pero el paralelismo más claro y útil para legitimarse en el trono del Ponto fue el de su exilio durante su juventud. Su padre, Mitrídates V, murió envenenado en 120 a. C., a consecuencia de una conspiración palaciega, en un suceso que podía recordar a la muerte de Filipo de Macedonia, progenitor de Alejandro. Su madre, Laodice VI, actuó como regente y maniobró para que el trono fuera para su hermano pequeño (del mismo nombre). Sabedor de que su vida corría peligro ante las aspiraciones maternas, el legítimo heredero huyó de la capital, Sínope. Pero alguien que decía ser heredero de Alejandro Magno no podía simplemente esconderse. Gracias a su carisma innato –y eso que apenas era un adolescente–, el futuro Mitrídates VI recabó apoyos entre los partidarios de su padre en las fronteras del Ponto. Además, se hizo acompañar de amigos de su absoluta confianza –un grupo que recordaba a los compañeros del conquistador macedonio–, que vivían de lo que cazaban en plena naturaleza, experiencia que ayudó a curtirse al futuro líder. Hacia 115 a. C., Mitrídates se sintió con ánimos para marchar a Sínope. Su fama le precedía, y muchos se unieron a su causa sin necesidad de utilizar la fuerza. Así, obtuvo el trono del Ponto prácticamente sin derramamiento de sangre. Las únicas víctimas destacadas de su ascenso al poder fueron su madre y su hermano, que fallecieron en oscuras circunstancias, poco después de ser encerrados en las mazmorras del nuevo rey. Por si no fuera suficiente con los paralelismos biográficos, Mitrídates asumió una iconografía donde era representado con un aspecto casi idéntico al de Alejandro Magno. El retrato del rey póntico en las monedas lo mostraba con un peinado igual que el de su antepasado, y se hizo representar, asimismo, en diversas estatuas y bustos con poses similares a las del conquistador del Imperio persa. Pero si quería hacerse digno del legado de Alejandro, no bastaba con eso. Mitrídates necesitaba un gran proyecto político que lo pusiera a la altura de sus grandes ancestros. Al poco de subir al trono, el joven rey –aún no tenía veinte años– tuvo clara cuál sería la gran empresa con la que conquistaría la inmortalidad: fundar un gran imperio en el Mediterráneo oriental. Mitrídates VI sabía que su ambición lo haría colisionar con Roma. Como hemos visto, su primer intentó había fracasado. El bisoño soberano calculó mal la reacción de la República, a la que él había creído debilitada por sus problemas (disputas entre facciones del Senado, revueltas, invasiones germanas…), pero el rey del Ponto demostraría ser un líder capaz, ya que aprendió de ese error de juventud. El Ponto era un reino rico gracias a que controlaba importantes rutas comerciales con el mar Negro y Oriente. Con los ingresos de esas fuentes, Mitrídates reclutó a un importante ejército. Además, logró forjar alianzas, en especial la que alcanzó con Armenia, un poderoso reino que controlaba extensas tierras en las actuales Siria, Turquía e Irak. Desde la muerte de Alejando Magno en el siglo IV a. C., muchos soberanos habían recurrido al helenismo como un medio de prestigio, pero Mitrídates fue un paso más allá. Lanzó un mensaje claro al resto del mundo griego: el gobernante del Ponto los uniría contra la odiada Roma, a quien muchos griegos la detestaban , ya que la consideraban una potencia incivilizada y soberbia. Los griegos no estaban faltos de razón para sentir ese rechazo. Roma había impuesto su voluntad a las polis desde mediados del siglo II a. C., con un régimen fiscal draconiano, y, cuando lo estimaban oportuno, con demostraciones de fuerza tan brutales como el saqueo de Corinto (146 a. C.). Se dice que muchos filósofos e historiadores griegos jaleaban esa hostilidad hacia Roma, asegurando que, si Alejandro Magno no hubiese muerto tan joven, jamás hubiese existido un Imperio romano. Al presentarse como un descendiente del macedonio, Mitrídates estaba diciendo que podía ser el libertador del mundo helenístico. A casi una década del encuentro con Mario, en 89 a. C., Mitrídates se vio con fuerzas para desafiar con garantías a Roma, e incluso fue tan hábil que supo presentarse como víctima para recabar, así, las simpatías de los griegos. Aparentó que se amilanaba ante las exigencias de Aquilio, un ambicioso legado enviado por el Senado a Asia Menor que creía que podría adueñarse de las riquezas del reino anatolio con facilidad. El romano marchó al frente de una legión y otras tropas aliadas, con la idea de una victoria fácil, pero el ejército póntico estaba preparado para repeler el ataque. El rey tuvo una victoria digna de Alejandro: cuarenta mil enemigos muertos y la legión romana deshecha frente a la acometida de sus tropas. Pero su éxito no se quedó en el campo de batalla. La mayoría de las ciudades griegas a ambas orillas del Egeo –incluidas Atenas, Pérgamo y Éfeso– aceptaron voluntariamente someterse al gobierno de Mitrídates. Prácticamente, toda Asia Menor quedó bajo su control directo. Sin embargo, Roma no era el Imperio persa, que se había deshecho como un castillo de naipes ante la acometida de Alejandro. Aquilio había sido imprudente, pero llegarían mejores generales. El propio Mitrídates sabía que, tarde o temprano, la República contraatacaría, así que diseñó un plan para asegurarse de que sus nuevos aliados no desertarían cuando las legiones volvieran. Si Alejandro combinó en su biografía grandes gestas militares (como la batalla de Gaugamela) con episodios de gran crueldad (como la innecesaria destrucción de Persépolis), Mitrídates alternó su liderazgo carismático con desmedidas atrocidades para lograr sus fines políticos. Una iba a sobresalir por encima de todas. El rey del Ponto implicó a las ciudades griegas en lo que se ha conocido como las Vísperas asiáticas: la matanza coordinada de miles de romanos por toda Asia Menor. Así no habría vuelta atrás: el único camino posible era la guerra, ya que Roma no perdonaría a los perpetradores de la masacre. Mitrídates se convirtió en el enemigo número uno de Roma, que libraría tres guerras contra él entre los años 88 a. C. y 63 a. C. En estos conflictos, el rey póntico no se reveló invencible, como su admirado Alejandro, ya que sus ejércitos fueron derrotados claramente en dos de los tres choques con las legiones. Solamente en la segunda guerra mitridática, el soberano helenístico consiguió mantener el statu quo territorial.Pese a no tener el genio de Alejandro en el campo de batalla, Mitrídates demostró ser un auténtico ave fénix. Cuando parecía definitivamente derrotado, lograba recuperar sus fuerzas. Las riquezas del Ponto le ayudaban a levantar nuevos ejércitos cada vez que sus tropas sufrían un descalabro frente a las legiones, y su carisma se hacía notar en las alianzas que forjó con los rebeldes itálicos o con Sertorio en Hispania para contrarrestar el poder romano. Desde luego, las victorias de Roma no fueron sencillas, ya que tuvo que enviar a sus mejores generales cada vez que estalló un conflicto con el Ponto. Nombres tan infames como Lucio Cornelio Sila o Cneo Pompeyo tuvieron que empeñarse a fondo para lograr vencer a Mitrídates. Así como Alejandro soñaba con someter nuevas tierras cuando lo sorprendió la muerte, en un último intento de emular a su referente, Mitrídates también diseñó grandes proyectos de conquista cuando el final de su vida estaba cerca. Incluso trataría de imitar a otro gran general de la Antigüedad, el cartaginés Aníbal Barca. Esta última empresa de Mitrídates comenzó a fraguarse en su mente en torno al año 66 a. C., con la tercera guerra mitridática tocando a su fin. El soberano planeó dirigir un ejército de cien mil guerreros a lo largo del Danubio hasta alcanzar los Alpes. Cruzaría esa cordillera como Aníbal, para atacar por sorpresa Italia y marchar sobre Roma. Pero antes de concretar ese proyecto, la implacable maquinaria militar de sus enemigos puso al rey contra las cuerdas. En la última guerra, las legiones de Pompeyo acorralaron a Mitrídates en sus dominios en el norte del mar Negro. Allí, una revuelta encabezada por su propio hijo, Farnaces, derrocó al soberano póntico, quien, sabedor de que, tarde o temprano, sería entregado a los romanos, decidió suicidarse. De acuerdo con Apiano, recurrió al veneno (el rey era un experto en sustancias ponzoñosas), mientras que, según Dion Casio, pidió a uno de sus guardaespaldas más fieles que lo matara. Pese a toda la sangre derramada, algunos de sus rivales supieron reconocer la grandeza de Mitrídates. Pompeyo se encargó de que tuviera un funeral digno y aseguró que fue el mayor rey de su época. Otro prohombre romano, Cicer ón, dijo de él que había sido “el monarca más grande desde Alejandro”. Su recuerdo como uno de los oponentes más formidables de uno de los mayores imperios de la historia se ha mantenido vivo a lo largo de los siglos.

viernes, 1 de septiembre de 2023

GENOCIDIO CULTURAL EN UIGURISTÁN: Un crimen contra la humanidad

La importancia económica, política y estratégica que tiene Uiguristán (“Región Autónoma Uigur de Sinkiang” para China) no puede ser exagerada. Cubriendo 640,00 millas cuadradas, Uiguristán es aproximadamente del tamaño de Irán. Localizada en el Lejano Oriente, es la unidad administrativa más grande de Beijing y comprende un sexto del territorio de China. Debido a su abundante carbón, gas natural, y petróleo - lo que representa aproximadamente un cuarto de las reservas totales de China - Uiguristán ha sido descrita como "la base de la estrategia energética" del país. Estos recursos energéticos han sido indispensables para la creciente economía de China y para mantener al Partido Comunista Chino en el poder. Estratégicamente, Uiguristán es el vínculo vital para la economía creciente de China de petróleo importado de Asia Central, a través del corredor de oleoductos de Pakistán, el Golfo Pérsico. Es la llave para el éxito de la ambiciosa "Ruta de la Seda" impulsada por el régimen chino para unir las economías de Eurasia y China a través del desarrollo de infraestructura. El valor estratégico más importante de Uiguristán, sin embargo, reside en su geografía. Ya que consiste principalmente de montanas y desiertos, la vasta inmensidad de su tierra inhospitalaria proporciona una barrera natural que protege a "China propiamente dicha" - las tierras densamente pobladas al este del país situadas entre el Rio Amarillo en el norte y el Rio Xi en el sur - de las invasiones terrestres. Por estas razones, China nunca renunciara al control sobre Uiguristán, sus recursos o su gente, oprimiéndolos con gran dureza, buscando eliminar su religión y su cultura. Tierra ancestral de los uigures, una nación túrquica musulmana, que han estado buscando su independencia política durante la mayor parte del Siglo XX. La caída de la última dinastía imperial de China, el Qing, el 1911, fue seguida del colapso del Estado Chino. En la subsiguiente inestabilidad política, los Uigures declararon su independencia como la República del Turkestán Oriental - dos veces. La primera fue en 1933 y perduro hasta que fue suprimida por las fuerzas Nacionalistas Chinas bajo Chiang Kai-shek en 1934. Una segunda República fue establecida en 1944 y duro hasta que fue derrocada por las fuerzas Comunistas bajo el mandato de Mao Tse Tung en 1949. Desde la década de los 90, durante el colapso de los regímenes comunistas europeos y la desaparición de la Unión Soviética, Beijing ha iniciado medidas para asegurar de manera permanente Uiguristán a China colonizando la tierra con colonizadores de la etnia mayoritaria Han para aplastar sangrientamente cualquier revuelta independentista como ya lo hizo en el pasado. Estas políticas habían logrado reducir a los uigures de ser una mayoría a una pluralidad. El objetivo es convertir a los uigures una minoría en su propia tierra. Como podéis imaginar, la colonización china ha provocado disturbios por parte de los uigures, choques étnicos entre los uigures y ocupantes chinos, y llamadas constantes por parte de los uigures por su derecho a la autodeterminación. La respuesta de Beijing ha sido brutal, como se refleja en su "campaña de lucha contra el terrorismo, separatismo y extremismo religioso" lanzada en el 2014, ha sido, en sí misma, extrema, con miles de muertos y poblaciones enteras arrasadas, todo realizado en la más absoluta impunidad. En las palabras de un panel de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Uiguristán ahora parece un "campo de detención masiva envuelto en el secreto, una especie de "zona sin derechos" ... los miembros de la comunidad uigur y otros musulmanes son tratados como "enemigos del Estado" únicamente sobre la base de su identidad etno-religiosa, siendo ‘reeducados’ forzosamente en los miles de campos de concentración existentes a lo largo de la autodenominada “región autónoma”. Las autoridades chinas han insistido repetidamente en que los campamentos -con torres de vigilancia y guardias armados - “sirven a la formación profesional”, y en que los allí internados “pueden abandonarlos en cualquier momento” pero documentos oficiales del propio Gobierno han refutado esa mentira. En Uiguristán, el Partido Comunista de China intenta forzar a la realidad, por todos los medios, a convertirse en esa "sociedad armónica" a la que aspira su retórica. Con el lavado de cerebro sistemático y la opresión masiva, pretenden alejar a los uigures de sus raíces culturales y religiosas, de naturaleza islámica. En su lugar, debe imponerse la lealtad al partido. Se estima que al menos un millón de uigures se hallan detenidos y están siendo adoctrinados por la fuerza en esos campamentos. ¡Eso sería uno de cada diez! Deben cantar canciones comunistas durante horas y confesar sus "errores". Como uno de los peores cuenta la práctica de la religión. Quien aspire a ser liberado debe renunciar a su religión y ser capaz de hablar bien chino. Pero la libertad no es precisamente lo que aguarda a quienes logran salir, sino, en el mejor de los casos, una prisión al aire libre. Las cámaras de vigilancia son ubicuas en Uiguristán. Los permanentes controles policiales escanean habitualmente los teléfonos móviles. La entrega de muestras de ADN es obligatoria, así como el escaneo del iris y las huellas digitales. La vigilancia es integral. Se extiende a hogares y familias. Probablemente no haya otro lugar en el mundo con una práctica de espionaje comparable. Los hombres son forzados a afeitarse la barba. Las mezquitas, demolidas. Y los lugares de peregrinación, arrasados. Barrios enteros desaparecen bajo el pretexto de la modernización, como el casco antiguo de Kashgar, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Todo lo que recuerde a una identidad uigur independiente termina borrado. Y todo esto está justificado “por la lucha contra el terrorismo”. De hecho, también desde el lado uigur ha habido violencia y terror. En un exceso sangriento, casi 200 personas fueron asesinadas en la capital provincial de Urumchi hace unos años atrás. Pero los ataques tienen un origen más sociológico que ideológico-religioso. Durante el último medio siglo, los uigures no solo se han convertido en una minoría en su oficialmente "región autónoma de Xinjiang", debido al asentamiento masivo de chinos de la etnia Han. Además, son ciudadanos de segunda clase, con significativamente peores perspectivas laborales y de futuro. Beijing, por su parte, nunca ha dado cabida a la autocrítica. Al contrario, ha apostado exclusivamente por la “mano dura”. Incluso aquellos que han abogado por el intercambio y el entendimiento, por tender puentes, han sido rigurosamente silenciados. Es más, critica ferozmente a quienes se atreven a cuestionar sus acciones, afirmando que estos son "asuntos internos de China". De otro lado, a pesar de ser “críticos” con la situación de los derechos humanos en Uiguristán, varias empresas occidentales continúan operando grandes fábricas allí. El liderazgo chino es muy consciente de la gran atracción de su mercado, y de la especial dependencia de Occidente del acceso a él. Pero dejando de lado sus intereses económicos, se tiene que enfrentar a China con una sola voz. Y si hay que pagar el precio por ello, habrá que aceptarlo.
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