SONIDOS DEL MUNDO

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viernes, 27 de diciembre de 2024

EL CONCIERTO DE AÑO NUEVO DE LA ORQUESTA FILARMONICA DE VIENA: A que no querrás perdértelo

Como cada año, la Orquesta Filarmónica de Viena presenta un concierto de Año Nuevo con obras de la familia Strauss y sus contemporáneos. Celebrado en el Musikverein de Viena, el evento presenta impresionantes decoraciones florales y se transmite a alrededor de 90 países. La orquesta disfruta de una residencia de tres días, ofreciendo a audiencias globales una celebración festiva y clásica. En esta ocasión, la serie de conciertos de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena en el Musikverein consta de tres presentaciones. La Presentación Previa es el 30 de diciembre del 2024 a las 11 am, seguida del Concierto de Nochevieja el 31 de diciembre a las 7:30 pm, y el Concierto principal de Año Nuevo el 1 de enero del 2025 a las 11:15 am. El Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena en 2025 será dirigido por Riccardo Muti, con un repertorio dominado por obras de Johann Strauss II, en celebración de su 200 cumpleaños. El programa incluye ocho de sus piezas, junto con obras de otros compositores austríacos. Este año marca la primera vez que se interpretará una pieza de una compositora, el "Ferdinandus Waltz" de Constanze Geiger. Los tradicionales bises incluyen "El Danubio Azul" de Johann Strauss II y la "Marcha Radetzky" de Johann Strauss I. La colaboración artística entre los Filarmónicos vieneses y el maestro Muti, que comenzó en 1971, ha dado lugar a más de 500 conciertos realizados en conjunto, incluidos seis Conciertos de Año Nuevo, diversos programas de abono, eventos conmemorativos, actuaciones como invitado y giras, así como numerosas producciones de ópera en la Staatsoper de la capital austríaca. Un hito especial de la temporada 2025 del conjunto vienés será el concierto de celebración del 200º aniversario de la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven, también bajo la batuta de Muti.– ÓA. Como sabéis, los Conciertos de Año Nuevo en Viena se han celebrado en la Sala Dorada ("Goldener Saal") del Musikverein desde 1939, gracias a una genial idea del ministro de Propaganda del III Reich Joseph Goebbels, y desde entonces se ha estado realizando ininterrumpidamente. Desde 1980, se elige a un director diferente cada año para dirigir la orquesta, añadiendo un toque único al prestigioso evento. Desde 1959 es una producción de la televisión austriaca ORF, en coproducción con la Unión Europea de Radio-Televisión (UER-EBU-Eurovisión), que la retransmite a más de 90 países de todo el mundo, con una audiencia de más 55 millones de telespectadores solo en Europa. Por cierto, la compañía del Ballet Estatal de Viena (Wiener Staatsballett) es una de las más importantes del mundo. Desde el 2010 es el nombre de los conjuntos de danza de la Ópera Estatal de Viena (Wiener Staatsoper) y de la Ópera Popular de Viena (Volksoper Wien), protagonista destacado con sus actuaciones cada 1 de enero en el Concierto de Año Nuevo. En los últimos años han sido invitados a dirigir este concierto, maestros como Georges Prêtre, Franz Welser-Möst, Zubin Mehta, Mariss Jansons, Gustavo Dudamel, Christian Thielemann, Andris Nelsons y Daniel Barenboim. Hoy es el turno de Riccardo Muti... y la tradición continua.

viernes, 10 de mayo de 2024

LA NOVENA SINFONÍA DE BEETHOVEN: El máximo representante del clasicismo vienés cumple dos siglos

A principios de 1824, 30 miembros de la comunidad musical de Viena enviaron una carta a Ludwig van Beethoven solicitando al gran compositor que reconsiderara sus planes de estrenar su última sinfonía en Berlín y, en su lugar, lo hiciera en Viena. Beethoven vivía en Viena desde 1792, cuando abandonó su ciudad natal de Bonn (Alemania) para dedicarse a la composición. Pese a que había alcanzado fama mundial, en la década de 1820 su estrella no brillaba tanto: había caído en desgracia entre los mecenas vieneses, que en aquella época se sentían atraídos por los sonidos y estilos de los compositores italianos. Beethoven no aparecía ante el público vienés desde hacía doce años, pero se sintió conmovido por el sentimiento de la carta y aceptó estrenar su nueva obra, la Sinfonía nº 9 en re menor, en la ciudad. El estreno tuvo lugar el 7 de mayo de 1824, en el teatro Kärntnertor. Los promotores del concierto prometieron al público que el legendario –y legendariamente antisocial– compositor estaría presente en la interpretación de su última sinfonía. De hecho, durante toda la representación estuvo en el escenario, de espaldas al público, según describe Maynard Solomon en su aclamada biografía de Beethoven. El compositor insistió en dirigir la sinfonía desde un atril. El director oficial del concierto, Michael Umlauf, había dado instrucciones a los músicos - una orquesta y un coro vieneses - para que ignoraran a Beethoven, que era completamente sordo y con quien teóricamente no se podía contar para llevar el compás. La interpretación fue interrumpida varias veces por los aplausos de los aproximadamente 2.000 asistentes, pero Beethoven no pudo oír la reacción. Según testigos presenciales, el compositor “se lanzó de un lado a otro como un loco” y se retrasó varios compases en su “dirección”. Pero la entusiasta respuesta al estreno de la sinfonía presagió su acogida en la comunidad musical europea, a nivel mundial y a lo largo del tiempo. La Sinfonía nº 9, a veces denominada la Sinfonía Coral, fue el broche de oro de la extraordinaria carrera de Beethoven. En los 200 años transcurridos desde su estreno, se ha convertido en una composición esencial del repertorio orquestal y a menudo se la cita como el mayor logro de la música clásica occidental. Uno de los principales motivos por los que la sinfonía llegó a un público tan amplio fue la incorporación por parte de Beethoven del poema de 1785 “An die Freude”, u “Oda a la alegría”, de Friedrich Schiller, destacado escritor, historiador y filósofo alemán. Combinado con una melodía memorable en el cuarto movimiento, este texto, con su sentimiento edificante y humanitario, contribuyó a que la sinfonía se considerase un himno. Ampliamente interpretado como el alegato de Beethoven a favor de una “hermandad global”, el cuarto movimiento fue incorporado a actos patrióticos durante el III Reich y posteriormente en ceremoniales patrocinados por organizaciones internacionales como la UNESCO, los Juegos Olímpicos, el Consejo de Europa y la Unión Europea. La Sinfonía nº 9 es extraordinaria en muchos sentidos, según Teddy Abrams, director musical de la Orquesta de Louisville (Kentucky, Estados Unidos) y ganador de un Grammy. Por un lado, aunque no fue la primera obra musical larga de la época, las demás se construían generalmente encadenando muchas secuencias más cortas. En cambio, Beethoven creó la Novena sinfonía -de 74 minutos - a partir de sólo cuatro movimientos largos. “Las proporciones son asombrosas”, afirma Abrams. Cada uno de los cuatro movimientos de la Novena es una única declaración musical cohesiva y coherente. Esto, más que la innovación de utilizar un coro en una sinfonía, fue lo que la hizo revolucionaria, según Abrams. Al principio del último movimiento, Beethoven retoma elementos de los tres anteriores. Esta “cita” era una técnica muy inusual en la época, según Abrams. “De estos ‘recuerdos’ musicales surge el tema intemporal de la ‘Oda a la Alegría’”, afirma. La sinfonía ha influido en artistas de todo el espectro cultural, incluidos miembros de varios géneros musicales modernos y vanguardistas. El compositor británico Gabriel Prokofiev, nieto del famoso compositor ruso Sergei Prokofiev, recibió en el 2011 el encargo de una orquesta francesa de crear una nueva obra, Beethoven9 Symphonic Remix, que interpretaba la sinfonía a través de una fusión de música clásica y electrónica. Cuando fue entrevistado para el documental del 2020 La ‘Novena’ de Beethoven: sinfonía para el mundo, Prokófiev comentó: “Muchas de las técnicas y enfoques que utilizaba Beethoven, en particular sus finales culminantes y sus codas y el dramatismo y la sensación de energía y empuje que tenía, los encontramos en todas partes, especialmente en la música de baile y la música electrónica”. Durante más de un siglo, la Sinfonía nº 9ha desempeñado un papel icónico dentro de la industria discográfica. Dada la continua popularidad de la obra de Beethoven, desde 1923 las compañías han intentado lanzar grabaciones comerciales de la misma. Sin embargo, en los primeros discos no cabía toda la sinfonía. Entonces, hacia 1980, dos compañías discográficas - Sony y Philips - negociaron la duración del nuevo formato de disco compacto digital en algo más de 74 minutos por CD. Según Joop Sinjou, un ingeniero de Philips que desempeñó un papel clave en el desarrollo de la tecnología, el Presidente de Sony, Akiyo Morita, y su esposa insistieron en que el nuevo formato fuera diseñado para que cupiera la Sinfonía nº 9 completa. Sin embargo, existen variaciones de la historia, por lo que no es seguro que la decisión de las empresas de fabricar CD capaces de contener más de una hora de música fuera específicamente para dar cabida a la Novena de Beethoven. El cuarto movimiento de la sinfonía contiene un mensaje de paz que tiene especial resonancia en el siglo XXI. Millones de personas han visto en YouTube vídeos de esta interpretación. La aspiración de la sinfonía de “buena voluntad” de Beethoven sigue inspirando la visión de una humanidad unida y en paz. Un deseo que hoy lamentablemente no puede ser realidad por las pérfidas acciones criminales de EE.UU. y la entidad sionista, tanto en Ucrania como en Gaza.

viernes, 29 de diciembre de 2023

EL CONCIERTO DE AÑO NUEVO DE LA ORQUESTA FILARMONICA DE VIENA: Un espectáculo a otro nivel

Como sabéis, el popular Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena se celebra cada año desde 1941, el día 1 de enero por la mañana, en la Sala Grande o Sala Dorada (Große Saal o Goldener Saal) de la Sociedad Musical, el Musikverein, de la capital austríaca. Desde entonces, por más de ochenta años, el concierto se ha posicionado como el evento indispensable para dar inicio a un feliz Año Nuevo, por lo que las entradas para este concierto de gran tradición se agotan por completo hasta con un año de anticipación. Se trata de una producción de la televisión austriaca ORF, en coproducción con la Unión Europea de Radio-Televisión (Eurovisión) que la retransmite a más de 90 países de todo el mundo, con una audiencia de más 55 millones de telespectadores solo en Europa. Cabe precisar que la Filarmónica de Viena celebró su primer concierto en 1842. Sin embargo, pasaron unas décadas cuando se incorporó como central la música de la familia Strauss, otro de los pilares del concierto de Año Nuevo. El más popular de la dinastía fue Johann Strauss II, conocido en su momento como el Rey del Vals y autor de obras como El Danubio azul. También destacan las figuras de su padre, Johann Strauss, cuyos trabajos se interpretan en el evento del 1 de enero, y de sus hermanos Josef y Eduard. "Durante un largo periodo de tiempo, la Filarmónica ignoró en general la música más 'vienesa' jamás escrita. Probablemente los músicos no querían poner en peligro el ascenso social que habían experimentado con la introducción de los conciertos filarmónicos asociándose con la 'música popular'. Esta actitud hacia la dinastía Strauss solo cambió gradualmente", cuenta la orquesta. Un factor clave para este cambio, dice, fue el respeto de grandes compositores como Franz Liszt y Richard Wagner por el trabajo de los Strauss y los encuentros directos de la orquesta con el compositor de valses y operetas más popular del núcleo, lo que les permitió ver el alcance de su música. La primera edición del concierto tuvo lugar cuando Austria formaba parte del III Reich, el 31 de diciembre de 1939. Una figura clave en esta etapa fue la de Clemens Krauss, quien condujo los conciertos hasta el fin de la guerra y desde 1948 a 1954, luego de una prohibición de dos años que le impusieron los aliados. El concierto continuó celebrándose en las décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial hasta llegar a una nueva etapa en 1979, cuando quien iba a dirigir la edición de 1980 debió suspender su participación por problemas de salud. La Filarmónica decidió entonces elegir a un conductor internacional que estuvo seis años al frente del concierto y de ahí en más se decidió seleccionar cada año a un director diferente (aunque muchos de ellos han repetido). Así, en los últimos años han sido invitados a dirigir este concierto, maestros como Georges Prêtre, Franz Welser-Möst, Zubin Mehta, Mariss Jansons, Gustavo Dudamel, Christian Thielemann, Andris Nelsons, Riccardo Muti y Daniel Barenboim. En esta oportunidad el famoso concierto estará dirigido por el director alemán más destacado del momento Christian Thielemann, actualmente director musical de la Ópera de Dresde y a partir de septiembre del 2024 reemplazará a Barenboim al frente de la Staatsoper Unter den Linden de Berlín en su ciudad natal. Según la tradición, el Concierto de Año Nuevo suele contar con una música muy popular formada por valses, polkas y marchas principalmente de la familia Strauss: Johann Strauss padre, sus hijos Johann, Josef y Eduard, y el hijo de éste, Johann Strauss III. Además, en los últimos años, se ha ido incorporando la compañía del Ballet Estatal de Viena (Wiener Staatsballett) con una serie de actuaciones en directo en el mismo Musikverein u otros espacios y jardines de Viena. Por cierto, esta compañía es una de las más importantes del mundo. Desde el 2010 es el nombre de los conjuntos de danza de la Ópera Estatal de Viena (Wiener Staatsoper) y de la Ópera Popular de Viena (Volksoper Wien), protagonista destacado con sus actuaciones cada 1 de enero en el Concierto de Año Nuevo. Como podéis imaginar, en el programa musical de este 2024 no podrán fallar algunas de las piezas más características, como son el vals de “El Danubio Azul” de Johann Strauss hijo, o la “Marcha Radetzky” de Johannn Strauss padre. El Concierto de Año Nuevo es quizás el más conocido de la Filarmónica de Viena, que tiene una nutrida agenda. Cada año brinda más de 40 conciertos en Viena, incluido el Concierto de una Noche de Verano en el Palacio de Schönbrunn y su actuación en el Festival de Salzburg. Desde comienzos del siglo XX, la orquesta también comenzó giras mundiales y ha hecho más de 50 conciertos fuera de Austria. A no perdérselo por ningún motivo.

viernes, 28 de julio de 2023

FESTIVAL DE BAYREUTH: Entre el rechazo y la indiferencia

En medio de muchos cuestionamientos a sus organizadores, este martes comenzó en Alemania el Festival de Bayreuth, con una polémica puesta en escena para este evento de ópera wagneriana venido a menos, de una versión de "Parsifal" con realidad aumentada (RA). En esta ocasión, el estadounidense Jay Scheib, profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT), contó la historia de los caballeros del Grial y el heroico Parsifal con elementos virtuales que complementó lo que sucedió sobre el escenario. Estos solo se pudieron ver con gafas especiales de RA, de las que solo hubo disponibles 330 para un total de casi 2.000 espectadores. "El proyecto estaba planeado con 2.000 anteojos, pero debido a un cambio en la gerencia de compras se pudieron hacer solo 330", explicó la directora del festival wagneriano, Katharina Wagner, en entrevista con DPA. "La demanda de gafas de RA era claramente más alta, es decir que nuestro público también es curioso", añadió. Que no haya anteojos para todos depende, entre otras cosas, de que son bastante caros. "Quizá encontramos un patrocinador y podemos ampliarlo", dijo por su parte el director Scheib, quien ya hizo volar de forma virtual al dragón de la ópera "Sigfrido" en la Colina Verde de Bayreuth en el 2021. "La innovación tiene su precio", señaló la directora. El "Parsifal" parcialmente virtual es el mayor proyecto de realidad aumentada llevado jamás a un escenario alemán, y puede tener por eso una gran influencia, ya que se pudo ver en un escenario tan importante como el de Bayreuth. En opinión de Ulrike Kolter, redactora jefe de la revista de teatro "Die Deutsche Bühne" (El escenario alemán), el proyecto está en consonancia con los recientes desarrollos en la Colina Verde. "Todo va en consonancia con la dirección que tomó Katharina Wagner hace algunos años para adaptar la casa al futuro e incluir también a un público más joven", opinó. El Festival de Bayreuth, afectado este año por muchas cancelaciones de cantantes debido a los cambios que no agradan a muchos, busca lograr también esto con un evento al aire libre que se realizó en la noche previa a la gran apertura, que se presenta desde hace años con óperas para niños y este año también con un evento llamado "Wagner para principiantes" con entradas más baratas para los jóvenes. También la controvertida producción de "El anillo del nibelungo" del joven director austriaco Valentin Schwarz, estrenada en el 2022 y apodada "el 'Anillo' de Netflix" debido a que el director puso en escena la tetralogía como una serie melodramática, indica que el festival está tomando nuevos rumbos, lo que no complace a los wagnerianos más tradicionales. Una consecuencia de ello es que una semana antes del inicio del festival seguía habiendo entradas para cada uno de los cuatro ciclos del "Anillo" y para las óperas por separado. Que se puedan comprar entradas por separado para "El oro del Rin", "Valkiria", "Sigfrido" y "El ocaso de los dioses" es de por sí una novedad en la historia del festival y una señal clara de que cambiaron algunas cosas en la Colina Verde. Esto se debe a que aquellos que peregrinan regularmente año a año a Bayreuth para venerar a Wagner (1813-1883) y gastan cientos de euros en una entrada son menos año a año. Que este halo de exclusividad empiece a tambalear puede ser también una oportunidad de incluir a un nuevo público. La bisnieta de Richard Wagner Katharina, de quien aún no está claro si quiere y debe seguir siendo directora del festival más allá del 2025, apuesta en tanto por gente más joven y más mujeres. Así, luego de Oksana Lyniv, Nathalie Stutzmann este año es la segunda mujer en el podio de directores de Bayreuth. Además, se están manteniendo conversaciones con Joana Mallwitz para que participe en el aniversario del festival en el 2026, en el que se prevé incluir en el programa, a modo de otra novedad, "Rienzi" de Wagner. Esto significa que hay muchas novedades, aunque este año faltará una de sus piedras basales: por primera vez en 25 años, no formará parte el director de orquesta alemán Christian Thielemann. "Con Thielemann ya hubo conversaciones concretas para que dirija, pero tuvo que cancelar por otros compromisos en Dresde y Salzburgo", explicó Wagner. "Estamos muy bien posicionados con los directores y directoras musicales actuales y futuros". El festival concluye este año el 28 de agosto con la célebre "Tannhäuser" de Tobias Kratzer. Cuando caiga el telón final, a más tardar, se planteará con más fuerza aún la pregunta de qué ocurrirá a continuación en Bayreuth. Porque no solo hay que decidir la prórroga del contrato de Wagner, sino también la futura estructura del festival en su conjunto. La asociación de mecenas de la Sociedad de Amigos de Bayreuth anunció que en el futuro ya no podrá pagar tanto por el espectáculo operístico. Lo que significa esto será tratado en las comisiones pertinentes a partir de este otoño europeo, al igual que la prórroga del contrato de Wagner.

viernes, 30 de diciembre de 2022

EL CONCIERTO DE AÑO NUEVO DE LA FILARMONICA DE VIENA: Música celestial

Como ya se ha hecho una sana costumbre, los ojos del mundo podrán apreciar este 1 de enero el tradicional concierto interpretado por la Orquesta Filarmónica de Viena toca para celebrar el nuevo año. En esta ocasión, será el director austriaco Franz Welser-Möst quien dirigirá la orquesta en la Sala Dorada del Musikverein, un evento que será transmitido por la cadena austriaca ORF en una coproducción con la Unión Europea de Radiodifusión (UER), que se retransmite a todo el mundo, con una audiencia de más de 55 millones de espectadores solo en Europa. Como sabéis, el Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena reúne a lo mejor de lo mejor: además de alegre y dinámico, es también adecuado para la reflexión porque cuenta con composiciones de la dinastía de Strauss y sus contemporáneos, y es capaz por sí mismo de imprimir un vigoroso empuje que nos adentre en este aún joven año. Por cierto, en esta ocasión cuando la orquesta y público del Musikverein se tomen un descanso en la mitad del concierto, los telespectadores podrán disfrutar de una película muy especial preparada por la ORF, dedicada al 150 aniversario de la Exposición Universal de Viena. Se trata de un viaje hacia el pasado donde la Orquesta Filarmónica te transporta hasta el año 1873, cuando se celebró la Exposición en Viena y la ciudad imperial pasó a ser una metrópolis abierta al mundo. La película empieza en el Musikverein, en pleno Concierto de Año Nuevo dirigido por Franz Welser-Möst, y proyecta emblemas legendarios de Viena, como la Rotunde del Prater, en forma de extraordinaria animación en 3D. Las proyecciones son el escenario en el que interpreta una Orquesta Filarmónica de Viena de carne y hueso. El entorno histórico del Prater cobra vida y los telespectadores recorren el antiguo recinto de la Exposición Universal. (Creación: Barbara Weissenbeck en colaboración con Nicholas Pöschl). Cabe precisar que la orquesta se pone a las órdenes de un director distinto cada año. Entre los directores invitados se encontraron Mariss Jansons (2016), Gustavo Dudamel (2017), Riccardo Muti (2018 y 2021), Christian Thielemann (2019), Andris Nelsons (2020) y Daniel Barenboim (2022). En 2023 esa persona será Franz Welser-Möst, uno de los directores más destacados de nuestra época, tanto en ópera como en música sinfónica. De otro lado, el año 2023 será el primero en que los Niños Cantores de Viena interpretarán con el acompañamiento de las Niñas Cantoras de Viena durante el Concierto de Año Nuevo. Este nuevo grupo infantil femenino fue formado en el 2004, mientras que el más antiguo, el masculino, cumple 525 años en el 2023. Niños y niñas cantarán codo con codo y junto a la Orquesta Filarmónica de Viena mientras interpreta la polka de Josef Strauss Heiterer Muth. Asimismo, uno de los momentos álgidos del Concierto de Año Nuevo será la excelente actuación de danza del Ballet Nacional de Viena. A diferencia de los habituales dos, en el 2023 serán tres los espectáculos de danza de la coreografía cargada de humor y elegancia de Ashley Page: serán los valses Perlen der Liebe («Perlas de amor»), de Josef Strauss, An der schönen blauen Donau («El bello Danubio azul»), de Johann Strauss, y la polka Auf und davon («Arriba y adelante»), de Eduard Strauss. El vestuario corre a cargo de Emma Ryott. Es bueno recordar por último, que el Concierto de Año Nuevo tiene lugar en el Musikverein, el centro del clasicismo vienés para los amantes de la música. La Gran Sala es también conocida como Sala Dorada. No se limita a ser una de las más hermosas, sino que es además conocida por ser una de las salas con mejor acústica del mundo. Para el Concierto de Año Nuevo, la sala, construida según el estilo historicista con la Antigüedad como modelo, es decorada con magníficos detalles florales. Pilares, cariátides y frontones en relieve dan fuerza a la idea de que este lugar es un templo construido para venerar la música.

viernes, 15 de abril de 2022

"EL MESÍAS" DE HÄNDEL: Mucho más que el "Aleluya"

Cuenta la leyenda que cuando Georg Friedrich Händel presentó su oratorio “El Mesías” en el Covent Garden de Londres, el 23 de marzo de 1743, el rey Jorge II estaba presente, y en el momento más solemne de la pieza, que se convertiría en el más famoso, el “Aleluya”, se levantó de su asiento. El protocolo marca que, cuando el rey está levantado, nadie puede estar sentado, y por tanto, todo el teatro se puso de pie. Nadie sabe si Jorge II dejó su butaca porque le emocionó la pieza, o porque creyó que era un himno militar, pero, desde entonces, y siempre que “El Mesías” se representa en la ciudad del Támesis, todo el teatro se pone en pie en ese momento. Desde su estreno a mediados del siglo XVIII, “El Mesías” se ha convertido en una de las obras musicales más interpretadas de la historia, y ha recorrido el mundo. Para analizar “El Mesías”, hay que conocer primero su historia y las circunstancias en las que Händel lo compuso. El músico nació en la ciudad alemana de Halle en 1685, y tras la muerte de su padre, empezó a viajar para intentar buscar un modo de subsistir. En 1710, el príncipe de Gales, alemán como él, le nombró al frente de su equipo de música de cámara, y esto le granjeó el favor de una parte de la nobleza británica, que financió algunas de sus primeras obras. Su hijo, el futuro Jorge II, le encargó posteriormente que compusiera varios himnos para su coronación, piezas musicales grandiosas que aún hoy suenan cuando se entroniza a un nuevo monarca británico en la abadía de Westminster. Sin embargo, en la década de 1740, Händel cayó en desgracia en Londres, y un noble le propuso viajar hasta Dublín para dar conciertos en varias instituciones benéficas. Fue allí, en la capital irlandesa, donde, preso de una extraña inspiración, consiguió escribir, en apenas 24 días, “El Mesías”. La historia de cómo Händel escribió su obra más importante está recogida en el libro “Momentos estelares de la humanidad”, del alemán Stefan Zweig, que recuerda cómo el músico teutón sufrió una apoplejía años antes de escribir la obra, e identifica “El Mesías” como la forma que tuvo Händel de curarse de sus dolencias. El compositor alemán reutilizó para “El Mesías” algunas piezas escritas para otras obras suyas, aunque la pieza principal, el “Aleluya”, fue una composición original para esta ocasión. La pieza que más conmovió al propio Händel fue “Comfort ye, my people”, una canción que llama al consuelo y al recogimiento. Antes de su estreno, que se produjo en Dublín, el compositor realizó numerosas modificaciones del texto original, hasta el extremo de que los expertos consideran que nunca llegó a representarse “El Mesías” como su autor lo concibió. Es así como el 13 de abril de 1742, en el Great Music Hall de Dublín - ya desaparecido - los acordes de “El Mesías” sonaron por primera vez en la historia. El estreno fue un éxito, y a Händel le llovieron los parabienes. Muy emocionado tanto por la forma en que la primera representación había resultado como por la cálida acogida que se le había dado en Irlanda, Händel anunció que nunca cobraría dinero por la representación, y que todos los derechos de autor de “El Mesías” irían a parar a tres instituciones benéficas con las que había tenido bastante relación durante su estancia en la Isla Escarlata, una cárcel y dos centros hospitalarios. Händel permanecería varios meses más en Dublín, antes de regresar a Londres, donde su mala racha ya se había esfumado, y donde estrenaría “El Mesías” al año siguiente. Cabe precisar que internamente, “El Mesías” está dividido en tres partes. Para escribirlo, Händel se inspiró en diversos textos sagrados, y en los Evangelios. Se trata de una obra eminentemente sacra, que narra el nacimiento, pasión, muerte y resurrección de Jesús. Fue compuesta íntegramente en inglés, y mezcla música y texto, sin abusar de ninguna de las dos. Al respecto, el crítico de The New York Times Allan Kozinn describió “El Mesías” como “el matrimonio perfecto entre música y texto”. La primera parte cubre la anunciación de la llegada de Cristo realizada por varios profetas. Tras una sinfonía musical, el tenor canta una pieza fundamental, “Comfort ye, my people”, que expresa las buenas nuevas del futuro nacimiento del Mesías, seguido por “And the glory of the Lord”, la primera intervención del coro. Inmediatamente se inicia la segunda parte, con la canción más larga y trágica de toda la obra, “He was despised”, interpretada por la contralto, y que refleja los sufrimientos por los que Jesús tuvo que pasar antes de su pasión y muerte, con un tono sombrío. Tras varias piezas en que la resurrección ya es un hecho, el segundo acto termina de forma triunfante con el “Aleluya”, que proclama “la resurrección del rey de reyes y del amo de amos”. La tercera y última parte, que comienza tras una pausa técnica, tiene solamente nueve piezas, de las que cabe destacar tres. “The trumpet shall sound”, interpretada por el contrabajo acompañado por una trompeta, anuncia que, con el sonido de la última trompeta, los muertos se levantarán incorruptibles. “El Mesías” termina con el “Amén”, una canción sencilla pero llena de carga emotiva en la que suelen participar todos los presentes en el escenario. De regreso a Londres, Händel siguió escribiendo obras. Una de las más célebres que creó tras “El Mesías” fue “Música para los reales fuegos artificiales”, creada para conmemorar el final de la Guerra Austriaca de Sucesión, en 1748. Pero tras un accidente de carruaje, y una operación de cataratas que salió mal, Händel empezó a perder vista hasta quedar completamente ciego en 1752. Su agonía se alargó siete años, hasta su fallecimiento en 1759, en Londres a los 74 años, un año antes de la muerte del rey Jorge II. Pero días antes de su desaparición, Händel escuchó por última vez en un teatro londinense su obra maestra. A su muerte, Händel era venerado como uno de los grandes maestros de su época, hasta el extremo de que, por orden del rey, se le concedió un funeral de Estado, y fue enterrado en la abadía de Westminster, en un área del transepto sur conocida como “El rincón de los poetas”, en el que también fueron sepultados personajes como Rudyard Kipling, que escribió “El libro de la selva”, entre otras obras, o el doctor Samuel Johnson, autor del primer diccionario en lengua inglesa de la historia. El monumento funerario en el que está enterrado Händel recuerda “El Mesías”, y muestra al compositor escribiendo esa obra. No deja de ser simbólico que la última morada del autor de “El Mesías” sea en la abadía de Westminster, lugar de coronación de los reyes de Inglaterra, ceremonia en la que suenan los himnos que él escribió. Cada vez que suena “Zadok the priest”, es homenajeada la memoria de una de las muchas personas enterradas en esta abadía, un hombre nacido fuera de Gran Bretaña, pero que entró en el Olimpo de la música gracias a una obra crucial e imperecedera a través de los siglos.

viernes, 31 de diciembre de 2021

EL CONCIERTO DE AÑO NUEVO DE LA FILARMONICA DE VIENA: El arte de lo sublime

Se inicia el 2022, y como ya es tradicional, con el Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena, que en esta oportunidad alcanza su 82ª edición. Dirigido por tercera ocasión por el maestro Daniel Barenboim, se podrán escuchar célebres piezas de la dinastía Strauss y de otros autores vieneses de la época, como Carl Michael Ziehrer y Josef Hellmesberger hijo. Este año incluirá además un espectacular ballet en la Escuela Española de Equitación de Viena. Como sabéis, el Concierto de Año Nuevo es una producción de la televisión austriaca ORF en coproducción con la UER, que se retransmite para todo el mundo, con una audiencia media de más de 55 millones de espectadores en Europa. Desde la Sala Dorada del Musikverein de Viena, la Filarmónica deleitará al público en la primera parte del concierto con la ‘Marcha Fénix’ de Josef Strauss; el vals ‘Alas del Fénix’ de Johann Strauss hijo; la polca mazurca ‘La sirena’ de Josef Strauss; el galope ‘Pequeño boletín’ de Joseph Hellmesberger hijo; el vals ‘Diario matutino’ de Johann Strauss hijo; y la polca rápida ‘Pequeña crónica’, de Eduard Strauss. En la segunda, la obertura de ‘El murciélago’ y el scherzo musical de la polca ‘Champan’ de Johann Strauss hijo; el vals ‘Noctámbulos’ de Carl Michel Ziehrer; la ‘Marcha Persa’ y el vals ‘Las mil y una noches’ de Johann Strauss hijo. A continuación, la polca ‘Saludos a Praga’ de Eduard Strauss, ‘Duendes’, de Joseph Hellmesberger hijo; la polca ‘Ninfas’ y el vals ‘Armonía de las esferas’ de Josef Strauss. El concierto finaliza con varios bises. El maestro Barenboim y los músicos tocarán la polca rápida ‘A la caza’ y, a continuación, felicitarán el Año Nuevo. Se despedirán con el vals ‘El Danubio Azul’ de Johann Strauss hijo y la ‘Marcha Radetzky’ de Johann Strauss padre. El programa del intervalo musical entre las dos partes del concierto se titula ‘Patrimonio de la Humanidad’ en honor del 50 aniversario de la fundación del Patrimonio Cultural Mundial de la UNESCO. Austria cumplirá 30 años de su adhesión y alberga 12 sitios del Patrimonio de la Humanidad, como el centro histórico de Salzburgo, el palacio y Jardines de Schönbrunn, el Centro histórico de Viena. Se ofrecerán imágenes de los sitios culturales y naturales de excepcional valor universal, que protege. El Ballet Estatal de Viena, uno de las más importantes del mundo, intervendrá bajo la coreografía de Martin Schläpfer, nuevo director del Ballet Estatal de Viena. Interpretará el Vals de ‘Las Mil y Una Noches’ en el Palacio Imperial de Schönbrunn, con 10 bailarines. Este año incluye otro ballet muy especial: ‘La Polca de las Ninfas’ (Josef Strauss), en la Escuela Española de Equitación de Viena, que se basa en la técnica tradicional española de doma clásica del caballo de raza lipizzana. Esta institución es uno de los principales símbolos de Viena y de Austria. En el 2015 fue designada por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. En este concierto, los blancos sementales lipizzano bailan en “cuadrilla” formada por ocho sementales y sus jinetes. Cabe recalcar que el Concierto de Año Nuevo del 2022 se celebra bajo la batuta del maestro Daniel Barenboim, que desde el año 2002 también tiene la nacionalidad española. Como pianista y director, ha actuado durante décadas en las principales ciudades de Europa y de todo el mundo. Y ha contribuido de manera decisiva a la vida musical internacional como creador de varios proyectos muy aclamados. Barenboim tiene una larga relación con la Filarmónica de Viena, a la que empezó a dirigir en 1989, aunque su primera colaboración fue como pianista en 1965. Dirigirá el Concierto de Año Nuevo 2022, como ya hizo en el 2009 y el 2014.

viernes, 25 de diciembre de 2020

EL CONCIERTO DE AÑO NUEVO DE LA FILARMÓNICA DE VIENA: Una celebración que no se detiene

El 1 de enero de 2021, el italiano Riccardo Muti toma la batuta para dirigir el célebre Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, que cumple su 81 edición en su tradicional ubicación: la Sala Grande o Sala Dorada (Große Saal o Goldener Saal) de la Sociedad Musical, el Musikverein, de la capital austríaca. En el Concierto de Año Nuevo 2021 - que será distinto a ediciones anteriores, ya que por causa del Coronavirus se llevará a cabo sin público - las actuaciones del Ballet volverán a estar a cargo de la Compañía del Ballet Estatal de Viena (Wiener Staatsballett) una de las más importantes del mundo. Desde el 2010 es el nombre de los conjuntos de danza de la Ópera Estatal de Viena (Wiener Staatsoper) y de la Ópera Popular de Viena (Volksoper Wien). El Concierto de este año de nuevo incluye dos actuaciones de ballet: la polca francesa “Margherita”, de Josef Strauss, desde la Casa Loos, en el centro de Viena; y el vals “Voces de primavera” de Johann Strauss hijo, en el Palacio Jardín Liechtenstein. Desde hace más de 300 años, el Palacio Jardín y el Palacio Urbano son propiedades en Viena de los príncipes de Liechtenstein. El Palacio Jardín deslumbra con su magnífico parque y su impresionante simbiosis de naturaleza, arquitectura y obras maestras de la pintura y del arte. Christian Lacroix ha creado los figurines para los bailarines del Concierto de Año Nuevo. Lacroix nació en 1951 en Arlés, al sur de Francia. Empezó muy joven a dibujar figurines de época, estudió Historia del Arte en Montpellier después en la Escuela del Louvre y la Sorbona de París. Trabajó para Hermès y en 1987 lanzó su primera colección propia. Lacroix pronto destacó con sus creaciones opulentas y fantásticas, con referencias a estilos de distintas épocas y al folclore de otras culturas, con los colores cálidos del Mediterráneo, combinando tejidos locales y experimentales. Lacroix también ha dedicado su talento al diseño de vestuario y escenografía para ópera, ballet y producciones dramáticas, en los principales teatros del mundo. Y se siente particularmente conectado a la Filarmónica de Viena en cuyo Concierto de Año Nuevo debutó en 1998. Repitió en el año 2000 y vuelve ahora con sus extraordinarias creaciones para los ballets del programa de televisión. Cabe destacar que el programa del intervalo se emite entre las dos partes del Concierto y cada año es un vídeo diferente con excelentes imágenes y música alusiva a la Filarmónica y a Viena y Austria. Esta vez se dedica al estado federado de Burgenland, que en 2021 cumplirá 100 años de su incorporación a la República de Austria, cedido por el Reino de Hungría en virtud del Tratado de Trianon al disolverse los territorios del Imperio Austro-Húngaro luego de la Primera Guerra Mundial. Burgenland significa país de castillos y es famoso por el Lago Neusiedl. El documental que dirige Felix Breisach muestra la diversidad del paisaje de Burgenland y sus habitantes. Cuenta la documentada demarcación histórica realizada por los norteamericanos, posterior a la Primera Guerra Mundial, mientras distintas ensambles de la Filarmónica interpretan piezas de glorias locales como Franz Liszt y Joseph Haydn. Además de en los ballets y el intervalo, el Concierto de Año Nuevo también insertará otras imágenes durante la interpretación de otras piezas musicales: Ondas sonoras – Vals de Johann Strauss hijo (grabaciones históricas de ondas, exposiciones de los Museos de la Técnica y del Teléfono de Viena); Muchachas de Baden – Vals de Karl Komzák (imágenes de la ciudad balneario de Baden, cerca de Viena, con sus deliciosas memorias termales, históricas y musicales); Vals del Emperador de Johann Strauss hijo (impresiones de la Viena Imperial, los Apartamentos Imperiales y la Colección de Plata de los emperadores Francisco José y Sissi en el Palacio Hofburg). Como sabéis, el Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena se celebra cada año desde 1941, el día 1 de enero por la mañana, en la Sala Grande o Sala Dorada (Große Saal o Goldener Saal) de la Sociedad Musical, la Musikverein de Viena, adornado con las flores frescas de los jardines de la ciudad. Según la tradición, la música es principalmente de la familia Strauss: Johann Strauss padre, sus hijos Johann, Josef y Eduard, y el hijo de éste, Johann Strauss III. En estos tiempos de incertidumbre, la Filarmónica envía al mundo un saludo de esperanza, amistad y paz. Desde 1959 es una producción de la televisión austriaca ORF, en coproducción con la Unión Europea de Radio-Televisión (UER-EBU-Eurovisión), que la retransmite a casi un centenar de países de todo el mundo, con una audiencia media de 55 millones de telespectadores y un potencial de 1.000 millones. El director de televisión alemán Henning Kasten dispondrá de 17 cámaras para realizar el Concierto de Año Nuevo por tercera vez, y también ha dirigido el Concierto de Verano de la Filarmónica de Viena en cinco de los últimos años. Nacido en 1963, ha realizado multitud de conciertos, programas musicales y grandes espectáculos. Tras el programa principal, el concierto siempre termina con varios bises. Entonces los músicos desean colectivamente un feliz Año Nuevo (Prosit Neujahr) y tocan el vals de "El Danubio Azul" de Johann Strauss hijo, terminando con la "Marcha Radetzky" de Johannn Strauss padre. En los últimos años han sido invitados a dirigir este concierto, maestros como Daniel Barenboim, Georges Prêtre, Franz Welser-Möst, Zubin Mehta, Mariss Jansons, Gustavo Dudamel, Christian Thielemann y Andris Nelsons, además de Riccardo Muti.

viernes, 15 de mayo de 2020

LUDWIG VAN BEETHOVEN: El genio inmortal

Fue un niño prodigio, como Mozart, temperamental y comprometido en política. Un maestro, un creador visitado por la tragedia. Era Ludwig Van Beethoven. Con solo diez años, era un niño con un enorme talento musical. La gente pagaba por escucharlo tocar el piano en los conciertos que organizaba su padre. Era un crío desastrado, retraído y taciturno que apenas tenía amigos y a quien su familia solía llamarlo Der Spagnol (‘el español’). El pequeño había nacido el 16 de diciembre de 1770 en la ciudad alemana de Bonn. Su padre, Johann, era un alcohólico y un soñador que siempre tuvo en la cabeza la idea de que su hijo siguiera los pasos de Wolfgang Amadeus Mozart, quien con solo siete años ofrecía recitales organizados por su progenitor. Como sabéis, los años de infancia y juventud de Beethoven - la década de 1780 - fueron los del apogeo de la Ilustración, cuyo epílogo fue la sangrienta Revolución francesa. Flotaba en el ambiente una convicción de que la humanidad estaba a punto de pasar página para enfrentarse al nacimiento de una verdadera civilización. Si el objetivo que perseguir era la búsqueda de la felicidad, la tiranía de cualquier índole era el gran anatema para los ilustrados. Cuando Beethoven era un adolescente, Kant publicó la Crítica de la razón pura. Fue la época de Mozart, cuando estrenó su ópera La flauta mágica, y también el periodo tardío de Joseph Haydn, cuando presentó sus Cuartetos de cuerda rusos. En ese ambiente de fervor ilustrado, Beethoven inició sus estudios con Christian Gottlob Neefe, un músico de treinta años cautivado por las obras literarias de Goethe y Schiller y por la música barroca de Bach. Todas esas influencias impregnaron el proceso educativo de Beethoven. “Hacer el bien allí donde podamos, amar la libertad sobre todas las cosas, y nunca negar la verdad, aunque sea frente al trono”, afirmaría el compositor alemán. Su madre murió cuando él tenía dieciocho años, lo que agravó el alcoholismo de su padre, que acabó en prisión. El joven Beethoven tuvo que ocuparse de sus hermanos. Finalmente, en 1792, el príncipe elector de Bonn le financió un segundo viaje a Viena, que a partir de entonces sería el lugar de residencia del compositor. A finales de 1795, el joven músico y su nuevo protector, el príncipe Karl Lichnowsky, emprendieron un viaje de placer por Centroeuropa. Estuvieron en Praga, donde Beethoven interpretó obras suyas ante la admiración de nobles y burgueses. Luego encandiló a los aficionados de Dresde y a las pocas semanas llegó a Berlín, donde causó sensación con sus nuevas sonatas para violonchelo. Años más tarde, Beethoven recordó su enojo cuando, al finalizar una de sus interpretaciones, el público berlinés se agolpó en torno a él con lágrimas en los ojos. “Eso no es lo que desea un artista -se quejó-. ¡Queremos el aplauso!”. En 1797, el compositor publicó la canción Adelaide, adaptando un poema de Friedrich von Matthisson que evocaba imágenes de la amada inspiradas por la naturaleza. Fue uno de sus más perdurables éxitos. ¿Compuso aquella maravilla inspirándose en una mujer concreta? Es probable. Pero lo mismo que ocurrió con otras jóvenes, sus relaciones sentimentales siempre estuvo envuelto en un halo de misterio y fracaso. En 1798, Beethoven había completado su primer nivel de instrucción, un aprendizaje que le inculcó los ideales ilustrados. Aunque había triunfado en Viena, Dresde, Praga y Berlín, Beethoven se preguntaba cómo podría elevar su propio arte. ¿Qué debía hacer para dar un salto hacia delante y entrar triunfante en la historia de la música orquestal? Corría el año 1799 cuando publicó la sonata n. º 8 op. 13, llamada Patética, en la que el genio encontró la dirección que lo llevaría a su plena madurez. Ese fue el camino que le abriría las puertas de la inmortalidad. “Aquella sonata causó una inmediata y duradera sensación. Interpretada en salones y auditorios privados, contribuyó a llevar el nombre del compositor por toda Europa”, explica Jan Swafford en Beethoven, la nueva biografía sobre el genio alemán. A partir de entonces, su confianza y su reputación crecieron a la par. Mantuvo contacto con el maestro Haydn, incrementó su círculo de amistades y comenzó a estudiar composición vocal en italiano con Salieri, el famoso rival de Mozart. Beethoven tenía en mente el proyecto de abordar una ópera y, para lograrlo, debía sumergirse en la cultura transalpina, en cuyo seno se había gestado aquel género musical. En pleno triunfo profesional, cuando disfrutaba el imparable ascenso al olimpo de la música, el compositor sufrió el golpe más duro del destino. Todo comenzó en un momento de ira. Alguien lo interrumpió cuando estaba concentrado en una composición y Beethoven saltó de su escritorio tan furioso que sufrió una convulsión y se desplomó. Cuando se levantó, descubrió que estaba sordo. ¿Cuál fue la causa de aquella repentina sordera? Podría deberse a las sales con plomo que añadían al vino barato o a las aguas de los balnearios. El plomo es un potente veneno, pero no suele dañar los oídos. El origen de su sordera también podría ser el tifus que padeció años antes. Nunca se sabrá a ciencia cierta cuál fue la causa de aquella tragedia que tanto iba a cambiar su vida. Todo se le vino encima. ¿Qué había hecho para merecer tal castigo? Fue un drama que llevó en solitario hasta que ya no pudo ocultarlo. Temió que aquella dolencia pudiera arruinar su carrera si salía a luz. Cambió radicalmente su rutina diaria. Tras levantarse, el compositor improvisaba y luego escribía. Después salía y paseaba por las murallas de la ciudad. En sus primeros estadios, su sordera no le impidió tocar en público y seguir con sus alumnos. Sus necesidades económicas le impedían dejar de dar clases de piano, un trabajo que odiaba, salvo cuando la alumna era una joven atractiva, tuviera talento o no. Ese fue el caso de Therese y Josephine, dos de las tres hijas de la condesa Anna von Brunszvik, con las que coqueteó hasta el ridículo. De las dos adolescentes, la que más lo obsesionó en aquellos años fue Josephine, a la que su madre forzó a casarse con el conde Joseph von Deym. En cualquier caso, la joven aristócrata estaba fuera del alcance de un plebeyo como él, por muy genial y admirado que fuera. Si ella hubiera accedido a casarse con Beethoven, habría perdido su título y sus privilegios. Años después, el compositor cortejó a Therese Malfatti, una muchacha de 17 años que lo humilló. En abril de 1804, Beethoven finalizó la Sinfonía Bonaparte, una obra repleta de fuerza y originalidad que dedicó al hombre que creía, encarnaba el espíritu de la Revolución. Su autor seguía pensando que la llama revolucionaria bonapartista y el poder de las artes llevarían al mundo hacia un nivel más elevado. La gran sorpresa saltó a finales de mayo, cuando el compositor supo que Napoleón se había coronado como Emperador de Francia, una noticia que lo afectó profundamente. “¡Ese hombre inculto, ese hombre vulgar, pisoteará todos los derechos humanos, y se ocupará de su propia ambición!”, bramó Beethoven, quien en un arrebato de furia arrancó la portada de la sinfonía, la rompió y la arrojó al suelo. La Revolución había muerto, pensó el compositor, aunque no renegó de su sinfonía. Se limitó a borrar el nombre de Napoleón de la partitura y añadir un nuevo título: Sinfonía heroica, compuesta para celebrar la memoria de un gran hombre. Aquella magnífica obra de arte pasó a describir la muerte de un sueño. En 1812, Beethoven se trasladó al balneario de Teplice (República Checa), donde escribió su carta a su “amada inmortal”, que provocó numerosas especulaciones sobre la identidad de la destinataria.. Según fue enfermando y envejeciendo, comenzó a sentirse solo. Su menguante capacidad para escuchar suaves matices erosionó su técnica, lo que hizo que sus actuaciones se fueran espaciando más y más. Con el paso del tiempo comenzó a tener problemas económicos. A los pocos meses de su estancia en Teplice, Beethoven compuso la Sonata para violín y piano en sol mayor, op. 96. Esta exquisita obra desvelaba que, aunque la vida lo había golpeado con fuerza, su coraje y devoción por el arte no lo habían abandonado del todo. En aquel entonces solo podía escuchar aquello que imaginaba y cantaba en su cabeza, pero seguía percibiendo el sentimiento del amor y recordando los sonidos de la naturaleza. En noviembre de 1815 murió su hermano Kaspar, y Beethoven tomó la decisión de acoger a su sobrino de nueve años, en contra de la voluntad de su cuñada. Cuatro años más tarde, sus enfermedades eran más graves y prolongadas, lo que supuso un incremento de sus gastos. El 26 de marzo de 1827, estalló una violenta tormenta que descargó nieve y granizo en Viena. Hacía días que Beethoven se encontraba en la cama, inconsciente y muy enfermo. De repente, un relámpago iluminó la habitación. El compositor recuperó la conciencia y alzó al aire su puño cerrado, como si maldijera la comedia de la vida. Luego dejó caer el brazo y falleció. Tras su muerte, se encontró una carta angustiada a sus hermanos. El documento que se conoce como El testamento de Heiligenstadt, refleja el terrible padecimiento y la depresión del músico. “Oh, hombres que me juzgáis malevolente, testarudo o misántropo. ¡Cuán equivocados estáis!”, escribe Beethoven. Es una persona sociable y amigable, pero ha tenido que apartarse para disimular su sordera. “Es imposible para mí decirle a los hombres habla más fuerte, grita porque estoy sordo”. No puede confesar la falta de un sentido “que en mí debiera ser más perfecto que en otros”. Está desesperado. “Un poco más y hubiera puesto fin a mi vida”, confiesa, pero la música le frenó: “Imposible dejar el mundo hasta haber producido todo lo que yo sentía que estaba llamado a producir”, escribió a modo de despedida, No cabe duda que la vida fue dura con el, pero nos dejo su exquisito arte para la posteridad.

viernes, 27 de diciembre de 2019

EL CONCIERTO DE AÑO NUEVO DE LA FILARMÓNICA DE VIENA: Pasión por la música

Como sabéis, el 1 de enero del 2020, el letón Andris Nelsons tomará la batuta para dirigir por primera vez el célebre Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, que cumple su 79 edición en su tradicional ubicación: la Sala Grande o Sala Dorada (Große Saal o Goldener Saal) de la Sociedad Musical, el Musikverein, de la capital austriaca. Los filarmónicos vieneses, que no tienen un director permanente y cada año eligen al maestro que deberá dirigir este espectáculo, resaltaron la "vinculación musical" que mantienen con Nelsons (1978) desde el 2010. Recordaron que el director de la Orquesta Sinfónica de Boston y de la Leipzig Gewandhaus Orchestra de Alemania los ha dirigido con regularidad tanto en los conciertos en la Musikverein, como en el Festival de Salzburgo y en giras por Asia, Estados Unidos y Europa. Al respecto, el presidente de los filarmónicos, Daniel Froschauer, destacó la alta musicalidad y el dinamismo juvenil del futuro debutante. En el Concierto de Año Nuevo 2020, las actuaciones del Ballet estarán a cargo de la Wiener Staatsballett, considerada una de las más importantes del mundo. Desde el 2010 es el nombre de los conjuntos de danza de la Ópera Estatal de Viena (Wiener Staatsoper) y de la Ópera Popular de Viena (Volksoper Wien). Su director es el gran bailarín francés Manuel Legris. El Concierto de este año incluye dos actuaciones de ballet. La primera es el vals “¡Abrazaos, millones!”, que Johann Strauss hijo compuso con el título de un verso de la Oda a la Alegría de Schiller, la cual Beethoven había musicalizado en el último movimiento de su Novena Sinfonía y que ahora es nuestro Himno Europeo (será en el barroco Palacio de la Ciudad de Viena o Palacio de Invierno del Príncipe Eugenio de Saboya, sede de colecciones artísticas y del Ministerio de Finanzas. Bailarán Natasha Mair + Denis Cherevychko, Nina Tonoli + Davide Dato y Madison Young + Robert Gabdullin). La segunda actuación son seis de las Doce Contradanzas de Beethoven, como parte del homenaje dedicado a Beethoven para empezar el año de su 250 aniversario. No es una pieza normal de ballet sino "pequeños bocados", lo que ha supuesto un esfuerzo creativo de coreografía, puesta en escena e interpretación de los bailarines, que deben danzar sobre adoquines, con un vestuario de los años 1950 confeccionado en Londres. Será en el Nussdorfer Pfarrplatz y Museo Beethoven en la calle Probusgasse 6 de Heiligenstadt. Beethoven vivió un tiempo en esta vinícola villa, entre Viena y el Danubio, para tratar su sordera con las aguas minerales de una fuente. Allí dejó escrita una carta testamento de sus males que no llegó a enviar a sus hermanos. Bailarán Ketevan Papava + Roman Lazik y Olga Esina + Jacob Feyferlik. Por segunda vez, la diseñadora de vestuario Emma Ryott ha creado los figurines para los bailarines del Concierto de Año Nuevo. Emma se licenció en Diseño Teatral en la Nottingham Trent University y empezó trabajando con el English National Ballet y el London Royal Ballet, antes de ser directora de vestuario de la Royal Shakespeare Company. Después ha participado en muchas producciones operísticas y de ballet para festivales como Bregenz, Salzburgo y Wiesbaden, y teatros como la Metropolitan Opera de Nueva York o la Semperoper de Dresde. El programa del intervalo se emite entre las dos partes del Concierto y cada año es un vídeo diferente con excelentes imágenes y música alusiva a la Filarmónica y a Viena. Esta vez se dedica al compositor Ludwig van Beethoven, quien fue uno de sus más célebres vecinos durante casi toda su vida. Nacido en Bonn en 1770 -se va a celebrar su 250 aniversario- fue a Viena por primera vez en 1787 para estudiar con Mozart, y regresó en 1792 para permanecer allí hasta su muerte en 1827. El intervalo, con diseño y producción de Georg Riha, recreará la habitación de Beethoven en Pasqualatihaus, y desde allí las hojas de partituras vuelan hasta otros muchos sitios de Viena y de la Baja Austria, relativos a la biografía del músico. Selectas ensembles de cuerda y de viento de la Filarmónica interpretan en distintas casas donde vivió y compuso Beethoven, entre Baden, Gneixendorf y Viena. Las hojas de papel acabarán misteriosamente formando una nueva partitura junto a la obra de Beethoven en la Biblioteca Nacional de Austria. Además del nacimiento de Beethoven, el Concierto de Año Nuevo también rendirá homenaje con imágenes insertadas a otros dos aniversarios del año 2020: el Festival de Salzburgo, del que la Filarmónica es parte, cumplirá 100 veranos de ópera y teatro en esta ciudad Patrimonio de la Humanidad; el edificio neoclásico Musikverein, sede de la Filarmónica de Viena y del Concierto de Año Nuevo, va a cumplir 150 años el 6 de enero. El Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena se celebra cada año desde 1941, el día 1 de enero por la mañana, en la Sala Grande o Sala Dorada (Große Saal o Goldener Saal) de la Sociedad Musical, la Musikverein de Viena. Según la tradición, la música es principalmente de la familia Strauss: Johann Strauss padre, sus hijos Johann, Josef y Eduard, y el hijo de éste, Johann Strauss III. Desde 1959 es una producción de la televisión austriaca ORF, actualmente en HD y en coproducción con la Unión Europea de Radio-Televisión (UER-EBU-Eurovisión), que la retransmite a casi un centenar de países de todo el mundo, con una audiencia media de 50 millones de telespectadores y un potencial de 1.000 millones. Pianista y experto director alemán de cine, televisión y teatro musical, Michael Beyer se hace cargo de la realización del concierto por quinta vez, y en esta ocasión coincide que también ha dirigido las grabaciones de las secuencias del ballet. Tras el programa principal, el concierto siempre termina con varios bises. Entonces los músicos desean colectivamente un feliz Año Nuevo (Prosit Neujahr) y tocan el vals de "El Danubio Azul" de Johann Strauss hijo, terminando con la "Marcha Radetzky" de Johannn Strauss padre. En los últimos años han sido invitados a dirigir este concierto maestros como Daniel Barenboim, Georges Prêtre, Franz Welser-Möst, Zubin Mehta, Mariss Jansons, Gustavo Dudamel, Riccardo Muti y Christian Thielemann.

viernes, 24 de mayo de 2019

STRADIVARIUS: Aquellos violines de sonido inimitable

Considerados los mejores del mundo, los Stradivarius han sido hechos a mano por el maestro luthier (persona que construye, ajusta o repara instrumentos de cuerda) Antonio Stradivari. Nacido en Italia en 1644, su creador dedicó su vida a la elaboración y perfeccionamiento del violín, un instrumento musical de cuerda de unos 60 cm de largo. Un artista que ha alcanzado admiración y reconocimiento desde su muerte hace más de 250 años. Stradivari diseñó y fabricó más de mil violines e instrumentos durante su vida, casi 650 de los cuales aún existen en la actualidad. Estos instrumentos son considerados los mejores y son muy apreciados por su calidad de sonido única. El primer violín conocido de Stradivarius se fabricó en 1666, cuando tenía tan solo 22 años. Algunos historiadores resaltan que Antonio fue aprendiz de Nicolo Amati, nieto del fabricante de violines Andrea Amati (1511-1577), quien le enseñó el oficio de la madera. Durante el inicio de su carrera, Stradivari creó violines al clásico estilo Amati. Sin embargo, incluso utilizando técnicas tradicionales, su habilidad y talento fue impresionante. Por ejemplo, el violín Hellier producido por Stradivari en 1679 revela su inigualable habilidad para fabricar un instrumento musical. En la década de 1680, Stradivari diseñó y creó violines de cuerpo completo con características únicas. Aunque continuó utilizando la estructura básica de los Amati, finalmente se liberó y comenzó a crear sus propios modelos. Sus dos hijos, Francesco y Omobono, se unieron al negocio familiar alrededor de 1698, pero ninguno mostró el mismo interés y talento que su padre. Junto con otros ayudantes, el taller de Stradivari pudo producir más instrumentos a medida que el maestro se sumergió profundamente en la experimentación. Stradivari fabricó sus mejores instrumentos de cuerdas desde 1700 hasta 1725. Durante su época dorada, creó violines cuyas cajas de sonido no se pueden comparar. Además, introdujo cierto tipo de barniz rojo intenso y bordes y esquinas anchas. Un estudio publicado en la revista la Nature, reveló que la madera de arce utilizada por este artesano en el siglo XVIII pudo haber sufrido un proceso químico para la preservación y aumento de la calidad del sonido. Algunos de sus violines más famosos creados durante su época dorada incluyen el Lipinski 1715 y el Mesías 1716. Nunca vendido ni regalado, el Mesías permaneció con su creador hasta su muerte. En el 2011, un grupo de científicos de la Universidad de Minnesota gracias al uso de un escáner de tomografía axial, les permitió medir la densidad de la madera, el tamaño y forma, además del grosor de cada elemento, y reveló que pequeñas grietas, agujeros hechos por gusanos y otros defectos le dan un sonido único. La información obtenida permitió crear tres copias casi exactas de un violín original que se encuentra en la biblioteca del Congreso de Estados Unidos y que data de 1704. Sin embargo, en el 2018 un equipo de la Universidad de Taiwan anunció saber la razón de su autenticidad, según su investigación, su valor reside en que el sonido de los violines imitan aspectos de la voz humana. Para confirmarlo, los investigadores pidieron a varios músicos profesionales que tocaran quince violines fabricados por el italiano, para comparar su sonido con el de las voces de otros tantos cantantes humanos. Lo que descubrieron fue que los violines producían formantes - picos en la intensidad del espectro de un sonido - y tonos armónicos que se correspondían con los de la voz humana. En cuanto a su precio, el más caro de ellos es el conocido como Lady Blunt. Debe su nombre a Anne Blunt, nieta de lord Byron - poeta del movimiento del romanticismo británico - y propietaria de tan preciado objeto durante 30 años. En el 2011 pertenecía a la Nippon Music Foundation hasta que fue subastado en la casa Tarisio. El evento generó una enorme expectación entre los amantes de la música. Finalmente, Lady Blunt alcanzó el precio más alto de un Stradivarius: 15. 9 millones de dólares. Por su parte, el Mesías - único violín considerado en estado de conservación perfecta - tiene un valor estimado 20 millones de dólares y cuyo propietario actual es el Museo Ashmolean de Oxford.

viernes, 22 de marzo de 2019

JOHANN SEBASTIAN BACH: Un compositor cuya música inmortal cautiva al mundo

Hay un compositor y músico alemán que ha conseguido que nuestro planeta suene de otra manera: Johann Sebastian Bach. Nació en Eisenach (Turingia), dentro de una familia que llevaba dedicándose a la música durante varias generaciones. Con tan solo nueve años falleció su madre, y su padre, Johann Ambrosius Bach, que era el trompetista de la corte de Eisenach, se volvió a casar en segundas nupcias. Falleció enseguida, en 1695, y su madrastra le pidió a su hermano mayor, Johann Christoph, que se hiciera cargo de los dos hermanos menores: Johann Sebastian y Johann Jacob. Fue junto a su hermano mayor, que era el organista de Ohrdruf, con quién continuó formándose como músico, pero también le interesaban otras disciplinas como el latín y la teología. Cuentan que fue capaz de transcribir a escondidas bajo la luz de la luna piezas para clave que eran muy famosas en su tiempo de compositores como Pachelbel, Froberger y Kell. Su hermano, al descubrirlo, las destruyó. Pero la historia no acaba ahí, ya que la segunda mujer de Johann Sebastian alude a su ceguera (cataratas) como consecuencia de dedicar tantas horas y en tan malas condiciones a la trascripción de estas obras. La situación económica no era la más adecuada, así que Johann Sebastian y Johann Jacob ingresaron en el Gimnasium de Ohdruf, lugar en el que Bach terminó sus primeros estudios y donde percibían un pequeño salario. Con quince años se mudó a Lüneburg e ingresó en el coro de la Ritterakademie con un sueldo mejor. Allí fue tutelado por un Kantor que era Geor Böhm, pero las cosas no le fueron muy bien porque le cambió la voz y tuvo que buscar otra manera de ganarse la vida. Se desplazó a Hamburgo y se convirtió en músico acompañante y profesor de violín, allí se formó con Adam Reincken, un organista muy conocido que también le permitió entrar en contacto con los compositores franceses. Se puede decir que de esta época es su primera Cantata. Más tarde empezó a trabajar en el coro de la iglesia de San Miguel y fue violinista en la corte del príncipe de Weimar. Luego se siguió formando con Dietrich Buxtehude, organista y compositor del que se hizo muy amigo. Bach se casó en dos ocasiones. Con la primera, Maria Bárbara Bach, tuvo siete hijos y ambos se fueron a vivir a Mulhose donde él tenía trabajo como organista en la Iglesia de San Blas. Este momento fue crucial porque empezó a componer y a interpretar. Se volvería a casar con Anna Magdalena Wilken, con la que tuvo trece hijos, algunos de ellos fueron grandes compositores, aunque no tanto como su padre. La obra de Bach ha sido variada y fecunda, una carrera en la que destacan los Conciertos de Brandeburgo, la Pasión según San Mateo, la Tocata y Fuga en re menor o las Cantatas sacras 80, 140 y 147, entre otras muchas. Fue un gran compositor, pero también un gran intérprete de la clave, el teclado y el órgano. Falleció el 28 de julio de 1750 a la edad de sesenta y cinco años, en la ciudad de Leipzig. Allí, en la biblioteca, se han encontrado unos legajos que nos informan del entierro sencillo del compositor en la escuela de la Iglesia de Santo Tomás el 30 de julio, dos días más tarde de su muerte. Se fue de una manera sencilla, sin hacer ruido, pese haber conseguido que sus notas y compases llegarán a todos los confines del mundo. Todo un genio que en su época no fue considerado como tal. Hoy, Bach, es reconocido como algo más que un compositor, un genio cuya obra perdurara por siempre.

viernes, 28 de diciembre de 2018

EL CONCIERTO DE AÑO NUEVO DE LA ORQUESTA FILARMONICA DE VIENA: Un evento que no te lo querrás perder

El mundo se dispone un año más a girar al ritmo de los valses vieneses. En efecto, el 1 de enero del 2019, el alemán Christian Thielemann tomará la batuta para dirigir el famoso Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, que cumple su 78 edición en su tradicional ubicación: la Sala Grande o Sala Dorada (Große Saal o Goldener Saal) de la Sociedad Musical, el Musikverein, de la capital austríaca. En el Concierto de Año Nuevo 2019, el Ballet Estatal de Viena (dirigido por el francés Manuel Legris) mostrará su lado moderno con un joven coreógrafo surgido de entre las filas de los bailarines vieneses. Andrey Kaydanovskiy, nacido en Rusia, hijo de una bailarina y un director de cine, es actualmente muy demandado y premiado como bailarín y como coreógrafo. Hará su debut en el Concierto de Año Nuevo con creaciones para el vals "Vida de artista" y la zarda "Pasman" de Johann Strauss hijo. El vals es un homenaje al 150 aniversario de la Ópera Estatal de Viena, donde el ballet actuó en los foyers, en el escenario, en el auditorio e incluso en la terraza de la azotea. Los solistas del Ballet Estatal de Viena interpretan la ardiente zarda en el Castillo de Grafenegg, en la Baja Austria, donde en sus extensos terrenos se celebra desde hace muchos años un festival internacional de música. El vestuario también ha sido diseñado por un debutante: el joven vienés Arthur Arbesser, Tras graduarse en el célebre Central Saint Martins College para Arte y Diseño de Londres, se trasladó a Milán, donde aprendió de maestros como Giorgio Armani y ahora diseña para importantes marcas italianas de moda. Arbesser posee un gran interés por el arte, la arquitectura y el diseño, que son fuente esencial de inspiración para sus creaciones. El corte, el color y el material de las imaginativas creaciones del Ballet se han inspirado en cada lugar de actuación. Las parejas de bailarines del Ballet Estatal de Viena que actúan son Olga Esina-Jakob Feyferlik, Kiyoka Hashimoto-Masayu Kimoto, Alice Firenze-Davide Dato, Nikisha Fogo-Andrey Teterin, Eszter Lédan-Géraud Wielick y Sveva Gargiulo-Richard Szabo. El realizador del ballet es Henning Kasten, también responsable de la dirección audiovisual del concierto. Con motivo del 150 aniversario de la Ópera Estatal de Viena (Staatsoper), el intervalo de este Concierto de Año Nuevo, presentará una visita musical a su sede en el Ring vienés. Selectos grupos de la Filarmónica de Viena, así como cantantes, bailarines y el coro de la Ópera Estatal, actúan en varios lugares dentro y alrededor del Teatro de la Ópera, que fue inaugurado en 1869 por el emperador Francisco José I. Mientras la soprano Camilla Nylund y el barítono Adrian Eröd trabajan en un dúo de El Murciélago de Johann Strauss y sufren en la sala de ballet con los sonidos de Raymonda de Glasunov, la cantante Daniela Fally y el barítono Rafael Fingerlos vuelan sin esfuerzo por el escenario de la Ópera Estatal como Papagena y Papageno, de La flauta mágica de Mozart, un cariñoso homenaje a la conocida Ópera de Viena. Como sabéis, el Concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena se celebra cada año desde 1941, el día 1 de enero por la mañana, en la Musikverein de Viena. Según la tradición, la música es principalmente de la familia Strauss: Johann Strauss padre, sus hijos Johann, Josef y Eduard, y el hijo de éste, Johann Strauss III. Desde 1959 es una producción de la televisión austriaca ORF, actualmente en HD y en coproducción con la Unión Europea de Radio-Televisión (UER-EBU-Eurovisión), que la retransmite a casi un centenar de países de todo el mundo, con una audiencia media de 50 millones de telespectadores y un potencial de 1.000 millones. El director alemán Henning Kastein se hace cargo de la realización televisiva del Concierto de Año Nuevo por segunda vez. Tras el programa principal, el concierto siempre termina con varios bises. Entonces los músicos desean colectivamente un feliz Año Nuevo (Prosit Neujahr) y tocan el vals de "El Danubio Azul" de Johann Strauss hijo, terminando con la "Marcha Radetzky" de Johannn Strauss padre. En los últimos años han sido invitados a dirigir este concierto maestros como Daniel Barenboim, Georges Prêtre, Franz Welser-Möst, Zubin Mehta, Mariss Jansons, Gustavo Dudamel y Riccardo Muti.

viernes, 23 de marzo de 2018

DMITRI SHOSTAKÓVICH: Entre el arte y el poder

Fue el compositor más célebre de la Unión Soviética. Y el más perseguido, mientras Occidente lo veía con recelo. Sus creaciones nacieron en una angustiosa e incomprendida zona gris. Como sabéis, en los tiempos de la Guerra Fría, a los escritores y artistas de Occidente les gustaba plantearse un dilema inútil pero persistente. ¿Era preferible vivir en un Estado represivo, en el que la obra del artista estaba sujeta a la vigilancia oficial, pero representaba una bocanada de oxígeno llena de inspiración para los lectores, los oyentes, los espectadores, en el que la verdad era tan importante como el pan y el arte valía para algo? ¿O vivir en un país en el que el poder era más bien indiferente a sus actividades, en el que todos (con ciertas excepciones) podían escribir, pintar, componer lo que quisieran, pero con el corolario de que no le importaba gran cosa a nadie y casi todo el mundo se negaba a sentirse ofendido por sus obras? La cuestión –que, como es natural, se planteaba más en Occidente que en el bloque del Este– se repetía, en parte, porque era imposible de responder. Muy pocos artistas occidentales viajaban al Este a vivir y trabajar bajo la censura del Estado; mientras que los que venían a Occidente en general, habían sido expulsados por las autoridades y ya estaban totalmente formados como artistas. Ahora bien, en el trasfondo de esta pregunta había otra, más inquietante: ¿podría ser que la censura del Estado –el rancio aliento de la burocracia vigilante– sirviera de estímulo al individuo creativo, le obligara a repensar su arte, a encontrar nuevas formas de expresar verdades viejas y nuevas? Tal vez no haya muchos artistas que estén de acuerdo -pocos encuentran alentadora la idea de la creatividad vigilada- pero existen voces que lo han defendido. El director Valery Gergiev, por ejemplo, en un documental sobre Shostakóvich [Sinfonías de guerra: Shostakóvich contra Stalin], afirmaba que las “presiones” habían empujado al compositor a escribir “su mejor música”. Es cierto que, tras el furor a propósito de Lady Macbeth de Mtsensk (1936), se recuperó y compuso su sinfonía más popular, la Quinta. Pero no hay que olvidar tampoco que la presión soviética acabó con su carrera como compositor de ópera, y muchos opinan que ahí era donde residía su auténtico talento. Dmitri Shostakóvich fue el compositor más célebre de la Unión Soviética durante medio siglo, desde el éxito mundial de su Primera Sinfonía en 1926 (cuando tenía 19 años) hasta su muerte en 1975. Pero también fue el compositor que, en toda la historia de la música occidental, más tiempo pasó acosado y perseguido por el Estado: desde las pequeñas injerencias caprichosas hasta las más crudas amenazas de muerte, pasando por un hostigamiento continuado. Durante la paranoica dictadura de Stalin hubo muchas ocasiones en las que Shostakóvich temió por su vida, y con razón. Pocos de los denunciados por el diario del partido como “enemigos del pueblo” lograron sobrevivir mucho tiempo. Además, Shostakóvich no solo fue criticado, despreciado e incluso ridiculizado en su país. Su caso hizo mucho ruido durante varias décadas. Si un Estado comunista declaraba que alguien era un artista ejemplar, en Occidente muchos - independientemente de cuál fuera la verdadera realidad - suponían de forma automática que no podía ser bueno. El arte disidente era ‘el único genuino’; todo el que contara con la aprobación oficial debía ser una basura. Esta actitud fácil, perezosa y maniquea podía también convertirse en algo más siniestro: la expectativa, incluso el empeño (occidental) de que el artista (en el Este) plantara cara al Estado, lo condenara, fuera un héroe, cuando ser un héroe solía significar ser un mártir. Detrás del apoyo público y privado acechaba quizá una sed inconsciente de sangre: demuestra tu integridad - y por tanto, la integridad de tu arte- muriendo por él. Por eso a quienes sobrevivieron a la tiranía comunista muchas veces se les miró, y se les mira, con desconfianza. ¿Hasta qué punto fueron cómplices de sus crímenes? ¿En qué medida estaba manchado su arte por lo que les exigían? Me parece que estamos demasiado dispuestos a condenar, incluso tras la caída del comunismo; claro que el presente, muchas veces, desea que el pasado sea más simple de lo que fue. Shostakóvich recibió todos los honores del Estado y firmó cartas de condena contra Solzhenitsin y Sájarov. Pero lo que no suelen hacer los occidentales que adoptan una postura de superioridad moral a posteriori, es preguntarse qué habrían hecho ellos en esas circunstancias. En la Rusia soviética, el Estado controlaba todo lo relacionado con la actividad artística; por tanto, si alguien quería componer música, no podía ni comprar papel pautado salvo que fuera miembro de la Unión de Compositores. Control diario en un extremo, amenaza existencial en el otro: aquel era un país en el que era imposible decir la verdad y vivir. Cuando declaraban a un artista como “enemigo del pueblo”, el título afectaba también a su familia, sus amigos y sus colegas de profesión. Cuando el poder denunció a Shostakóvich, al instante, a los solistas, directores y orquestas les dio miedo interpretar sus obras, y a los promotores, programarlas. Su música se volvió no música, con repercusiones económicas inmediatas. Y aunque al artista le hubiera podido parecer fácil - e incluso atractivo - ser un mártir, siempre que la única muerte fuera la suya, sabía que no lo sería. El totalitarismo comunista siempre se mostró toscamente desprendido en sus persecuciones y venganzas. Hoy, la Unión Soviética es parte al pasado y la ideología criminal que lo sustento, esta en el basurero de la historia. En la nueva Rusia de Vladimir Putin, el otrora perseguido compositor ha sido plenamente rehabilitado ya que también fue victima del sistema. Es por ello que a medida que pasa el tiempo, se vuelve más fácil oír la música de Shostakóvich con claridad; la mejor sobrevive, y se interpreta a menudo, mientras que la producida para satisfacer las exigencias del opresivo Estado comunista, desaparece. Y también es más fácil ver al hombre: complicado, contradictorio, muy duro consigo mismo, recto, leal, obstinado, astuto, divertido, sarcástico, pesimista…, pero que solo existía plenamente en su música.

viernes, 29 de diciembre de 2017

EL CONCIERTO DE AÑO NUEVO DE LA ORQUESTA FILARMONICA DE VIENA: Un espectáculo que cumple 77 años de creación

Se aproxima un nuevo año y el mundo se prepara otra vez para girar con los valses vieneses. Como sabéis, el Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena congrega cada año a millones de espectadores en todo el mundo, en torno a la música de la familia Strauss. En la Sala Dorada del Musikverein vienés, la orquesta más prestigiosa del mundo interpreta valses, polcas y marchas de Johann Strauss y de sus hijos Josef, Eduard y Johann Jr. Una glorificación de la música austríaca que concibió el director vienés Clemens Krauss en tiempos en que Austria pertenecía al III Reich y que, con el paso del tiempo, se ha ido abriendo a autores y directores. Hace 30 años, el concierto cobró una nueva dimensión, al establecer los músicos de la Filarmónica que el director del concierto fuese un cargo rotatorio y elegido por ellos mismos. Desde entonces, han manejado la batuta en el Musikverein los más prestigiosos maestros de todo el mundo, desde Herbert von Karajan (1987) a Gustavo Dudamel (2017), pasando por Claudio Abbado (1988 y 1991), Nikolaus Harnoncourt (2001 y 2003) o Zubin Mehta (1990, 1995, 1998, 2007 y 2015). El encargado de dirigir esta edición será el italiano Riccardo Muti, que regresa a la Sala Dorada en Año Nuevo a los 14 años de su última velada allí. Daniel Froschauer, violinista y recién nombrado presidente de la Filarmónica de Viena, explica que "no es un regreso. Tenemos una relación muy estrecha con el maestro Muti desde 1971 y dirige la orquesta en cada temporada". Después de todo este tiempo, apunta Froschauer, "él puede devolver a la orquesta lo que ha aprendido de nuestros predecesores, tantos años atrás". A pesar de la volcánica reputación de Muti, el chairman de la Filarmónica se deshace en elogios respecto al director italiano: "Tenemos una relación muy cercana y amistosa con él. Es un permanente y gratificante intercambio en el que ambas partes dan y reciben". El repertorio escogido por Muti arranca con la marcha inicial de la opereta El barón gitano, de Johann Strauss hijo, sigue con un vals (Wiener Fresken) de su hermano Josef y, de ahí, pasa a dos polcas del primero. El padre de la dinastía queda representado por el Vals de María y un Galope de Guillermo Tell. Muti no ha querido alejarse en su repertorio del territorio austrohúngaro y, así, los dos únicos invitados al festín de la familia Strauss son Franz von Suppé (con la obertura de su Boccaccio) y Alphons Czibulka (con su baile dedicado a la princesa Estefanía de Bélgica). El grueso del programa vuelve, en la segunda mitad, a Johann Jr., con algunas obras ocultas dentro de su vasta producción: Cuentos de los bosques de Viena, Baile de máscaras, Cazador libre, el vals Rosas del sur (de El pañuelo de encaje de la reina) y Campo y ciudad. Pero, como es habitual, las dos piezas más conocidas de la velada no aparecen en el repertorio. El Concierto de Año Nuevo en Viena tiene también sus tradiciones no escritas, que quedan sobre todo patentes en los bises. Desde 1958, estos incluyen indefectiblemente dos piezas: el vals El Danubio azul, de Johann hijo, y la Marcha Radetzky, de su padre. El primero apareció por primera vez en 1945, de la mano de Krauss, y la segunda se introdujo al año siguiente, por Josef Krips. En El Danubio azul la tradición marca que durante la presentación los músicos desean al público asistente al Musikverein un feliz año, mientras que en la Radetzky el director empieza a dirigir a la orquesta antes de llegar al estrado y el público responde a los compases marcando el ritmo militar con las palmas. Las dos únicas veces en que no sucedió así fue en 1967, cuando Willi Boskovsky introdujo El Danubio azul en el programa oficial, y en 2005, cuando Lorin Maazel omitió la Radetzky en homenaje a las víctimas del maremoto sufrido en el Océano Índico días atrás. La tradición también establece algún guiño humorístico por parte de los directores. Así, Mariss Jansons blandió su teléfono móvil, Zubin Mehta se disfrazó de ferroviario austrohúngaro, Georges Pretre sacó balones de fútbol y escopetas de pega, y Daniel Barenboim se dedicó a saludar, uno por uno, a los músicos de la orquesta. A la espera de qué guiño tendrá Muti, Froschauer dice que los músicos aceptan divertidos estas bromas, aunque tampoco les dan mayor importancia. "La propia música de los Strauss ya es, de por sí, suficientemente divertida. La variedad de las composiciones de la familia es enorme". Lo que sí reconoce el presidente de la orquesta es que entre el público "hay una conciencia especial y una sensación de felicidad, dado que es muy difícil conseguir entradas para este concierto. Por supuesto, los músicos estamos seguidos mucho más de cerca a través de la retransmisión televisiva". A ello hay que sumar toda la ambientación de la Sala Dorada. "Todo es todavía más glamoroso con la bella decoración con las flores. Y hay una atmósfera única en la puesta en escena para la emisión". Froschauer se refiere a los interludios de baile, grabados en palacios austriacos e intercalados con las diferentes piezas. Por todo ello, se atreve a decir que esta actuación "transmite un ánimo muy especial, dado que el Concierto de Año Nuevo ofrece un mensaje de paz y libertad al mundo". Los músicos de la Filarmónica, añade, "tan sólo pretenden llevar felicidad y belleza a los oyentes". Para Froschauer, acontecimientos como éste son hoy más necesarios que nunca. "Necesitamos difundir el optimismo y el goce de vivir, de tal manera que podamos influir al mundo de una manera positiva, a través de ese lenguaje universal que es la música". El sello Sony registrará el concierto, que estará disponible en diferentes formatos desde cuatro días después del espectáculo. Un lanzamiento que permite a los melómanos revivir un momento que hace mucho que dejó de ser una celebración efímera. Como señala el responsable de la orquesta, para que se produzca la magia tiene que haber una gran preparación. También confianza: "La buena relación que tenemos entre el director y la orquesta se basa en ello. Y para que esto se produzca, sólo los músicos más próximos son invitados a dirigir esta velada". Riccardo Muti atesora galones para ello. Desde que en 1971 dirigiese a la Filarmónica en el Festival de Salzburgo, el maestro italiano se ha puesto al frente de la formación en cerca de 500 ocasiones. A lo largo de estos 46 años, este vínculo se ha ido jalonando de numerosos reconocimientos. Así, en 1992, Muti fue invitado a dirigir el concierto del 150º aniversario de la orquesta. Por este motivo, se le ofreció el Anillo Dorado de la Filarmónica, un honor reservado a contados directores. Además, en el 2011 fue nombrado Miembro honorario de la Filarmónica de Viena. El concierto del próximo lunes supondrá otro hito más en su dilatada carrera.

viernes, 6 de octubre de 2017

OPERA - PASSION, POWER AND POLITICS: A la conquista del Victoria & Albert Museum

Acercar la ópera a todos los públicos, sean aficionados al género o no. Este es el objetivo de ‘Opera: Passion, Power and Politics’ (Ópera: pasión, poder y política), la nueva exposición del prestigioso (y siempre original en propuestas) Victoria & Albert Museum de Londres, que arranco el 30 de septiembre y podrá visitarse hasta el próximo 25 de febrero. Un apasionante y muy sorprendente viaje que explora 400 años de historia - los que van desde las raíces de este género en la Italia del Renacimiento hasta la actualidad - basado en dos premisas fundamentales: la ópera como un arte multisensorial que aúna varias disciplinas artísticas; y por otra parte, en cómo los factores económicos, políticos, artísticos y sociales se entremezclan con grandes momentos de la historia de la ópera. Para ilustrar todo lo anterior, el museo británico se ha aliado con el Royal Opera House de Londres y propone un recorrido a través de siete premieres que sucedieron en siete ciudades diferentes de Europa y que ilustran tanto la evolución del género como la del viejo continente: L'incoronazione de Poppea (La coronación de Popea) de Monteverdi en Venecia (1642), Rinaldo de Handel en Londres (1711), Le Nozze de Figaro de Mozart en Viena (1786), Nabucco de Verdi en Milán (1842), Tannhaüser de Wagner en París (1861), Salomé de Strauss en Dresde (1905) y Lady Macbeth de Mtsensk en San Petersburgo (1934). La música, obviamente, se convierte en protagonista principal. "La música es el objeto más poderoso de toda la muestra porque pone la banda sonora al viaje que se hace por la historia en esta exposición", dice su comisaria, Kate Bailey. De esta manera cada espectador recibirá a la entrada unos auriculares que le permitirán escuchar cada una de estas obras maestras a medida que explora cada sala y cada ciudad. La exposición incluye, además, una nueva y poderosa grabación de Va pensiero (El coro de los esclavos) del Nabucco de Verdi, que podrá experimentarse en una instalación de sonido de 360 grados. A la música se suman 300 objetos, que incluyen importantes préstamos internacionales, y que se muestran intercalados junto a imágenes digitales de atractivas interpretaciones de ópera. Entre ellos: el cuadro La música en las Tullerías de Manet, obra maestra del modernismo que contextualiza el enfoque moderno de Wagner a la música en la década de 1860 en París; la partitura original de Nabucco procedente del Archivio Storico Ricordi en Milán; una de las dos copias que se conservan de la primera ópera que se representó en público (La coronación de Popea) y material original del estreno en 1934 de Lady Macbeth de Mtsensk de Shostakovich (que se muestra por primera vez fuera de Rusia) e incluye la partitura original, las indicaciones escénicas, el libreto, los modelos de vestuario y los disfraces. Bailey, a quien le ha costado cinco años levantar este proyecto, asegura que "la ópera es uno de los mejores fenómenos musicales y desde el comienzo de su historia estuvo compuesta por la esencia que provenía de diferentes partes de Europa". Mientras que el director del V&A, Tristram Hunt señala que esta es la única exposición que explora la historia de la ópera a gran escala. Por su parte, el director saliente del Royal Opera House, Kasper Holten - uno de los responsables de que este sueño se haya hecho realidad - añade: "La exposición nos mostrará la ópera como la banda sonora de la historia de Europa. Esperamos mostrar al público, tanto a los que están enamorados de la ópera como a los que todavía están introduciéndose en ella, que es una forma de arte vivo y tiene tanto que decir a la sociedad que la rodea hoy como hacía hace 400 años". La muestra, que es la primera organizada en la nueva Galería Sainsbury del museo, estará acompañada de eventos en vivo y otras iniciativas digitales de la BBC Arts con el objetivo de transmitir la pasión de la ópera a un público más amplio.
actualidad cultural
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