SONIDOS DEL MUNDO

viernes, 29 de junio de 2018

THE LONDON MASTABA: Un extravagante sueño de Christo hecho realidad

Tras décadas de planificación, el célebre artista Christo (Bulgaria, 1935) ha finalmente creado e instalado una escultura temporal hecha con barriles de petróleo en el Hyde Park de Londres, titulada The London Mastaba, cuya forma está inspirada en las construcciones funerarias del Antiguo Egipto. Flotando en el lago Serpentine desde el pasado lunes 18 de junio, se trata de la primera gran obra al aire libre de Christo en el Reino Unido. La escultura, que permanecerá en el lago hasta el 23 de septiembre del 2018, coincide con una exposición de Christo y Jeanne-Claude (1935-2009) - su compañera de toda la vida - en las Serpentine Galleries, que incluye esculturas, dibujos, collages y fotografías que abarcan más de 60 años de trayectoria. Tanto la gran escultura flotante como la exposición se basan en el histórico uso de barriles de petróleo por parte de los artistas. The London Mastaba consiste en 7.506 barriles de petróleo, especialmente fabricados y pintados para Christo, y están apilados horizontalmente sobre una plataforma flotante en el lago Serpentine. Tiene 20 metros de alto por 30 metros de ancho por 40 metros de largo. Su peso es de 660 toneladas. La forma, mastaba, viene de la estructura mesopotámica instalada frente a las casas para ser usada por los viajeros como banco de descanso, un término que luego se utilizó para las tumbas de los faraones egipcios. “Durante tres meses, The London Mastaba formará parte del entorno del Hyde Park, en el centro de Londres. Los colores se transformarán con los cambios de luz, y su reflejo en el lago Serpentine será como una pintura abstracta” aseveró. Desde 1958, Christo y Jeanne-Claude habían estado trabajando con barriles de petróleo, configurándolos en dos formas básicas dominantes: el muro y la mastaba. Pero no es sino hasta finales de los años 60 cuando empiezan a buscar el lugar apropiado para crear e instalar una mastaba en su versión flotante. La exposición en las galerías de la Serpentine narran precisamente esta historia de intentos, éxitos y fracasos, como ha sido lo habitual en la trayectoria de Christo y Jeanne-Claude, quienes a menudo han enfrentado obstáculos relacionados con permisos y otros trámites burocráticos y de seguridad para instalar sus monumentales obras de arte público: en 50 años de carrera, son 23 las obras que llegaron a materializarse, otras 47 no corrieron con la misma suerte. En París, en 1962, un año después de que se construyera el Muro de Berlín en agosto de 1961, Christo y Jeanne-Claude completaron el Muro de Barriles de Petróleo – La Cortina de Hierro, que bloqueó la calle Visconti con sus 89 barriles. En junio de 1967, luego de la Guerra de los Seis Días en el Canal de Suez, los artistas propusieron cerrar el canal con un muro de diez millones de barriles de petróleo. El proyecto nunca se realizó. Christo y Jeanne-Claude hicieron su primera mastaba en 1961, en el puerto de Colonia (Alemania), y luego, en 1968, concretaron otra de mayor tamaño, construida con 1.240 barriles de petróleo de múltiples colores. Se instaló en el atrium del Institute of Contemporary Art, en Filadelfia. Un proyecto aún más ambicioso fue The Wall (1999), una instalación hecha con 13.000 barriles al interior del Gasómetro Oberhausen, en Alemania, uno de los tanques de gas más grandes del mundo. Desde entonces, Christo y Jeanne-Claude intentaron construir una mastaba aún mucho más grande en el espacio público. Quizás sea la que se busca instalar en Abu Dabi - gran país petrolero, aunque las referencias geopolíticas de este proyecto no son explícitas por parte de Christo -, compuesta por 410.000 barriles, y para la que se han estado solicitando permisos desde 1977. Esa mastaba sería permanente y constituiría “la escultura más grande del mundo”. La construcción de The London Mastaba comenzó el 3 de abril del 2018 por un equipo de ingenieros de varias empresas y, según el comunicado de prensa de la Serpentine, todos los materiales utilizados están certificados como de bajo impacto ambiental para preservar el ecosistema del lago. Al igual que con todos los proyectos de Christo y Jeanne-Claude, éste se ha financiado en su totalidad mediante la venta de sus obras de arte originales. El artista no utiliza dinero público para sus proyectos y no acepta patrocinios. Christo ha reivindicado su libertad como artista y recordó que creció en un tiempo terrible en la Bulgaria estalinista, de donde consiguió escapar con 21 años para ser un artista libre, sin restricciones. "Amo el mundo real. No soporto la vida virtual. Me gusta ver cosas reales porque el mundo del arte está lleno de cosas virtuales e insensibles, aquí estamos con el viento, el sol, la humedad, el frío... cosas reales", manifestó. Christo y su mujer Jeanne-Claude, formaron una de las parejas más destacadas del conocido como Land Art, una corriente de arte contemporáneo en la que el paisaje y la obra de arte están estrechamente vinculados. El matrimonio cubrió con tela el Puente Nuevo de París en 1985 y, diez años después, hicieron lo mismo con el edificio del Reichstag de Berlín, entre otras muchas creaciones artísticas en distintas ciudades del mundo, como Nueva York o Sídney.

viernes, 22 de junio de 2018

TEATRO BOLSHÓI: Magnificencia rusa en todo su esplendor

Visitar Moscú y no conocer el Bolshói seria algo inexcusable. La palabra significa “grande” en ruso. No por nada el magnífico Teatro Bolshoi es el emblema cultural de una de las mayores capitales del mundo; sede de espectáculos de ópera y ballet, donde se representan las obras de los grandes compositores rusos como Glinka o Rimski-Kórsakov, y sede de la Compañía de Ballet del Bolshoi, que contó con la actuación de Maia Plisetskaya y Mijaíl Baryshnikov. Su historia se remonta a marzo de 1776, cuando la emperatriz Catalina II de Rusia otorgó al príncipe Piotr Urúsov el privilegio de administrar “todas las representaciones teatrales en Moscú”. Su primera compañía estuvo formada por sólo trece personas y se instaló en una propiedad del conde Vorontsov situada en la calle Zámenka. Cuatro años después, el teatro inauguró su primera sala propia en la calle Petrovka, por lo cual se lo llamó Teatro Petrovski, y donde permaneció durante un cuarto de siglo de memorables actividades líricas. Hubo de esperar a la recuperación del imperio, tras las guerras napoleónicas, para que se inaugurase la nueva y fastuosa sala del Bolshoi, construida por el arquitecto Osip Beauvais sobre diseño de Andréi Mijailov. Para entonces se había incorporado a la compañía el coreógrafo y bailarín Adam Glushkovski, precursor de las grandes figuras de la danza del siglo XX y el ballet clásico ruso. Un nuevo incendio en 1853 hizo arder la sala durante una semana, dejando sólo unos calcinados muros y restos de la fachada. Tres años después el teatro había sido ya reconstruido enteramente con el aspecto externo, la lujosa decoración interior y el aforo de 2.300 localidades que ha conservado hasta la actualidad. A pesar de su fama mundial, el Bolshói estuvo a punto de ser demolido en 1918, ya que tras la Revolución Rusa, Lenin decía que la ópera “era un arte burgués” por lo que debía ser destruido. Pero sorprendentemente tanto Stalin como Anatoli Lunacharski, considerado el primer ministro de Cultura de la URSS, le hicieron cambiar de idea. Tras el derrocamiento de la dictadura comunista y el fin de la Unión Soviética en 1991, el Bolshói recobro sus aires de libertad. Fue cerrado en el 2005 para acometer una ambiciosa restauración y rehabilitación, la más grande de las muchas que ha sufrido en su historia. Una vez iniciada, los técnicos descubrieron que la inestabilidad del edificio era mayor de lo esperado, lo que retrasó y encareció considerablemente el proceso (finalmente unos 500 millones de euros). La reinauguración, inicialmente prevista para el 2009, tuvo que ser pospuesta hasta el 2011. Los trabajos recuperaron la acústica original de la sala, que se había perdido en gran medida debido a las sucesivas reformas durante la era soviética, restableciéndose asimismo la decoración original de1856, incluyendo las águilas bicéfalas (escudo original de Rusia) ubicadas tanto en la fachada principal como en el palco imperial y que habían ido suprimidos durante la dictadura comunista. Aunque en Moscú hay teatros con más capacidad, la grandeza del Bolshoi no se mide por cifras, sino por la riqueza de su historia y su prestigio incomparable. Referencia obligada para todo visitante de Moscú, el magnífico edificio está custodiado por amplios jardines con una bellísima fuente con surtidores, y su famosa fachada neoclásica, coronada desde 1825 por la escultura de Apolo conduciendo una cuadriga, que fascina a todo aquel que pose su mirada en él. Si la imagen te resulta familiar es porque quizás ya la hayas visto en los billetes de 100 rublos. Recorrer el interior del teatro es una experiencia inolvidable.

viernes, 15 de junio de 2018

SOTHEBY'S: A subasta la colección de joyas de María Antonieta, nunca vistas en 200 años

Joyas que pertenecieron a la reina de Francia María Antonieta, esposa de Luis XVI, serán rematadas el 12 de noviembre en Ginebra en Sotheby's, junto a otras similares que pertenecieron a varias generaciones de los Borbones, cuyos miembros formaron parte de algunas de las familias reales más importantes de Europa, según publica esta semana The Times. "Se trata de una de las colecciones de alhajas reales más importantes hasta ahora aparecidas en el mercado y que nunca antes se habían subastado", declaró la vicepresidente del departamento de Alta Joyería de Sotheby's en Europa, Daniela Mascetti, citada en un comunicado. "Mantenida lejos de las miradas, nunca vista en público, este extraordinario conjunto ofrece un acercamiento fascinante a la vida de esta familia durante los siglos pasados ya que recorre prácticamente la historia de Europa, desde el reinado de Luís XVI hasta la caída del Imperio Austrohúngaro", añadió. Entre los lotes descollantes de la colección, actualmente perteneciente a una sola y única familia, figuran un colgante en diamantes con una perla natural de un tamaño excepcional (26 mm x 18 mm), estimado entre 1 y 2 millones de dólares, un par de pendientes tasado entre 30.000 y 50.000 dólares, así como un collar compuesto por más de 300 perlas naturales, evaluado entre 200.000 y 300.000 dólares. Según Sotheby's, las perlas eran un material muy preciado por las familias reales europeas del siglo XVIII por su gran belleza y rareza. La colección comprende también varias joyas provenientes de múltiples casas reales europeas, como las de España, Francia y Austria. Destinada a Luisa de Francia (1819-1864), nieta de Carlos X, rey de Francia, y madre de Roberto I, duque de Parma, figura asimismo un impresionante juego integrado por 95 diamantes, entre los cuales cinco solitarios que pertenecieron a María Antonieta. Esta pieza está avaluada entre 300.000 y 500.000 dólares. La venta cuenta también con una tiara de diamantes obsequiada por el emperador austrohúngaro Francisco José (1830-1916) a su sobrina nieta la archiduquesa María Ana de Austria (1882-1940) para su boda con Elías de Borbón, duque de Parma (1880-1959). Esta diadema está firmada por Köchert, la prestigiosa casa vienesa fundada en 1814, joyería oficial de los emperadores de Austria durante cuatro generaciones (estimada entre 80.000 y 120.000 dólares). Como sabéis, cuando en marzo de 1791, Luís XVI, su mujer y sus hijos se aprestaban a huir de Francia tras el estallido de la Revolución Francesa - que acabaría con sus vidas - fueron detenidos en Varennes, y trasladados bajo arresto a Paris. Pero las joyas reales fueron enviadas con anterioridad a Bruselas, donde residía un hombre de confianza de María Antonieta. Éste las recibió y se las entregó al emperador de Austria, sobrino de María Antonieta, quien más tarde se las dio a la hija de ésta, María Teresa de Francia, joyas que más tarde heredaría su hija adoptiva Luisa de Francia y duquesa de Parma. Ésta las transfirió más tarde a su hijo Roberto I, el último duque de Parma antes que el ducado se anexara al reino de Italia, según Sotheby's.

viernes, 8 de junio de 2018

SZOBORPARK: Un tenebroso memorial al totalitarismo

Ubicado en Hungría, a pocos kilómetros de Budapest, se encuentra el Szoborpark (llamado en inglés Memento Park) y que es considerado como un siniestro recordatorio a la ocupación soviética que sufrió el país desde la II Guerra Mundial, cayendo desde entonces bajo la orbita comunista. Allí se han reunido muchas de las horribles y deformes estatuas desgastadas y oxidadas -‘arte socialista’ le decían - en los cuales se puede reconocer la estética estalinista, todo teñido de cierto culto a la personalidad, que afeaban las calles y plazas de Budapest y que fueron barridas tras el derrocamiento de la dictadura en 1991. En esa ocasión, muchos se preguntaron que hacer con estas monstruosidades. Ante la exigencia de hacer desaparecer a como de lugar estos odiados símbolos del régimen caído, en el Ayuntamiento de Budapest surgió la idea de crear un espacio donde exhibirlas al público. En poco tiempo se concretó el citado parque, situado en las afueras de la ciudad, donde se recogieron las esculturas y estatuas más importantes de esa época y que hoy atraen a algunos turistas por la curiosidad que despiertan. En la puerta del recinto, que imita la ‘arquitectura’ comunista - la cual ridículamente se pretendía heredera de las formas griegas - hay tres grandes estatuas de Marx, Engels y Lenin, así una gran plancha de metal en la que está escrito el poema “Una sentencia contra la tiranía” del poeta húngaro Gyula Illyes. El arquitecto del Szoborpark, Ákos Eleőd Junior, explicó por qué se eligió hacer un parque sencillo, en el que las estatuas parecen casi estar en su hábitat natural: “Me di cuenta de que si construía el parque con métodos más extremos, tendenciosos o realistas, como mucha gente esperaba de mí, habría acabado haciendo precisamente mi propio parque de antipropaganda para estas estatuas propagandistas, y que habría seguido los mismos patrones y prescripciones de un régimen criminal que erigió esos horribles monumentos, que por cierto no tienen ningún valor artístico. Con este parque pretendemos acercarnos a la dictadura comunista que subyugo a Hungría durante tantos años y al mismo tiempo, debido a que se ha discutido acerca de él, se ha descrito y se ha construido, este parque representa el triunfo de la democracia, en la cual se puede tener la oportunidad de hablar libremente acerca de lo que represento ese momento trágico en la historia de nuestro país” expresó. Efectivamente, una visita al citado parque en ruinas nos lleva al oscuro pasado de Hungría, que cayo en manos de los soviéticos durante la II Guerra Mundial y lo mantuvieron bajo su control mediante gobiernos títeres hasta su liberación en 1991. La influencia política y los controles de la vida artística del momento, dieron por resultado algunas de las esculturas más espantosas del siglo XX, reunidas hoy en este lugar. Ya en la entrada, sobre la izquierda, nos recibe una figura de Lenin, para darnos paso a un itinerario que nos llevará a ver la escultura de los autores del Manifiesto Comunista (Karl Marx y Frederick Engels) juntos en una misma obra. Algunos de los desvencijados monumentos aquí expuestos hablan de aquellos tiempos pasados, momentos oscuros que jamás volverán: “A la amistad Húngaro-Soviética”; “Al Movimiento Obrero”, a las “Brigadas Rojas” o el de “Béla Kun” y otras por el estilo. Llama la atención que por ningún lado se halla estatua alguna de Stalin - el más grande genocida de la historia - las cuales fueron destruidas con furia durante la Revolución Anticomunista de 1956, que posteriormente fue aplastada a sangre y fuego por los tanques soviéticos ante la hipócrita indiferencia internacional. Lo que si se reconstruyo posteriormente en el parque, es la tribuna y el pedestal donde se encontraba su estatua de 25 metros de altura y lo que quedo de las botas, tras ser arrancada en 1956 y destruida por la multitud. La directora de comunicaciones del parque lamento asimismo que en Hungría durante décadas, no se hubiera levantado ni una escultura en memoria de los soldados magiares muertos en la II Guerra Mundial, que participaron como aliados de los alemanes para combatir al comunismo, pero sí a los invasores soviéticos que formaron parte del ejército que ocuparon el país y lo sometieron a su antojo. La muestra de las esculturas se complementa con salas de exposiciones donde los visitantes pueden profundizar sus conocimientos históricos acerca de los crímenes del comunismo. Como podéis imaginar, el Szoborpark es una mirada al tenebroso pasado en la historia de Hungría que no se debe olvidar.

viernes, 1 de junio de 2018

TESOROS EXPOLIADOS: África reclama a Europa la restitución de sus antigüedades

En el Museo Quai Branly de París se exhiben unas estatuas procedentes del antiguo reino de Dahomey. La cédula dice que fueron una ‘donación’; en realidad, los tótems fueron robados en 1892 por las tropas francesas del general Alfred Amédée Dodds durante el saqueo del palacio de Abomey, la capital histórica del actual Benín. Es por ese motivo que su país de origen pide la restitución de sus tesoros expoliados durante la época colonial. “He venido para aprender cómo se usaban estos objetos, más que la forma en que llegaron aquí”, comenta Michael Fanning, estudiante estadounidense de Nueva Orleans, mientras admira las estatuas. “Pero, efectivamente, creo que deberían ser devueltas a quienes las fabricaron” agrego. Según Benín, en Francia hay entre 4 mil 500 y 6 mil objetos que pertenecen al país, incluyendo tronos, puertas de madera grabada o cetros reales. Esta escena se repite en todos los museos europeos que exhiben como ‘propios’ el patrimonio cultural de países a quienes saquearon bárbaramente. Es así como del Museo Británico de Londres al Museo Tervuren de Bélgica, sin olvidarnos del Louvre de París o del Pérgamo de Berlín, numerosas colecciones rebosan de objetos de arte llamados coloniales, adquiridos en condiciones a menudo discutibles. En aquella época, militares, antropólogos, etnógrafos y misioneros que recorrían los países conquistados volvían a casa con ‘recuerdos’ a menudo ‘comprados’ o ‘intercambiados’ en trueque, aunque generalmente hayan sido robados. Incluso el ex ministro francés de Cultura, André Malraux, fue condenado en 1920 en Camboya por haber intentado arrancar los bajorrelieves de un templo jemer. La controversia no es nueva y no concierne únicamente a África. Grecia lleva décadas reclamándole a Reino Unido la restitución de los frisos del Partenón, en vano. Pero el continente negro se ha visto especialmente afectado. África padeció una hemorragia de su patrimonio durante la colonización e incluso posteriormente con el tráfico ilícito, lamenta El Hadji Malick Ndiaye, conservador del museo de arte africano de Dakar. Más de 90 por ciento de las piezas importantes de África subsahariana se encuentran fuera del continente, según los expertos. Por su parte, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) apoya desde hace más de 40 años la lucha de esos países para que les restituyan sus bienes culturales desaparecidos durante la época colonial. Para Crusoe Osagie, portavoz del gobernador del estado de Edo, en Nigeria, no es normal que sus hijos tengan que ir al extranjero para admirar el patrimonio de su país. “Esos objetos nos pertenecen y nos los quitaron por la fuerza”, subraya. Igual que Benín, cuya petición de restitución fue rechazada por Francia en el 2016, otros países africanos han recibido negativas. Ha habido, sin embargo, algunas excepciones, como en el 2003, cuando el museo etnológico de Berlín devolvió una preciosa estatua de un pájaro a Zimbabwe, ex colonia británica. Los dirigentes africanos esperan ahora un cambio de actitud de Francia, luego de que el presidente Emmanuel Macron dijera en noviembre en Burkina Faso “que pondrá en marcha las condiciones para una devolución del patrimonio africano a África en un plazo de cinco años”. Una ruptura histórica, según el ministro camerunés de Cultura, Narcisse Mouelle Kombi. Su país, colonizado sucesivamente por Alemania, Francia y Gran Bretaña, es uno de los principales interesados, afirma. Macron se comprometió con los africanos a cambiar lo que han sido las cinco últimas décadas de la política de nuestros museos: encontrar las artimañas jurídicas necesarias para evitar devolver las piezas, observa el historiador Pascal Blanchard, especialista en la época colonial. Con todo, sigue habiendo numerosos obstáculos técnicos y jurídicos, admiten los dos expertos que el presidente Macron nombró en marzo para hacer realidad su promesa. Para negarse a devolver las obras, los expertos europeos han argumentado durante años que los museos africanos no tienen las condiciones idóneas de seguridad y conservación. Pero según el conservador del museo de Dakar, El Hadji Malick Ndiaye, se trata de un viejo debate, incluso paternalista. En África existen numerosas instituciones museísticas, en Sudáfrica, Kenia, Malí o Zimbabwe, asegura. El Museo Británico ha propuesto préstamos a Nigeria o a Etiopía, saqueadas durante una expedición británica en 1868, pero se resiste a restituir los bienes. El debate está más avanzado en Alemania, país sensible a éste por los saqueos sufridos por los rusos tras la II Guerra Mundial. Varios museos están trabajando para identificar el origen de miles de obras procedentes de la época colonial, cuando Alemania controlaba Camerún, Togo o Tanzania. Es el caso del Humboldt Forum, que abrirá próximamente en el reconstruido Palacio Imperial de Berlín y especificará la procedencia de los objetos. Se trata solo del primer paso, ya que hay un largo camino por recorrer para que otros países como Francia, Bélgica y el Reino Unido - como potencias coloniales de África - restituyan a sus legítimos dueños todo lo que les robaron, aunque es triste reconocerlo, que será muy difícil que ello ocurra alguna vez.
actualidad cultural
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