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viernes, 21 de febrero de 2025
VLADIMIR I EL GRANDE: El rey que unió a Rusia al mundo de la cristiandad
A principios del siglo IX surgió entre el mar Báltico y el río Dniéper el embrión del primer Estado del mundo eslavo oriental: la Rus de Kiev, que posteriormente se convirtió en Rusia. Su población estaba formada por las tribus eslavas que se habían instalado en aquellas regiones desde el siglo VI, aunque la élite dirigente estaba compuesta por los llamados varegos, guerreros y comerciantes de origen vikingo que se hicieron con el control de las rutas comerciales entre el mar Báltico y el mar Negro. En 882, Oleg tomó Kiev y él y sus sucesores, Ígor y Sviatoslav, ampliaron sus dominios hasta amenazar al Imperio bizantino. Pero sería Vladímir I quien consagró la hegemonía de la Rus de Kiev y tomaría además una decisión que marcaría la historia de los eslavos orientales: convertirse al cristianismo. Según cuenta la Primera Crónica Eslava, la fuente más antigua sobre los eslavos orientales, compilada a principios del siglo XII a partir de textos anteriores, Vladímir fue el tercer hijo de Sviatoslav. Su madre, Malusha, había sido ama de llaves de su abuela, la princesa Olga. Este nacimiento relativamente humilde debiera haberlo excluido del acceso al trono, y de hecho antes de morir en 972 Sviatoslav designó como sucesor a su hijo mayor, Yaropolk. La primera referencia que encontramos sobre Vladímir se remonta al año 970, cuando los habitantes de la ciudad septentrional de Nóvgorod pidieron a su padre Sviatoslav que les proporcionara un príncipe, bajo la amenaza de buscarlo ellos mismos. Sviatoslav designó para ese cargo de responsabilidad a Vladímir, que tenía apenas 15 años, siguiendo el consejo de su cuñado Dobrynia. Pero pasados diez años, la vida de Vladímir experimentaría un brusco giro. El entonces príncipe de Nóvgorod quiso casarse con Rogneda, heredera de la dinastía varega de la ciudad de Polotsk, pero ésta rechazó la propuesta de matrimonio de Vladímir por la baja condición de la madre de éste: “No quiero descalzar al hijo de una sierva, pero quiero casarme con Yaropolk”, declaró. Su negativa tendrá terribles consecuencias: Vladímir reunió un contingente de guerreros eslavos, escandinavos y urálicos y atacó Polotsk, matando al padre de Rogneda, el príncipe Rógvolod, y a sus dos hermanos, y tomando por la fuerza a Rogneda como esposa. Pero la ambición de Vladímir no acabó ahí, ya que ese mismo año emprendió el asalto al trono de Kiev en una lucha fratricida contra su propio hermano Yaropolk. Tres años antes éste había atacado a otro de sus hermanos, Oleg, provocando su muerte, y a consecuencia de ello Vladímir había debido huir de Nóvgorod y refugiarse en Escandinavia, desde donde volvió con refuerzos dispuesto a vengarse. Lo primero que hizo Vladímir fue ganarse a Blud, el consejero y mano derecha de Yaropolk: “¡Sé amigo mío! Si mato a mi hermano, te consideraré a ti como mi padre y recibirás un gran honor de mí; porque yo no empecé a matar a los hermanos, sino él. Yo, habiéndome asustado de esto, intervine contra él”. Siguiendo el consejo traicionero de Blud, Yaropolk huyó de Kiev, dejando la ciudad en manos de su hermano y rival. Luego acudió a una entrevista con su hermano para firmar con él un aparente acuerdo de paz, pero se trataba de una trampa mortal. Como relata la Primera Crónica Eslava: “Cuando cruzó las puertas, dos varegos alzaron sus espadas y se las clavaron en el vientre. Blud cerró las puertas y no permitió entrar tras él a los suyos. Y así fue asesinado Yaropolk”. Luego de hacerse con el trono de su hermano, también violó a su mujer, que era una monja griega. La viuda de Yaropolk dio a luz a Sviatopolk, llamado “hijo de dos padres”. Nacido del doble pecado de un fratricidio y un adulterio, Sviatopolk reproduciría ya en su edad adulta el mal que lo había engendrado, al hacer asesinar a dos de sus hermanastros durante la guerra fratricida que se desataría tras la muerte de Vladímir en 1015. De este modo sangriento comenzó el reinado de Vladímir como único monarca de la Rus de Kiev, el embrión de Rusia. Vladímir consolidó las conquistas territoriales hechas por su padre Sviatoslav y obtuvo victorias sobre los polacos, los búlgaros del Volga y sobre diversas tribus bálticas y finesas. También sofocó las rebeliones de varias tribus eslavas en el interior. Pero el asunto que más ocupó los primeros años de reinado de Vladímir fue el de la actitud que cabía tomar ante el cristianismo. Al parecer, la abuela de Vladímir, Olga, fue la primera de la dinastía reinante en adoptar el cristianismo de manos del emperador Constantino VII Porfirogénito, en el transcurso de un viaje a Constantinopla que tuvo lugar en 955. A pesar de los intentos de Olga de difundir la fe cristiana, Sviatoslav restauró el paganismo. En cuanto a Vladímir, la primera medida que tomó tras alcanzar el poder fue renovar el panteón de los dioses paganos venerados en el santuario de la colina tras su palacio de Kiev, a cuyos ídolos ofreció sacrificios humanos de jóvenes de ambos sexos. Todo cambió en 988. Vladímir arrebató al Imperio bizantino la ciudad de Quersoneso, en Crimea, y a continuación ofreció devolverla a los dos coemperadores de Constantinopla, Basilio II y Constantino VIII, a cambio de que le concedieran en matrimonio a su hermana Ana. Éstos aceptaron, pero con una condición: que el monarca se convirtiera al cristianismo. Vladímir lo hizo así. Tras bautizarse en una ceremonia solemne, destruyó los ídolos de los dioses paganos en Kiev y ordenó el bautismo colectivo de todos sus súbditos en el río Dniéper, mandando decir por toda la ciudad: “Si no viene alguien mañana al río, sea rico, o pobre, o indigente, o esclavo, será un enemigo para mí”. Además, promovió la construcción de iglesias en Kiev y por todo su reino así como la fundación de escuelas para instruir a los niños en las Sagradas Escrituras. Aunque la religión provenía de Constantinopla, el servicio se realizaba en lengua vernácula, ya que la Biblia había sido traducida al antiguo eslavo eclesiástico por los misioneros Santos Cirilo y Metodio en el siglo IX. Su conversión al cristianismo contrasta con su vida anterior como pagano. El monarca fue un polígamo inveterado, que engendró hijos con cinco mujeres distintas y además se decía que “tenía trescientas concubinas en Vyshgorod, trescientas en Biélgorod y doscientas en Berestovo. Y llevaba a su residencia a mujeres casadas y […] doncellas”. Pero todo ello le fue perdonado en virtud de su bautismo y la cristianización forzosa de su reino. Como decía la Primera Crónica Eslava, aun “siendo un pagano, al final halló la salvación eterna”, y siglos más tarde alcanzó incluso la santidad. Vladímir murió el 15 de julio de 1015. La crónica explica además cómo, paradójicamente, el introductor del cristianismo en la Rus fue enterrado con un típico rito funerario pagano: “Por la noche, abriendo un agujero en el suelo entre dos cámaras, y envolviéndolo en un tapiz, con unas cuerdas lo bajaron a tierra; y poniéndolo en un trineo, se lo llevaron y lo pusieron en la iglesia de la Santa Madre de Dios”. A su muerte se desató una feroz lucha por la sucesión. El príncipe Sviatopolk “el Maldito” ordenó asesinar a sus hermanastros Boris y Gleb, lo que llevó a otro de los hermanos, Yaroslav, a marchar contra él y derrotarlo en la batalla de Lubech en 1016. Sviatopolk regresó en 1018 y recuperó Kiev con ayuda de los polacos, pero al año siguiente éstos se retiraron, enfrascados en su lucha contra el emperador alemán Enrique II, lo que permitió a Yaroslav I derrotar de nuevo y ejecutar a su hermano, dando inicio a un período de prosperidad y de florecimiento cultural que le hará merecedor del sobrenombre de “el Sabio”. Bajo su mando, Kiev se convirtió en el principal centro político y cultural de Europa del Este. Yaroslav embelleció su capital con la catedral de Santa Sofía, una iglesia de estilo bizantino que todavía se mantiene en pie, y fomentó el crecimiento del monasterio de Pechersk bajo el reinado de Antonio de Kiev. Yaroslav también recopiló libros y los hizo traducir. En un intento de evitar el tipo de derramamiento de sangre familiar que había precedido a su propio ascenso al poder, Yaroslav introdujo un orden de sucesión que privilegiaba la antigüedad pero sostenía que el territorio de la Rus de Kiev en su conjunto pertenecía a la familia. Ese edicto no tuvo un efecto duradero y, tras la muerte de Yaroslav en 1054, sus hijos dividieron el imperio en facciones en guerra. El título de gran príncipe de Kiev perdió su importancia y la conquista mongola del siglo XIII acabó decisivamente con el poder de Kiev. Los restos del Rus de Kiev persistieron en varios principados, siendo el más importante el ubicado al noreste, donde los eslavos colonizaron el territorio que llegaría a llamarse Moscovia, aliándose y mezclándose con los pueblos ugro-fineses que ocupaban la zona. La ciudad de Rostov fue uno de los centros más antiguos del noreste, aunque suplantado posteriormente por Súzdal en primer lugar, y luego por la ciudad de Vladímir, que llegó a ser la capital del Principado de Vladímir-Súzdal. Las crónicas registraron un gran tráfico migratorio desde la región de la Rus de Kiev hacia el norte, para escapar de las continuas incursiones de nómadas túrquicos. A medida que las tierras del sur fueron despoblándose y más boyardos, nobles y artesanos iban llegando a la corte de Vladimiro, el principado fue destacándose como potencia dentro de los dominios de la otrora Rus de Kiev, convirtiéndose en su heredera política y espiritual. Así, en 1299, a resultas de la invasión mongola, el obispo metropolitano Máximo de Kiev se desplazó de Kiev a Vladímir completando su sustitución como centro religioso para las regiones septentrionales, mientras que en 1325, el príncipe de Moscovia Iván I trasladó al metropolita Pedro de Kiev desde Vladímir a Moscú, fundada en 1147 como la nueva capital de Rusia. El resto, es historia conocida.
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