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viernes, 17 de mayo de 2019

MALBORK: El castillo de los Caballeros de la Orden Teutónica

Situado en Pomerania, en territorios de la antigua Prusia que hoy son parte de Polonia, el castillo de Malbork (en alemán, Marienburg) fue el detonante para que Europa recordara la historia de los Caballeros Teutónicos en la Edad Contemporánea, durante el romanticismo. Como sabéis, esta Orden fue creada en 1190 en Acre (Palestina) para dar apoyo a los Cruzados en su lucha contra el Islam. Cuando estos fueron expulsados de Oriente Medio, la Orden no desapareció, sino que se trasladó a Europa. Primero asistió al rey de Hungría en Transilvania para combatir al sultán turco, pero tuvieron que abandonar el país por intentar hacerse con el poder. Entonces en 1230, pusieron su atención en el Báltico, específicamente en Prusia. Allí, el emperador alemán les otorgó una serie de tierras desde donde se expandieron a territorios hoy pertenecientes a Polonia, Estonia, Letonia, Lituania y Rusia. Así, los Caballeros Teutónicos habían mutado de ser una Orden religiosa a un estado monacal. Como tal, batalló contra sus vecinos, fueran cristianos o no. En 1410, una coalición de polacos y lituanos les dejó muy tocados en la batalla de Grunwald, pero de una forma u otra han sobrevivido como Orden hasta nuestros días. El principal objetivo era cristianizar los países del Báltico, de religión pagana. Durante el siglo XIII, estos se rebelaron hasta en cinco ocasiones contra el dominio teutón. En 1260 consiguieron anotarse una grave derrota en Durbe, pero los caballeros se repusieron y retomaron el control. Es en ese momento cuando se construye Malbork para reafirmar este poder. Heinrich von Wilnowe fue el primer constructor hasta 1300, cuando se acabaron las primeras obras y los teutones trasladaron al lugar sus principales órganos de gobierno. Posteriormente, el Maestro Siegfried von Feuchtwangen, decidió ampliar la fortaleza. Fue la primera de varias ampliaciones que hicieron de este castillo uno de los más grandes de Europa, capaz de alojar hasta 3.000 caballeros. La localización a orillas del río Nogat, sobre una península, permitió que Malbork creciera como castillo y como ciudad comercial, convirtiéndose en el proceso en un miembro de la liga hanseática. Sobre 1406, el castillo adquiere su forma y extensión actuales. Cuatro años después fue asediado por la coalición de polacos y lituanos en su intento de debilitar al poder teutón. Sin embargo, una buena planificación por parte del Maestro de Heinrich von Plauen, sumado al cansancio acumulado por las tropas enemigas, hicieron que el asedio fuera un fracaso. El castillo resistió dos meses de asedio y los teutones lograron firmar una paz que prolongó su poder. Este solo pudo durar hasta 1456, cuando la Orden, ahogada por las deudas, no pudo pagar a sus mercenarios y fue presa fácil para los polacos, que la convirtieron en su residencia real durante varios siglos. A finales del siglo XVIII con la partición de Polonia entre Prusia, Austria y Rusia, Malbork presentaba un estado ruinoso, por lo que se planteó su derribo, pero el arquitecto Friedrich Gilly consiguió recuperar la historia de la Orden y reconstruyo el castillo. Convertido en un santuario del nacionalismo alemán durante el III Reich, sufrió graves daños durante la II Guerra Mundial, por lo que volvió a ser restaurado. De hecho, las obras de recuperación realizadas en Malbork se encuentran entre los primeros ejemplos de restauraciones respetuosas con el pasado de la historia de la arquitectura. Había mucho que hacer, ya que el castillo con sus 18 hectáreas y su invariable ladrillo rojo se encuentra entre los más grandes del continente. Su estilo es gótico, pero con particularidades propias de la Orden. Dividido en tres partes, el castillo alto -modelo para otros castillos teutones - es un cuadrado con patio central. En un ala se instaló una capilla cuyo presbiterio desborda el cuadrado y tiene una entrada policromada. En el castillo medio destacan el Palacio de los Maestros con su torre residencial, diseño de interiores, bóvedas, iluminación y especialmente el refectorio con sus esbeltas columnas. La última expansión es más modesta, pero obligó a extender las fortificaciones y fosos. Hoy Malbork cuenta con unos 40.000 habitantes. La mejor manera de llegar es en tren y la visita suele llevar todo el día. Son unas dos o tres horas desde Varsovia o mucho menos si venimos desde Danzig (Gdańsk). El castillo está a unos diez minutos de la estación de tren, aunque es una buena idea rodear e incluir la vista desde el otro lado del río, donde mejor luce Malbork. La mejor época para visitarla es el verano, aunque también es cuando más turismo hay. Cabe destacar finalmente que en el mes de julio se reedita de forma festiva el fallido asedio del castillo por parte de tropas polaco-lituanas, enemigos acérrimos de los Caballeros Teutónicos, cuya fama perdurara por siempre.
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