SONIDOS DEL MUNDO

viernes, 8 de marzo de 2019

ATILA: La eterna personificación del mal

“Por dónde pisaba su caballo no volvía a crecer la hierba”, reza uno de los dichos sobre Atila, en referencia al caos y la destrucción que este monstruo causaba a su paso. Fue rey de los hunos, (hiong-nu) una tribu nómada de origen asiático que llegó a Europa y se extendió desde el Danubio hasta el mar Báltico y fue un verdadero quebradero de cabeza para el Imperio Romano. Apodado ‘el azote de Dios’, Atila se convirtió en el gobernante de los hunos luego de heredar el trono de su padre en el año 434 y asesinar a su hermano Bleda en 445, con quien compartía el gobierno para así hacerlo de manera solitaria. Unificados por Atila, los hunos hostigaron arduamente al Imperio Romano de Oriente en un principio. Posteriormente, a partir del año 449, Atila comenzó a dirigirse a Occidente e invadió la Galia en el año 451. Un año más tarde penetró en el norte de Italia y estuvo a punto de provocar la caída del Imperio Romano. Fue la intervención del papa León I  la que detuvo a Atila a las puertas de Roma a cambio del pago de un elevado tributo. No obstante, incumpliendo su palabra como el bárbaro que era, Atila se preparo para atacarla. Sin embargo, no pudo llegar a ejecutar su pérfido plan ya que murió en el año 453 durante su noche de bodas a causa de un ataque de apoplejía, bañado en su propia sangre. Su cuerpo fue colocado en un ataúd revestido de hierro, oro y plata. El hierro representaba a sus conquistas; el oro y la plata, los tributos recibidos por ambos Imperios Romanos. A un lado de su cuerpo se encontraban su espada real, su arco y flecha, su lanza y una gran cantidad de joyas y ornamentos. Según la leyenda, Atila yace en el fondo del río Tisza, en Hungría central. Miles de esclavos levantaron diques temporales que retenían las aguas del río mientras se preparaba la tumba. Una vez que se colocaron sus restos, los diques fueron desmantelados, las aguas del Tisza inundaron el fondo del río nuevamente y tanto los esclavos como los miembros de su guardia personal que trasladaron su cuerpo fueron ejecutados inmediatamente, asegurando que su sitio de descanso eterno se mantuviera en secreto por siempre. Para los romanos, la muerte de Atila fue motivo de gran alegría. Los imperios se habían salvado. En oriente, el Emperador afirmó que Dios le había informado sobre el fallecimiento de Atila la misma noche en que murió. "Tuve un sueño – dijo – en el cual el arco roto del bárbaro fue traído ante mí". Cierta o no esta historia, su simbolismo es bastante apropiado; ciertamente, el arco del huno estaba roto. Luego de la muerte de Atila, sus hijos asumieron el poder, pero ninguno demostró ser apto para llevar a cabo la tarea. Los hunos, que bajo Atila habían estado juntos como nunca antes, cayeron en el caos y la guerra civil. Para el año 469 d. C. el imperio huno era apenas un horrible recuerdo. Debido a sus innumerables crímenes cometidos, tanto en el mundo latino como en el anglosajón, Atila es recordado como un bárbaro cruel y destructor. Las raíces de esta concepción pueden rastrearse hasta los historiadores romanos, quienes comenzaron a escribir en contra de los hunos, calificándolos de tribus salvajes y hordas de infrahumanos sedientos de sangre. En casi todas estas crónicas, Atila es culpable de atrocidades viles e indecibles abominaciones como nunca antes se habían visto en Europa y que no volverían a suceder hasta los tiempos de Stalin. En el mundo germánico por el contrario, se ha conservado una idea muy diferente de Atila. Irónicamente, ha sido recordado favorablemente por aquellas culturas de los pueblos que él conquistó. En las épocas germanas medievales, como la canción de los nibelungos, Atila fue representado “como un rey pacífico y sin ambiciones, como un esposo y padre modelo” casado con una mujer dominante, cuando la realidad fue muy distinta. En Hungría es considerado “un héroe nacional”, un símbolo del pasado noble y orgulloso de la nación; aunque los húngaros de hoy sólo desciendan en parte de los hunos. Visto en el contexto de su tiempo, Atila supo aprovechar la debilidad de sus enemigos para lograr unificar una federación de tribus nómadas dispersas, transformándolas en una de más temibles maquinas asesinas que se recuerde. En este proceso de muerte y destrucción por el dirigido, Atila el bárbaro pudo convertirse así en uno de los más siniestros e infames personajes de la historia.
actualidad cultural
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