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viernes, 5 de enero de 2018

EL ZOROASTRISMO: Una milenaria religión que perdura a través del tiempo

Considerada la religión oficial del Imperio Persa y basada en las enseñanzas del profeta Zoroastro (Zaratustra), nació entre el siglo IX y X a.C. y es una de las religiones vivas más antiguas. Practicada también en otras regiones habitadas por los antiguos persas (como por ejemplo, Afganistán, Tayikistán, la India Occidental y gran parte de Asia Central), el zoroastrismo es hoy una religión minoritaria en el actual Irán, y cuenta con unos 300,000 seguidores en todo el mundo. Rinden culto al fuego y al Sol (gran bola de fuego), que representa la energía del creador. Es por ello que normalmente rezan frente a una fuente de luz. Es importante recalcar que no adoran al fuego en sí sino que es un símbolo de la divinidad. Cuando fallecen, los miembros del zoroastrismo son llevados hasta las llamadas Torres del Silencio, alejadas de la ciudad. En lo alto de esa gran estructura de piedra y forma circular se colocan los cadáveres en circunferencia para que los buitres y demás aves carroñeras porten los restos humanos hacia el Sol. Como sabéis, el zoroastrismo - también llamado mazdeísmo - surge como una reforma del politeísmo que existía en la región del Turquestán. Zoroastro introdujo sus enseñanzas como un profeta que innovaba sobre los conocimientos que ya existían. Su doctrina se centra en las cuestiones relativas a la naturaleza espiritual y moral del hombre y trata de explicar la condición humana, así como el encuentro del bien y el mal. Aunque ha sido descrito en ocasiones como dualismo, el zoroastrismo enseña una doctrina que trata de resolver el problema del mal. Una importante afirmación radica en que el hombre posee la libertad de elección moral. De este modo la predestinación es rechazada, ya que los hombres son responsables de su realidad y deben actuar para cambiarla. La recompensa, el castigo, la felicidad… dependen de cómo las personas vivan su vida. La moral zoroastrista se resume en la frase: "buenos pensamientos, buenas palabras, buenos actos". Esta religión reconoce a Ahura Mazda (el señor de la sabiduría) como el único creador increado de todo, es el comienzo y el fin, el que no puede ser visto, el eterno, el puro y la única verdad. La creación de Ahura Mazda es la antítesis del caos. Todo el universo, incluida la humanidad, está implicado en este conflicto entre el orden y el caos. Es así como en la tradición zoroastrista el mal es representado por Angra Mainyu (el principio destructivo). Por otra parte existe el concepto de Ley Eterna (Daena), cuyo orden ha sido revelado a la humanidad, es el orden correcto del universo, el cual debe seguir la humanidad, sería una especie de camino santo. Esta Ley Eterna no se debe confundir con el principio de asha, la ley que rige todo el universo, todo lo observable por ejemplo la salida o puesta de sol. Cabe destacar que los zoroastristas no permiten la conversión de las personas ajenas a la religión, un tema que genera polémica entre los propios seguidores. El principal problema es la consanguineidad. Al ser una religión restrictiva, están muy limitados en su crecimiento. Los persas abrazaron el zoroastrismo como religión del Imperio en el periodo aqueménida, culminando su expansión durante la dinastía sasánida (226-651 d. C.), convirtiéndose Persia en la gran enemiga de Roma y posteriormente de Bizancio, con quienes se enfrentaron en largas y costosas guerras que a la larga la debilitaron, posibilitando su conquista por parte de los musulmanes en el siglo VII, quienes impusieron el Islam en todo el territorio, forzando a los seguidores de Zoroastro a partir al exilio - especialmente a la India, donde sus descendientes, conocidos como los Parsis, fundaron Bombay, convertida en la capital mundial del zoroastrismo - o refugiarse en las montañas. Perseguidos implacablemente debido a su fe, no pudieron sin embargo, ser doblegados. En el siglo XX otra dinastía, la Pahlevi, fomentó su renacimiento como religión para un nuevo Estado llamado Irán, pero este periodo fue breve: en 1979, otra revolución impuso la República Islámica y volvieron a la clandestinidad. Con el tiempo se levantaron ciertas prohibiciones y sus seguidores pudieron volver a practicarla, aunque con muchas restricciones. Si bien actualmente es una religión reconocida en la República Islámica de Irán, sufren de discriminación diaria, intimidación e incluso acoso por parte las facciones más rigoristas del Islam chiíta bajo acusaciones de que “amenazan la seguridad nacional y corrompen los valores de la Revolución islámica”. Los zoroastrianos en Irán, cuyo censo oscila entre los 25.000 y los 90.000 habitantes, viven en su mayoría en los alrededores de Yazd y Kerman (centro). Oficialmente, junto con los cristianos armenios y caldeos asirios, son una minoría religiosa protegida por la Constitución iraní, con representación parlamentaria garantizada, pero en la práctica, tienen vetado el acceso a altos cargos del gobierno y las fuerzas armadas, y muchos zoroastrianos denuncian presiones para cambiar su religión. Las montañas de Persépolis recuerdan a su vez el glorioso pasado del imperio persa de la dinastía aqueménida, levantado sobre el zoroastrismo y cuya iconografía del sol alado del Zoroastro -farohar- impregna todo lo iraní. Sus lugares de culto como los Templos de Fuego, entre ellos el ubicado en Yazd, incluido en julio en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO, son gestionados hoy en día por sus sacerdotes, los “mobeds”, y la Sociedad de Zoroastrianos en Irán, quienes buscan conservar sus tradiciones y ofrecer al visitante un auténtico acercamiento a la cultura persa y zoroastriana.
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