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viernes, 14 de julio de 2017

NI ISIS PUDO CON ELLA: El renacimiento de la milenaria ciudad de Hatra

ISIS, aquella bestia sionista financiada, armada y entrenada por los EE.UU. y Arabia Saudita con el objetivo de desatar el caos y el terror en el Medio Oriente para ‘justificar’ el intervencionismo estadounidense en esa estratégica región y que hoy forma parte del basurero de la historia, se ensaño de manera sistemática con el patrimonio cultural de aquellos lugares que estuvieron bajo su control, saqueando sus tesoros arqueológicos para venderlo en el mercado negro y dinamitando todo aquello que no pudo robar y Palmira (ubicada en Siria) fue un trágico ejemplo de ello. Pero no fue la única victima de ese acto de barbarie, aunque hubo casos en los que por más empeño que puso en borrar todo vestigio de ellas, simplemente no pudo hacerlo. Un ejemplo es la ciudad de Hatra, la más importante reliquia de la antigua civilización parta, que pudo sobrevivir al fanatismo terrorista que si bien destruyó parte de sus monumentos, no pudo derribar las imponentes fortificaciones que en el siglo II frenaron a los romanos. Levantada en medio del desierto a unos 90 kilómetros al sur de Mosul (en la actual Iraq). Su ubicación estratégica hizo de ella una ciudad fabulosa y envidiada por su gran riqueza. Hatra, probablemente un antiguo asentamiento asirio, fue poblada desde el siglo I a.C. y se convirtió en un pequeño Estado autónomo bajo dominio parto. En el siglo II d.C. resistió diversos ataques de los romanos, pero fue finalmente el soberano sasánida Sapor I quien conquistó y destruyo la ciudad en 240-241 d.C. Reducida en gran parte a ruinas, desde entonces Hatra cayó en el olvido. El último testigo occidental que habló de ella fue el historiador romano Amiano Marcelino, que la menciona como “una antigua ciudad situada en una zona no habitada, que está desierta desde mucho tiempo atrás”. No surgió ninguna población cerca de los restos, lo que sin duda contribuyó a su preservación. También inspiró algunos relatos árabes que se referían a una legendaria urbe con inmensas construcciones llamada al-Hadr. El honor del redescubrimiento de Hatra suele atribuirse a John Ross, un funcionario adscrito al consulado británico de Bagdad, que entre los años 1836 y 1837 visitó el yacimiento a pesar de la inseguridad que reinaba en la zona. Tras él, William Francis Ainsworth publicó en 1841 las notas de su visita a las ruinas, que describió como espectaculares a pesar de que acceder a ellas era casi imposible a causa del terrible clima y de la animadversión mostrada por los lugareños hacia todos los que intentaban acercarse al lugar. Estas noticias llamaron la atención del arqueólogo inglés Austen Henry Layard, famoso por sus descubrimientos en Nínive. A pesar de las advertencias de sus compatriotas ingleses y de los árabes, que le aseguraban que no saldría con vida de la empresa, Layard proyectó en 1846 una expedición para realizar una primera prospección arqueológica de la ciudad. Acompañado de su amigo Edward Mitford y de otros tres guías locales, y cargando únicamente con cuatro pistolas, abundante munición, unas capas y una bolsa de galletas, Layard se encaminó hacia las ruinas. Tras dormir varias noches al raso o en establos abandonados, al final pudo contemplar la ciudad, que identificó erróneamente como una ciudad babilónica. En su informe describió el emplazamiento estratégico del asentamiento, en una llanura elevada a unos tres kilómetros al oeste del wadi Tharthar, y proporcionó asimismo interesantes datos acerca del tamaño y la forma del yacimiento. El resultado de los trabajos arqueológicos debe atribuirse principalmente a los estudiosos iraquíes que trabajaron en el yacimiento desde 1951. Como una curiosidad, cabe destacar que la ciudad sirvió como lugar de filmación de la escena de apertura de la película The Exorcist en 1973. Su lejanía probablemente la protegió de daños y saqueos luego de la invasión estadounidense de 2003 a Irak, pero no sucedió lo mismo cuando la ciudad fue capturada por ISIS en el 2014. En marzo del 2015, se difundieron informes a través de los medios de comunicación indicando que gran parte de la ciudad había sido destruida, pero cuando ISIS publicó un video de la destrucción al mes siguiente, mostró a los terroristas desfigurando con martillos o disparando con ametralladoras algunas estatuas sin llegar a destruir los edificios. Tras la liberación de la ciudad por las fuerzas iraquíes se descubrió el motivo de ello y es que la utilizaron no solo para almacenar municiones y explosivos, sino también como un centro de entrenamiento, sabiendo que los aviones de la coalición no bombardearían un sitio histórico invaluable. Sin embargo al hacerlo, también preservaron el lugar, ya que si lo destruían completamente, no les proporcionaría la protección que deseaban. Aparte de las numerosas huellas de balas que muestran tanto las esculturas como las paredes de los edificios, estas parecen ser estructuralmente sólidas y el sitio se parece en mucho a como se encontraba antes de su caída en manos de ISIS. La directora de Patrimonio en la provincia de Nínive, Laila Mahmud Saleh, dijo que la destrucción de la ciudad no se compara con lo le ocurrió a los otros sitios arqueológicos de Irak. Si bien los terroristas robaron algunas piezas valiosas y destruyeron prácticamente todas las estatuas antiguas, dejaron los pedazos destrozados en los almacenes, lo cual abre la posibilidad a que algunas sean restauradas, según la responsable. No obstante, será necesario formar un comité para realizar un inventario de las antigüedades que han sido robadas y contabilizar los daños. Por lo visto, Hatra pudo salir airoso de esta dura prueba, a diferencia de otros sitios arqueológicos que no tuvieron la misma suerte, pero su lejanía impedirá que se convierta en una atracción turística importante, lo cual paradójicamente también ayudara a su supervivencia, algo que sin duda será un consuelo para muchos iraquíes.
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