SONIDOS DEL MUNDO

viernes, 2 de marzo de 2012

MUSEO NACIONAL DE BAGDAD : En busca de su grandeza pérdida

Irak es considerado por diversos estudiosos e investigadores como la cuna de la Civilización Mundial. Antes de la invasión estadounidense, el Museo Nacional de Bagdad - construido en 1926 - contaba con invaluables elementos tanto de la Edad de Piedra,la Época Bíblica y la Cultura Islámica. El museo contenía piezas únicas y las colecciones más importantes sobre la historia de la antigua Mesopotamia, cuna de las civilizaciones sumeria, babilónica y asiría, a las que la humanidad debe la invención de la escritura, la ley escrita y las primeras ciudades. Mantuvo su tremenda importancia arqueológica hasta el final del régimen de Saddam Hussein, cuando EE.UU. encabezó en marzo del 2003 una infame coalición internacional para derrocarlo e instalar un gobierno títere y colaboracionista - con el objetivo de apoderarse de su inmensas riquezas de gas y petróleo - tal como ocurrió luego. Durante la invasión del país, el caos se apodero de la capital con la entrada de los invasores que la sometieron a un saqueo generalizado siendo una de sus principales victimas este edificio emblemático que albergaba una magnifica colección que era la envidia de Occidente. Así se cree que unas 15.000 antigüedades fueron robadas entre el 20 y 23 de marzo de aquel año, de las cuales apenas algo menos de la mitad ha podido ser recuperada. Se teme que el resto haya sido vendido a coleccionistas particulares, pese a los esfuerzos internacionales. Entre las piezas que faltan, hay entre 40 o 50 de gran importancia histórica, de acuerdo con la UNESCO. Estados Unidos es considerado el responsable del saqueo del edificio porque sus tropas no intervinieron para evitar el arrasamiento del museo. Los invasores estadounidenses observaron sin inmutarse como los saqueadores se llevaban las valiosas piezas, porque "no tenían obligación de intervenir" según informó la BBC. Asimismo, el fuego y los ladrones destruyeron otro de los tesoros de Irak, como la Biblioteca Nacional de Bagdad, que albergaba decenas de documentos antiguos, cartas históricas y coranes, manuscritos de literatura árabe y otomana que fueron reducidos a cenizas, entre llamas de cien metros de altura. Luego de la devastación por el mongol Hulagu Khan en 1248, que arrasó la Bagdad califal, este expolio quedará como el intento más brutal, previsto y consentido, de aniquilar su significación cultural. Al recorrer las salas del Museo de Bagdad se podía contemplar, casi palpar, el fabuloso acervo de piezas de la civilización sumerio-acadia que allí se conservaba y que la hacía renacer a nuestra mirada: no sólo piezas excepcionales como el carnero enramado de Ur (2600 antes de Cristo) o la cabeza de rey acadio (2300 antes de Cristo): esculturas, estelas, relieves (¡los de Kalah y Nínive!), cerámica decorada, joyas de todo tipo, cilindros-sellos, figurillas, armas de bronce y piezas de sílex daban fe de una cultura plurimilenaria que fue el inicio y dio impulso a la nuestra propia a través de la transmisión griega y romana posterior. Sin mencionar el cúmulo inmenso de tablillas cuneiformes que nos hablaban directamente de sus propios logros y problemas. Todo esto ha desaparecido, destrozado o secuestrado, para emprender la oscura ruta del mercado negro de las antigüedades que desde años florecen en Suiza, Reino Unido y Estados Unidos. Han pasado varios años de la tragedia y el Museo ha reabierto sus puertas y los afortunados pueden volver a ver los famosos toros alados de la época asiria que se salvaron gracias a que los conservadores los protegieron como pudieron. Sin embargo aun queda mucho por hacer. No se han terminado por restaurar numerosas esculturas que fueron destruidas al no poder llevárselas durante el saqueo, ni se han terminado de recatalogar los fondos, ni se dispone de medidas de seguridad adecuadas. De momento, sólo grupos de estudiantes, o de improbables turistas - en un país convulsionado por la violencia - podrán visitarlo previa cita. Aún permanecen cerradas 18 de sus 26 galerías. Es por ello que el desafío de la generación actual es la de devolver al Museo de Bagdad su resplandor original para poder volver a disfrutar de sus tesoros.
actualidad cultural
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