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viernes, 18 de enero de 2019

QUEBEC: La mas francesa de las ciudades canadienses

Se trata de una ciudad que conquista al visitante desde el primer instante. Fundada en 1608 por Samuel de Champlain, destaca especialmente por su localización geográfica ya que se extiende sobre un promontorio rocoso desde el cual se controla el río San Lorenzo. Esto suponía una situación estratégica muy ventajosa para defenderse de los asedios ingleses y por ello se encuentra fuertemente amurallada. Sin embargo y a pesar de todo, el general británico James Wolfe se hizo con el dominio en 1759, pero ello no ha provocado que siga siendo considerada como la cuna de la civilización francesa en Norteamérica. Incluso, los habitantes son en su gran mayoría francófonos y están orgullosos de serlo. Cuenta además con la gran ventaja de que puede ser fácilmente visitada caminando por sus calles y así apreciar sus múltiples atracciones turísticas y culturales. En efecto, cuatrocientos años de historia llenan literalmente las paredes de Old Quebec (Vieux-Québec). Este tesoro patrimonio de la humanidad por la UNESCO es una pequeña muestra de Europa con toda la arquitectura, cocina y encanto que ello conlleva. Así, en tan solo unas horas, puedes visitar el sitio de las guerras que cambiaron el mundo, disfrutar de una auténtica comida canadiense recorriendo sus calles empedradas. Cada esquina, escalera, entrada y callejón esconde alguna característica única o atracción que no podrías ver desde un coche. Comenzamos nuestro tour justo afuera de las paredes de la antigua ciudad, donde se ubica el edificio del Parlamento. Terminado en 1886, el edificio es el sitio histórico más antiguo de Québec y es donde se han sucedido los debates políticos por más de un siglo. Inspirado en el Palacio del Louvre en París, el soberbio edificio - el cual está decorado con 26 estatuas de bronce para conmemorar a los principales personajes
de la historia de la provincia - es una pieza maestra de la arquitectura, especialmente en la noche cuando está iluminada. Desde el Parlamento, se puede llegar fácilmente a un inmenso parque denominado The Plains of Abraham (Plaines d'Abraham). Fue aquí, en 1759, donde las tropas francesas y británicas se enfrentaron por el control de la ciudad y hoy en día, es como el Central Park de Québec.Otro de los puntos imprescindibles es nuestra visita es el Musée National des Beaux-Arts, que atesora una colección de 38,000 obras de arte de los últimos cuatro siglos. Luego de rodear The Plains of Abraham y dirigirse al este, se cruza las murallas de la ciudad por Saint-Louis, una impresionante puerta construida en 1694. De ahí, es difícil perderse de la siguiente parada: la Citadelle of Quebec, una fortaleza construida luego de la Guerra de 1812. Siglos de historia se conservan adentro de estas murallas. A pesar de que alguna vez alojaron a las tropas británicas, el fuerte ahora es la casa del regimiento de infantería Real 22, el único de habla francesa en las fuerzas canadienses. Al hacer un tour guiado por la Citadelle con forma de estrella, se puede disfrutar de la ceremonia del Cambio de Guardia. Junto a la Citadelle y rodeando casi todo el área, se encuentra las fortificaciones de Québec, que con una extensión de 2.8 millas, que la convierte en la única ciudad amurallada de Norteamérica. Fue parte de un sistema de defensa creado entre 1608 y 1871, construido por los franceses,  luego por los británicos y eventualmente las fuerzas canadienses. Al caminar por las murallas de la fortaleza, es probable que uno se sienta parte de un cuento de hadas. Y es que The Château Frontenac, a tan solo unas cuadras al noreste de la Citadelle, solo va a reforzar ese sentimiento. El impresionante hotel solo se puede describir como un castillo. Los trabajos en el edificio empezaron en 1892, pero es un ejemplo de los estilos arquitectónicos de periodos anteriores, incluyendo el de la Edad Media y el Renacimiento. Con más de 600 habitaciones en 18 pisos y un gran número de torretas, todas con un techo verde muy distintivo, no hay duda de por qué el Château es el hotel más fotografiado del mundo. Y hay motivos de sobra para ser considerado así.
Ubicado en la Terraza Dufferin (Terrasse Dufferin), la cual es una atracción por si sola. Construida en 1838, la rambla de madera de la terraza ofrece vistas increíbles del río San Lorenzo y la Isla de Orleans (Île d’Orléans). Desde allí se puede subir al funicular (una vía férrea vertical antigua) y dirigirse al distrito Petit Champlain (Quartier du Petit Champlain), uno de los barrios más antiguos de Norteamérica, donde uno podrá caminar por angostas calles empedradas alineadas con casas antiguas de piedra, visitando las boutiques y tiendas para llevarse un souvenir como recuerdo de tu visita. Muy cerca se encuentra la Place Royale, donde Samuel de Champlain fundó la ciudad, en el cual podemos encontrar la iglesia de piedra más antigua en Norteamérica y un mural inmenso que representa 400 años de historia de Québec. Luego toca dirigirse al este hacia el Old Port (Vieux Port) para disfrutar de las mejores vistas del río San Lorenzo, en el cual se puede realizar paseos nocturnos durante el verano. Al terminar el tour regresamos por la parte oeste de la ciudad antigua y visitar la Catedral-Basílica de Notre-Dame de Quebec, una obra arquitectónica muy peculiar y digna de admirar. Si aún tienes tiempo, puedes darte un paseo por Sainte-Anne-de-Beaupré y visitar la basílica de Santa Ana, un importante santuario del catolicismo, cuya imponente fachada neogótica es visible desde lejos. Por supuesto, si no eres fanático de la historia, Québec está llena de entretenimiento, desde arte y música hasta shopping y todo lo demás. Como podéis notar, esta maravillosa ciudad tiene mucho que ofrecer, por lo que tu estadía en ella será algo inolvidable. ¿Te animas a visitarla?
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