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viernes, 28 de noviembre de 2025

CIUDADES PERDIDAS: Alejandría

Es una ciudad portuaria situada en el norte de Egipto, en la costa Mediterránea, fundada en 331 a.C. por Alejandro Magno. Fue el emplazamiento del Pharos, el faro, una de las siete maravillas del mundo antiguo, y de la legendaria biblioteca de Alejandría además de haber sido en algún tiempo el centro cultural más importante del mundo antiguo, rivalizando incluso con Atenas, en Grecia. La ciudad se desarrolló a partir de un puerto pequeño llamado Racotis tras la llegada de Alejandro que estableció el diseño básico de lo que quería y luego siguió su camino en su conquista de Persia. La ciudad siguió desarrollándose en la época de la Dinastía Ptolemaica (323-30 a.C.) para llegar a convertirse en un centro intelectual, cultural y comercial, una de las ciudades más grandes de la época, y que más tarde se convertiría en un centro famoso del cristianismo primitivo. También se volvió infame por las luchas religiosas que resultaron del enfrentamiento entre paganos y cristianos tras el crecimiento de esta religión en los siglos IV y V d.C. Uno de los eventos más memorables de esta época es el martirio de la filósofa neoplatónica Hipatia de Alejandría en 415 d.C., que muchos eruditos citan hoy en día como un acontecimiento crucial de la decadencia del afán intelectual de la ciudad. Para cuando el cristianismo se convirtió en la fe dominante, los enclaves paganos como el Museion el templo de Serapis y el Serapeo, todos ellos relacionados con la biblioteca de Alejandría, ya estaban en decadencia. Estas instituciones dependían del mecenazgo de los ptolomeos y, a medida que fue desapareciendo hacia finales de la Dinastía Ptolemaica, no se pudieron mantener los edificios, así como tampoco se pudo mantener a los eruditos que copiaban, cuidaban y catalogaban los manuscritos. A pesar de que parece que los emperadores romanos posteriores fundaron la biblioteca, no parece que fuera en el mismo grado que los ptolomeos. Cuando las divisiones religiosas crecieron en la ciudad a principios del siglo V, los intelectuales se marcharon en buscar de áreas más estables en las que trabajar. El conflicto religioso continuaría hasta el siglo VII d.C. cuando los musulmanes conquistaron la región - donde llegaron a incendiar la famosa Biblioteca - aunque para entonces, la gran metrópolis de Alejandría no era más que un recuerdo. Cabe precisar que tras conquistar Siria en 332 a.C., Alejandro Magno se dirigió hacia Egipto con su ejército. Fundó Alejandría en el pequeño pueblo portuario de Racotis, junto al mar, con la intención de crear un centro de comercio superior a la ciudad griega de Náucratis (un centro importante), que estaba más arriba del delta del Nilo. Se dice que diseñó los planos de la ciudad echando harina o grano en una cuadrícula que posteriormente usaría el arquitecto. La ciudad que se desarrolló a partir de este modelo, llegaría a ser muy admirada por muchos, incluido el historiador y geógrafo Estrabón (en torno a 64 a.C. - 24 d.C.), que la escribió al detalle: “El plano de la ciudad tiene forma de chlamys [una capa militar]. Los lados largos son los que baña el agua, que tienen un diámetro de 30 estadios, mientras que los lados cortos son los istmos, cada uno de 7 u 8 estadios, que se juntan por un lado por el mar y por lago por el otro. En conjunto, está atravesada por calles adecuadas para conducir caballos y carros. Dos de estas calles son extremadamente anchas, de más de un pletrón, y se cruzan en ángulo recto. La ciudad tiene los recintos y palacios reales más hermosos, y estos componen una tercera o cuarta parte del recinto entero. Cada uno de los reyes, por amor al esplendor, añadió algún adorno a los monumentos públicos, y también expandió su propia residencia, aumentando lo que ya existía, de manera que hoy (con el poeta), "un edificio sobre otro" [Odisea 17.266]. Todo está conectado, unos edificios con otros, con el puerto y lo que tiene alrededor. El Museion es parte de los palacios, con una pasarela, una exedra, y una gran estructura en la que se puede ver el desorden común entre los estudiosos que comparten el Museion, que antes elegía el rey, pero ahora elige César” (Geografía, 17.1.8). El Museion era una institución de enseñanza superior, parte de la Biblioteca de Alejandría. Estaba dedicado a las musas; su nombre es el origen de la palabra "museo" y fue establecido, probablemente por Ptolomeo II (que reinó de 282-246 a.C.) como un lugar de reunión y hogar para los eruditos cuyas obras nutrían las posesiones de la biblioteca. Los palacios y casas majestuosas que menciona Estrabón no existían en la época en la que Alejandro fundó la ciudad, obviamente. Alejandro se marchó de Egipto a tan solo unos meses de su llegada para marchar hacia Tiro en Fenicia. Quedó en manos de su comandante Cleómenes de Náucratis (muerto en 322 a.C.) construir la ciudad basándose en los planos del arquitecto Dinócrates de Rodas que, siguiendo los planos de Alejandro, distribuyó la ciudad siguiendo un patrón conocido como plano hipodámico. Este fue formulado por el arquitecto Hipodamo de Mileto (siglo V a.C.) y se consideró el diseño óptimo de planificación urbana. Aunque Cleómenes y Dinócrates establecieron la distribución de la ciudad, la expansión total de Alejandría llegó con el gobierno del general de Alejandro, Ptolomeo, y luego con la dinastía Ptolemaica que fundó. Tras la muerte de Alejandro en 323 a.C., Ptolomeo llevó su cuerpo de vuelta a Alejandría para enterrarlo y, tras las guerras de los Diádocos, los sucesores de Alejandro, dio comienzo su reinado de Egipto desde Alejandría, que sustituyó a la antigua capital de Menfis. Con Ptolomeo II se completó el faro de Alejandría, una de las siete maravillas de la Antigüedad (donde hoy en día se puede ver el Fuerte Qaitbey del siglo XV). El faro guiaba a los barcos a los puertos que también había diseñado Alejandro Magno. Tiro había sido una ciudad importante para el comercio de la región y, luego de que Alejandro la destruyera, Alejandría ocupó el vacío que había dejado esta. Cartago, que debió gran parte de su prosperidad al saqueo de Tiro, todavía era un puerto joven cuando Alejandría empezó a prosperar. El estudioso M. Mangasarian escribe: “Bajo los Ptolomeos, una estirpe de reyes griegos, Alejandría pronto ascendió a la eminencia y, tras acumular cultura y riqueza, se convirtió en la metrópolis más poderosa de Oriente. Funcionaba como el puerto de Europa y atraía el comercio lucrativo de India y Arabia. Sus mercados se enriquecieron con sedas suntuosas y otras telas de los bazares de Oriente. La riqueza atrajo el esparcimiento y este, a su vez, las artes. Con el tiempo se convirtió en el hogar de una maravillosa biblioteca y de escuelas de filosofía que representaban todas las fases y los tonos más delicados del pensamiento. En algún tiempo se creyó que el manto de Atenas había caído sobre los hombros de Alejandría”. La ciudad creció hasta convertirse en la más grande del mundo conocido en aquella época, y atrajo a eruditos, científicos, filósofos, matemáticos, artistas e historiadores. El poeta y estudioso Calímaca de Cirene (en torno a 310 - en torno a 240 a.C.) catalogó toda la literatura griega de Alejandría sirviéndose de la colección que albergaba la biblioteca, y se le atribuye la creación del primer "catálogo de tarjetas" para organizar sistemáticamente la colección. Eratóstenes (en torno a 276-195 a.C.) calculó la circunferencia de la tierra con un margen de error de 80 kilómetros (50 millas) en Alejandría. Euclides (en torno a 300 a.C.) enseñaba en la universidad. Puede que Arquímedes (287-212 a.C.), el gran matemático y astrónomo, enseñara allí, y ciertamente estudió allí. Herón (10-70 d.C.), el ingeniero y matemático más importante de su época, también nació y vivió en Alejandría. A él se le atribuyen increíbles logros de ingeniería y tecnología, incluida la primera máquina expendedora, la máquina hidráulica, y un teatro de autómatas que bailaban, entre otras invenciones. En tanto, la biblioteca, cuya construcción empezó bajo Ptolomeo I (que reinó de 323-282 a.C.), fue terminada por Ptolomeo II, que envió invitaciones a gobernantes y eruditos pidiéndoles que contribuyeran con libros. Según los historiadores Oakes y Gahlin: “Había sitio para 70.000 rollos de papiro. La mayoría de artículos fueron comprados, pero en ocasiones también se usaban otros métodos. Para poder conseguir las preciadas obras, se registraban todos los barcos que entraban a puerto. Cualquier libro que se encontrase se llevaba a la biblioteca, donde decidían si devolverlo o confiscarlo y sustituirlo por una copia”. Nadie sabe cuántos libros había en la biblioteca de Alejandría; se estima que pueden haber sido 500.000, aunque la mayoría de estudiosos modernos consideran que esta cifra es una exageración. Parece ser que la biblioteca era parte del Museion, que estaba cerca, o que estaba anexionada al conjunto de edificios que incluía el Serapeo, el templo del dios Serapis, un híbrido entre las deidades griegas y egipcias creado por los ptolomeos para aunar estas dos culturas diferentes ente una unión harmoniosa. Los historiadores y los entendidos afirman que este templo era uno de los monumentos más grandiosos de la civilización pagana, por detrás tan solo del templo de Júpiter en Roma y el inimitable Partenón de Atenas. El templo de Serapis estaba construido sobre una colina artificial por la que había que subir cien escaleras. No era un solo edificio sino un enorme complejo arquitectónico, y todos los edificios que lo componían estaban agrupados en torno a uno central de dimensiones aún más vastas, que se alzaba sobre unos esbeltos pilares de una magnitud enorme. El Serapeo estaba considerado por la gente de la antigüedad como el punto de encuentro entre los arquitectos de las pirámides y los creadores de la Acrópolis ateniense. Para ellos representaban la unión de lo masivo en el arte egipcio con la gracia y el encanto del heleno. Cuando Cartago llegó al punto álgido de su poder, Alejandría permaneció relativamente inmune, ya que hacía mucho que el comercio estaba establecido y la ciudad no suponía una amenaza para el poder marítimo de los cartagineses. Incluso tras la caída y destrucción de Cartago tras las Guerras púnicas (264-146 a.C.), cuando Roma se convirtió en la potencia indiscutible del Mediterráneo, Alejandría siguió siendo próspera y atrayendo a visitantes de todo el mundo. Tras el asesinato de César en 44 a.C., su mano derecha, Marco Antonio, se convirtió en el consorte de Cleopatra y dejó Roma para ir a Alejandría. La ciudad se convirtió en su base de operaciones durante los siguientes trece años hasta que Cleopatra y él fueron derrotados por Octavio en la batalla de Accio en 31 a.C. Al año siguiente, ambos se suicidaron y la muerte de Cleopatra puso fin a la dinastía Ptolemaica. Octavio se convirtió en el primer emperador de Roma y adoptó el título de "Augusto". Tras esto, Alejandría se convirtió en una provincia del Imperio romano bajo el gobierno de César Augusto. La ciudad siguió siendo un importante centro intelectual y la Biblia Septuaginta (la traducción griega del Antiguo Testamento de la Biblia) se completó allí en 132 d.C., donde se dice que ocupó su lugar entre los libros más importantes de la biblioteca. Los eruditos religiosos vivían en la biblioteca o la frecuentaban para hacer investigaciones, y hacía tiempo que Alejandría atraía a gente de muchas religiones distintas que, en un principio, respetaba los diferentes sistemas de creencias. Sin embargo, bajo el reinado de Augusto se produjeron disputas entre judíos y paganos y, a medida que el cristianismo se fue haciendo más popular, sus fieles agravaron el malestar público. Cuando el emperador romano Constantino el Grande (que reinó de 306 a 337 d.C.) aprobó el Edicto de Milán en 313, que declaraba la tolerancia religiosa, los cristianos ya no podían ser perseguidos por la ley y empezaron no solo a exigir más derechos religiosos sino también a atacar a paganos con más fuerza. Alejandría, que había sido una ciudad de cultura y prosperidad, se convirtió entonces en el escenario de una lucha religiosa entre la fe nueva de los cristianos y los paganos. Los cristianos se fueron sintiendo cada vez más dispuestos a atacar los símbolos de estas religiones precedentes, ya que creían que sus sistema de creencias era el único verdadero. Bajo el reinado de Teodosio I (que reinó de 379-395 d.C.) se prohibió el paganismo y se incentivó el cristianismo. En 391 d.C. el patriarca cristiano Teófilo siguió el ejemplo de Teodosio e hizo que todos los templos paganos de Alejandría fueran destruidos o reconvertidos en iglesias. Para el año 400, la ciudad cayo rápidamente en declive y los estudiosos, científicos y pensadores de todas las disciplinas abandonaron la ciudad para dirigirse a lugares más seguros. Para empeorar las cosas, los musulmanes liderados por el loco califa Umar conquistaron la ciudad en 641. Entonces, se destruyeron las iglesias y fue en aquel momento cuando la famosa biblioteca fue quemada por los invasores, bajo el argumento que lo que albergaba “estaba en contra de las enseñanzas del Corán”. Así desapareció entre las llamas tesoros bibliográficos conservados durante siglos. Lo que no quedó destruido por la guerra volvió a ocuparlo la naturaleza y para 1326, cuando la visitó el viajero y escritor Ibn Battuta (1304-1369/9 d.C.), la mayor parte de la Alejandría Ptolemaica había desaparecido. El gran faro fue destruido por una serie de terremotos, al igual que gran parte del puerto. Hoy en día, la antigua ciudad se encuentra bajo los cimientos de la nueva, o en el fondo del mar en el puerto. En 1994 se revelaron los primeros descubrimientos de varias reliquias, estatuas y edificios bajo la aguas, reliquias de la edad dorada perdida de Alejandría.
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