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viernes, 7 de septiembre de 2018

LA CRUZ DE LA VICTORIA: El emblema de Asturias

Conmemorando los 1.300 años del origen del Reino de Asturias - instaurada en el norte de España tras el colapso del reino visigodo de Toledo, tras la invasión de la península ibérica por los musulmanes y desde donde se dio inicio a la Reconquista, un largo proceso de liberación que culminaría con la toma de Granada por los Reyes Católicos en 1492 - toca referirnos en esta oportunidad a uno de los símbolos mas preciados de Asturias: La Cruz de la Victoria. Se trata de una reliquia donada por Alfonso III en el año 908 a la Iglesia de San Salvador de Oviedo. Fue forjada en el Castillo de Gozón poco antes de que Oviedo dejase de ser la capital del reino para ceder su lugar a León. Sus dimensiones son de 92 centímetros de alto y 72 de ancho. El alma de la cruz latina está formada por dos maderos de roble que se unen en el centro a un disco redondo, donde se ha excavado un hueco cuadrado para contener reliquias. La Cruz está recubierta con láminas de oro y guarnecida por piedras preciosas. El medallón central lo ocupaba un cristal de roca transparente que facilitaba la admiración de una reliquia de la Vera Cruz. Según cuenta la leyenda, cuando Don Pelayo acaudilló a los refugiados en Cangas de Onís, se echó en falta una bandera, ya que el pendón rojo de los godos había sido preso en Jerez. En ese momento San Antonio Anacoreta se acercó a Pelayo ofreciéndole una tosca cruz de roble y diciéndole: “He aquí esforzado campeón, la señal de la victoria”. Pelayo besó la cruz y la enarboló con la diestra diciendo “Esta será desde hoy mi divisa y mi bandera” y fue la que enarboló en la batalla de Covadonga, librada en el año 722, en la que las tropas asturianas derrotaron a las musulmanas, quienes fracasaron así en su vil intento de apoderarse de toda la península. Posteriormente sería guardada por su hijo Favila en una iglesia de Cangas de Onís, primera capital del reino, dedicada a la Vera Cruz. La Cruz de la Victoria constituiría, por lo tanto, el primer vestigio del culto a la vera cruz en el Reino de Oviedo, fechado por la inscripción levantada por Favila y su mujer Froiluba en el año 737. En la Crónica de Alfonso III, versión Rotense, se dice de Favila que construyó la Basílica en honor de la Santa Cruz. Posteriormente, ya en tiempos de Alfonso III, sería engalanada con oro y piedras preciosas, para presentar la forma conservada desde el siglo X. Si bien la leyenda que atribuye el alma de madera de la Cruz a la usada por Pelayo es muy posterior, los historiadores no dudan en calificar a la Cruz como “la más rica joya que debe haber en España”. Sí puede sostenerse, ya que el centro de la Cruz es un relicario, que en este hueco se encuentren restos de la cruz de roble que utilizó el primero de los reyes de Oviedo. Conservada en la Cámara Santa de Oviedo, anexo a la catedral, la preciada reliquia estuvo a punto de desaparecer en 1934 durante la llamada “revolución de Asturias”, cuando el lugar fue dinamitado por los comunistas, ocasionándole graves desperfectos por lo que tuvo que ser restaurada en 1942. Robada de la Catedral de Oviedo en 1977, pudo ser recuperada, y tuvieron que volver a repararse los daños causados durante el robo. Tras su restauración, volvió a la Cámara Santa, donde se expone actualmente en todo su esplendor, como un recuerdo del triunfo sobre la barbarie.
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