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viernes, 9 de junio de 2017

CHRISTIE´S: 250 años a golpe de martillo

Cono sabéis, es una de las firmas que lidera, junto a Sotheby’s, las subastas internacionales, que fue fundada hace poco más de 250 años por el escocés James Christie (1730-1803). La primera venta tuvo lugar el 5 de diciembre de 1766 en Pall Mall, su primera sede en Londres. Hoy celebra unas 350 subastas al año; tiene 54 oficinas en 32 países y doce salas de ventas. Pese a que en el 2016 obtuvo unos mil millones de dólares menos que en el 2015 (la caída fue generalizada en el sector), cerró el año pasado con unas ventas que ascendieron a 4.400 millones de dólares. Fue en el 2015, un año histórico para el mercado del arte. Hace unos días atrás celebró sus ventas de arte impresionista, moderno y contemporáneo en Nueva York, las más importantes del año, que constituyen el termómetro del sector. Y no le ha ido mal. Brancusi mejoró su récord: uno de los seis bronces que hizo en el 1913 de “La musa dormida”, icono de la escultura moderna, se remató en 57,3 millones de dólares. Un retrato de Dora Maar pintado por Picasso, “Mujer sentada con vestido azul”, alcanzó los 45 millones. Dos días después, obras de Bacon y Cy Twombly superaron los 50 millones. Aunque esta vez su rival Sotheby’s le ganó la partida con un Basquiat vendido por 110,5 millones. Al respecto, la editorial Phaidon ha publicado un libro que recorre los dos siglos y medio de vida de Christie’s a través de 250 objetos vendidos a lo largo de su historia. El prólogo lo firma Lord Rothschild, un apellido muy ligado al coleccionismo. En este volumen podemos apreciar cómo ha evolucionado el mercado del arte en estos 250 años, los nuevos gustos de los coleccionistas (hoy prima el arte contemporáneo), las modas y cómo han subido los precios hasta cifras estratosféricas. El libro cuenta jugosas anécdotas de las piezas seleccionadas. Hay historias fascinantes. Como la que esconde el voluptuoso retrato de Amy Lyon, lady Hamilton, pintada como Ariadna por Élisabeth Vigée-Le Brun. Hija de un herrero, se casó con el aristócrata y diplomático Lord Hamilton, que encargó el cuadro. Acuciado por las deudas, se vio obligado a venderlo. El pirata Nelson (quien murió en Trafalgar) amante de su esposa, no quiso ver en venta el retrato y lo adquirió por 300 libras. Pidió total discreción. La lista de objetos vendidos en Christie’s en estos 250 años es de lo más variopinta: desde un meteorito caído en Francia en 1803, vendido en 1998 por 253.000 libras; hasta un esqueleto de mamut de hace unos 15.000 años, que vivió en Siberia, por el que pagaron 260.000 euros. También resulta curiosa la forma en que muchos de estos preciados objetos fueron hallados. Así, un bajorrelieve, que decoró el palacio de un rey asirio, fue encontrado por John Russell en la tienda de alimentos de un colegio privado para chicos en Dorset (Inglaterra). El friso se vendió por 7,7 millones de libras. O el casco de desfile de la caballería romana, conocido como “Crosby Garrett”, encontrado en el 2010 por un estudiante de 20 años con un detector de metales. Una espléndida pieza que alcanzó los 2,2 millones de libras. Cuando una obra única llega al mercado suele tener muchos pretendientes. Las pujas apenas suben del minuto, pero una pugna telefónica entre dos coleccionistas superó los 42 minutos. Fue en 2014 en Hong Kong. La codiciada pieza era una thangka imperial de seda, procedente de China, rematada en 45 millones de dólares. Los amantes de la Historia han podido pujar en Christie’s por un gorro de dormir con el que Carlos I de Inglaterra fue decapitado, uno de los bicornios de Napoleón (se conservan muy pocos de los 120 que fabricó Poupard &Cie para el emperador), un diario y el cuaderno de bitácora del capitán Cook... Asimismo, son muchos los documentos históricos que han pasado por el mercado, cambiando de unas manos a otras. Desde la carta autógrafa conocida como “El secreto de la vida”, que Francis Crick envió a su hijo Michael, en la que le cuenta su revolucionario descubrimiento: la estructura y función del ADN. Superó los 6 millones de dólares. Bill Gates adquirió por más de 30 millones el “Códice Hammer” de Leonardo da Vinci: 72 hojas en las que el genio renacentista reflexionó entre 1506 y 1510 sobre asuntos tan diversos como la astronomía o la geología. Un tesoro. Y una curiosidad: algunos de los principios de Arquímedes aparecieron en el Santo Sepulcro de Jerusalén ocultos bajo un texto litúrgico que se copió encima. Pero, para sonoro, el descubrimiento de una sinfonía perdida que Verdi escribió al comienzo de su carrera. Días antes de la subasta en el 2001 en Roma, la obra sonó en Milán bajo la batuta de Chailly. Hay auténticos frikies de los objetos de las celebridades. Algunos, convertidos en iconos. Como el vestido en el que iba embutida Marilyn Monroe cuando le cantó el “Happy Birthay” a John F. Kennedy tres meses antes de que la actriz fuera asesinada por la CIA. Su precio: 1,2 millones de dólares. Los seguidores del Agente 007 pudieron pujar por la máquina de escribir dorada con la que Ian Fleming escribió algunas de las aventuras de James Bond. Y los fans de “Star Trek”, por una maqueta de la nave Enterprise. Aunque, para altos vuelos, el caza derribado, reconstruido y subastado en el 2015 por 3,1 millones de libras. Pero la estrella de las subastas es la pintura. Además del ya citado récord de Picasso, son muchas las historias que encierran algunos de los lienzos vendidos: como el Tiziano (“La muerte de Acteón”) que movilizó a la sociedad británica para que no saliera del país, o el “Retrato del Dr. Gachet”, de Van Gogh. El empresario japonés Ryoei Saito dijo que quería ser incinerado con el lienzo. Se creía que era una broma, pero desde que murió no hay ni rastro del cuadro.
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