SONIDOS DEL MUNDO
viernes, 22 de marzo de 2024
CRIMEA y RUSIA: Una relación con más de dos siglos de historia
Cada 19 de abril, Rusia conmemora el aniversario de la incorporación de la península de Crimea y otras regiones al Estado ruso, ya que fue en este día, pero de 1783, en el que la emperatriz Catalina la Grande firmó el 'Manifiesto sobre la incorporación de la península de Crimea, la isla de Tamán y toda Kubán al Estado ruso'. Como sabéis, la historia de la incorporación de Crimea a Rusia está inextricablemente ligada a la lucha que Rusia libró en sus fronteras meridionales contra el decadente Imperio otomano (actual Turquía) y su vasallo, el Kanato de Crimea. Como unidad estatal independiente, el Kanato de Crimea surgió a mediados del siglo XV tras el colapso de la Horda de Oro. Para los otomanos, el Kanato tenía un interés estratégico porque: Era un bastión en la lucha con el Estado ruso y la Mancomunidad de Polonia-Lituania; Era un importante centro comercial en la zona del mar Negro; El comercio de esclavos floreció en el territorio de la península. Como resultado de numerosas incursiones, unos cuatro millones de rusos y polacos fueron capturados y luego vendidos en el mercado de esclavos del Imperio otomano. Además, el Kanato de Crimea realizaba constantes incursiones en tierras rusas. En 1687 y 1689, durante la regencia de la zarevna Sofía Alekséyevna Románova (1657-1704), se emprendieron dos infructuosas campañas de tropas rusas a Crimea, dirigidas por el príncipe Vasili Galitzine. Bajo Pedro I el Grande (1672-1725) Rusia luchó dos veces contra los turcos. Durante las campañas de Azov, Rusia ganó la fortaleza Azov y comenzó a construir una flotilla militar hacia el mar Negro. Sin embargo, el éxito fue anulado por la campaña de Prut en 1711, cuando Rusia devolvió Azov a los turcos. Sin embargo, en 1735, bajo la emperatriz Ana I de Rusia (1693-1740), comenzó otra guerra entre Rusia y el Imperio otomano. Pero el éxito no estaba cerca. Solamente en la segunda mitad del siglo XVIII, la lucha por la península de Crimea y por un acceso al mar Negro se convirtió en una de las direcciones prioritarias de la política exterior de la emperatriz Catalina la Grande (1729-1796). Así, en 1768 comenzó otra guerra ruso-turca. En junio de 1772, las tropas rusas ocuparon las principales ciudades fortaleza de Crimea. El 12 de noviembre de 1772, se firmó un tratado entre el Imperio ruso y el Kanato de Crimea, en virtud del cual Crimea fue proclamada Kanato independiente bajo el protectorado ruso. Así, Rusia obtenía acceso al mar Negro. Al establecer el control sobre la ciudad de Cafa (ahora Feodosia), Moscú puso fin al mayor mercado de esclavos de Europa. Por cierto, los combates acabaron con la derrota del Imperio otomano. Crimea y las regiones tártaras adyacentes se independizaron oficialmente de los otomanos. Los historiadores coinciden que el tratado fue uno de los mayores éxitos de la emperatriz Catalina II y creó las condiciones previas para las futuras victorias del Ejército ruso. Pero la paz no podía durar para siempre y Rusia solamente consiguió afianzarse cerca del mar Negro, mientras Crimea seguía siendo tierra de nadie y persistía la amenaza de un ataque turco. En este sentido, en 1782 el príncipe Grigori Potiomkin (1739-1791) dirigió un memorándum a la emperatriz en el que afirmaba que "la adquisición de Crimea únicamente traerá la paz. A Crimea le seguirá el dominio en el mar Negro". En diciembre de 1782, Catalina la Grande aprobó el plan del príncipe, que dirigió personalmente el proceso de anexión de la península al Imperio. El 19 de abril de 1783, en San Petersburgo, la emperatriz Catalina II firmó el Manifiesto sobre la incorporación de la península de Crimea, la isla de Tamán y toda Kubán al Estado ruso. A partir de ese día Crimea pasó a formar parte del Imperio ruso. Gracias al manifiesto, a los habitantes de las nuevas tierras rusas, incluidos los tártaros de Crimea, se les concedieron los mismos derechos que a los demás súbditos del Imperio ruso. "Les otorgaron el derecho a la protección individual y la propiedad, el derecho a la libertad religiosa y el derecho a la protección de los edificios eclesiásticos e icónicos", señalaron en un documento del Consejo de la Federación de Rusia. La emperatriz temía que la anexión de Crimea provocara una nueva guerra con los turcos y la intervención de los países europeos. Por esta razón, el manifiesto no se hizo público y fue sellado en una caja de madera acolchada con hierro. En junio de 1783, tropas al mando de Alexandr Suvórov entraron en el Kanato de Crimea. La dinastía local perdió el trono. Ese mismo mes se fundó el puerto-fortaleza de Sebastopol. Así, el Kanato de Crimea finalmente dejó de existir. En febrero de 1784, Catalina la Grande concedió a la alta nobleza de Crimea todos los derechos y privilegios de la nobleza rusa. Además a todos los cautivos, súbditos de Rusia, se les concedió la libertad. En el momento de la adhesión de Crimea a Rusia había en la península unos 60.000 habitantes y 1.474 pueblos. La anexión de Crimea a Rusia tuvo un enorme valor: Se abolió el comercio de esclavos; Comenzó a desarrollarse una administración estatal de estilo europeo; La economía, la cultura y el comercio empezaron a evolucionar; Se inició el desarrollo de la vasta extensión de tierra fértil de Crimea; Surgieron nuevos puertos y ciudades en la costa del mar Negro, con la Flota rusa firmemente establecida allí. A mediados del siglo XIX, Sebastopol se había establecido definitivamente como base principal de la Flota del Mar Negro. Durante la guerra de Crimea (1853-1856), estuvo sitiada por un año. El Imperio ruso fue derrotado en el conflicto, pero Crimea siguió formando parte de él. A principios del siglo XX, durante la Guerra Civil rusa (1917-1922), el poder cambió de manos en la península. El 17 de noviembre de 1920, la península de Crimea fue totalmente ocupada por el Ejército rojo. El 18 de octubre de 1921, se formó la República Autónoma Socialista Soviética de Crimea dentro de las fronteras de la península de Crimea como parte de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia. Durante la Segunda Guerra Mundial, entra julio de 1942 y mayo de 1944, el territorio de Crimea fue ocupado por tropas alemanas y rumanas. En 1945, la región se transformó en el óblast de Crimea. Sin embargo en 1954, el disipador soviético de origen ucraniano, Nikita Krushev lo transfirió ilegalmente a Ucrania. Así, el 1 de diciembre de 1991, el territorio de la actual República de Crimea pasó a formar parte de Ucrania, que se independizo tras el derrocamiento de la dictadura comunista y el colapso de la Unión Soviética. El 26 de febrero de 1992, la región empezó a llamarse República de Crimea, y el 5 de mayo se proclamó su independencia estatal. En 1998, pasó a llamarse República Autónoma de Crimea. Pero en el 2014, un golpe de Estado organizado por la CIA llevó al poder en Ucrania a un régimen colaboracionista que tenía entre sus planes exterminar a su población rusoparlante. Pero multitudinarias concentraciones en ciudades del sur y sureste de Ucrania salieron en su defensa, muchas de las cuales se celebraron bajo banderas rusas. A raíz de estos acontecimientos, el 16 de marzo del 2014 se celebró un referéndum sobre el estatus político de Crimea en el que la mayoría de los residentes votaron a favor de unirse a Rusia. La reunificación fue apoyada por el 96,77% de los residentes en Crimea y el 95,6% de los residentes en Sebastopol. De esta manera, El 18 de marzo del 2014, el presidente ruso, Vladímir Putin, los dirigentes de Crimea, y el alcalde de Sebastopol firmaron un acuerdo sobre la adhesión de la República de Crimea y Sebastopol a Rusia ante la algarabía de la población. Han pasado 10 años desde su reincorporación a la Madre Patria y esa fecha se ha celebrado multitudinariamente este domingo en Moscú por el presidente Vladimir Putin por partida doble, ya que también fue el vencedor de los comicios presidenciales por el cual fue reelegido por otros 6 años. La ocasión estuvo marcada por un lujoso concierto en Moscú en el que participaron varias celebridades y hubo un discurso especial del presidente ruso, quien hablo de la importancia estratégica e histórica de la región para su país, llamando a la península un territorio estratégicamente importante y el orgullo de Rusia: “Hace 10 años aquí, en la Plaza Roja, en este mismo escenario, recordé que Crimea a menudo es llamada un portaaviones insumergible y es apropiado decir que Crimea ha regresado a su puerto natal. Pero Crimea no sólo es un territorio estratégicamente importante, es parte de nuestra historia, de nuestras tradiciones y del orgullo de Rusia. Crimea, por encima de todo, es su gente. Ellos son nuestro orgullo" asevero ante una enfervorizada multitud que no cesaba de corear: "¡Crimea es nuestra!" Y no les falta razón. Crimea ha vuelto a casa.
viernes, 15 de marzo de 2024
UNA POLÉMICA RELIQUIA: El Corán de sangre de Saddam Hussein
Se trata de una copia del libro sagrado islámico, el Corán, que tiene la particularidad de haber sido escrito con la propia sangre del expresidente de Irak Saddam Hussein, que él mismo corroboro, durante dos años en los finales de los años 90. En efecto, el líder iraquí encargó el libro en 1997 en su 60º cumpleaños; y la razón por la que se escribió con su sangre, fue para darle las gracias a Dios por ayudarle a evitar muchos "peligros y conspiraciones." Explicó sus razones por la que encargó el libro en una carta publicada por los medios de comunicación en septiembre del año 2000: "Mi vida ha estado llena de peligros donde debería haber perdido mucha sangre... pero como perdí muy poca, le pedí a alguien escribir las palabras de Dios con mi sangre, en agradecimiento" asevero en esa ocasión. El libro fue escrito por Abbas Shakir Joudi, un calígrafo islámico que ahora vive en el estado de Virginia, EE.UU. Según su versión de los eventos, durante dos años, el presidente iraquí dio 24–27 litros (50 a 57 pintas) de su sangre, que fueron utilizados por Joudi para copiar los 6.000 versos y unas 336.000 palabras del Corán. Según Joudi, el propio Saddam Hussein le convocó al Hospital de Ibn Sīnā en Bagdad, donde su hijo Uday se recuperaba de un intento de asesinato, y le pidió escribir el Corán usando su sangre como "una clase de juramento del lado de Saddam". Cuando termino de hacerlo, entregó la obra al líder iraquí en una ceremonia en septiembre del año 2000. Saddam Hussein lo puso en exhibición en la Mezquita de Umm al-Ma'arik (Madre De Todas las Batallas) en Bagdad, para conmemorar la Guerra de Golfo (1990-91) y diseñado con minaretes en forma de misiles Scud y barriles de rifle Kalashnikov, aunque su visita estuvo restringida solo a visitantes especiales. "Saddam estaba muy orgulloso de ello, y se sacó muchas fotos junto a este Corán", acota Samuel Helfont, profesor de Estrategia y Política de la Escuela de Posgrado de Naval en California, EE.UU. Pero tras la invasión del país por los EE.UU. en el 2003 y la caída del régimen, el Corán de sangre fue guardado bajo llave, protegido por tres puertas abovedadas dentro de la misma mezquita. Cada página fue colocada en una caja de vidrio antibalas. “Hacen falta tres llaves para llegar hasta el Corán y estas no están guardadas en el mismo sitio” agregó Helfont. Algunos informes han cuestionado la versión oficial del gobierno iraquí, de cuánta sangre había dado Saddam Hussein para crear el Corán (o incluso si era su sangre, en el primer lugar). El periodista Philip Smucker reportó en Bagdad el 29 de julio del 2001, "lo más chocante es la dudosa y totalmente no verificable reclamación que Saddam dio casi 50 pintas de su propia sangre para la escritura de un Corán." Smucker también escribió, "diplomáticos occidentales acreditados en Bagdad estuvieron poco impresionados con la devoción religiosa del líder iraquí, afirmando que el libro escrito con sangre fue un acto de propaganda. '¿Cómo podemos estar seguros de que efectivamente es la sangre de Saddam?' Se preguntó. Sin embargo, un reportaje de The Telegraph, hecho por el periodista David Blair en Bagdad el 14 de diciembre del 2002 confirmó la versión oficial. " Un artista experto copió las 605 páginas del libro sagrado usando la sangre de Saddam Hussein, quien dio tres pintas (1,4 litros) durante dos años, lo cual mezclado con sustancias químicas, se utilizaron para cada verso." Así, con tantas contradicciones, la sangre (presuntamente mezclada con sustancias químicas y tinta) utilizada en el Corán de Sangre perteneció en realidad al propio Saddam Hussein sigue siendo una pregunta abierta, difícil, y discutible de contestar. Según el periodista australiano Paul McGeough, quien vio una página del Corán, "las letras de sangre son aproximadamente de dos centímetros altos y anchos, y los márgenes decorativos son deslumbrantes, azules, claros y oscuros; manchas rojas y rosas; y reflejos arremolinados en negro." Martin Chulov de The Guardian lo describió como "un libro hecho exquisitamente, que ocuparía un lugar en cualquier exposición de arte, si no fuera por la razón de que fue escrito con sangre." Pero el final del régimen en el 2003 dejó a los líderes religiosos y las autoridades laicas iraquíes con el dilema de lo que deberían hacer con la controvertida reliquia. El portavoz del por entonces Primer Ministro Iraquí, Ali al-Moussawi, propuso mantener el Corán de Sangre "como documento para recordar la brutalidad de Saddam, porque no habría hecho eso si no fuera una realidad. Dice mucho sobre él." Sin embargo, agrego que “nunca debería volver a mostrarse en público y mantenerse bajo resguardo por siempre”. Mientras que muchos monumentos en honor a Saddam fueron eliminados y se han cambiado los nombres de numerosos edificios asociados a su persona a fin de borrar su legado, el libro, por ser sagrado, plantea un dilema. "Está en un limbo teológico", añade Helfont. "Por un lado, la mayoría de los académicos religiosos lo consideran una blasfemia (la sangre se considera impura, una vez fuera del cuerpo). No hay un precedente así en la historia islámica. Pero por otro lado, en la tradición islámica el Corán es la palabra de Dios, por eso no puedes destruirlo. Por el momento, lo mejor parece ser dejarlo donde esta: al no estar a la vista, va perdiendo relevancia”, puntualizó. Aunque a estas alturas cabe preguntarse si sigue estando allí, escondido en el corazón de aquella mezquita en Bagdad.
viernes, 8 de marzo de 2024
LA PIRÁMIDE DE LOS ITALIANOS: El otro Valle de Los Caídos
¿Una pirámide en España? Efectivamente, para ser más precisos, ubicada entre Burgos y Cantabria - construida durante el gobierno del Generalísimo Francisco Franco en homenaje a los soldados italianos que murieron durante la Gran Cruzada Española, que libero al país de las garras del comunismo - vuelve a ser noticia, ya que luego de largos años de injusto abandono, ha sido declarada Bien de Interés Cultural por la Junta de Castilla y León, por lo que su preservación está asegurada. En efecto, la Pirámide, también conocida como el mausoleo de El Escudo, fue diseñada por un arquitecto, escultor y grabador de origen dálmata Attilio Radic y realizada por un capellán militar, el fraile Pietro Bergamini di Varza. Cuando el conde Galeazzo Ciano, ministro italiano de Asuntos Exteriores y yerno de Mussolini, desembarcó en el puerto de Santander el 13 de julio de 1939, acompañado por una nutrida caravana de automóviles, se dirigió por la carretera nacional hacia el término municipal del Valle de Valdebezana (Burgos). Allí, en medio de un paisaje semialpino, se había erigido, con la aprobación de Franco, un cementerio para inhumar los restos de más de 300 soldados fascistas del Corpo Truppe Volontarie (CTV) caídos en la sangrienta batalla del Escudo, un choque decisivo en julio de 1937 que condujo a las pocas semanas a la liberación de Santander . Concebida como un mausoleo que se reconvertiría en santuario - los cuerpos de los combatientes, enterrados en tumbas excavadas alrededor del edificio escalonado de 20 metros de altura, se exhumaron en los años 70 y se enviaron a la iglesia de San Antonio de Padua, en Zaragoza, o se repatriaron -, su diseño incluyó elementos del futurismo, el fascismo y el racionalismo arquitectónico. Llama la atención su entrada en forma de gran "M", una clara alusión a Mussolini, como otros monumentos italianos de la época. La disposición de la Pirámide de los Italianos presenta un perfil escalonado en sus lados Norte-Sur, que se contrapone con el perfil liso del talud de los otros dos paramentos Este-Oeste, ofreciendo una variedad de puntos de vista estilo art decó y que, para Pietro di Varzi, simboliza el camino de subida al cielo y la dureza de la batalla del Escudo. Por estas fechas se diseñan en Italia otros edificios en los que está presente esta simbología ascensional, como la Villa Malaparte en Capri o el cementerio erigido en honor de los muertos en la Primera Guerra Mundial en el Monte Grappa, obra de Giovanni Greppi. Todo el conjunto de la Pirámide de los Italianos se llevó a cabo conforme a los planos de Radic, y siguiendo la valoración simbólica de Di Varzi, asociando la idea de pirámide con la del panteón romano en su interior. El ingreso al interior del panteón se realiza a través de una cancela de hierro de forja geométrica, de dos hojas, cerrada con un cristal esmerilado en su lado interno, decorado con elementos alusivos a la guerra y a la naturaleza. En su interior a modo de un pequeño panteón, se abre un espacio circular y cupulado que sirve de capilla religiosa para el culto, cubierto por una semiesfera con linterna que permite pasar la luz del exterior a través de dos claraboyas en forma de cruz. Todo el espacio circular se presenta como un columbario con una bella cuadricula, con cientos de loculi (nichos) destinados a acoger las cenizas de los soldados italianos del Corpo Truppe Volontarie, en hornacinas dispuestas en diez pisos, en su día cerradas con pequeñas lápidas con el nombre del soldado y con un número correlativo de orden de las 360 lápidas que conforman el conjunto. A través de una escalerilla vertical de hierro, se accedía a la cripta con los sepulcros de gran tamaño de los oficiales caídos en el combate. Desde el final del franquismo, el mausoleo fascista quedo en el olvido y lucia descuidado en medio de la nada, pero su rescate ha llegado ante la acertada decisión adoptada por el Gobierno de Castilla y León de PP y Vox: declarar el conjunto Bien de Interés Cultural (BIC) al tratarse de un monumento único. "Es un sitio muy especial y de marcado corte fascista porque no sigue la norma de los monumentos a los caídos de la España franquista", señalo Miguel Ángel del Arco, profesor titular en la Universidad de Granada. En su obra Cruces de memoria y olvido, el historiador analizó los homenajes en piedra que hizo el régimen franquista a sus muertos en la Cruzada. Fueron generalmente conjuntos conmemorativos situados en el espacio público - en mitad de las plazas, en la entrada de los pueblos y las ciudades, en medio de grandes avenidas - para ser vistos y que no albergan cuerpos, sino que tenían una forma en la cual la cruz era la absoluta protagonista. Pero la Pirámide de los Italianos, que refleja además la mirada a la época clásica en la que el fascismo se inspiraba, no casa con esta política memorialística. Del Arco recuerda que en la posguerra fue un sitio recóndito que presenció concentraciones y encuentros de veteranos fascistas que se instalaron en España luego de la II Guerra Mundial. "Creo que la polémica no es tal", opina por su parte Gutmaro Gómez Bravo, doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid e investigador especializado en la historia social de la violencia en la España contemporánea. "Es un Bien de Interés Cultural y está bien que sea así, siempre y cuando se explique adecuadamente: por qué se hizo, cuándo, quién y lo que representa". Una iniciativa similar reclama Antonio Cazorla, catedrático de Historia Contemporánea de Europa en la Universidad de Trent en Ontario (Canadá) y autor de varios libros de historia social del franquismo: "Declararlo BIC y dejarlo así no tiene ningún sentido. Declararlo BIC y musealizarlo, explicando lo que fue, sería otro tema. ¿Lo van a hacer los de Castilla y León? Tengo mis serias dudas. Yo no tengo ningún problema con que se proteja el monumento, que ha sido muy maltratado, pero que se haga algo con él". Por su parte, el vicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García-Gallardo (Vox), ha justificado la decisión asegurando que el monumento a la memoria de los soldados italianos que lucharon con Franco es de una belleza singular y que estaba amenazada por el sectarismo de la controvertida ‘Ley de Memoria Democrática’ asegurando sin embargo que no chocará con ella. “Se cumplirá con la ley”, ha afirmado. La titularidad del edificio se ha registrado en 1964 y pertenece a la Hermandad de la Rivera de Herbosa. “Una medida que responde a la petición de un particular (doctor en Historia), registrada a en enero del 2023, y que ha estado muy bien argumentada”, así lo manifestó el consejero de Cultura, Gonzalo Santonja. "Se trata de una pieza singularísima dentro del patrimonio arquitectónico castellano, cuyo valor artístico es indiscutible ya que se trata de una obra única en España, que le otorga singularidad cultural y estética" asevero. Queda ahora restaurarla y conservarla para la posteridad.
viernes, 1 de marzo de 2024
HOLOCAUSTO CULTURAL: La desaparición del patrimonio histórico de Gaza
Víctimas de un genocidio por parte de la bestia sionista con la complicidad de Occidente, los gazatíes también ven impotentes la destrucción de sus monumentos, intentando borrarlos de la historia. Un ejemplo de ello es la mezquita Omari, con sus muros destruidos y su minarete cercenado, que sigue en pie, pero muy dañada. El casco antiguo de la Ciudad de Gaza también está en ruinas. La mezquita del siglo VII, conocida como la Gran Mezquita de Gaza, era la más célebre de la Franja y sus alrededores representaban un importante enclave histórico y cultural. Tras meses de intensos bombardeos, la mezquita ha sufrido considerables daños. El mismo nivel de destrucción se extiende por toda la ciudad. Para los pocos palestinos que todavía resisten y para un número mucho mayor de desplazados que esperan regresar a la principal urbe de la Franja, la cultura y la historia han quedado reducidas a recuerdos. “La ciudad se ha convertido en un pueblo fantasma, los habitantes deambulan con el rostro pálido y el ánimo cansado tras muchos días de guerra. Si paseas por el casco antiguo de Gaza, todo está destruido y sólo te quedan los recuerdos; te sentirás abatido y triste por el nivel de destrucción de lugares culturales y religiosos”, declara Bader Alzaharna, que sigue viviendo en la Ciudad de Gaza a pesar de la intensidad de los ataques del Ejército israelí y la presencia de las tropas de tierra. “El casco antiguo de [la Ciudad de] Gaza, que solía estar lleno de lugares de interés cultural, está gris y nublado. Caminar ahora por Gaza es como estar en una película, en un relato de ficción, en una fantasía. La escena es apocalíptica”, explica. La UNESCO, el organismo de Naciones Unidas dedicado a salvaguardar la educación, la ciencia, la cultura y la comunicación e información, ha confirmado daños en al menos 22 sitios de interés histórico y cultural, entre ellos mezquitas, iglesias, palacios, archivos y el yacimiento arqueológico de Anthedon Harbour, el primer puerto marítimo conocido de Gaza. El organismo señala que ha recibido avisos de daños en otros lugares, pero que no ha podido verificarlos a través de imágenes de satélite, debido a la imposibilidad de evaluar los destrozos sobre el terreno por el conflicto. Según un reciente informe del Ministerio de Cultura palestino sobre los daños causados por Israel al patrimonio gazatí, los bombardeos israelíes sobre la Franja han destruido 207 edificios de importancia cultural o histórica, 144 de ellos en el casco antiguo de la Ciudad de Gaza y 25 en lugares religiosos. Los daños también han afectado a un antiguo cementerio romano y al cementerio de guerra de la Commonwealth, donde están enterrados más de 3.000 soldados británicos y de la Commonwealth que murieron durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial. La UNESCO ha alertado de que hay más lugares en riesgo de sufrir daños, entre ellos uno de los monasterios cristianos más antiguos de la región, el complejo de San Hilarión, que aún no ha sufrido daños pero se encuentra en una zona de intensos combates, según la organización. En un comunicado, señala su “profunda preocupación por el impacto de los combates en curso sobre el patrimonio cultural”. “Si bien es correcto dar prioridad a la situación humanitaria, también debe tenerse en cuenta la protección del patrimonio cultural en todas sus formas”, destaca la UNESCO. Wissam Nassar, fotógrafo que ha cubierto varias guerras en Gaza y que también ha documentado su cultura, afirma que los daños sufridos por la mezquita de Omari y sus alrededores le han afectado personalmente por todo el tiempo que ha pasado allí. “Esta mezquita ocupa un lugar especial en el corazón de todos los palestinos de Gaza, ya que era un punto de reunión durante el [mes sagrado musulmán de] Ramadán y un lugar de culto y lectura del Corán”. Además, “como fotógrafo, tiene un significado especial para mí, ya que he capturado muchos momentos y recuerdos dentro de esta mezquita”. Nassar, que ahora vive en Canadá, ha explicado que recuerda haber visitado el casco antiguo, incluidos los baños turcos ahora destruidos, como fotógrafo y a título personal. Añade que los daños causados a lugares cristianos, como el complejo de la iglesia ortodoxa de San Porfirio, cerca de la mezquita de Omari, dañan la diversidad de Gaza. “Como fotógrafo cargaré con la tristeza durante toda mi vida, porque estos edificios históricos son difíciles de restaurar, y su pérdida es irremplazable” asevero. “Los recordaré en todo momento, ya que tenemos miles de recuerdos dentro de estos lugares. Sin embargo, la mayor tristeza la sentiré cuando mire las fotos que tomé dentro de estos sitios arqueológicos”, admite. “Por desgracia, los sionistas han destruido todo lo bello que había en Gaza. Israel pretendía destruir no sólo personas, sino también piedras, infraestructuras y edificios históricos, queriendo erradicar la vida humana y el patrimonio cultural”. La demanda presentada por Sudáfrica contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia - que llevó al tribunal a ordenar a Israel tomar todas las medidas que están en su poder para evitar actos genocidas - incluía la afirmación de que Israel ha atacado el patrimonio cultural en su ofensiva contra Gaza. También acusaba a Israel de destruir museos y centros culturales modernos y de amenazar el potencial cultural de la Franja con daños a escuelas y el asesinato de periodistas, profesores e intelectuales. En este sentido, Isber Sabrine, director de la ONG Heritage for Peace, ha afirmado que los daños causados al patrimonio de Gaza serán duraderos y van mucho más allá de lo meramente material. En su opinión, los daños causados a los lugares religiosos afectarán a la vida social de musulmanes y cristianos, y su rehabilitación llevará mucho tiempo. “La destrucción del patrimonio en Gaza es también la destrucción de las tradiciones, es también la destrucción de sus hábitos, de su cultura”, lamenta Sabrine. “Es una enorme destrucción del patrimonio con el propósito de alejar intencionadamente a la población de Gaza de su tierra. Es importante conservar y restaurar. Cuando acabe la guerra habrá que hacer una evaluación de todo el patrimonio destruido” puntualizó.
viernes, 23 de febrero de 2024
EL KREMLIN DE MOSCÚ: Núcleo supremo del poder ruso
La palabra Kremlin es un perfecto ejemplo de la metonimia, o el giro que experimentan algunos nombres para convertirse en sinónimos de otros conceptos. En este caso concreto, los conceptos son muchos: la mención de este vasto conjunto de edificios civiles y religiosos en el centro de Moscú evoca el poder y la autocracia, el lujo de los zares, la fe ortodoxa, la revolución y, especialmente, el gobierno de Rusia, el país más extenso del mundo. Hoy es también sinónimo de su dirigente, Vladímir Putin, el nuevo Zar de todas las Rusias, quien desbarata todas las amenazas de los EE.UU. y la OTAN, quienes se niegan a reconocer que ya son parte del pasado y no tienen cabida en el Nuevo Orden Mundial del siglo XXI, liderado por Rusia y China. Cabe precisar que el Kremlin, que significa “fuerte dentro de una ciudad”, no se ubica en el corazón de Moscú: es el corazón de Moscú. La sede del poder desde la Edad Media, cuando lo que era una fortificación de madera, situada en la orilla izquierda del río Moscova, se convirtió en la residencia de los grandes príncipes de la época. Entre los siglos IX y XIII, el territorio donde se encuentra Moscú formaba parte de la Rus de Kiev: un grupo de tribus asentadas en lo que hoy es Bielorrusia, Ucrania y parte de Rusia. La dinastía Rúrika reinaba desde Kiev, entonces la ciudad más importante, pero Moscú, casi mil kilómetros al nordeste, empezaba a despuntar. Allí fue enviado, en 1156, el príncipe Yuri, hijo del gran príncipe de Kiev. En el llamado Códice de Hipacio, del siglo XV, se menciona por vez primera una fortificación de madera erigida, por orden del citado príncipe, en la colina de Borovitsky. Yuri ha pasado a la historia como el fundador de Moscú y artífice del Kremlin; su estatua preside la plaza del ayuntamiento de la capital. Sin embargo, fue su hijo Andrei quien finalizó la obra concebida por su padre. El fuerte que, con forma de triángulo irregular, ocupaba un tercio de lo que abarca el complejo actual. En los años sucesivos, la fortaleza fue expandiéndose con nuevas construcciones de madera. Pero no pudo resistir el embate de las hordas mongolas, que invadieron Rusia a principios del siglo XIII. De su reconstrucción se ocuparía otro príncipe de la dinastía Rúrika, Daniil Alexandrovich (1261-1303). Hijo menor del mítico príncipe Alexander Nevsky, recibió como herencia el patrimonio que se consideraba menos valioso: Moscú. Nombrado allí primer príncipe de Moscú, Daniil creó una nueva morada de interiores más palaciegos. Iván Kalita, el segundo hijo de Daniil, heredó el principado en 1328. Fue el primero de los gobernantes de Moscú en proclamarse “gran príncipe de Rusia”. Su reinado fue ambicioso: pactó con los mongoles el derecho a recolectar los tributos de los otros príncipes, lo que derivaría en la supremacía financiera y política de Moscú. Aquel poder se reflejaría en el Kremlin, al que añadió una serie de extensiones para alojar a la corte. Entre otras cosas, agrandó y reforzó el muro perimetral con grandes troncos de roble. La tarea fue continuada a partir de 1340 por su sucesor, Dmitri Donskói, cuyo largo gobierno marcó un nuevo período en la construcción del Kremlin. Fue el primero en utilizar piedra para su estructura, con un muro de caliza blanca que se mantuvo en pie durante un siglo. Así, el fuerte resistió ataques, y él pudo consolidar la autoridad de su gobierno. Al final de su reinado, en 1389, había doblado el territorio de su principado. La expansión continuó: en el siglo XV, durante el reinado de Iván III, Rusia se convirtió en un Estado prácticamente centralizado, libre de las ataduras a los mongoles y con Moscú como eje. Conocido como Iván el Grande, en 1478 adoptó el título de soberano de toda Rusia, cuadriplicó su territorio y proclamó Moscú como la tercera Roma y sucesora de Constantinopla. Sus aspiraciones precisaban una sede acorde a tanta grandeza, por lo que se consagró a afianzar el Kremlin como palacio y eje del gobierno y la espiritualidad del país. Para ello, invitó a arquitectos e ingenieros italianos. Durante esa etapa se construyen los principales hitos del Kremlin, como las imponentes murallas y las torres de defensa, en llamativo ladrillo rojo (inspiradas en las fortificaciones del norte de Italia). En tiempos de Iván el Grande se erigieron también los templos que conforman la plaza de las catedrales: la catedral de la Asunción, o Dormición, el templo del arcángel san Miguel, la catedral de la Anunciación y el campanario de Iván Veliki, que, con sus 82 metros, fue el edificio más alto de Rusia. El palacio de las Facetas también fue construido en esa época por arquitectos italianos. Está considerado el edificio secular más antiguo de Moscú, y en su espléndido salón principal, bajo una profusión de frescos y arcos dorados, el nieto de Iván III, Iván IV el Terrible, recibía a los embajadores de la época. El fastuoso lugar sigue utilizándose para agasajar a dignatarios, como Isabel II de Inglaterra, que en 1994 fue recibida allí por Borís Yeltsin. Coronado gran príncipe de Moscú a los tres años, Iván IV pasó parte de su infancia en el Kremlin, donde fue semiprisionero de los clanes boyardos (miembros de la nobleza rural) que se disputaban el poder. No alcanzó el mando hasta la adolescencia, pero, una vez conseguido, lo ejerció con una crueldad remarcable. Profundamente religioso, Iván IV fue el artífice de la construcción de la catedral de San Basilio, que se levantó entre 1555 y 1561 para celebrar una de sus conquistas militares. El templo es famoso por sus cúpulas coloreadas, en forma de bulbo. Situado en la Plaza Roja, en 1990 fue declarado, junto al Kremlin, Patrimonio de la Humanidad, aunque no forma parte estrictamente del mismo. La segunda era de esplendor constructivo del Kremlin aconteció en el siglo XVII, con la ascensión al poder de la dinastía Romanov. Fue entonces cuando se coronaron con chapiteles muchas de las torres diseñadas por los arquitectos italianos y se construyó el palacio de los Terems, la residencia oficial de los zares. Sin embargo, fue también un Romanov, el zar Pedro I, quien provocó la primera pérdida de poder del Kremlin como símbolo nacional. Considerado el creador de la Rusia moderna y apodado el Grande, en 1712 decidió trasladar la capital a San Petersburgo. De este modo, el Kremlin dejó de ser la residencia permanente de la familia real y el recinto donde se decidía la sucesión. Pese a ello, todavía jugaba un papel significativo en la vida política, ya que los zares seguían coronándose en la catedral de la Dormición. Así lo hizo, precisamente, Catalina la Grande en 1762. Amante de la arquitectura, encargó la construcción en el Kremlin de un gran edificio para albergar el Senado. Encargó el diseño a su arquitecto favorito, Matvéi Kazakov, quien creó un recinto monumental, de líneas neoclásicas. Completado en 1787, la emperatriz pudo pasearse por sus estancias. En especial, por el llamado Salón de Catalina, con forma circular y decorado con bajorrelieves en los que ella aparece como la diosa Minerva. Catalina murió en San Petersburgo en 1796, de modo que no fue testigo de la invasión napoleónica de Moscú, en septiembre de 1812, cuando el emperador de los franceses ordenó que se dinamitara el Kremlin luego de su retirada y saqueo. La destrucción no fue completa, pero el conjunto quedó seriamente dañado debido al gran incendio que provocaron las explosiones. El Kremlin renació de sus cenizas por el empeño del zar Alejandro I (1777-1825). El nieto de Catalina se propuso restaurar los palacios, murallas y catedrales afectados por el fuego, aunque no fue hasta el reinado de su hermano, Nicolás I, cuando se repararon por completo los daños provocados por el bastardo francés. Alejandro I convirtió la armería en el primer museo público de Moscú y levantó una nueva residencia, el gran Palacio Real del Kremlin, que se completaría en 1849. Toda la familia imperial asistió a la inauguración del que se considera el último gran edificio construido con tanta opulencia en Rusia. Hoy es la residencia oficial del presidente. En 1913, el Kremlin fue la sede para la celebración, con toda la pompa y circunstancia, del 300 aniversario de la dinastía Romanov. Aquella fue la última ceremonia real que tuvo lugar en Rusia: la Revolución de 1917 provocó la aniquilación de la monarquía y la destrucción de los monumentos que la representaban. Muchos de ellos estaban en el Kremlin. El último atropello arquitectónico tuvo lugar a finales de los años cincuenta del pasado siglo, cuando el dictador comunista Nikita Jruschov encargó la construcción de un palacio de congresos. El gigantesco edificio de hormigón desentona en la arquitectura del recinto, pero el proyecto no pudo ser rebatido: como sus antecesores, este sátrapa gobernaba con mano de hierro. Pero con el derrocamiento de la odiada tiranía comunista y el colapso de la Unión Soviética en 1991 - que termino en el basurero de la historia - ha resurgido la Nueva Rusia, bajo el sabio liderazgo de Vladimir Putin, por los siglos de los siglos
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