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viernes, 24 de abril de 2020

HERACLEION: Secretos de una colosal ciudad sumergida bajo el mar

El Antiguo Egipto puede presumir de ser una de las civilizaciones más impresionantes de todos los tiempos, en buena parte gracias a su capacidad para levantar increíbles construcciones de la nada, mucho más allá de las espectaculares pirámides. Y, posiblemente, uno de los lugares más bellos que existió fue Heracleion, el puerto más importante durante el último periodo faraónico  que dejó de ser leyenda para convertirse en una realidad hace solo 21 años. Situada en la desembocadura del Nilo, Thonis -su nombre original- pronto se convirtió en un puerto de referencia para los egipcios, creciendo con el paso de los años hasta convertirse en una de las ciudades más ricas de todo Egipto. Sin embargo, con la conquista de Alejandro Magno en el siglo III a.C, su nombre pasó a ser Heracleion, en honor a Heracles que, según la mitología, fue el primero en llegar a la ciudad. Pronto se convirtió también en un importante centro religioso. Y su importancia siguió creciendo con el paso de los años, ya que fue la última ciudad que visitaron Paris y Helena antes de que comenzara la Guerra de Troya. Sin embargo, el mito aseguraba que los furiosos dioses terminaron por hundir la ciudad, sumergiéndola y condenándola al olvido de por vida, por lo que históricamente la ciudad siempre fue considerada como una simple leyenda  hasta que en 1999, un submarinista francés fue capaz de encontrarla bajo el mar. Franck Goddio quería comprobar si la leyenda de Heracleion era solo eso o si, por el contrario, era mucho más de lo que los historiadores daban por hecho. Durante cinco años, estuvo investigando, explorando y analizando cada detalle al respecto de la ciudad, hasta que en 1999 dio con ella: primero, encontró su muralla; luego, los restos de un impresionante templo; a continuación, toda una ciudad sumergida y un impresionante puerto. Era real. Acababa de descubrir que la Atlántida egipcia no era un invento, sino que era muy real y que ofrecía datos muy valiosos para confirmar algunas de las teorías que se tenían del puerto más importante de la zona: la erosión había acabado con muchas construcciones calizas, pero sí se consiguieron conservar elementos como monumentales estatuas, grandes estelas, vasijas, joyas y, sobre todo, la mayor colección de barcos naufragados de la historia del Antiguo Egipto. Y es que se encontraron embarcaciones de todo tipo, desde mercantes, naves de guerra o, incluso, barcos de carga con los que se llevaron a cabo construcciones como las pirámides que eran la primera vez que se veían en realidad más allá de las descripciones existentes en algunos escritos, denominados bari. Pero más allá de todo, posiblemente el mayor descubrimiento de todos los que se llevaron a cabo tiene que ver con una monumental estela, la Piedra de Heracleion, hecha de granito negro de más de dos metros de altura, que se encuentra cubierta de jeroglíficos y que es más antigua que la famosa piedra de Rosetta, que permitió transcribir los jeroglíficos egipcios. "Sobrevivió completamente intacta por más de 2.000 años", destacó la arqueóloga marítima Lucy Blue. "Una estela es un decreto público tallado y este fue encontrado enterrado en el corazón de la ciudad y los mensajes tallados en ella en el que se da cuenta de los impuestos que se le cobraban a los muchos barcos que llegaban del extranjero revelan que Heracleion era más que un puerto legendario, era un puerto vital para el antiguo Egipto” aseveró. Otro hallazgo sorprendente reveló que Heracleion no solo tenía gran importancia comercial y religiosa, sino también política. Los arqueólogos submarinos encontraron una gran caja de piedra dentro del templo de Heracles. Se trataba de un "Naus", el centro sagrado del templo. Tallado sobre la piedra encontraron una descripción de los derechos dinásticos que cada faraón tenía que realizar para legitimar su poder. "El faraón tenía que entrar en este templo para recibir del dios supremo, Amón, el título de su poder", explicó Franck Goddio, quien halló la ciudad. Eso significa que Heracleion era el lugar donde los nuevos faraones tenían que ir para recibir su poder divino y legitimar su reinado. Pero a pesar de su increíble relevancia, nada de eso evitó que la ciudad se hundiera, algo que los científicos atribuyen al hecho de que estaba construida sobre los inestables sedimentos del delta del Nilo, que pudieron haber cedido ante un terremoto u otro desastre natural. Irónicamente, ese mismo suelo que habría llevado a la destrucción de Heracleion fue lo que permitió que se conservara tan increíblemente debajo del mar: la arcilla del Nilo se depositó encima de los restos de la ciudad, preservándolos para la posteridad.
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