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viernes, 20 de agosto de 2021

ICONOCLASIA Y TERRORISMO CULTURAL: ¿Volverán los talibanes a destruir el patrimonio cultural de Afganistán tras retomar el poder?

Como hicieron las tropas de Alejandro Magno en el 330 a.C, los talibanes han realizado en apenas una semana una ofensiva relámpago en Afganistán que ha terminado con la conquista de Kabul, la capital, y la huida del gobierno colaboracionista impuesto por los EE.UU. y sus aliados tras la invasión del país en el 2001. Tras su caída, los terroristas controlan ahora decenas de miles de restos y yacimientos antiguos que en el pasado no respetaron. Esta conquista fulgurante ha pillado con el pie cambiado a los conservadores y arqueólogos de los museos del país, que han tenido que apañárselas para asegurar los yacimientos y restos que tenían. Lo que suceda con el su patrimonio cultural con la llegada de los talibanes se enfrenta a un futuro incierto, como gran parte de la población afgana. "No esperábamos que ocurriera tan rápido", dice Noor Agha Noori, encargado del Instituto de Arqueología de Afganistán en Kabul. Los responsables querían trasladar algunos restos de ciudades como Herat o Kandahar para mantenerlos a salvo, pero el colapso repentino del régimen títere proestadounidense no se lo ha permitido. Ahora, con las fuerzas de los talibanes asentadas en Kabul, la colección de más de 80 000 restos del Museo Nacional de Afganistán está en peligro. "Estamos muy preocupados por la seguridad de nuestro personal y colecciones", se temía días antes de la caída de la capital Mohammad Fahim Rahimi, director del museo, hoy con paradero desconocido. Habiendo sido un importante cruce de caminos durante milenios, Afganistán cuenta con una inusual riqueza arqueológica y cultural. Desde aquí, el budismo se extendió a China, mientras que el zoroastrismo, el cristianismo y el hinduismo florecieron antes de la llegada del Islam en el siglo VII d.C. Como artería principal de la Ruta de la Seda que conectaba India con China e Irán, Afganistán está repleto de restos de antiguas ciudades y monasterios que alojaban a los viajeros, incluido al propio Marco Polo en su camino a la fascinante corte de Kublai Khan. Pero, los talibanes siguen una versión extremista del Islam que rechaza las representaciones de personas o animales y mira con recelo el pasado preislámico. Los responsables del legado cultural no se ponen de acuerdo sobre si los terroristas hoy en el poder volverán a tomarla con los restos, como ya hicieron en el 2001, cuando destrozaron a cañonazos los famosos Budas de Bamiyan junto con otros objetos y estatuas del Museo de Kabul. En un comunicado publicado en febrero, los talibanes ordenaron a sus seguidores que "protegieran, vigilaran y conservaran con celo" las reliquias, parar las excavaciones ilegales y salvaguardar "todos los sitios históricos". Destacó también implantarían una prohibición de vender objetos en el mercado de arte. Pero muchos expertos en la herencia cultural de Afganistán no se fían. "Han blanqueado su imagen, pero siguen siendo un grupo muy ideológico y radical", asegura Omar Sharifi, profesor de ciencias sociales en la Universidad Americana de Afganistán, quien huyó de Kabul a Nueva Delhi (India) días antes de la entrada de los talibanes en la capital de Afganistán tras recibir amenazas directas por parte de miembros de los talibanes. Otras fuentes afganas añadieron que el personal encargado del patrimonio cultural de todo el país ha recibido mensajes y llamadas de los altos cargos de los talibanes acusándoles de trabajar con las organizaciones internacionales, es decir de traición, lo que se castiga con la pena de muerte, por lo que es de esperar que se hayan puesto a salvo, abandonando a su suerte las reliquias de los museos que cayeron en manos de los talibanes cuando estos entraron a Kabul el pasado domingo, desconociéndose el estado en el que se encuentran ahora. Los talibanes les han ordenado a los empleados de bajo rango “que se mantengan en sus trabajos”. Pero, como estos trabajadores han sido confinados en sus casas, por lo que no han podido informar del estado de los restos arqueológicos, museos y yacimientos."Si tienen malas intenciones, nos daremos cuenta más adelante", dice Cheryl Benard, que dirige la Alianza para la Restauración del Patrimonio Cultural (ARCH, en sus siglas en inglés), con base en Washington DC (EE. UU). "Ahora están ocupados con temas de fronteras e infraestructuras". Mientras los talibanes cercaban Kabul, los conservadores de la capital se afanaban por exportar los objetos que debían enviar a una exposición en París. Philippe Marquis, director de la Delegación Arqueológica de Francia en Afganistán, esperaba poder volver a Kabul para supervisar la preparación del envío de los objetos acordados pero la rápida caída de la capital frustro sus planes. "La situación es impredecible", vaticinaba; "la gente en Kabul tiene pavor a los talibanes. Pero una guerra rápida con pocas bajas puede ser mejor que la anarquía". Los responsables afganos no quisieron explicar que planes tenían para la reconocida colección del Museo Nacional. "Tenemos que mantener a salvo los objetos, pero la pregunta es cómo encontrar un lugar seguro", comentó una fuente gubernamental; "no hay manera de que la colección o el personal abandone el país". Otro añadió que confiaba en que Naciones Unidas presionará a los talibanes para que protejan tanto el patrimonio cultural como al personal responsable del mismo. Los talibanes ya controlaban Mes Aynak, uno de los monasterios budistas de la Antigüedad más importantes de Asia Central y que está a pocos kilómetros de la capital. Junto con las numerosas estupas y estatuas hay unos 10 000 objetos excavados del yacimiento, incluidas más de 25 000 monedas. Los nuevos mandatarios de Afganistán también controlaban el nuevo museo de la ciudadela de Herat, y colecciones más pequeñas en las ciudades de Kandahar, Ghazni y Balj. Pero tras la toma de Kabul, la incertidumbre es total. "Los talibanes me conocen, no es algo tranquilizador para mí o mi familia", decía un experto en patrimonio cultural, que añadía que las calles que conducen al aeropuerto - aun bajo control de los estadounidenses - están llenos de refugiados ansiosos por huir del país, temerosos de que en cualquier momento los talibanes bloqueen la entrada al recinto este 31 de agosto, tanto ellos como sus tesoros culturales estarán en grave peligro.
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