SONIDOS DEL MUNDO

viernes, 6 de junio de 2025

TRUMP´S MILITARY PARADE: Un desfile a su medida

Ajeno al escándalo mediático montado por un dolido Elon Musk con sus absurdas acusaciones, Donald Trump como buen megalómano, sigue adelante con sus planes de llevar a cabo un desfile militar con tanques en su honor que recorrerá Washington el día de su cumpleaños, el próximo 14 de junio y esta vez, nada ni nadie lo detendrá. Cabe precisar que esta idea no es nueva, ya que el Pentágono, durante su primer mandato, se opuso a su anhelo de celebrarlo; se buscaba – afirmaron en esa oportunidad – “mantener a las fuerzas armadas al margen de la política”. Pero en el segundo mandato de Trump, esa barrera de seguridad desapareció. Este año habrá desfile, y nada menos que el día en el que el presidente cumple 79 años. El plan actual involucra una escenificación formidable en el centro de Washington: 28 tanques M1A1 Abrams (de 70 toneladas cada uno, los más pesados en activo), 28 vehículos blindados de transporte de tropas Stryker, más de 100 vehículos de otros tipos, un bombardero B-25 de la época de la Segunda Guerra Mundial, 6700 soldados, 50 helicópteros, 34 caballos, dos mulas y un perro. El ejército calcula el coste del destile entre 25 y 45 millones de dólares. Pero podría ser mayor porque el ejército ha prometido arreglar las calles de la ciudad que el desfile dañe, además de que el coste de la limpieza y la policía aún no forman parte del cálculo. Aunque 45 millones de dólares es una fracción pequeña del presupuesto del Pentágono propuesto por Trump, de 1,01 billones de dólares para el año fiscal 2026, la decisión del desfile sucede cuando el gobierno pretende recortar de manera drástica la financiación de la educación, la salud y la asistencia pública. “Es mucho dinero”, reconoció Steve Warren, portavoz del ejército. “Pero creo que esa cantidad de dinero queda chica por los 250 años de servicio y sacrificio del ejército de Estados Unidos”. Por cierto, el ejército no describe al acto como desfile por el cumpleaños de Trump. Es el desfile de cumpleaños del ejército. El Ejército Continental se formó oficialmente el 14 de junio de 1775, por lo que el 14 de junio se cumplirán 250 años. Pero también coincide con el cumpleaños de Trump. No hubo un gran desfile en Washington cuando el ejército cumplió 200 años en 1975, cuando las cicatrices de su humillante derrota en la guerra de Vietnam aún estaban abiertas. Aunque se celebraron conmemoraciones más pequeñas en bases militares de todo Estados Unidos con cenas baile, coros de cuartetos de barbería o barbershop quartets y celebraciones con pasteles, poca gente quería glorificar al ejército a tan poco tiempo luego del tiroteo de Kent State. Además, el país se estaba preparando para las grandes celebraciones del bicentenario del año siguiente. Si esta vez las cosas fueran igual de discretas, Fort Myer, al otro lado del río Potomac, en Arlington, Virginia, podría ser un lugar ideal, “donde la Vieja Guardia podría desfilar con algunos veteranos”, dijo el senador por Rhode Island Jack Reed, principal demócrata del Comité de las Fuerzas Armadas, en referencia al 3.º Regimiento de Infantería, la unidad de infantería en activo más antigua del ejército. “Pero se trata de Trump quien ha ordenado que desfile por el centro de la capital”, añadió Reed, hablando con los periodistas la semana pasada en el Defense Writers Group. “Concuerda con gran parte de lo que está haciendo”. Los oficiales del ejército dicen que el desfile cruzará frente al punto de observación de Trump en la avenida de la Constitución, cerca de la Casa Blanca, la noche del sábado 14 de junio, como parte de una gran fiesta en la Explanada Nacional. Habrá soldados en el desfile que se alojarán en dos edificios gubernamentales, según las autoridades. Dormirán en catres militares y llevarán sus propios sacos de dormir, un tema muy comentado en los programas de medianoche de televisión. Habrá Paladines, los enormes obuses autopropulsados, y guiños al pasado. Los oficiales del ejército quieren que algunos soldados usen uniformes de las guerras de antaño, como la de 1812 o la Guerra Hispanoamericana. Durante más de dos años, el ejército ha estado planeando aspectos nacionales, mundiales e incluso interestelares de la celebración: un astronauta del ejército en la Estación Espacial Internacional llamará por teléfono, dijo Warren. Pero esas celebraciones que estaban planeadas se centraban en festivales, una estampilla postal, carreras divertidas variadas, bandas militares y cosas por el estilo. En algún momento de este año, dijeron oficiales del ejército, apareció en los planes un desfile militar en Washington. Aun así, los oficiales dicen que de momento no hay planes para cantar “Cumpleaños feliz” a Trump, o al ejército, durante el desfile. Sin embargo, uno de los planes prevé que paracaidistas de los Caballeros Dorados, el equipo de paracaidistas del ejército, aterricen en medio de los festejos y entreguen a Trump una bandera. En el 2017, durante su primer mandato, Trump presenció el desfile del Día de la Bastilla en París con el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y regresó a casa con ganas de celebrar el suyo. Pero el Pentágono durante la primera gestión de Trump obstaculizó la idea. Jim Mattis, secretario de Defensa en ese momento, dijo que “preferiría tragar ácido”, según Holding the Line, un libro de Guy Snodgrass, antiguo escritor de discursos de Mattis. “Todos en este país somos conscientes del afecto y el respeto del presidente por los militares”, dijo Mattis escuetamente cuando los periodistas le preguntaron por los deseos de Trump. “Hemos estado elaborando algunas opciones. Las enviaremos a la Casa Blanca para que tome una decisión”. El general Paul Selva, entonces vicepresidente del Estado Mayor Conjunto, dijo a Trump durante una reunión en el Pentágono que los desfiles militares eran “lo que hacen los dictadores”, según The Divider, de Peter Baker, periodista del New York Times, y Susan Glasser. Cuando Mattis se fue, Trump volvió a mencionar la idea. El sucesor de Mattis, Mark Esper, respondió con un “desfile aéreo” como parte de las celebraciones del 4 de julio del 2020, dijeron funcionarios del Pentágono. Una serie de aviones de combate y otros aviones de guerra sobrevolaron la Costa Este estadounidense sobre ciudades que tuvieron un papel en la Revolución de las Trece Colonias, como Boston, Nueva York y Filadelfia. Funcionarios del primer Departamento de Defensa de Trump se resistieron a su sugerencia de desfile —nunca fue una orden directa— porque consideraban que ubicaba al ejército en medio de la escena política, algo que el Pentágono se ha resistido a hacer históricamente. Pero ahora Trump cuenta con el secretario de Defensa, Pete Hegseth, y con líderes militares que se han mostrado más dispuestos a poner en práctica sus deseos. Esto “plantea la cuestión de si el ejército estadounidense está celebrando a Trump”, dijo Risa Brooks, profesora asociada de Ciencias Políticas en la Universidad de Marquette. “Tener tanques por las calles de la capital no parece algo coherente con la tradición de un ejército profesional y altamente capacitado”, dijo Brooks en una entrevista. “Más bien parece un ejército politizado y volcado hacia el interior, centrado en adversarios internos en lugar de externos”. Ha habido grandes desfiles militares estadounidenses en el pasado, pero el último fue hace casi 35 años, para conmemorar el final de la primera Guerra del Golfo. Tradicionalmente, los desfiles militares en Estados Unidos se han realizado al final de grandes conflictos, como la Guerra de Secesión y las dos guerras mundiales. También hubo desfiles militares en tres tomas de posesión presidenciales durante la Guerra Fría. Y algunas fiestas en pueblos pequeños también conmemoran a los militares con vehículos blindados y soldados. “En realidad, no veo el problema de un desfile militar”, dijo Kori Schake, exfuncionaria de defensa del gobierno de George W. Bush, quien dirige los estudios sobre política exterior y de defensa en el American Enterprise Institute. Schake dijo que más estadounidenses necesitan ver a los soldados que sirven al país. “Si ver a nuestros conciudadanos estadounidenses de uniforme fomenta el conocimiento público y la conexión, o inspira el voluntariado, sería beneficioso”, dijo. A fin de cuentas, “los militares no van a dar batalla en esto”, dijo Peter Feaver, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Duke, quien ha estudiado a los militares durante décadas. “El equipo del segundo mandato de Trump es mejor dando al presidente lo que quiere, y sus deseos son ordenes” aseveró.

viernes, 30 de mayo de 2025

VIKINGOS: Los primeros exploradores del África

Pensemos en los vikingos y nos viene a la cabeza aquellas hordas nórdicas que desataron el terror en toda Europa, atacando por sorpresa, saqueando y matando a todos los que estuvieran a su paso, llegando a cruzar Rusia y sitiar por sorpresa Constantinopla, aunque no llegaron a tomarla. Sus ansias de aventuras los llevaron incluso hasta las costas de Terranova y fundar Vinlandia (Canadá) en el Nuevo Mundo, adelantándose por siglos a la gesta de Cristóbal Colon. Sin embargo, hubieron dos vikingos quienes lideraron su propio asalto - condenado al fracaso - en un territorio mucho más al sur: Marruecos. Se trata de una historia poco conocida y del que no tenemos mucha información por parte de los vikingos, pero si de sus victimas, en este caso los musulmanes, quienes al momento de estos ataques, controlaban casi toda la península ibérica, a excepción de una región ubicada en el noroeste de España: Galicia. Cabe precisar que "moros" es un nombre común que se le daba a las personas de ascendencia árabe o bereber que habían vivido en una zona conocida como Mauritania desde la época romana. Este no era el país del mismo nombre que conocemos hoy, sino una gran extensión del norte de Marruecos. Para cuando los vikingos se aventuraron más al sur, el norte de África también era musulmán. En el año 859, una flota de 62 barcos vikingos partió del Loira con destino a Iberia. Al frente de ella se encontraban dos jefes de los que se sabe poco. Uno era Björn Järnsida, cuyo nombre suele traducirse como Björn Ironside; el otro era un extraño personaje llamado Hastein según la mayoría de las fuentes. Björn Ironside era hijo de Ragnar Lothbrok , un rey danés y sueco que dirigió numerosas incursiones en las Islas Británicas en el siglo XIX. Como era costumbre en aquella época, Lothbrok envió a sus hijos más jóvenes a participar en esas incursiones para que no le causen problemas en casa, como querer arrebatarle el trono. Ironside partió con una gran flota hacia Francia, y que fue testigo de innumerables incursiones vikingas a principios de la Edad Media. Lideró un asalto a París y construyó su propia fortificación con vistas a Ruán. Su base se encontraba principalmente en torno al Sena. Entretanto, se menciona a Hastein como el padre adoptivo de Ironside. Sabemos poco de su vida anterior, salvo que era danés y que ambos hombres participaron codo con codo en numerosas incursiones por Francia. Sus aventuras los llevaron primero al reino de Asturias, ubicada al norte de España, donde fueron derrotados. Con la esperanza de tener mejor suerte más al sur, navegaron por toda la Península, realizando escaramuzas en los alrededores de Lisboa, hasta llegar a Andalucía, donde se dirigieron tierra adentro hacia Sevilla. Pero al ser detenidos por los musulmanes, continuaron hacia el sur, rumbo a Algeciras. Allí, encontraron menor resistencia, por lo que incendiaron la mezquita local y procedieron a navegar por el estrecho de Gibraltar que separa Europa de África, la puerta de entrada al Mediterráneo desde el Atlántico. Fue entonces cuando comenzó la breve aventura vikinga en Marruecos. Alrededor del año 859 d.C., los vikingos ya habían establecido los primeros contactos con las culturas africanas. En el Libro de caminos y reinos, un texto de geografía del siglo XI (un texto fragmentado y que ha dado pie a numerosas interpretaciones), el geógrafo, botánico e historiador hispanoárabe Abu Abdullah al-Bakri describe a los vikingos como majus, un término utilizado para definir a los paganos y a los adoradores del fuego. Cuando Hastein, Ironside y sus hombres continuaban saqueando el corazón de Marruecos, llegaron a una ciudad conocida entonces como Nekor. Fundada 200 años antes por Idris ibn Salih, reconocido a su vez como el fundador histórico de Marruecos, Nekor era el centro cultural, aunque ya no político, de la región del Rif. Definida y bautizada en honor a las montañas del Rif, Nekor personificaba la civilización musulmana contra la que los vikingos llevaban meses luchando. La ciudad fue tomada y saqueada durante ocho días, siendo sus habitantes capturados para venderlos en los mercados de esclavos de Irlanda, en un punto determinado del río Liffey. Allí se estableció el gran asentamiento vikingo que con el tiempo dio lugar a la actual Dublín, capital de Irlanda. El asalto de Nekor es también mencionado por la crónica de Abdullah al-Bakri que lo describe así: "Majūs, que Dios los maldiga, llegaron a Nakūr en el año 244 (858–859). Tomaron la ciudad, la saquearon y esclavizaron a sus habitantes, excepto a los que se salvaron huyendo. Hoy en día, no queda nada de la ciudad de Nekor, ya que sus restos yacen enterrados bajo las aguas de la presa de Abdelkrim Khattabi. La ciudad actual más cercana es Bni Bouayach, a medio camino entre Tánger y la actual frontera con Argelia. En total, los nórdicos permanecieron en Nekor durante ocho días, decidieron que ya habían tomado todo lo que necesitaban, se dirigieron a la costa en dirección al sur de Francia. Cruzando el Mediterráneo, llegaron a Córcega para pasar el resto del invierno en la isla, antes de atacar Narbona y Nimes. Posteriormente, los vikingos causaron estragos en Italia, abriéndose paso hasta la ciudad de Luni, en el sureste de Liguria, pero sin llegar hasta Roma, que era la intención original. Continuaron hacia el este y luego regresaron a lo largo de la costa norteafricana. Los detalles de este viaje de regreso son escasos, salvo que recogieron más esclavos, pero luego se encontraron con tormentas cerca del Estrecho de Gibraltar. Cuando regresaron a su base en el Loira, sólo quedaban 20 barcos de los 62 de la flota original. Mucha gente había sido desarraigada, ya sea llevada como esclava a Irlanda, mientras que a algunos vikingos que se convirtieron al Islam, se les permitió establecerse en Jerez de la Frontera, cerca de Cádiz. Es pura conjetura, pero pasado 500 años, quizás descendientes de estos vikingos navegantes se encontraban entre los marineros que partieron con Cristóbal Colón rumbo al Nuevo Mundo en 1492...

viernes, 23 de mayo de 2025

ATENEA PÁRTENOS: Un tesoro desaparecido

Fue una majestuosa estatua de unos 12 metros de altura esculpida por Fidias en oro y marfil y colocada sobre un enorme pedestal en la cella oeste del Partenón, el magnífico templo que se encuentra sobre la acrópolis de Atenas, el cual se construyó entre los años 447-432 a.C., durante la edad de oro o siglo de Pericles. Estaba dedicado a la deidad patrona de la ciudad, la diosa Atenea. El templo se construyó para albergar la nueva escultura de oro y marfil que rendía culto a la diosa, obra del maestro escultor Fidias, así como para proclamar al mundo el éxito de Atenas como líder de la liga de fuerzas griegas en las guerras médicas. La figura de culto, que se comenzó a construir en el 447 a.C. y se instaló en el templo en el 438 a.C., fue el símbolo de la gran ciudad durante un milenio, hasta que desapareció de los anales de la historia. Por suerte, las copias que se hicieron de la estatua, de las cuales la más completa es la estatuilla de Varvakeion del siglo II d.C., y de algunos detalles escultóricos, así como las descripciones hechas por Plutarco y Pausanias, nos permiten reconstruir con bastante precisión su apariencia original. Cabe precisar que el nombre Partenón deriva de uno de los muchos epítetos de Atenea: Atenea Pártenos, que significa ‘virgen’. Partenón significa 'casa de Pártenos', que fue el nombre que se le dio en el siglo V a.C. a la cámara (cella) en el interior del templo donde se albergaba la figura de culto. A partir del siglo IV a.C., el edificio en su totalidad adquirió el nombre de Partenón. Aunque el exterior estaba ricamente decorado con adornos magníficos, nunca se pretendió que la escultura más importante fuese otra que la gigantesca estatua de Atenea en el interior. De hecho, hay pruebas de que el templo se construyó a medida para acomodar a la estatua crisoelefantina (de oro y marfil) de Atenea hecha por Fidias. El escultor ya era conocido por la colosal estatua de bronce Atenea Prómacos que se erigía sobre la acrópolis y que podía verse desde el cabo Sunión, y Pericles le encargó crear una estatua a la altura de la mayor polis griega y de su divinidad tutelar. La Atenea Pártenos se trataba, así, de una enorme estatua que, según Plinio el Viejo, medía 11,5 metros de altura (26 codos). Estaba compuesta por un armazón de madera revestido de marfil tallado para las zonas de la piel y de oro (1.140 kilos o 44 talentos) para todo lo demás. Además, las piezas de oro se podían desmontar con facilidad en caso de necesidad económica. Para los adornos adicionales se utilizó cristal, cobre, plata y piedras preciosas. Se calcula que la estatua le costó a la ciudad unos 5.000 talentos, una suma inmensa que supuso un coste superior al de la construcción del propio Partenón. La estatua se alzaba sobre un pedestal de 4,09 por 8,04 metros, estaba orientada hacia la puerta este y la rodeaban las columnas dóricas de un peristilo situado en el interior de la cella. Frente a la estatua, excavado en el suelo, había un depósito de agua grande pero poco profundo que tenía la doble función de reflejar la luz en la cámara y mantener una atmósfera húmeda para una mejor conservación del marfil. La cavidad en el suelo del templo en la que se colocó una columna central a modo de punto de apoyo de la estatua sigue siendo visible hoy en día. La estatua representaba a Atenea en pie, majestuosa, completamente armada y sosteniendo en la mano derecha una estatua de 4 codos de altura de Niké. Atenea vestía un peplo que se ajustaba con un cinturón. Con la mano izquierda sujetaba un escudo grande y circular que descansaba sobre el suelo. Además, a su lado izquierdo había una lanza y una enorme serpiente sagrada que se enroscaba entre sus pies y el escudo. Sobre su yelmo de triple penacho se erigía una esfinge y, a cada lado, dos grifos con alas de Pegaso. Unos grifos también decoraban las lengüetas protectoras de las mejillas. El torso de la diosa estaba cubierto por la égida decorada con serpientes que Zeus le había regalado, con la cabeza de la gorgona Medusa labrada en marfil. Los bordes de las sandalias de Atenea estaban decorados con detalles de la guerra mitológica entre los centauros y los lápitas. En la peana de la estatua se representaban escenas del nacimiento de Pandora, a la que vigilaban los dioses más importantes del monte Olimpo. El escudo de la estatua era una maravilla en sí mismo y fue objeto de muchas copias en épocas posteriores. Según Plinio el Viejo, en la cara exterior se representaban escenas de la batalla de Teseo contra las amazonas y, en la cara interior, la batalla contra los gigantes. Las alrededor de 30 figuras de la cara exterior probablemente se hicieron de plata o bronce. El centro del escudo lo dominaba, de nuevo, la cabeza de Medusa (el gorgoneion), rodeada de duelos entre griegos y amazonas en poses dramáticas sobre un fondo con elementos paisajísticos y fortificaciones. Al igual que las esculturas en el exterior del Partenón, estas imágenes de los griegos que se alzan victoriosos ante criaturas foráneas, como los centauros o las amazonas, representaban una poderosa metáfora visual de la victoria griega sobre los persas y una forma de celebrar haber defendido con éxito su independencia y modo de vida. La estatua debió ser sin duda sobrecogedora y su riqueza - tanto artística como material - debió enviar un mensaje alto y claro sobre la riqueza y poder de una ciudad que podía ofrecer semejante tributo a su diosa patrona, además del poder la propia diosa. Es testimonio de la perdurabilidad del legado artístico de la estatua la larga procesión de copias contemporáneas y posteriores en época helenística y romana, no solo de la estatua al completo, sino también de algunos detalles como el busto o las escenas de la amazonomaquia. Como se ha mencionado anteriormente, la representación mejor conservada y más completa de la obra maestra perdida de Fidias es la estatuilla de Varvakeion, una copia en mármol romana de 1,05 metros de altura del siglo II d.C. que se encuentra actualmente en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Entre otras figuras completas, aunque con algunos daños, se incluye la Atenea Lenormant, otra copia romana del siglo II o III d.C., de 42 centímetros de altura (también en Atenas); la estatuilla de Patras de 86 centímetros de altura (en Patras); una figura de 1,54 metros de alto que se encuentra actualmente en Boston, y una versión helenística de Pérgamo que mide 3,1 metros y conserva de forma parcial algunas figuras de la peana (en Berlín). Representaciones detalladas del busto se pueden encontrar en el medallón de oro del siglo IV d.C. en San Petersburgo y en el intaglio en jade rojo del siglo I d.C. que se encuentra actualmente en el Palazzo Massimo alle Terme (en Roma). La estatua de Niké que sujetaba Atenea en la mano también fue objeto de numerosas copias: destaca, por ejemplo, la copia de Cirene a tamaño real que se conserva en Filadelfia. Entre las copias del escudo se encuentra el escudo de Strangford, una versión del siglo III d.C. que se halla en el Museo Británico (en Londres). Además, también se conservan escenas de las amazonas extraordinariamente representadas en losas de relieve romanas del siglo II d.C. procedente de un naufragio en el Pireo, expuestas actualmente en el Museo Arqueológico del Pireo. En cuanto a la estatua original, cómo desapareció y por qué nadie lo ha encontrado es un misterio. Una teoría es que fue llevada a Constantinopla, y allí habría sido destruida por los cruzados durante el asalto a la ciudad en 1204.

viernes, 16 de mayo de 2025

EL PAPIRO DE ARTEMIDORO: Historia de un fraude

La Historia es una disciplina viva y en constante cambio. Se suele decir que actualmente sabemos más de la antigua Roma que los propios romanos, pero sigue siendo mucho más lo desconocido que aquello sobre lo que tengamos certezas del pasado. Y en este apasionante estudio a veces se dan descubrimientos que obligan a reescribir los manuales de historia. Estos hallazgos revolucionarios suelen llevar a debates y polémicas, porque el ser humano tiende a resistirse a los cambios bruscos. Si, además, añadimos la posibilidad de falsificaciones sumamente realistas, nos sale un menú de lo lindo solo apto para paladares finos y que gustan de probar cosas arriesgadas. Procedamos a la cata. Tenemos entrandas que sorprenden y bocados que saben a gloria, aunque el postre nos ha quedado un poco amargo. Todo maridado con un misterio delicioso. El servicio comienza en el año 1998, cuando se descubre a los comensales un extraordinario papiro datado a inicios del siglo I. Con sus 32 centímetros de ancho y casi dos metros y medio de largo, el rollo abrió muchas bocas que no podían contener la fascinación. Todavía más sorprendente y misterioso resulta su contenido: tiene escrito un elogio a la ciencia geográfica, una descripción de Iberia (España) acompañada de un mapa de la región y un puñado de dibujos de pies, manos, cabezas humanas y animales exóticos etiquetados con sus nombres. Cocina fusión de la que uno no es capaz de averiguar qué está comiendo. Claudio Gallazzi y Bärbel Kramer fueron los encargados de realizar el primer estudio sobre la pieza para intentar poner un poco de orden entre tanto ingrediente. Estos papirólogos describieron tres vidas distintas para el papiro. Originalmente formaría parte de una edición de la obra de Artemidoro de Éfeso, un geógrafo helenístico del siglo II a. C. de cuya obra solo teníamos conocimiento a partir de las menciones posteriores por parte de otros autores como Estrabón y Esteban de Bizancio. Por motivos desconocidos, aunque algunos apuntaron a un error en el mapa representado, la edición de la obra se abandonó y se continuaría en otro papiro en blanco. Claro que el material para escribir no era barato y no iban a desperdiciar el resto del papiro sin utilizar. Es entonces cuando se utilizó para realizar bocetos que sirvieran como modelos previos a la realización de esculturas y pinturas. Es decir, de seguir estos supuestos, el papiro de Artemidoro era un papel en sucio que se utilizó para hacer algunas anotaciones antes de tirarlo y desperdiciar su espacio en blanco. La tercera y última fase tiene que ver con otro reciclaje. El papiro fue utilizado como cartonaje en la confección de una máscara mortuoria para una momia, pasando los siguientes veinte siglos en una tumba. En este estado fue encontrado, pero el propietario decidió desmontar la máscara funeraria para comprobar qué decían aquellos textos. Así fue como se recuperó el papiro en cuestión gracias a la restauración llevada a cabo en el Instituto de Papirología de la Universidad de Milán. El descubrimiento hacía salivar a los curiosos. Y, como toda alta cocina, la experiencia se hace cara. La Fondazione per l’Arte della Compagnia di San Paolo compró el papiro por 2,75 millones de euros en el 2004. Era el rollo de papiro más caro del mundo. Con semejante expectativa fue expuesto al público por primera vez en el 2006. La exhibición mostraba “Las tres vidas del papiro de Artemidoro” que defendía el estudio de Gallazzi y Kramer. Suponía la descripción de Ibería más antigua conocida hasta la fecha. En el papiro se podía leer: “Desde los montes Pirineos hasta los lugares del entorno de Cádiz y de las regiones del interior, todo el país se llamaba de manera sinonímica Iberia e Hispania. Ha sido dividido por los romanos en dos provincias...”. Con la exposición saltó un debate que todavía no se ha resuelto. Luciano Canfora, de la Universidad de Bari, escribió un artículo en el que lo tachaba de falso. No solo expuso sus objeciones, sino que señaló a Constantino Simonidis, un famoso falsificador del siglo XIX, como autor del documento. El revuelo fue considerable y tuvo mucho impacto mediático. El papiro estaba destinado a la colección del Museo Egipcio de Turín, pero no llegó a exponerse por las serias sospechas de que se tratase de una falsificación. El asunto se ha extendido hasta fechas recientes y ha desembocado en los tribunales. En el 2018, la Fiscalía de Turín emitió con un comunicado en el que consideraba “ampliamente probada” la falsedad del documento. La investigación cargó contra Serop Simonian, el comerciante de arte que vendió el papiro en el 2004. Sin embargo, el caso ha sido archivado por que el delito de estafa ya prescribió. Con todo, sigue habiendo estudiosos que defienden la autenticidad del documento. Los que defienden la autenticidad del papiro argumentan que según la datación del carbono 14 el papiro fue fabricado entre el final del siglo I a. C. y el principio del siglo I d. C. Añaden que un falsificador del siglo XIX habría tenido muchas dificultades para imitar la escritura de la época porque en aquellos tiempos los únicos modelos disponibles eran los papiros de Herculano, cuya grafía es diferente de la del papiro de Artemidoro, y además el falsificador no habría tenido la posibilidad de datar con carbono 14 el papiro blanco que quería utilizar. Un tercer argumento a favor de su autenticidad sería que en él aparece un signo para indicar los millares, un sampi (una letra que vale 900) con un multiplicador alfabético, cuyo significado no fue comprendido hasta 1907, unos años luego de que hubiera muerto Simonides. Un último argumento es que este fabricaba sus falsificaciones para venderlas y en este caso no existe ninguna mención del papiro en la época en que él vivió. Por lo tanto, el misterio sigue presente en esta alargada sobremesa.

viernes, 9 de mayo de 2025

EL CONCILIO CADAVÉRICO: Cuando un Papa fue juzgado y condenado tras su muerte

A finales del siglo IX el cadáver de un pontífice fue el protagonista de uno de los episodios más extraordinarios de la historia del papado, episodio del que el historiador Gregorovius dijo que fue «una escena de barbarie como ningún otro período ha conocido». En efecto, hablar de Formoso y las peripecias de su cadáver nos lleva a sumergirnos de lleno en la convulsa situación política de la Roma de esa época. Si se echa un rápido vistazo a la lista de papas por aquellos tiempos ya se aprecia que la Ciudad Eterna no era precisamente un remanso de paz. Entre los años 872 y 965 se sucedieron en Roma nada menos que 24 papas, nueve de ellos en un lapso de apenas nueve años (de 896 a 904), de los cuales un buen número fueron asesinados o destituidos. Hubo pontífices envenenados, como Juan VIII; encarcelados tras un mes escaso en el cargo, como León V, o que llegaron al poder con apenas dieciocho años cumplidos, como Juan XII. En ese tiempo, el papado participó en las violentas luchas de poder entre las distintas familias dirigentes de la ciudad y, al mismo tiempo, en una disputa más amplia por el control de la península Itálica, entre los emperadores de Alemania, que durante todo el siglo IX se erigieron como protectores de la Iglesia y señores de Italia, y nuevas dinastías en alza, como los marqueses de Spoleto, que aspiraban a establecer un reino de Italia independiente. Formoso se vio envuelto de lleno en todos estos conflictos. Desde su consagración en 866 como obispo de Porto –una diócesis situada en la desembocadura del Tíber, ligeramente al norte de Ostia–, desempeñó numerosas misiones diplomáticas en nombre del papado que lo llevaron a Bulgaria, Constantinopla y la corte carolingia. En esos años, Formoso tomó partido por Arnulfo de Carintia, un bastardo de la dinastía imperial carolingia que aspiraba a imponerse como rey de Italia. Esta opción le valió a Formoso ser expulsado de su diócesis y excomulgado por el papa Juan VIII, temeroso de que Roma perdiera su independencia ante el Imperio. De este modo, una noche Formoso y sus seguidores se vieron obligados a huir de Roma ante la amenaza de un juicio por corrupción e inmoralidad. Formoso encontró refugio en la corte de Guido de Spoleto y permaneció varios años en el norte de Lombardía esperando tiempos mejores. Éstos llegaron con el fugaz pontificado de Marino I, quien en 883 levantó la excomunión sobre Formoso y lo restituyó al frente de su antigua diócesis de Porto. Bajo los dos siguientes pontífices, el efímero Adriano III y Esteban V, Formoso permaneció tranquilo en su cargo episcopal, hasta que en 891, a la muerte de Esteban, fue escogido como papa de Roma. El nuevo pontífice tuvo que enfrentarse a una situación política envenenada. Poco antes, Guido de Spoleto, tras derrotar a un rival, había sido coronado rey de Italia en Pavía y a continuación se dirigió a Roma para obligar al papa Esteban V a coronarlo emperador.Este tuvo que confirmar la coronación de Guido y reconocer al hijo de éste, Lamberto, como sucesor del Imperio. Sin embargo, Formoso veía con preocupación el dominio del nuevo rey de Italia y enseguida empezó a enviar invitaciones en secreto a Arnulfo de Carintia, ahora en el trono carolingio, para que acudiera a socorrerlo. En el año 893, Arnulfo hizo una primera incursión hasta Milán y Pavía. Tres años más tarde, muerto Guido y habiendo sido coronado emperador en Roma su hijo Lamberto, Arnulfo atravesó Italia y asedió Roma. En el interior de la ciudad, los seguidores de los Spoleto se rebelaron y apresaron al papa, al que recluyeron en el castillo de Sant’Angelo. Pero nada pudieron hacer contra los invasores. Formoso fue liberado y a los pocos días coronó emperador a Arnulfo en la basílica de San Pedro. Pero a los pocos meses, el pontífice fallecía a los ochenta años, envenenado, según se dijo más tarde. Algunos lo alabaron como un papa justo y piadoso; otros, en cambio, no podían perdonarle la traición a los Spoleto en beneficio del alemán Arnulfo. En un mundo tan turbulento, lleno de intrigas y rencores personales como la Roma de finales del siglo IX, la historia no podía acabar así. A la muerte de Formoso los romanos eligieron a Bonifacio VI, que murió a los quince días. Fue sucedido por Esteban VI, un antiguo seguidor de Formoso que inicialmente reconoció al emperador Arnulfo, pero que, en cuanto éste abandonó Italia, se alineó con Lamberto de Spoleto. Decidido a tomarse el desquite por lo sucedido meses antes, Lamberto se dirigió a Roma, ocupada ya por sus partidarios, y allí convenció al nuevo pontífice para que condenara los actos de Formoso y acabara con el aura de santidad que había forjado entre los suyos. La condena debía ser pública, con toda la solemnidad del derecho eclesiástico, delante de la curia papal y de todo aquel que tuviera algo que decir en la política de la ciudad. Que Formoso estuviera muerto no debía ser un obstáculo: se le juzgaría de todos modos, aunque hubiera que sacar el cadáver de la sepultura. Y eso fue exactamente lo que se hizo. La pantomima fue preparada en todos sus detalles. A principios de 897, Esteban VI y Lamberto de Spoleto ordenaron desenterrar el cadáver de Formoso y conducirlo al lugar del juicio, un sínodo en el que estaban presentes los cardenales, obispos y numerosos dignatarios eclesiásticos. Ataviado con todas las insignias papales y vestido tal cual en vida, el papa redivivo quedó sentado sobre su trono. A tal punto llegó el remedo de juicio que se designó a un abogado de oficio para que hablara en representación del acusado. Los cargos contra Formoso eran lo de menos. Se adujo que su nombramiento como papa fue ilegal, al haber accedido al trono de San Pedro siendo ya obispo de Porto, en contra de una norma del derecho canónico que prohibía pasar de un obispado a otro (a pesar de que había otras que parecían autorizarlo). El abogado del papa Esteban se dirigió al cadáver en estos términos: «¿Por qué, en tu ambición, has usurpado la sede Apostólica, tú que previamente eras tan sólo obispo de Porto?». No sabemos si el abogado defensor se atrevió a replicar, pero la sentencia condenatoria fue inapelable. El sínodo firmó el acta de deposición de Formoso, lo condenó y revocó todos sus nombramientos y disposiciones, hasta el punto de que los clérigos que fueron ordenados por él tuvieron que repetir la ceremonia. Tras esto le despojaron de las vestiduras papales y le cortaron los tres dedos con los que los papas impartían sus bendiciones. Tras arrastrar el cadáver por las calles de Roma, fue quemado y arrojado al Tíber ante una multitud vociferante. Sin duda, aquello fue demasiado incluso para lo que estaban acostumbrados los habitantes de Roma en aquel entonces y enseguida se produjo una reacción. El propio Esteban VI fue encarcelado y estrangulado en la cárcel a los pocos meses. Pasados dos años, Juan IX rehabilitó al papa condenado y prohibió juzgar a las personas muertas. Desde entonces, los restos del papa Formoso pudieron descansar al fin en el Vaticano, mientras la siniestra historia de su proceso quedaba grabada como uno de los capítulos más oscuros de la historia de la Iglesia. Lástima que esta historia no puede volver a repetirse ahora con el cadáver del hereje Francisco I ¿No lo creen ustedes?
actualidad cultural
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...