SONIDOS DEL MUNDO

viernes, 29 de marzo de 2019

TOUTÂNKHAMON, LE TRÉSOR DU PHARAON: La permanente fascinación por el Antiguo Egipto

Con motivo del centenario del descubrimiento de la tumba del faraón “más famoso” de Egipto, la Grande Halle de la Villette de París acoge desde el 23 de marzo hasta el 15 de septiembre del 2019 la exposición titulada "Toutânkhamon, le trésor du Pharaon" (Tutankamón, el tesoro del faraón) una oportunidad inesperada para descubrir todas las maravillas que se encuentran en la tumba del más insignificante gobernante de la historia egipcia, cuya celebridad se debe únicamente a que a diferencia de las de su antecesores - saqueadas por los profanadores - su sepultura fue encontrada intacta con todos sus tesoros. Paris es la parada de esta exposición itinerante que arrancó en Los Ángeles y viajará seguidamente a Londres. Unas 710.000 personas visitaron la muestra en Estados Unidos y el objetivo de París es superar la llamada "exposición del siglo" sobre Tutankamón celebrada en esta ciudad en 1967, con 1,2 millones de visitantes. Esta excepcional muestra reúne un total de 150 objetos, un tercio de ellos mostrados por primera vez fuera de Egipto y se exponen en medio de una escenografía inmersiva que busca sumir al espectador en el misterioso halo que rodea la figura de uno de los últimos soberanos de la dinastía XVIII del Antiguo Egipto, coronado a los 9 años y borrado de la historia por sus sucesores. Todos los objetos proceden de la tumba de Tutankamón, descubierta en 1922 por el arqueólogo británico Howard Carter en el Valle de los Reyes, uno de los hallazgos más mediatizados de la historia, que dio origen a una fiebre por el antiguo Egipto, con películas, libros y todo tipo de historias que uno se pueda imaginar. "Esta es la única tumba (de un faraón) hallada intacta. Para nosotros, no fue una ventana, sino una puerta abierta para entender la cultura del Antiguo Egipto. Por primera vez, pudimos tocar algo" de esa época, explica el comisario de la muestra, el egipcio Tarek El Awady. Desde su ropa interior y sus guantes de lino para ir a cazar, hasta los escudos de oro macizo y las estatuas de dioses destinadas a protegerlo en su viaje póstumo, las piezas cautivan por la nobleza de sus materiales, muchas de oro, pero también por su belleza. Los objetos eran fabricados por los "talleres reales", que trabajaban sin cese desde el momento en que un faraón asumía el trono: "No estaban destinadas a permanecer enterradas, sino a servir durante la vida póstuma, tenían que ser perfectas", según el comisario. Entre las piezas más destacadas, figura uno de los dos "guardianes" hallados por Carter a la entrada de la cámara funeraria, las únicas estatuas de tamaño humano. "La gente siempre se queda observándolo. No importa desde dónde se mire, él mira hacia la eternidad". Entre los objetos más curiosos destaca un halcón de madera y oro que representa al rey que atrapa a un súbdito: "Era el símbolo que se ponía delante de su carruaje, como ahora los Mercedes o los Rolls-Royce", según El Awady. ¿Cuál es el secreto de semejante fascinación por un faraón que murió en extrañas circunstancias con 19 años -hacia 1326 a. C.- y del que se sabe tan poco? "Está la historia del hallazgo de la tumba. Carter la encontró cuando ya estaba a punto de tirar la toalla. Y luego hubo poco después la extraña muerte de su patrocinador, Lord Carnarvon. En ese momento todo el mundo empezó a hablar de la maldición de la momia", según el comisario. "Pero también hay una admiración por el arte del Antiguo Egipto, por la perfección y la pasión con que se trabajaba. ¿Cómo pudieron lograr algo así hace 3.000 años?" Pese a la excepcionalidad de la exposición, la joya de la colección, la máscara del faraón, de 11 kilos de oro macizo, permaneció en El Cairo, luego de que esta sufriera un accidente durante una muestra en Berlín y se votara una ley que impide sacar del país algunos de los objetos más preciados. La exposición permanecerá en París hasta el 15 de septiembre y en noviembre viajará a la galería Saatchi de Londres. Hará escala en otras siete ciudades de las que por ahora solo se reveló Sídney. Al término de esta gira, los objetos integrarán la colección del Gran Museo Egipcio de El Cairo, que abrirá sus puertas en el 2020.

viernes, 22 de marzo de 2019

JOHANN SEBASTIAN BACH: Un compositor cuya música inmortal cautiva al mundo

Hay un compositor y músico alemán que ha conseguido que nuestro planeta suene de otra manera: Johann Sebastian Bach. Nació en Eisenach (Turingia), dentro de una familia que llevaba dedicándose a la música durante varias generaciones. Con tan solo nueve años falleció su madre, y su padre, Johann Ambrosius Bach, que era el trompetista de la corte de Eisenach, se volvió a casar en segundas nupcias. Falleció enseguida, en 1695, y su madrastra le pidió a su hermano mayor, Johann Christoph, que se hiciera cargo de los dos hermanos menores: Johann Sebastian y Johann Jacob. Fue junto a su hermano mayor, que era el organista de Ohrdruf, con quién continuó formándose como músico, pero también le interesaban otras disciplinas como el latín y la teología. Cuentan que fue capaz de transcribir a escondidas bajo la luz de la luna piezas para clave que eran muy famosas en su tiempo de compositores como Pachelbel, Froberger y Kell. Su hermano, al descubrirlo, las destruyó. Pero la historia no acaba ahí, ya que la segunda mujer de Johann Sebastian alude a su ceguera (cataratas) como consecuencia de dedicar tantas horas y en tan malas condiciones a la trascripción de estas obras. La situación económica no era la más adecuada, así que Johann Sebastian y Johann Jacob ingresaron en el Gimnasium de Ohdruf, lugar en el que Bach terminó sus primeros estudios y donde percibían un pequeño salario. Con quince años se mudó a Lüneburg e ingresó en el coro de la Ritterakademie con un sueldo mejor. Allí fue tutelado por un Kantor que era Geor Böhm, pero las cosas no le fueron muy bien porque le cambió la voz y tuvo que buscar otra manera de ganarse la vida. Se desplazó a Hamburgo y se convirtió en músico acompañante y profesor de violín, allí se formó con Adam Reincken, un organista muy conocido que también le permitió entrar en contacto con los compositores franceses. Se puede decir que de esta época es su primera Cantata. Más tarde empezó a trabajar en el coro de la iglesia de San Miguel y fue violinista en la corte del príncipe de Weimar. Luego se siguió formando con Dietrich Buxtehude, organista y compositor del que se hizo muy amigo. Bach se casó en dos ocasiones. Con la primera, Maria Bárbara Bach, tuvo siete hijos y ambos se fueron a vivir a Mulhose donde él tenía trabajo como organista en la Iglesia de San Blas. Este momento fue crucial porque empezó a componer y a interpretar. Se volvería a casar con Anna Magdalena Wilken, con la que tuvo trece hijos, algunos de ellos fueron grandes compositores, aunque no tanto como su padre. La obra de Bach ha sido variada y fecunda, una carrera en la que destacan los Conciertos de Brandeburgo, la Pasión según San Mateo, la Tocata y Fuga en re menor o las Cantatas sacras 80, 140 y 147, entre otras muchas. Fue un gran compositor, pero también un gran intérprete de la clave, el teclado y el órgano. Falleció el 28 de julio de 1750 a la edad de sesenta y cinco años, en la ciudad de Leipzig. Allí, en la biblioteca, se han encontrado unos legajos que nos informan del entierro sencillo del compositor en la escuela de la Iglesia de Santo Tomás el 30 de julio, dos días más tarde de su muerte. Se fue de una manera sencilla, sin hacer ruido, pese haber conseguido que sus notas y compases llegarán a todos los confines del mundo. Todo un genio que en su época no fue considerado como tal. Hoy, Bach, es reconocido como algo más que un compositor, un genio cuya obra perdurara por siempre.

viernes, 15 de marzo de 2019

UN SÍMBOLO DE PODER Y AUTORIDAD: ¿Por qué el águila bicéfala es la imagen de Rusia?

Durante siglos ha sido el escudo de armas oficial de Rusia, solamente interrumpido durante el periodo soviético. Sin embargo, este emblema es más antiguo que el propio país y tiene sus raíces en antiguas civilizaciones. Como sabéis, el águila es un animal tan habitual en los escudos de armas de los países como el león. “Es el rey de las aves, de la misma manera que se cree que el león reina sobre el resto de animales y está asociado con el culto al sol”, explico Gueorgui Vilinbájov, director del Consejo Heráldico de Rusia. Por su majestuosidad, el águila ha formado parte de los estandartes de numerosos imperios. Las legiones romanas llevaban a estas gloriosas aves cuando iban a una batalla y todavía hoy forman parte de los escudos de armas de muchos países. El Gran Sello de EE. UU. muestra un águila de cabeza blanca con 13 flechas y una rama de olivo. Por otro lado, el águila negra en sus diferentes versiones a lo largo de su historia es el emblema de Alemania. Sin embargo, el águila de Rusia es particular. Se trata de un águila bicéfala y ambas cabezas miran en direcciones opuestas. Hay otros países, como Serbia, Albania o Montenegro que también tienen aves bicéfalas en su escudo. ¿Por qué es así? El águila bicéfala es un símbolo antiguo y las primeras imágenes (talladas en piedra) están atribuidas a los hititas, que vivieron en Oriente Próximo en el siglo XII a.C. Desde entonces se ha utilizado tanto en Oriente como en Occidente. Pero fue el Imperio bizantino (395-1453) el que llevó a esta ave a nuevas alturas. El historiador Evgueni Pchelov explica que aunque oficialmente Bizancio carecía de un escudo de armas, el águila bicéfala aparecía tanto en la ropa como en las monedas del emperador, simbolizando la unidad. “Querían enfatizar que el imperio, bajo sus alas, unía tanto a Oriente como a Occidente con su capital en Constantinopla a mitad de camino de Europa y Asia”, comenta Pchelov. “El águila tiene dos cabezas, pero solo un cuerpo”. La mayoría de los historiadores piensan que las naciones que se han identificado con este símbolo lo heredaron de los bizantinos, a través de matrimonios dinásticos. “En la Edad Media, no podías tomar un símbolo de otro país simplemente porque te gustase. Era una señal de alianza, de buenas relaciones”, afirma el historiador. Así fue como Serbia, Albania y Montenegro recibieron sus respectivos escudos de armas. Rusia les siguió. En 1472, Iván III, el Gran Príncipe de Moscú, se casó con la princesa Sofía Paleóloga, hija del último emperador bizantino Constantino XII. Para Iván fue muy importante adoptar la herencia bizantina. Tras la toma de Constantinopla por los turcos en 1453, Rusia se convirtió en el principal país ortodoxo y como heredero de Bizancio, Iván adopto para si el titulo de Zar (César en ruso) proclamando a su imperio como la Tercera Roma. De esta manera, las alas de su águila comenzaron a cubrir tanto a Oriente como a Occidente. “De esta manera, los mandatarios rusos querían estar asociados con el símbolo bizantino”, comenta Pchelov. En Rusia este símbolo además siempre iba acompañado de otro: un jinete sobre un caballo matando un dragón con una lanza. Se trata de un símbolo de Moscú que representa a San Jorge quien vence a los infieles y salva al cristianismo de la amenaza que proviene del Este. Cabe resaltar que el escudo de armas ha cambiado a lo largo de la historia. El águila ha pasado del dorado al negro y posteriormente de nuevo al dorado. Además, también ha ganado y ha perdido las coronas sobre su cabeza. Actualmente cada cabeza tiene una corona y hay una tercera “flotando” entre ambas, lo que simboliza la unidad. En sus talones el águila sostiene un orbe y un cetro, símbolos del poder y de la autoridad. La interpretación actual del escudo de armas es muy similar a la utilizada durante la época del Imperio ruso. Tras el fin de la monarquía en 1917, el águila se volvió blanca, sin coronas ni símbolo alguno. Pero tras la llegada de los comunistas al poder - quienes instauraron una sangrienta dictadura - fue reemplazada durante 70 años por un horrible escudo donde destacaban la hoz y el martillo. Sin embargo, tras el colapso de la Unión Soviética y el derrocamiento de la tiranía, Rusia readopto sus símbolos imperiales como el águila bicéfala y la bandera tricolor. Desde 1993 el águila es negra, mira a ambos lados reafirmando la grandeza del país y tiene tres coronas encima de ella, así como a San Jorge matando al dragón en su pecho. El retorno mas esperado.

viernes, 8 de marzo de 2019

ATILA: La eterna personificación del mal

“Por dónde pisaba su caballo no volvía a crecer la hierba”, reza uno de los dichos sobre Atila, en referencia al caos y la destrucción que este monstruo causaba a su paso. Fue rey de los hunos, (hiong-nu) una tribu nómada de origen asiático que llegó a Europa y se extendió desde el Danubio hasta el mar Báltico y fue un verdadero quebradero de cabeza para el Imperio Romano. Apodado ‘el azote de Dios’, Atila se convirtió en el gobernante de los hunos luego de heredar el trono de su padre en el año 434 y asesinar a su hermano Bleda en 445, con quien compartía el gobierno para así hacerlo de manera solitaria. Unificados por Atila, los hunos hostigaron arduamente al Imperio Romano de Oriente en un principio. Posteriormente, a partir del año 449, Atila comenzó a dirigirse a Occidente e invadió la Galia en el año 451. Un año más tarde penetró en el norte de Italia y estuvo a punto de provocar la caída del Imperio Romano. Fue la intervención del papa León I  la que detuvo a Atila a las puertas de Roma a cambio del pago de un elevado tributo. No obstante, incumpliendo su palabra como el bárbaro que era, Atila se preparo para atacarla. Sin embargo, no pudo llegar a ejecutar su pérfido plan ya que murió en el año 453 durante su noche de bodas a causa de un ataque de apoplejía, bañado en su propia sangre. Su cuerpo fue colocado en un ataúd revestido de hierro, oro y plata. El hierro representaba a sus conquistas; el oro y la plata, los tributos recibidos por ambos Imperios Romanos. A un lado de su cuerpo se encontraban su espada real, su arco y flecha, su lanza y una gran cantidad de joyas y ornamentos. Según la leyenda, Atila yace en el fondo del río Tisza, en Hungría central. Miles de esclavos levantaron diques temporales que retenían las aguas del río mientras se preparaba la tumba. Una vez que se colocaron sus restos, los diques fueron desmantelados, las aguas del Tisza inundaron el fondo del río nuevamente y tanto los esclavos como los miembros de su guardia personal que trasladaron su cuerpo fueron ejecutados inmediatamente, asegurando que su sitio de descanso eterno se mantuviera en secreto por siempre. Para los romanos, la muerte de Atila fue motivo de gran alegría. Los imperios se habían salvado. En oriente, el Emperador afirmó que Dios le había informado sobre el fallecimiento de Atila la misma noche en que murió. "Tuve un sueño – dijo – en el cual el arco roto del bárbaro fue traído ante mí". Cierta o no esta historia, su simbolismo es bastante apropiado; ciertamente, el arco del huno estaba roto. Luego de la muerte de Atila, sus hijos asumieron el poder, pero ninguno demostró ser apto para llevar a cabo la tarea. Los hunos, que bajo Atila habían estado juntos como nunca antes, cayeron en el caos y la guerra civil. Para el año 469 d. C. el imperio huno era apenas un horrible recuerdo. Debido a sus innumerables crímenes cometidos, tanto en el mundo latino como en el anglosajón, Atila es recordado como un bárbaro cruel y destructor. Las raíces de esta concepción pueden rastrearse hasta los historiadores romanos, quienes comenzaron a escribir en contra de los hunos, calificándolos de tribus salvajes y hordas de infrahumanos sedientos de sangre. En casi todas estas crónicas, Atila es culpable de atrocidades viles e indecibles abominaciones como nunca antes se habían visto en Europa y que no volverían a suceder hasta los tiempos de Stalin. En el mundo germánico por el contrario, se ha conservado una idea muy diferente de Atila. Irónicamente, ha sido recordado favorablemente por aquellas culturas de los pueblos que él conquistó. En las épocas germanas medievales, como la canción de los nibelungos, Atila fue representado “como un rey pacífico y sin ambiciones, como un esposo y padre modelo” casado con una mujer dominante, cuando la realidad fue muy distinta. En Hungría es considerado “un héroe nacional”, un símbolo del pasado noble y orgulloso de la nación; aunque los húngaros de hoy sólo desciendan en parte de los hunos. Visto en el contexto de su tiempo, Atila supo aprovechar la debilidad de sus enemigos para lograr unificar una federación de tribus nómadas dispersas, transformándolas en una de más temibles maquinas asesinas que se recuerde. En este proceso de muerte y destrucción por el dirigido, Atila el bárbaro pudo convertirse así en uno de los más siniestros e infames personajes de la historia.

viernes, 1 de marzo de 2019

OPERA GARNIER: Una obra maestra de la arquitectura

También conocida como Palacio Garnier u Ópera de París, es uno de los edificios más característicos de la capital francesa. Fue construida por orden del Emperador Napoleón III quien se lo encargó al arquitecto Charles Garnier, el cual lo diseñó en Estilo Imperio. Desde su inauguración en 1875, la ópera fue llamada oficialmente Academia Nacional de Música-Teatro de la Ópera. Conservó su título hasta 1978, cuando fue renombrada Teatro Nacional de la Ópera de París. En 1989 la Compañía de la Ópera trasladó su sede al recién construido Teatro de la Bastilla y la antigua sede recibió el nombre de Palacio Garnier, donde permanece la Academia Nacional de Música. A pesar del cambio de nombre oficial y del traslado de la Compañía de la Ópera, el Palacio Garnier sigue siendo conocido popularmente por el nombre de Ópera de Garnier en París. Su inicio se remonta al rey Luis XIV, quien autorizó al compositor Jean-Baptiste Lully establecer la Academia real de Música en 1672, la gran institución de arte dramático francesa que comprendía ópera, ballet y música. Aunque la ópera conformó su propia compañía hasta 1669, el ballet de aquel tiempo era simplemente una extensión de ella, desarrollándose en forma independiente del arte dramático. Sin embargo, Luis XIV, uno de los grandes arquitectos de ballet barroco (forma artística que evolucionó a ballet clásico), estableció la escuela de ballet en 1661 como Academia real de Danza. Desde 1671 hasta la muerte de Lully, la escuela estuvo bajo la dirección del gran maestro de baile Pierre Beauchamp. En 1713 el rey hizo de la Compañía de la ópera una institución estatal, incluyendo una compañía de bailarines profesionales conocidos como el Ballet de la Ópera. Desde esa época hasta la inauguración del Palacio Garnier en 1875, la Academia real de Música tuvo trece teatros como sede principal, muchos de ellos fueron destruidos por incendios. A pesar de los nombres “oficiales” que recibieron hasta entonces, todos estos teatros fueron comúnmente conocidos como Ópera de París. El Palacio Garnier fue designado parte de la gran reconstrucción parisiense del Segundo Imperio Francés, promovida por Napoleón III, quien escogió al barón Haussmann para supervisar las obras. En 1858 el emperador autorizó a Haussmann a derrumbar los 12 000 metros cuadrados requeridos para construir el segundo teatro para las renombradas compañías de ópera y ballet de París. El proyecto se puso en competencia en 1861, y fue otorgado a Charles Garnier (1825-1898). La primera piedra fue puesta en 1861, seguida del inicio de las obras en 1862. Se dice que la esposa del emperador, la emperatriz Eugenia de Montijo, preguntó a Garnier durante la construcción si el edificio tendría estilo griego o romano, a lo cual respondió: “¡Es en estilo Napoleón III, señora!”. La construcción de la Ópera tuvo diversos contratiempos que interrumpieron su construcción, especialmente luego del desastre de la guerra Franco-Prusiana, que origino la caída del Segundo Imperio Francés y la Comuna de París de 1870. Durante esta época la obra continuó en forma esporádica e incluso se rumoreó que la construcción de la Ópera sería abandonada. Sin embargo, un incentivo para terminar de construir este edificio fue cuando la antigua Ópera de París, conocida como el Teatro de la Academia real de la Música (también conocida como Teatro de la Academia Imperial de Música), fue destruida por un incendio que duró 27 horas el 29 de octubre de 1873, hecho que causo gran conmoción. Este teatro había sido la sede de la opera y ballet parisina desde 1821, en la que se habían presentado las más grandes piezas maestras, por lo que luego de 1874, Garnier y su equipo de trabajo decidieron terminar de construir el teatro, siendo inaugurado oficialmente el 5 de enero de 1875, con una espléndida ceremonia que incluía la presentación del tercer acto de la ópera La Juive, de Halévy, y extractos de la ópera Les Huguenots, de Meyerbeer. La compañía de ballet presentó un divertimento representado por el maestro de ballet Louis Mérante que consistía en la célebre escena de Le Jardin Animé de Joseph Mazilier, recreada de su ballet Le Corsaire. Conformado por 11 000 metros cuadrados, el Palacio de Garnier tiene una capacidad de aproximadamente 2200 espectadores y un extenso escenario para 450 artistas. Es un edificio muy vistoso, su estilo es monumental, opulentamente decorado con frisos multicolores elaborados en mármol, columnas y lujosas estatuas, muchas de ellas representando a deidades de la mitología griega. Entre las columnas de la fachada frontal del teatro, hay bustos en bronce de muchos compositores famosos, como Mozart y Beethoven. El interior está adornado en terciopelo, hojas doradas, ninfas y querubines, donde la araña de luces del auditorio central pesa más de seis toneladas. Lamentablemente en 1964 se agrego al área del techo alrededor de la araña, una pintura hecha por el judío Marc Chagall, el cual ha sido materia de controversia, ya que desentona con el resto del teatro y muchos exigieron que sea eliminada. En 1994 comenzó la restauración del teatro, la cual consistió en la modernización de la tramoya y de las instalaciones eléctricas, mientras se restauraba y preservaba el decorado y se fortalecía la estructura del edificio. Una vez terminada la restauración en el 2006, puede apreciarse en todo su esplendor, como un símbolo inherente a Paris.
actualidad cultural
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