SONIDOS DEL MUNDO

viernes, 30 de junio de 2023

UNA HISTORIA OCULTA: La “solución final” que extermino a los indios de Norteamérica

Hace años que los estadounidenses perdieron el contacto con su propia historia. En efecto, sus libros de texto no se pensaron para formar, sino para adoctrinar y eliminar de ellos episodios como las masacres a las que se vieron condenados millones de indios norteamericanos, a manos de quienes los exterminaron sin piedad alguna para apropiarse de sus tierras, ya sea mediante metralla, obuses, mantas con viruela, extinción intencionada de los bisontes para que los “pieles rojas” murieran de hambre y leyes de discriminación tan extremas, donde no eran considerados humanos y como tal, no merecían vivir. Al respecto, el sociólogo norteamericano James William Loewen publicó en 1995 un libro titulado Lies My Teacher Told Me: Everything Your American History Textbook Got Wrong (Mentiras que me dijo mi profesor: Todo lo que no aparece en su libro de texto de historia americana). Loewen demostró que los estadounidenses habían perdido el contacto con la historia de su país porque los libros de texto no estaban pensados para formar, sino para adoctrinar. Esos manuales propagandísticos relataban de forma nauseabunda “la epopeya de un pueblo virtuoso, dirigido por el patriotismo, optimista, con un gran pasado y un mejor destino”. Es así como entre la desinformación y el adoctrinamiento, no sabían quiénes eran realmente, y quedaban vulnerables a las soflamas de cualquier desaprensivo. El episodio sobre el que más se ha mentido, decía Loewen, es el de los indios americanos. En los libros seguían apareciendo como algo exótico, presentados con expresiones antiguas y racistas, y ocultando el genocidio que sufrieron. En realidad, no hay comparación posible con el tratamiento que vivieron los indios en la América española. De hecho, mientras que en EE.UU solo existe actualmente un 1% de población indígena y en Canadá un 4%, por el contrario en las antiguas posesionas españolas y a despecho de la leyenda negra que intento denigrar los logros de España a través de los siglos, en Honduras los indios conforman el 96%, en Ecuador son el 92%, en Bolivia el 88%, en Méjico y Perú el 85%, mientras que en Nicaragua y Guatemala son el 82%. Es decir; si hay que derribar estatuas no deberían ser precisamente las de Colón y los españoles. Es más; si Norteamérica hubiera estado en manos del Imperio español hoy el porcentaje allí de indígenas sería equiparable al de los países citados. Los indios en Norteamérica eran millones como en el resto del continente, pero los ingleses y luego los estadounidenses provistos de su codicia y su “asco racial”, exterminaron prácticamente a todos para quedarse con sus tierras. Es probable que la diferencia con lo hecho por España radique en que la Corona tuvo desde el inicio un cuidado legal con sus indios, y procuró siempre su equiparación con la metrópoli. Así, la educación y la evangelización, tecnificación de la producción, comunicaciones y ordenación urbanística estuvieron casi tan desarrolladas como en España. La prueba es que los procesos de independencia fueron protagonizados por criollos hijos de españoles con una forma de vida burguesa. Esto en el caso de EE.UU. hubiera sido imposible. Al respecto, Gregory H. Stanton presentó un documento en el Departamento de Estado de EE.UU. en 1996 en el que se describen las ocho etapas del genocidio, que amplió a diez en el 2013. El modelo se puede aplicar a las tribus nativas de aquel país. Primero se produjo la clasificación en función de la etnia, la raza o la religión. Segundo, la simbolización biológica: los “pieles rojas”, o, en el caso de que no fuera visible, su determinación por medio de la vestimenta o un signo. En tercer lugar ocurrió la discriminación legal: los nativos no eran ciudadanos como los norteamericanos y, por tanto, carecían de los mismos derechos. Luego se procuró la deshumanización para eliminar la barrera psicológica moral; es decir, que a las mentes religiosas de los norteamericanos no les pesara la discriminación o la muerte de los nativos como si fueran animales. Esto fue sencillo en el caso norteamericano porque usaron los nombres de los indios asociados a la naturaleza, como Toro Sentado o Caballo Loco, para animalizar a los nativos. La organización de su liquidación fue el paso siguiente, lo que se hizo a través de fuerzas militares - los infames “casacas azules” - o milicianos. Luego vino la provocación de un enfrentamiento contra ellos, una guerra, a la que siguió una solución final, un apartheid o, en este caso, las reservas indias. Así, las tribus fueran echadas de sus propiedades, expropiadas a la fuerza, y confinadas en territorios donde fueron maltratadas, asesinadas o dejadas morir de hambre. Por último, tuvo lugar lo que cuenta el sociólogo Loewen: el ocultamiento de la Historia. De esta manera, pudieron desaparecer para siempre de la realidad y de la memoria. En 1787 el gobierno de EE.UU firmó tratados con tribus consideradas naciones soberanas, en los que se intercambiaba “tierra por protección, paz y amistad”. Thomas Jefferson apuntó cínicamente en esos tratados: “En sus derechos de propiedad y libertad, nunca serán invadidos ni molestados”... Nada más falso. En 1790 empezó el enfrentamiento con los Creek, Cherokee y Chickasaw por la ocupación de tierras por parte de colonos respaldados por un Gobierno que usaba el ejército para usurpar esos dominios. Para desgracia de los nativos, al año de la elección de Andrew Jackson como presidente en 1829, se encontró oro en territorio Cherokee. Esto provocó la Ley de Expulsión de Indios de 1830. A pesar de que la Corte Suprema invalidó dicha norma, en noviembre de 1838, 7.000 soldados invadieron el territorio y expulsaron a los nativos. En el viaje murieron unos 4.000 cherokees, una cuarta parte de su población. Los cherokee llaman a este episodio el “Sendero de las lágrimas”. Lo mismo se hizo con los Navajo, Potawatomi, Seminole, Muscogee, Choctaw, Apaches, Sioux y otros pueblos nativos, donde destacan bravos guerreros como Cochise, Gerónimo, Nube Roja, Toro Sentado o Caballo Loco. Los sobrevivientes de aquellas masacres quedaron hacinados en las reservas dependientes de la caridad del Gobierno. Así, el hambre y la desnutrición diezmaron aún más a los nativos. De ser dueños de todo, quedaron sin nada. Como podéis imaginar, las revueltas que se sucedieron eran castigadas con masacres. Cabe precisar que en las películas del Oeste distorsionan groseramente la realidad, donde los indios siempre son presentados como los “malos” y no como las victimas de incontables abusos. Por ejemplo, en las batallas de Sand Creek o de Wounded Knee se usaron obuses para matar a mujeres, niños y ancianos que no participaron en los combates y estaban desarmados. Pero la masacre no acabó ahí. Para acabar con su fuente de alimentación, entre 1872 y 1873 el general Philip Sheridan ordenó matar a los bisontes: más de 3.500.000. En tanto, en California se organizó un auténtico genocidio y esclavitud de los nativos. La Ley para el Gobierno y Protección de los indios (1850) permitía esclavizarlos y vender a los niños. Al no considerarse personas, los asesinatos y las masacres se multiplicaron, algunas realizadas por milicianos sufragados con fondos públicos. En 50 años la población india de California pasó de 150.000 a 15.000. Como podéis imaginar, la guerra fue muy desigual. La ventaja numérica y tecnológica estadounidense era abrumadora, salvo en la batalla de Litte Bighorn donde muere el infame general Custer. Consiguen armas de fuego, pero le faltan repuestos y munición, así que siguieron utilizando arcos y flechas, cuchillos, lanzas y tomahawks. A su favor tenían un mayor conocimiento del terreno, su capacidad para orientarse, saber aguantar con poco y dispersarse cuando estaban rodeados, pero a medida que la colonización avanzaba los fueron arrinconando porque los colonos, bien armados, les iban arrebatando terrenos, se creaban puestos fronterizos militares y eran perseguidos por la caballería. Los pueblos indios lucharon hasta la muerte defendiendo su cultura, costumbres, familia y territorios. En 1879 el Gobierno emprendió la tarea de “matar al indio y salvar al hombre”. Arrancaron a los niños de sus familias sobrevivientes del genocidio para meterlos en escuelas públicas “donde educarlos en otros valores” o sea, que traicionen a su propia raza convirtiéndose en delatores al servicio de quienes asesinaron a sus familias. Se les prohibió además su religión y el uso de su idioma aplicando castigos severos a quienes no cumplían las ordenes. Estos “reglamentos de civilización” estuvieron vigentes hasta 1936, a pesar de que se les concedió la ciudadanía en 1924 como recompensa a “su participación” en la Primera Guerra Mundial. Como consecuencia de estas matanzas, la población nativa fue reducida de unos doce millones en el siglo XVI a menos de 250.000 en 1900. No fueron solo diezmados por la violencia, también por patógenos “europeos” como la viruela, el sarampión, la gripe, la tosferina, la difteria, el tifus, la peste bubónica, el cólera y la fiebre escarlata. Algunas veces el contagio fue deliberado, como con la entrega de mantas con viruela en 1837 que causó 100.000 muertos. El gobierno norteamericano reconoce hoy a 565 tribus de nativos americanos. En la actualidad existen 2,5 millones de indios, de los cuales alrededor de un millón vive en reservas. A ninguna de esas tribus se le ha concedido el derecho a conservar o recuperar las tierras de sus antepasados y están a la espera de que los libros de “historia” les reconozcan, algo que por cierto nunca sucederá en la eufemísticamente llamada “tierra de la libertad”.

viernes, 23 de junio de 2023

WASHINGTON: En las entrañas del monstruo

Incendiada por los británicos en la guerra de 1812, resurgió de sus cenizas cual hiedra venenosa, la cual bajo la blanca fachada de sus monumentales edificios neoclásicos, esconde sus oscuras intenciones para con la humanidad. Hablamos de Washington, la capital de los EE.UU. que está llena de símbolos monumentales y museos tan grandes como interesantes. Por lo visto, la Bestia sabe muy bien como maquillar su fealdad. Como sabéis, esa ciudad es, además, uno de los mayores centros políticos del planeta, con todo lo que esto conlleva. A pesar de los reparos que tenia, decidí visitarla para conocer por mi mismo lo que ofrece y he aquí mis impresiones ¿vale?: Los turistas suelen dedicar todo el día a recorrer sus numerosos museos y la tarde y la noche a buscar el lugar donde tomar una cerveza o cenar en barrios muy animados como U Street o la zona de Logan Circle. Lo primero e imprescindible es hacerse con la ciudad y para ello en Washington es necesario recorrer el National Mall, esa enorme y ancha avenida a la cual hay que visitarla pronto, sobre todo en verano, si queréis evitar aglomeraciones y el asfixiante calor. Es mejor empezar con los monumentos y memoriales y hacia las 10.30 estar ya dentro de los museos con aire acondicionado. Hay quien llama al Mall “el jardín delantero de EE UU”.
Y se comprende al ver el verde césped que se extiende desde el Capitolio hasta el Lincoln Memorial y que conforma el gran espacio público del país. En el Mall se encuentran la mayoría de los museos y grandes monumentos de la ciudad. En un día se puede ver bastante, aunque será una larga jornada en la que se caminan fácilmente más de seis kilómetros. Se suele empezar en el Vietnam Veterans Memorial y se sigue en dirección contraria a las agujas del reloj, con el Lincoln Memorial y el obelisco del Washington Monument. Hacia el oeste se pueden ver otros monumentos como los dedicados a los caídos en la Guerra de Corea o la II Guerra Mundial. El extremo occidental del National Mall está presidido por el Lincoln Memorial, un edificio de estilo neoclásico dedicado al presidente Abraham Lincoln, cuya estatua contempla serenamente las aguas del estanque Reflecting Pool tras una columnata dórica. El Washington Monument, un obelisco de 169 metros, es el edificio más alto de la ciudad. Se tardó tanto en construirlo que la cantera de mármol original se agotó: a un tercio de altura se observa el cambio de color entre la piedra nueva y la vieja. Está también el que rinde homenaje a Thomas Jefferson, un edificio con escalones de mármol, cúpula y pórtico construido a comienzos del siglo XX a imagen de los templos griegos y romanos que se alza entre cerezos en la orilla sur de la Tidal Basin. Alrededor del Mall están los museos del Smithsonian, que hacen una fabulosa labor educativa mostrando muchos de los tesoros culturales y científicos de EE UU.
Se puede comenzar en el Smithsonian Castle, un edificio de arenisca roja con torreones construido a mediados del siglo XIX que alberga el centro de visitantes y acoge exposiciones sobre historia, además de mostrar información sobre la institución en pantallas táctiles en varios idiomas. Allí está también el mostrador de información, una cafetería y hasta la tumba de James Smithson, el excéntrico inglés que en 1826 donó el dinero con el que se creó el instituto que lleva su nombre. Uno de los más visitados es el Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsoniano. Tras saludar a Henry, el enorme elefante africano que vigila la rotonda, hay que subir al segundo piso a ver el diamante Hope (Esperanza). Sus 45,52 quilates arrastran una fama de malditismo sobre sus sucesivos propietarios, entre los que se cuenta la reina María Antonieta, decapitada en la guillotina. También hay dinosaurios, calamares gigantes, tarántulas… un paraíso para amantes de las ciencias naturales. Para quienes prefieran la historia y empaparse de la cultura americana, el National Museum of American History expone todo tipo de objetos del universo estadounidense, con una bandera como pieza estelar: es la misma que ondeó en el fuerte McHenry de Baltimore durante la guerra de independencia de 1812, y en la que se inspiró el himno nacional Barras y estrellas.
Hay de todo, y siempre muy bien contado: la cocina de Julia Child, una de las primeras chefs mediáticas; la espada de George Washington, un trozo de la Plymouth Rock donde desembarcaron los peregrinos del Mayflower… En tanto, los amantes del arte tienen otra visita imprescindible : la National Gallery of Art, con una ingente colección que abarca desde la Edad Media hasta la actualidad, y su vecino jardín de esculturas. Lo más práctico es ir directamente a la galería 6 (en el edificio oeste) a ver el único cuadro de Leonardo da Vinci en el hemisferio occidental. Por cierto, el National Air and Space Museum es otro de los lugares más visitados del Smithsonian. Entre los aviones que cuelgan del techo está el Spirit of St. Louis - el aeroplano con el que el piloto Charles Lindbergh cruzó el Atlántico en el primer vuelo en solitario sin escalas de Nueva York a París en mayo de 1927 - y el reactor Bell X-1c con el que Chuck Yeager rompió por primera vez la barrera del sonido. Allí está también el módulo lunar del Apolo XII, hay una sala IMAX, un planetario, simuladores de vuelo y mucho más. Dejando los museos de lado, hay pocos sitios en el mundo tan reconocibles universalmente como el Capitolio, omnipresente en películas y series. El centro geográfico y legislativo de Washington sorprende por ser un barrio residencial de casas adosadas. Esta enorme zona alberga lugares tan significativos como el propio Capitolio o la Biblioteca del Congreso , la mayor del mundo, con 164 millones de libros, manuscritos, mapas, fotos, películas y otros muchos artículos, un lugar asombroso,tanto por sus dimensiones como
por su diseño. Dentro de este círculo de poder del D. C. está también el Tribunal Supremo de EE UU, ocupando un edificio neoclásico con friso y columnas de orden corintio protegido por puertas de bronce de cinco toneladas. Está permitido presenciar los debates (aunque hay que llegar temprano), visitar las exposiciones permanentes y la escalera de caracol de mármol y bronce, o asistir a las conferencias que se ofrecen en la sala del tribunal cuando no hay sesión. No podíamos dejar de mencionar a la Casa Blanca, que comparte espacio con otras instituciones como el Departamento de Estado o el Banco Mundial, que están muy cerca, en Foggy Bottom. Ahora queda visitar la orilla oeste del Potomac, donde técnicamente ya no estamos en Washington D. C., sino en Virginia, aunque en realidad allí es donde se encuentran algunas de las atracciones más visitadas de Washington, como el Cementerio Nacional de Arlington, donde descansan 400.000 militares y sus familiares.Aquí hay muertos de todas las guerras en las que ha participado EE UU desde la de la Independencia. Al sur del cementerio está el Pentágono, el mayor edificio de oficinas del mundo, donde los ‘halcones’ planifican sus operativos de bandera falsa y guerras en todo el mundo. Fue el punto final de nuestro viaje a la boca del lobo, nada menos…Y hay quien creía que no me atrevería a hacerlo.

viernes, 16 de junio de 2023

CODEX SERAPHINIANUS: El viaje a un mundo imaginario

Como sabéis, el universo de los libros es inmenso. Tanto si nos preguntamos cuántos libros existen actualmente como si repasamos algunos de los títulos más enigmáticos y extraños. A estos últimos pertenece del que hablaremos en esta ocasión: el Codex Seraphinianus. Es uno de los libros más extraños y sorprendentes del mundo. Se trata de la extraordinaria obra del artista Luigi Serafini en donde describe un mundo imaginario con un código indescifrable. Este libro fue publicado en 1981, realizado durante trece meses de trabajo, entre los años 1976 a 1978. Pero lo que convierte al Codex Seraphinianus en un libro único son su peculiares características: 360 páginas con ilustraciones que rayan entre la fantasía y lo surrealista, acompañadas de descripciones en un lenguaje desconocido en una caligrafía bellísima. La complejidad de las ilustraciones y, sobre todo, de los textos que componen este libro son dignos de admiración. Y es que se tratan de textos realizados con un alfabeto desconocido, como si de un lenguaje construido se tratara. Precisamente, en el Codex Seraphinianus (PDF) ese desconocido lenguaje aparece de principio a fin y muchas son las interpretaciones que se le han querido dar. Obviamente no faltan las opiniones de que ese libro es un compendio de otro mundo en donde las condiciones de vida, habitantes y leyes físicas son distintas; otras explicaciones dicen que el autor realizó esta enciclopedia en un episodio psicográfico. Y, aunque la realidad es menos fantasiosa, ya que el propio autor ha descrito la intención de su obra, el Codex Seraphinianus no es menos sorprendente. Al respecto, Luigi Serafini explicó en una charla de la Sociedad de Bibliófilos de la Universidad de Oxford que el Codex Seraphinianus no puede ser decodificado porque no hay un significado en la escritura del mismo. Es decir que sus textos y descripciones son elaborados ornamentos y no tienen un fundamento o estructura ligüistica. Serafini ha explicado, además, que la intención de estos caracteres es recrear la sensación de los niños que no saben leer cuando hojean libros. Actividad, que tal vez muchos recordemos, cuando nos admirábamos con las ilustraciones de ciertos libros pero éramos incapaces de descifrar. La obra de Serafini ha sido analizada desde este punto de vista que nos insta a leer las imágenes, no las letras. También sus ilustraciones que llegan a ser hermosas y elaboradas como chocantes y perturbadores. Con su intención artística, Luigi Serafini consigue en gran parte su cometido pues al paso de las páginas del Codex realmente se despierta el deseo de poder comprender las descripciones que acompañan sus elaboradas y loquísimas ilustraciones. Ya sea por su propósito lúdico como por la destacada plástica de sus imágenes, el Codex Seraphinianus es un material que ha despertado la atención del público, editores y, sí, alocadas teorías. El Codex Seraphinianus está dividido en dos secciones. En la primera es presentado a detalle un mundo desconocido, su flora, su fauna y sus leyes físicas (obviamente distintas a las del planeta Tierra). La segunda parte describe la cultura de ese mundo imaginario y fantástico de Serafini: pasajes de la historia, de la vestimenta, de la gastronomía, de las costumbres. La forma de presentar toda esta información está dividida en capítulos como una enciclopedia real. Se pueden encontrar procedimientos químicos, leyes de física, animales extraordinarios y flora desconocida, incluso muestra la historia del sistema de escritura, así es: un código indescifrable para descifrar un código. Así, esta enigmática obra es una muestra más de ese universo extraordinario de los libros. Hay otros que han cautivado a la humanidad y a los estudiosos sin que haya sido posible descifrar su contenido, autores o intención (como el conocido Manuscrito Voynich). Mientras tanto, podemos tomar el ejemplo del Codex Seraphinianus: apreciarlos como niños curiosos que disfrutan lo que ven aunque no seamos capaces de descifrar lo que dicen.

viernes, 9 de junio de 2023

CONTROVERSIAL INICIATIVA: Museos británicos ‘recomiendan’ que las momias sean denominadas de otra manera

No está claro que Tutankamón o Ramsés II agradezcan la deferencia desde el más allá, pero los museos británicos van a proporcionar material en abundancia a todos aquellos columnistas conservadores que se regodean habitualmente con el movimiento woke o todo lo que suene a “políticamente correcto”. En efecto, el British Museum de Londres, los National Museums de Escocia o el Great North Museum: Hancock (que reúne en Newcastle una importante colección de arqueología e historia natural), han decidido que, en la medida de lo posible, dejarán de usar el término “momia” para hablar más bien de “restos momificados”, incluyendo cuando sea posible el nombre de la persona a la que pertenecen. “La palabra ‘momia’ no es incorrecta, pero tiene un efecto deshumanizador. El término ‘persona momificada’ lleva al visitante a pensar que se trata de una persona”, ha explicado un portavoz de las instituciones culturales escocesas al Daily Mail. “Si conocemos el nombre concreto de la persona, será el que usemos. En otro caso, podemos decir ‘hombre, mujer, niño o niña momificados’, porque hablamos de personas, no de objetos”, ha concretado. Más allá de la eficacia de una señal de respeto hacia seres humanos que fallecieron hace 6.000 o más años, la idea de cambiar la terminología responde también a la constante revisión del pasado colonialista del Reino Unido. Jo Anderson, uno de los conservadores arqueólogos del Great North Museum recuerda, en el blog que mantiene en la página web de la institución, las barbaridades a que fueron sometidos los restos de Irtyru, uno de los dos cuerpos que se exhiben en Newcastle. Se calcula que murió cuando tenía entre 30 y 35 años, allá por el siglo VII antes de Cristo. La campaña de Egipto de Napoleón, y todos los restos arqueológicos de los que hizo acopio, resucitaron en Europa el interés por el Antiguo Egipto. Surgió una nueva ola de “egiptomanía” entre cuyas prácticas unas de las más deplorables fueron las llamadas “fiestas de desembalaje”, en las que se desenrollaban ante un público extasiado los restos humanos fruto del expolio. “Frente a una audiencia que había pagado sus entradas, Irtyru fue desembalada y examinada por tres médicos de Newcastle: Thomas Michael Greenhow, John Baird y Sir John Fife”, cuenta Anderson. “Les llevó dos horas abrirla, y el peso de las vendas fue de casi 24 kilos. Luego de la autopsia, prepararon el cuerpo de Irtyru para su exhibición. La barnizaron con una goma lacada, para su aparente protección. Por eso hoy su cuerpo aparece tan oscuro. Y como querían mostrarla de pie, fue sometida a graves violaciones: un enorme clavo y un disco se encajaron en su cráneo para colgarla en posición vertical. A la vez, se insertó en su columna una enorme grapa de metal para asegurarla a la base del sarcófago”, relata el arqueólogo. “El museo no ha prohibido el término ‘momia’, y de hecho se sigue usando en varias de nuestras galerías”, ha explicado un portavoz del londinense Museo Británico, decidido a matizar una decisión que ha provocado una cascada de críticas e ironías. “Pero en exhibiciones recientes usamos ya la expresión ‘restos momificados de...’, e incluimos el nombre de la persona momificada (cuando lo conocemos). Se trata de hacer énfasis en la idea de que los restos momificados pertenecen a un ser humano que alguna vez estuvo vivo”, añade. Pero sobre todo, el término “momia”, gracias a la literatura y el cine, se asocia ahora a monstruos y maldiciones muy alejadas de las aspiraciones trascendentales que buscaban los egipcios en sus ritos funerarios. El descubrimiento en 1922 de la tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes, cerca de Luxor, desató de nuevo un furor por el Antiguo Egipto. La muerte del patrocinador de la expedición, Lord Carnarvon, y de algunas de las personas presentes cuando se abrió el complejo funerario (solo 6 de las 26, y en el transcurso de una década), contribuyó a la leyenda de “la maldición de la momia”. Aunque algunos sugieren que viene de antes, y señalan cómo el creador del detective Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle, ya anticipó la fascinación con las momias en su relato de terror gótico Lote Número 249. El estudiante de egiptología, Edward Bellingham, tiene en su estudio una que aparece y desaparece. El relato ha sido fuente de inspiración para numerosas obras posteriores en las que las momias tenían especial protagonismo. El debate surgido en los museos, en cualquier caso, también ha provocado la resurrección de Chris McGovern, un exdirector de institutor, asesor del Partido Conservador en materia educativa, y presidente del grupo de presión Campaña para una Educación Real, que reclama la vuelta a las aulas de valores y contenidos de enseñanza tradicionales. “La maldición de la momia ha conseguido volver locos a todos estos académicos”, ha dicho McGovern al Daily Mail. Cabe precisar por cierto, que la mayoría de egiptólogos han rechazado esa ‘sugerencia’ de los museos británicos de pretender reescribir la historia ya que la consideran totalmente innecesaria y fuera de lugar. Coincidimos con ellos.

viernes, 2 de junio de 2023

SIDDHARTHA GAUTAMA: Buda, el Iluminado

Nacido en el reino de Kapilavastu, en el norte de la India (actual Nepal), en la dinastía de los Sakhyas. Siddartha Gautama era hijo del rey Sudodhama y la reina Maya Devi. Según la costumbre, Suddhodana llamó a un sabio para que vea a su hijo. "Signos supernaturales indican que este recién nacido será un gran asceta o se convertirá en un gran Rey", le dijo el vidente. Al escuchar estas palabras, Suddhodana decidió resguardar a su hijo del mundo exterior y lo confinó al palacio, donde lo rodeó de placeres y riquezas. Entonces sucedió lo inevitable. A pesar de los esfuerzos de su padre, Gautama un día salió del palacio. Vio cuatro cosas que cambiaron su vida para siempre: un anciano, un enfermo, un muerto y un renunciante. Al saber que las primeras tres no eran visiones extrañas sino el destino inevitable de todos los seres humanos, Siddartha se conmovió profundamente. Así, a los treinta años decidió renunciar al lujo de la vida de palacio para encontrar la respuesta al problema del dolor y del sufrimiento humano. Se acercó a su esposa y a su hijo que estaban dormidos y se despidió de ellos en silencio. Posteriormente, ambos se volverían sus discípulos. Siddartha llevó a cabo varias prácticas espirituales para realizar su verdadero Ser. Primero se encontró con cuatro ascetas que practicaban sus disciplinas con mucha intensidad. Decidió unirse a ellos y llevar una vida de renuncia extrema en los bosques. Pero pronto llegó a la conclusión de que ese tipo de existencia no conducía a la paz y a la auto-realización, sino que simplemente debilitaba la mente y el cuerpo. De aquí proviene otro de los puntos centrales de las enseñanzas del budismo: el sendero medio. De su experiencia en el palacio y en los bosques, Buda concluye que el camino no está ni en el extremo de los placeres sensuales ni en el de las austeridades y las penitencias. Luego de siete años de búsqueda, decide sentarse en meditación con la inquebrantable determinación de no moverse hasta haber comprendido y realizado la verdadera naturaleza del Ser. Mientras estaba en meditación profunda bajo una higuera conocida como el árbol de Bodhi (árbol de sabiduría), Gautama experimentó el grado más alto de conciencia llamado Nirvana. En sus propias palabras: "La realidad que vino a mí es profunda y difícil de ver o entender porque está más allá del pensamiento". A partir de su iluminación, Siddartha Gautama fue conocido desde entonces como Buda, "el Iluminado". Al comenzar su enseñanza, pronto tuvo muchos discípulos en India ya que la mayoría hindú había quedado apartada por el brahmanismo ritualista. Buda proclamó su mensaje durante 45 años y estableció su comunidad de discípulos o Sangha. Murió a los ochenta en la luna llena de mayo. Este día de mayo es el más sagrado para los budistas, ya que en él no solo nació y murió Buda, sino que obtuvo su iluminación. Para el tiempo de su muerte, el budismo se había convertido en una fuerza importante en la India. Tres siglos más tarde se había extendido a toda Asia. Buda nunca dijo ser una deidad, sino más bien un guía o "indicador del camino". El mensaje central de Buda es que todos podemos liberarnos del sufrimiento, producto de la servidumbre a deseos y ansias ilusorios. Buda enseñó que la causa de todo sufrimiento, físico, emocional o existencial, incluido el derivado de la muerte, es la ignorancia o el olvido de nuestra verdadera naturaleza: “Ustedes, que son esclavos del yo, que le prestan servicio de sol a sombra, que viven en un miedo constante al nacimiento, vejez, enfermedad y muerte, reciban las buenas nuevas: su cruel amo no existe." Por otro lado, Buda exhorta a no creer nada que uno no pueda experimentar por sí mismo. El fundamento de las enseñanzas es que todos los seres tenemos la misma naturaleza de Verdad, Amor y Belleza, y no es posible que haya algunos que estén más cerca de esta Realidad que otros. Sólo hay unos que se dan cuenta y otros que no. Así, el objetivo de toda la práctica de las enseñanzas es el despertar a nuestra verdadera realidad, al Ser, llamado Iluminación en el budismo y Liberación (moksha) en el hinduismo. Este despertar no es posible sin antes erradicar la ignorancia, fuente de todo sufrimiento. Luego de su iluminación, Buda instó a comprender las Cuatro Nobles Verdades, caminar por el Noble Óctuple sendero y completar la práctica de las seis perfecciones (paramitas). 1. La primera Noble Verdad es que la naturaleza de la vida es sufrimiento (dukkha). "Ésta, oh monjes, es la Noble Verdad del Sufrimiento. El nacimiento es sufrimiento, la vejez es sufrimiento, la enfermedad es sufrimiento, la muerte es sufrimiento, asociarse con lo indeseable es sufrimiento, separarse de lo deseable es sufrimiento, no obtener lo que se desea es sufrimiento. Resumiendo, los cinco agregados del apego son sufrimiento". 2. La segunda Noble Verdad es el Origen del sufrimiento. "Ésta, oh monjes, es la Noble Verdad del Origen del Sufrimiento: Es el deseo que produce nuevos renacimientos, que acompañado con placer y pasión encuentra siempre nuevo deleite, ahora aquí, ahora allí. Es decir, el deseo por los placeres sensuales, el deseo por la existencia y el deseo por la no existencia". 3. La tercera Noble Verdad es la cesación del sufrimiento. "Ésta, oh monjes, es la Noble Verdad de la Cesación del Sufrimiento. Es la total extinción y cesación de ese mismo deseo, su abandono, su descarte, liberarse del mismo, su no dependencia". 4. La cuarta Noble Verdad es el Sendero que conduce al cese del sufrimiento. "Ésta, oh monjes, es la Noble Verdaddel Sendero que conduce a la Cesación del Sufrimiento. Simplemente este Óctuple Noble Sendero; es decir, es la Rectitud en el Entendimiento, Pensamiento, Lenguaje, Acción, Medio de Vida, Esfuerzo, Atención y Concentración". En síntesis, podemos decir que el budismo es una doctrina filosófica y religiosa derivada del hinduismo. Proviene del sánscrito "Buddh", que significa "despertar desde las tinieblas de la ignorancia para entrar en la luz del conocimiento". Surgió de las enseñanzas de Siddharta Gautama, posteriormente conocido como Buda "El Iluminado", que nació en India en el siglo VI a. C. (aproximadamente en el año 563 a. C.). La Iluminación es la esencia de la enseñanza budista. Todas sus doctrinas y prácticas están orientadas para ayudar al ser humano, hombre o mujer, a alcanzar su potencial de Iluminación o Nirvana. El Budismo es una de las religiones más importantes del mundo. De acuerdo con las estadísticas, el número oficial de budistas ronda los 300 millones. Pero al no existir iglesia o autoridad que pueda dar cuenta de la cantidad de practicantes y considerando las numerosas corrientes budistas, probablemente esta cifra podría duplicarse.
actualidad cultural
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