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viernes, 28 de septiembre de 2018

LA GRAN MURALLA CHINA: El legado del Dragón

China, año 215 a. C. El país está bajo el dominio de su primer emperador, Qin Shi Huangdi. Su última gran orden: construir una enorme línea defensiva contra los nómadas de las estepas del norte, que amenazan con sus incursiones la estabilidad del Imperio. De esta manera se dio inicio a la edificación de la Gran Muralla. Aunque no todos los historiadores están de acuerdo, a Qin Shi se le atribuye el mérito de haber ordenado su construcción. Porque, aunque se habla en general de la Gran Muralla como una unidad, en realidad hubo varias. Se dieron diversos períodos de construcción a lo largo de un milenio y medio, y el trazado de esos muros se alteró en función de las necesidades. Según la tradición, tras unificar su imperio en 221 a. C., el primer emperador de China ordenó a uno de sus generales, Meng Tian, la edificación de una gran fortificación a lo largo de su frontera septentrional. Sin embargo, la creación de murallas para proteger su nuevo imperio no fue en sí una novedad. De hecho, Qin Shi se inspiró en una política practicada en el pasado. La existencia de líneas defensivas se remonta a varios siglos antes de su reinado, en especial al período previo, el de los Reinos Combatientes. En esa época el territorio chino se hallaba dividido en diferentes estados, aliados o enfrentados entre sí según las circunstancias. Estos reinos levantaron muros para defenderse de sus enemigos, pero, además, los situados en la parte septentrional edificaron defensas para protegerse de los ataques de los pueblos nómadas de las estepas del norte. Fue precisamente en este último tipo de defensas en las que se fijó el primer emperador para levantar su propia línea defensiva. Mandó edificar nuevas murallas, y en otros casos aprovechar las ya existentes y unirlas de tal modo que se formara un amplio nudo protector, alcanzando una longitud total de 5.000 kilómetros. Sin embargo, no será hasta un milenio y medio más tarde cuando esta imponente línea defensiva cobre de nuevo especial relevancia con la llegada de los Ming al poder, que le dieron las impresionantes dimensiones que actualmente pueden contemplarse al visitarla. La gran Muralla fue restaurada siguiendo los antiguos fundamentos y se la preservó en buen estado a lo largo de sus miles y miles de kilómetros. De hecho, la muralla de los Ming supera incluso las dimensiones establecidas en tiempos del primer emperador. Se extiende desde Shanghaiguan, al borde del golfo de Bohai, en la costa oriental del país, hasta Jiayuguan, impresionante fortaleza que pone punto final a la histórica defensa, ya en las zonas desérticas de la provincia de Gansu, recorriendo 6.000 kilómetros de territorio chino. Por su forma serpenteante se ha asociado su imagen a la de un enorme dragón, el símbolo por antonomasia de la monarquía imperial en China. La nueva dinastía optó por un sistema defensivo más resistente, de forma que se agrandaron también sus dimensiones. En la parte central y oriental, que es la más importante y un bello ejemplo de arquitectura Ming, la altura de las murallas alcanza casi los 10 metros. Cada 800 metros aproximadamente se alzan unas torres de guardia, y en diversos puntos a lo largo de la Gran Muralla figuran fortificaciones, habitadas por aquellas unidades militares que se encargaban de prevenir ataques enemigos y frenar cualquier intento de invasión del territorio chino. Aunque su función era principalmente militar, la Gran Muralla no era solo una línea defensiva, sino también una muestra de la actitud china hacia el mundo exterior. Para los chinos, marcaba la frontera real entre la civilización (representada por ellos mismos) y los “bárbaros”, es decir, aquellos pueblos (hunos, turcos, mongoles...) que amenazaban la estabilidad del Imperio del Centro. Este era el nombre que recibía China, cuyos gobernantes y habitantes se consideraban el centro del mundo, del único mundo civilizado y la Gran Muralla, el símbolo que lo representaba. Esta razón explica que esta magnífica construcción haya sobrevivido tanto tiempo. Hoy, carece de la utilidad militar del pasado y ya no es objetivo de los “bárbaros”, sino del turismo que la visita incesantemente para admirar esta maravilla de la ingeniería. Pero no todas son buenas noticias, porque si bien se ha conservado al norte de Pekín y cerca de centros turísticos - especialmente las secciones más conocidas - e incluso reconstruidas, la muralla está en mal estado en muchos lugares. No existe un inventario exhaustivo, por lo que no es posible decir cuánto de ella sobrevive, especialmente en las zonas remotas, donde se construyeron a partir de barro, en lugar de ladrillo y piedra, y por lo tanto son más susceptibles a la erosión. Rescatarla de su desaparición es una obligación que debemos afrontar antes que sea demasiado tarde.
Great Wall of China time-lapse animation from Reino Zuppur on Vimeo.
actualidad cultural
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