SONIDOS DEL MUNDO
viernes, 12 de enero de 2024
MARCO POLO: Un viajero por la Ruta de la Seda
Como sabéis, en el 2024 se cumple el 700º aniversario de la muerte de quien describió tierras entonces ignotas del Oriente, quien fue, y sigue siendo, un mito para viajeros y lectores. En efecto, en enero de 1324 moría en Venecia Marco Polo, un comerciante que había pasado más de 20 años por misteriosas tierras de lejanos lugares, quien dejó escritas sus andanzas en un libro que fue bestseller cuando aún no se había inventado la imprenta en Europa. Marco Polo dictó su libro a un tal Rustichello de Pisa mientras ambos estaban presos en Génova. El libro se copiaba a mano y corrió como la pólvora; se conocen más de 140 manuscritos. Las primeras impresiones se hicieron en 1477, en alemán y en italiano. Conocido al principio por su título en francés, Le dévisement du monde (La descripción del mundo), pronto empezó a ser más conocido como El libro de las maravillas, o también Il Milione. Aunque Polo dictó el libro de memoria - que siempre es traicionera, exagera o inventa -, él mismo confiesa que en sus viajes “anotó algunos detalles en sus tablillas”. ¿Quién fue realmente Marco Polo? Desde las primeras ediciones de su libro se le presenta como un caballero o comerciante veneciano. Debió de nacer en 1254, pero ¿dónde? Los croatas están convencidos de que fue en la isla dálmata de Kórcula. El Gobierno croata acaba de restaurar (o recrear) la aparente casa natal, convirtiéndola en una mansión de sillares labrados, ventanales góticos y una torre. Como podéis imaginaros, el merchandising en torno a Marco Polo invade esta preciosa isla fortificada. El apellido Polo podría ser de origen croata, sí, pero al niño Marco se lo habría llevado a Venecia un tío comerciante allí establecido. La isla de Kórcula estaba entonces bajo dominio de Venecia, la gran potencia de la región enfrentada a Génova y otras repúblicas marinas como Pisa o Amalfi. Precisamente en una escaramuza naval entre Génova y Venecia, cuando ya Polo había regresado de Oriente, fue apresado y conducido a Génova, donde dictó su libro en prisión. Había acompañado a su padre Niccolò y a su tío Mateo por vez primera cuando solo tenía 17 años. Luego volvió solo y se ganó la confianza del Gran Kan mongol - los ficticios diálogos entre Kublai Kan y Marco Polo constituyen uno de los libros más brillantes del siglo XX, Las ciudades invisibles, de Ítalo Calvino-. Ya de regreso, sentó cabeza, se casó con una dama llamada Donata, tuvo con ella cuatro hijas y a su muerte hizo testamento en favor de ellas. La casa de Marco Polo en Venecia está ocupada ahora por un teatro. Para entender y valorar la hazaña de Marco Polo hay que tener en cuenta su tiempo: el siglo XIII empezaba a dejar atrás la oscura Edad Media y preludiaba el Renacimiento. El arte gótico inundaba de luz catedrales y templos, cuajaban las primeras universidades, había hambre de nuevos saberes y descubrimientos. Oriente seguía siendo un misterio. Los pocos pioneros en adentrarse en él se habían limitado a lo que hoy llamamos Oriente Próximo. Episodio crucial en el descubrimiento de Oriente fueron las Cruzadas, iniciadas en el siglo XI. Pero en el siglo de Marco Polo la ensoñación cruzada se había extinguido. Y el mapa del mundo cambiaba: en el extremo Oriente, desconocido, Genghis Kan ponía los cimientos del imperio mongol en 1206; en pocos años, ese imperio se extendía desde Corea a los Balcanes. Para los europeos, paradójicamente, fue una gran oportunidad, ya que se les permitía comerciar a lo largo y ancho de ese territorio, a salvo del poder musulmán que atenazaba el sur. De esta manera, Catay (China) y Cipango (Japón) entraron en los mapas, y Marco Polo fue uno más de los mercaderes, misioneros y aventureros que aprovecharon esa oportunidad. Pero entre 1346 y 1351 la peste negra asoló Europa (200 millones de muertos) y en un par de décadas posteriores, en 1368, caía el imperio mongol, terminando así aquella época de cierta cordialidad e intercambio entre Oriente y Occidente. Por cierto, el Libro de las Maravillas de Marco Polo es en realidad la suma de tres volúmenes: Primer libro, Segundo libro y El libro de la India. En ellos describe cosas inauditas, hasta entonces ignotas. Como “un licor tal que aceite que brota de la tierra” (petróleo), unas “piedras negras” que arden (hulla), papel moneda (que en Europa no se emplearía hasta 1661). Habla de frutas exóticas, bebidas de arroz sustitutas del vino, gemas y piedras preciosas, sedas variadas, especias, animales fantásticos - como el unicornio (en realidad el rinoceronte) o el pájaro Roc o Rush que aparece en los cuentos de Simbad y Las mil y una noches-. Menciona además “macarrones y otros platos hechos con pasta”. Pero tal vez el mérito mayor de Marco Polo y su libro es que, sin él saberlo, hace labor de antropólogo avant la lettre. Describe usos y costumbres chocantes. Por ejemplo, dice que algunos queman a sus muertos, otros practican canibalismo, se cubren con tatuajes, forran con oro sus dientes, “van completamente desnudos, tanto hombres como mujeres (…) tienen relaciones carnales como perros en la calle, no consideran villanía que un extranjero los deshonre a capricho con sus mujeres o hijas”. En Yunán, el marido, tras el parto, se mete en la cama con el niño 40 días, mientras la mujer se ocupa de la casa. Y en la India, las esposas (y a veces los sirvientes) se arrojan a la pira donde se quema el difunto. Asimismo, la seda y las especias son una constante en su libro. En cuanto a las especias, hay que pensar que esa era la meta de Colón, quien, guardaba una copia del libro de Marco Polo anotado en los márgenes de su puño y letra. Cuando en su lecho de muerte su mujer y amigos rogaron a Marco Polo que, en ese trance final, confesara si lo que había contado en el libro era verdad, apenas balbució: “Yo solo he contado la mitad de lo que vi”. No cabe duda que el legado de Marco Polo no reside sólo en las rutas que recorrió sino también en el intercambio cultural que facilitó entre Oriente y Occidente. De esta forma, su viaje allanó el camino para una era de exploración y descubrimiento que remodelaría el mapa mundial.
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