Capital de Escocia desde 1437, Edimburgo es la segunda ciudad más visitada del Reino Unido después de Londres. Una urbe que pone de relieve las huellas que han dejado visitantes y viajeros, desde que hace ya casi un milenio se levantara un fuerte sobre la roca de Castle Rock. Un enclave que sigue siendo hoy en día el epicentro de la ciudad, ya que allí se alza el Castillo de Edimburgo. Una forma conveniente de comenzar a descubrir la ciudad es visitando precisamente dicho castillo, situado en lo alto de una colina, desde el cual ofrece unas vistas increíbles que permiten hacerse una idea de la topografía de los alrededores. El fuerte, considerado el mejor conservado de Escocia, es un verdadero testigo de diversos acontecimientos históricos. En el antiguo Palacio Real medieval, construido dentro del castillo, se exponen las “insignias del reino” y las joyas de la corona escocesa. Asimismo, dentro del recinto amurallado se pueden visitar diversos museos. Existen visitas guiadas en diferentes idiomas todos los fines de semana, que están incluidas en el precio de la entrada. Las colas en las taquillas pueden ser bastante largas los fines de semana, por lo que conviene comprar los tickets por Internet y acudir a primera hora de la mañana. En la misma puerta del castillo arranca la Royal Mile, una calle cuesta abajo que recorre todo el centro histórico para terminar en Palacio de Holyroodhouse, residencia oficial en la ciudad de Isabel II cuando visita la ciudad. En su zona más alta, a menos de 200 metros de la puerta del Castillo, el viajero se topará con el Museo Scotch Whisky Experience. Una atracción para descubrir el proceso de fabricación de esta bebida, así como sus diferentes tipos y orígenes. También dispone de una tienda con uno de los mejores surtidos de whisky del mundo que los fanáticos del Scotch no pueden dejar de visitar.
De otro lado, la catedral de St. Giles, del siglo XV marca el punto intermedio entre el Castillo de Edimburgo y el Palacio de la Reina. Se puede visitar excepto durante las misas y en sus alrededores no es raro ver a músicos tradicionales tocando las gaitas o familias locales celebrando bodas con el traje tradicional, es decir con el Kilt o falda escocesa. Por este tramo de la Royal Mile se encuentran muchos comercios especializados en productos típicos. Una buena opción para curiosear y comprar los ‘souvenirs’ más auténticos de Escocia. Y para reponer fuerzas entre visitas y compras, nada mejor que una parada en pub escocés. Aunque hay bastantes opciones por la zona, el más famoso en la Royal Mile es el Deacon Brodies Tavern que abrió sus puertas en 1806 y donde J.K. Rowling comenzó a escribir la famosa novela “Harry Potter”. Por su parte, el famoso Mary King’s Close agrupa una serie de callejones de la antigua ciudad, hoy enterrados bajo el ayuntamiento. Un lugar que conserva la arquitectura original y que se puede recorrer en visitas guiadas teatralizadas muy interesantes de una hora de duración, incluyendo varias casas antiguas en las que juran que habitan espectros y fantasmas. Asimismo, en la zona baja del Royal Mile, descendiendo un kilómetro desde la zona de la catedral, se encuentra el nuevo Parlamento Escocés. Polémico por su moderna arquitectura que contrasta con la cuidada y la antigua Old Town de Edimburgo, que se puede visitar los fines de semana. Mucho más popular entre los viajeros es el Palacio de Holyroodhouse. El edificio es la residencia de la Reina de Inglaterra. Además de poder admirar sus salas reales, los días de sol también se pueden disfrutar de sus magníficos jardines y de las ruinas de la abadía donde fue coronada María Estuardo, la reina mártir de los escoceses. Además los visitantes pueden completar esta visita con la del Yate Real Britannia, ubicado en el Ocean Terminal.
Un barco que ha sido protagonista de casi mil viajes oficiales de la familia real británica, desde su botadura en 1953. No podemos pasar por alto Canton Hill, un lugar de visita obligada por su magnífica vista panorámica de la ciudad. En este promontorio se encuentran algunos monumentos como el de Nelson. Especialmente interesante es la celebración del 30 de abril, que coincide con la llegada de la primavera con el Festival del Fuego de Beltane, una fiesta de inspiración celta. Bajo esta colina se extiende la New Town, levantada en el siglo XVIII con un urbanismo típicamente británico de calles rectas y edificios de corte neoclásico. Princess Street, en la que se ubica la estación central de tren y donde paran los autobuses del aeropuerto, es una de las calles principales de esta zona. Aquí se encuentra Jenner, los grandes almacenes de la ciudad, equivalente al Harrods londinense, y que solo ya por su arquitectura merece la pena visitar. Si disponéis de más días en Edimburgo, la mejor opción es hacer alguna de las excursiones más populares: Lago Ness y las Highlands, Stirling y Saint Andrews o Glasgow y los lagos Lomond y Katrine. Pero si no queréis salir de la ciudad, Edimburgo tiene muchas más cosas que ver. El Real Jardín Botánicoo, Holyrood Park, The Georgian House y diversos museos que merecen la pena visitar. Anímate a conocerla.
Edinburgh Winter Time Lapse from Philippe Monthoux on Vimeo.