SONIDOS DEL MUNDO

viernes, 23 de octubre de 2020

ENGAÑO E INTOLERANCIA EN EL ISLAM: La amenaza que representa para el mundo una falsa “religión de paz”

La decapitación de un profesor de secundaria a plena luz del día en una comunidad a unos 30 km al noroeste de París, debido a que tuvo el “atrevimiento” de mostrar algunas caricaturas de Mahoma (presentando al profeta desnudo del Islam como lo que es: un monstruo, un violador de niñas, un terrorista) en horas de clase, cuando debatía temas como la secularidad, la pena de muerte y la libertad de expresión, ha levantado una ola de indignación en Francia, volviendo a poner sobre el tapete la potencial amenaza que representa esa endemoniada religión para Europa y el mundo, al seguir permitiendo de una manera suicida la expansión del Islam en Occidente y no ponerle un alto antes que sea demasiado tarde. Como estáis enterados, el Islam es en esencia intolerante, y su lógica maquiavélica alterna entre la fuerza y el engaño: el engaño, cuando los musulmanes son más débiles y son una minoría; la fuerza, cuando su dominio comienza a asegurarse. Entre los ‘refugiados’ africanos el Islam - que llegan por miles a Europa en pateras, con la abyecta complicidad de sus gobiernos que no hacen absolutamente nada para impedirles su llegada al continente - no es concebido como una religión espiritual (sus preceptos morales son raramente seguidos) sino como una forma revanchista de autoafirmación étnica contra los europeos, a menudo llamados “cruzados”. Mucho más que el cristianismo, hoy debilitado, el Islam es fundamentalmente una religión del imperativo revelado, y siempre ha creído, de una forma completamente ciega, en su propio ‘derecho’ de imponerse sobre los demás , y ha justificado todos sus aberrantes actos, como los atentados terroristas, cometidos en el nombre de la expansión islámica y por la gloria de Alá. Aquellos descerebrados en Occidente que son defensores ingenuos del Islam, no lo comprenden e interpretan el Corán como un todo sincero, como un único texto unificado con una lógica coherente, pero que en realidad es rico en prevaricación y maldad, siendo un texto demoníaco con múltiples engranajes. Cuando se encuentra en minoría, el Islam propone hipócritamente “la tolerancia y fraternidad entre religiones” y la defensa de la “libertad religiosa” sobre la base de un precepto coránico: “Que no haya compulsión en la religión” (Sura 2,256); puede rechazar insistentemente cualquier fundamentalismo y fanatismo: “El Islam es la comunidad del justo equilibrio” (Sura 2,143) o “¡Ninguna violencia en materia de religión!” “La verdad sobresale claramente del error” (Sura 2,257). El Islam dice comprometerse con la compasión y el perdón de las ofensas: “El mal debe ser reparado por el bien” (Sura 41,34; 22,96).
El Islam puede incluso comprometerse con el trato humano hacia un enemigo y establecer la obligación islámica de ofrecerle ayuda (Sura 9,6). Sin embargo, estos versículos son absolutamente contradichos por catorce siglos de comportamiento islámico, porque el Islam siempre ha preferido la violencia cuando el equilibrio de poder está a su favor, ignorando el perdón y la compasión, erradicando a los practicantes de otras religiones en los territorios que ha conquistado o bien forzando su conversión al Islam, convirtiendo sus iglesias en mezquitas. De otro lado, el dar limosna (zakat), que constituye el tercer “pilar del Islam”, tiene un carácter completamente diferente a la caridad cristiana. Esta última es universalista y altruista, lo que parece bastante ingenuo para un musulmán. Aunque estos últimos intentan convencernos de que la limosna islámica es un requisito filantrópico “que demuestra el espíritu humano y pacífico del Islam”, la realidad es muy diferente. El zakat sólo se refiere a la umma, esto es, a la comunidad de creyentes musulmanes. Un musulmán no está obligado en lo absoluto a dar limosnas a quienes no sean de su religión, ni a socorrerlos de ninguna manera. La caridad no se basa en la compasión o el amor al prójimo en esta religión conquistadora, intolerante y guerrera. Está motivado, según el Corán, por dos consideraciones: primero, para practicar la solidaridad hacia los miembros indigentes de la umma, con el fin de fomentar la cohesión dentro de la comunidad; en segundo lugar, enseñar a cualquier musulmán que él no es el verdadero dueño de los bienes a su disposición, sino que estos son meramente un préstamo autorizado por Alá para demostrar su poder y difundir así el Islam por todas partes, mediante la conversión o la espada. No hay entonces ninguna duda respecto a la cuestión de si un musulmán asistiría indiscriminadamente a otros seres humanos. Para este monoteísmo revelado, el infiel es indigno. Algunos pueden haber notado, aunque los medios lo ignoraron en gran parte, que la Media Luna Roja musulmana durante las guerras en los Balcanes sólo ayudaba a los refugiados bosnios o a los kosovares musulmanes, siendo totalmente indiferente al destino de los serbios ortodoxos o a los católicos croatas afligidos por la guerra.La Cruz Roja, por otro lado, no hizo distinciones étnicas o religiosas. Asimismo, muchos países musulmanes, como Arabia Saudita, prohíben absolutamente la construcción de iglesias en su territorio. La adoración cristiana está prohibida a los extranjeros que se encuentran en estos países. En la mayoría de los países musulmanes, la entrada o residencia de sacerdotes cristianos es casi imposible; cualquier proselitismo está prohibido, bajo pena de expulsión inmediata. En Europa, sin embargo, el proselitismo musulmán es fomentado y financiado (por ejemplo, en forma de construcción de mezquitas) por las autoridades, cuyo secularismo equivale a ingenuidad.
La regla de la reciprocidad que rige el derecho internacional es completamente despreciada; para su descrédito, los europeos aceptan fácilmente este doble rasero, que a los ojos de los musulmanes es una señal de debilidad y resignación que alienta y legitima, como justificada por la voluntad divina, su movimiento de conquista etno-religiosa de Europa. Para la mentalidad islámica, el hecho de que los europeos no exijan a los países musulmanes la misma neutralidad secular, la misma libertad de culto que extendemos a los musulmanes, significa esto: “Los europeos saben que están equivocados, reconocen la superioridad del Islam y la superioridad de Alá; se postran ante nosotros y se reconocen a sí mismos como infieles, y por lo tanto, es justo que se conviertan en tierra para nuestra conquista”. Estas observaciones fueron hechas por un imán egipcio en el periódico de El Cairo Al Ahram. Los europeos no son conscientes de los fundamentos propios del Islam, en particular del imperativo cínico de las tres etapas de conquista. Inicialmente, una comunidad musulmana establecida en una tierra extranjera, y que todavía constituye una minoría, practica lo que se denomina como dar al-sulh, “paz temporal”, porque el infiel, en su ceguera e ingenuidad, permite el proselitismo islámico en su país, sin exigir ninguna reciprocidad sobre suelo musulmán. Sólo en la segunda etapa, una vez de que se haya establecido la comunidad islámica, se hace evidente el requisito de la conquista y la violencia. Esta etapa se denomina dar al-Harb, en la cual el suelo del infiel se convierte en una “zona de guerra”, ya sea por la resistencia al establecimiento del Islam, o porque los musulmanes, ahora en número suficiente, ya no necesitan la paz y pueden abandonar la falsedad que marcó la primera etapa de su conquista. Esta fase ya se puede ver ahora. En la tercera etapa, los musulmanes terminan dominando. Esto es dar al-Islam, el “reino del Islam”. El cristiano apenas será tolerado pero con un estatus reducido, disfrutando, en el mejor de los casos, de una posición inferior, la de dhimmis (“protegidos”), pagando un impuesto especial y privados de la mayor parte de sus derechos; Bajo este “reino del Islam”, el no musulmán no tiene ninguna posibilidad de ocupar ninguna posición social importante y serán hostilizados al extremo de tener que abandonar el país donde nacieron o convertirse al Islam, de la cual no hay vuelta posible, porque esta castigado o la muerte. Su objetivo final es imponer en Europa la ley del dar al-Islam. Es un proyecto consecuente, impulsado por una voluntad política inquebrantable, que ya se ha puesto en marcha “porque Allah lo ha ordenado”. ¿Permitiremos que esta pesadilla se convierta en una realidad?
actualidad cultural
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