Ubicado en el centro de Bucarest, la capital de Rumanía, se levanta el colosal Palacio del Parlamento, uno de los proyectos de construcción más caros y extravagantes llevados a cabo en el siglo pasado. Se le considera la joya de la corona del ambicioso plan de desarrollo urbano del megalómano dictador rumano Nicolae Ceausescu quien para construir semejante monstruosidad, mando nivelar una colina entera y no tuvo problemas en borrar del mapa una quinta parte de los monumentos históricos de la ciudad. Además, el delirante proyecto consumió un tercio del presupuesto estatal de Rumanía durante 5 años. Esta locura se convirtió así en el segundo mayor edificio administrativo en el mundo, sólo superado por el Pentágono en los Estados Unidos. También es el más caro del mundo, ya que los gastos de calefacción e iluminación superan los 6 millones de euros anuales. Ceausescu tuvo la “brillante” idea de construir semejante edificio tras una visita a Pyongyang en 1972. Impresionado por las construcciones faraónicas de su “colega” norcoreano, decidió emularle. Para alcanzar su objetivo destruyó numerosas iglesias, palacios y cientos de casas del centro de Bucarest, por lo cual 40.000 personas fueron realojadas forzosamente en barrios de la periferia. El palacio tiene 240 metros de largo, 270 metros de ancho y 12 pisos de altura. Hay ocho niveles subterráneos, el más profundo de ellos construido como refugio nuclear para la familia Ceausescu. El sueño megalómano no se acababa en el edificio: la avenida principal que lleva al Palacio llevaba el nombre de "Victoria del Socialismo". Con aguda ironía los habitantes de Bucarest le han cambiado el nombre: "Victoria contra el socialismo" haciendo referencia al régimen de terror y hambre al que fueran sometidos por el tirano, y al sufrimiento de las miles de personas que se ocuparon de la construcción en condiciones durísimas. En diciembre de 1989, sólo una tercera parte del edificio estaba terminada. Ese año estalló la revolución que acabaría con el régimen criminal de Nicolae Ceaucescu, el cual junto a su odiada mujer Helena, fueron ajusticiados la noche de Navidad. Tras su derrocamiento, se planteo el futuro del Palacio. Algunos pedían su demolición, otros pretendían convertirlo en un casino o enterrarlo formando una montaña artificial. Con el tiempo se decidió terminar su construcción para darle un uso oficial y que fuera la sede del Parlamento y del Tribunal Constitucional. Toda una ironía. Asimismo también alberga el Museo Nacional de Arte Contemporáneo que se abrió en el 2004 en el interior del ala oeste, así como el Museo del Totalitarismo Socialista, donde se recuerdan los crímenes del comunismo. Si bien este edificio no deja de ser impresionante, no hay que olvidar ni por un momento que fue levantado a costa de la sangre y el sufrimiento de millones de rumanos.