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viernes, 5 de julio de 2024

EL ANILLO VYNE: ¿La siniestra inspiración para J.R.R. Tolkien y The Lord of the Rings?

Algunos creen que este es el anillo que inspiró a J.R.R Tolkien para inventar el Anillo Único de la trilogía de El Señor de los Anillos (cuya nueva película por cierto, subtitulada: The War of the Rohirrim se estrenará a finales de año). Se trata de algo inusual. Es de oro macizo y bastante más grande de lo normal, con 25 mm de diámetro y un peso de 12 gramos. Impensable incluso hoy. Ha sido datado en el siglo IV d.C. siendo Inglaterra provincia romana. Su gran tamaño puede explicarse porque fuese ideado para llevarlo sobre un guante, pero es solo una hipótesis, aunque la más plausible. El anillo tiene forma circular pero dividida en 10 facetas planas, siendo la más grande la central, donde encontramos una curiosa inscripción. En esta faceta, aparece una imagen un poco extraña de la diosa Venus, que aparece con el pelo corto, rizado y diadema. Se sabe que es la Diosa Venus ya que a un lado aparecen las letras VE y al otro NUS, pero en escritura especular, es decir, al revés. Lo más normal es que fuese un sello, que al estamparse quedase la imagen al derecho. Lo más curioso es la inscripción que rodea el anillo, escrita en latín y que reza “Senicianus vive bien en Dios”. Aquí se ve que el propietario del anillo se llamaba Seneciano, nombre poco común. Lo extraño es que la frase “vive bien en Dios” era común entre los primeros cristianos, y aun así, la faceta principal se dedica a una deidad que debía considerarse pagana. Para Seneciano desde luego no. No abandonó su religión romana aun convirtiéndose al cristianismo o siendo simpatizante de este. De todas formas, el anillo era algo muy valioso. Obviamente fue hecho por encargo, diseñado y trabajado largo tiempo y bastante más grande y pesado de lo normal. Debía ser un personaje de rango lo suficientemente rico para permitírselo. Lo lógico es pensar, ya que cerca del anillo no se ha encontrado cuerpo alguno o ajuar, que Seneciano lo perdiese. O tal vez no. A principios del siglo XIX se descubrió en una excavación en Lydney (Gloucestershire) una placa de plomo, del tipo conocido como «tablilla de maldición» o” defixio” en el emplazamiento de un templo romano dedicado a un extraño Dios local, Nodens. Lydney está a unos 130 km de The Vyne. El objeto se encontró en un lugar llamado “La colina de los enanos” y este lugar era objeto de todo tipo de leyendas, además de ser un yacimiento romano donde frecuentemente se encontraban objetos antiguos. La placa tenía inscrita una maldición en latín que traducido dice: “Que aquel que lleva el nombre de Senicianus no tenga salud hasta que traiga de vuelta el anillo al templo de Nodens” . Resulta que Seneciano había robado el anillo del templo de Nodens. El anillo pertenecía a Silvano, del cual no tenemos más noticias, y este sabía quién era el ladrón. Al no encontrarlo, lo maldijo, escribiendo sus deseos en una tablilla de plomo, como era habitual en la época e incluso en épocas posteriores. Esas placas eran muy comunes entre gente adinerada y solían enterrarse en lugares que hubiesen tenido algo que ver con el objeto de la maldición, una casa, un lugar de trabajo… Quizá aunque fuese propiedad de Silvano, el anillo era un objeto votivo, lo que explicaría varias cosas: su tamaño y peso exagerado o el relieve central que aparentemente representa a Venus pero no tiene nada que ver con su iconografía, de hecho en las fotografías se puede ver que es obviamente un hombre. Lo lógico es pensar que Seneciano, el ladrón, lo grabo posteriormente, bendiciéndose a sí mismo e incluyendo el nombre de Venus partido por la mitad entre la imagen que representaría al mismo Dios Nodens, al que verdaderamente iba dedicado el anillo. El anillo y la tablilla no fueron relacionados entre sí hasta 1929, cuando el arqueólogo inglés Mortimer Wheeler se dio cuenta de que ambos objetos pertenecían a la misma historia. Lo que el arqueólogo no conocía era el nombre del Dios al que iba dirigido, de hecho a día de hoy se conoce muy poco sobre Nodens. Se le ocurrió pedirle ayuda a un buen amigo, el entonces profesor de anglosajón en la Universidad de Oxford, J. R. R. Tolkien, para estudiar la etimología del nombre del Dios. Tolkien realmente se apasionó con la historia, y dedicó varios años al estudio de la etimología de Nodens así como de su culto. De esto resultó un breve ensayo muy poco conocido llamado “El nombre de Nodens”, prácticamente imposible de encontrar hoy día fuera de Inglaterra. En el libro se explica que Nodens era un dios poco conocido de la mitología celta, asociado con la curación, el mar, los perros y la caza. Se le rendía culto solamente en la antigua Bretaña y solo se conoce un templo, en Lydney Park (Gloucestershire). Tal vez fuese adorado también en partes de la Galia. Recordemos que fue en Lydney donde apareció la tablilla con la maldición. El nombre Nodens, según Tolkien, deriva probablemente de una raíz celta noudont- o noudent-, que puede estar relacionada con la raíz germánica que significa “adquirir”, “tomar el uso de”, o, anteriormente, “atrapar”, “capturar” (como un cazador). Estas fueron las conclusiones a las que llegó Tolkien tras más de tres años de trabajo, y prácticamente lo único que se conoce de este Dios, si bien se ha encontrado su templo, bastante complejo, allí en Lydney Park. Todo lo que se sabe de este Dios es gracias tanto a la tablilla como al trabajo de Tolkien. No hay más noticias. Autores posteriores no han hecho sino confirmar su hipótesis. El anillo perteneció durante varios siglos a la colección de la familia Chute, propietaria de The Vyne, antes de que la casa pasase a manos de la National Trust, fundación británica dedicada a preservar los lugares de interés histórico o natural, ya en los años treinta. Ellos custodiaron el anillo desde entonces. La placa fue objeto de estudio varios años pero acabó en los sótanos de un museo, dado el desconocimiento de la relación entre las dos piezas, y fueron pasando los años. Alrededor del año 2000, repasando notas de Tolkien, varios estudiosos de la Casa Vyne donde se custodiaba el anillo, ayudados por la fundación Tolkien relacionaron ambas piezas e hicieron un exhaustivo estudio, con los resultados que ya hemos visto. Lo más llamativo es que se convencieron de que este anillo y su historia pudieron ser los objetos inspiradores de Tolkien a la hora de escribir “El Hobbit”, publicado por cierto a dos años de conocer la historia del anillo. Siempre se dijo que “El anillo de los Nibelungos” había sido una inspiración para él, pero la historia de un anillo real pudo hacer volar su imaginación hasta el punto de crear una de las sagas más famosas del mundo. De hecho se sabe gracias a el mismo, que estuvo investigando no solo el anillo y la tabla, sino los lugares donde se encontraron, topándose con que uno de los lugares que aparecen en la novela “El Señor de los anillos” se llama precisamente “la colina del enano”, lugar donde se encontró la tablilla. Obviamente nunca sabremos qué motivó a Tolkien a escribir su famosa y complicada a la vez que maravillosa saga. De su imaginación no se puede cuestionar ni un ápice, pero es normal leer en entrevistas a escritores que una noticia, un hallazgo o una canción los han inspirado para escribir sus obras. Puede tratarse de este caso, con la peculiaridad de que Tolkien pudo investigar de primera mano ambas obras y su entorno, luego de publicar su ensayo, por pura curiosidad. Estos hallazgos no fueron conocidos realmente hasta el 2013 cuando la Fundación Tolkien junto con los actuales propietarios de la Casa Vyne organizaron una gran exposición donde podía verse el anillo, por primera vez junto a una reproducción de la maldición que siempre lo acompañó y el primer ejemplar de “El Hobbit”, lanzando la hipótesis de la influencia de estos elementos en sus obras. Cabe destacar que la exposición fue un éxito mundial, miles de fans de todo el mundo acudieron a la cita, y la repercusión en los medios fue masiva. La historia de un robo de hace siglos, un anillo robado y maldito, un dios que apenas se conocía… ¿Pudieron Silvano y Seneciano viajar hasta nuestros días y hacer justicia a la vez que inspirar unas obras inigualables? Me gusta creer que sí. Que los objetos arqueológicos no solo son figuras en vitrinas por las que pasamos en un museo. Me gusta pensar que pueden influenciarnos y enseñarnos e incluso, como parece ser, inspirarnos.
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