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viernes, 26 de julio de 2024
LA MÁSCARA DE AGAMENÓN: Historia de una controversia
¿Tienen base histórica los poemas homéricos? ¿Son solo una leyenda o bien un documento científico para conocer la Edad del Bronce del Egeo? Hasta el siglo XIX, defender la existencia de una civilización anterior a la griega arcaica en la región del Egeo era espinoso. Aunque escritores de la Antigüedad habían narrado con todo detalle historias remotas de héroes y dioses, muy pocos estudiosos les daban credibilidad: las consideraban más deudoras de la fantasía y la leyenda que de la historia. La llegada de un arqueólogo aficionado, Heinrich Schliemann, cambiaría en parte esa percepción. De la mano de la Ilíada y la Odisea abriría la veda al redescubrimiento de dos civilizaciones: la minoica, asentada en Creta a mediados de la Edad del Bronce, y la micénica, una civilización desarrollada a finales de esa misma era en el corazón del Peloponeso, caracterizada por grandes palacios y fortalezas. Los centros principales de esta última eran Tirinto, Pilos, Tebas y Micenas. Schliemann identificó Micenas con el reino legendario de los átridas, linaje al que pertenecieron héroes míticos como el rey Atreo y sus hijos Agamenón y Menelao, artífices de la invasión de Troya. Aunque el alemán había visitado el yacimiento de Micenas previamente y había abierto sin permiso hasta 34 cortes en distintos lugares del área, la exploración no comenzó oficialmente hasta 1876, siempre bajo la supervisión atenta de un representante de la Sociedad Arqueológica de Atenas. A partir de ese momento, Schliemann solo necesitó unos tres meses para dar con el extraordinario hallazgo que le otorgó fama: un conjunto de seis tumbas de fosa vertical, llamado Círculo A, que contenía 18 individuos y unos espectaculares ajuares funerarios. Datadas del siglo XVII a. C., las tumbas contenían los restos de, al parecer, nueve mujeres, ocho hombres y un niño, seguramente familia de uno o varios jefes guerreros o nobles. La enorme cantidad y la suntuosidad de las piezas halladas apoyan esta teoría. Entre ellas, que suman en conjunto más de 15 kilos de oro, destacan varias copas de este metal, diversas diademas, joyas, alfileres o broches, una espada de bronce con empuñadura esmaltada, una daga, también de bronce, con una escena de caza de león en oro, electro y plata, hasta 13 estelas funerarias decoradas y, muy especialmente, seis máscaras que, realizadas sobre una lámina de oro, servían para cubrir el rostro de los difuntos. Entre las seis máscaras, una destacaba especialmente: la hallada en la tumba V. Se trataba de una fina lámina tratada mediante la técnica de repujado, consistente en labrar figuras de relieve sobre el metal con la ayuda de un punzón. Agamenón fue un personaje preferido por los escritores griegos de la tragedia, ya que su regreso triunfal de Troya fue rápidamente seguido de su asesinato a manos de su esposa Clitemnestra, o de Egisto, amante de ella. Fue el trabajo de Pausanias, un viajero del siglo II d.C., el que le daría a Schliemann las pistas que necesitaba para descubrir la tumba de Agamenón, por lo que pensó que había descubierto el cuerpo del legendario rey griego, y por ese motivo la máscara recibió su nombre. Sin embargo, estudios arqueológicos modernos sugieren que la máscara podría datar de entre 1550 y 1500 a. C., lo que la situaría en un tiempo anterior (unos 300 años) al que tradicionalmente se atribuye a la vida de Agamenón. A pesar de ello, ha conservado su nombre. Las dudas sobre su autenticidad nacieron debido a que la Máscara de Agamenón no fue la única máscara funeraria que se halló en el yacimiento arqueológico de Micenas, pero fue la única que presentaba un acabado muy bien definido. Por eso muchos estudios, entre los que cabe destacar los de William M. Calder III, piensan que en realidad podríamos estar en presencia de una falsificación creada por el mismo Schliemann para dar crédito a sus teorías. Desde hace varios años se reclama un nuevo análisis con técnicas modernas de la máscara para aclarar su autenticidad, pero el Museo Arqueológico Nacional de Atenas - donde se encuentra expuesta al público - está en contra de ello, por lo que el misterio persistirá.
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