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viernes, 8 de octubre de 2021

PATRIMONIO MUNDIAL: Ciudad amurallada de Bakú (Azerbaiyán)

Considerada la ciudad más poblada del Cáucaso y del mar Caspio, Bakú es conocida como la ciudad de los vientos. Se juntan allí dos corrientes que mantienen a la ciudad agitada durante muchos días al año. Del norte llega el frío khazri, mientras que del sur sopla el gilavar. Ambos vientos marcaron en su día la mitología azerí. También funcionan perfectamente como metáfora política de un país a medio caballo entre Rusia y Persia. Ambos imperios lucharon por este territorio, que se repartieron según la época. Capital del Azerbaiyán, este país musulmán es tristemente conocido por la limpieza étnica que ha eliminado a los armenios cristianos de la ciudad a lo largo de su convulsionada historia y hoy los azeríes la dominan casi enteramente. Vuelve así a sus orígenes, cuando fue la capital de los sahs del territorio histórico de Shirvan. En el centro de la ciudad, que se conserva excepcionalmente bien amurallada, quedan las trazas de este periodo Shirvan, especialmente en el palacio de los sahs y la torre de la Virgen. Se estima que la península de Absheron, donde se asienta la ciudad, ha estado poblada desde hace milenios, incluyendo la Edad de Bronce y el periodo romano. No obstante, la fundación de Bakú la podemos localizar con el ascenso de Shirvan en el siglo VIII. Ya desde el siglo X empezaron a soportar ataques desde el norte, de mano de los jázaros y los rusos. Bakú vivió un momento importante en 1191, cuando un terremoto destruyo a Shamakhi, la capital de Shirvan, e hizo que esta se trasladara aquí. Es entonces, entre los siglos XII y XIV, cuando la ciudad se amuralla a conciencia y aparecen la mayor parte de monumentos que vemos hoy. En 1501, cuando los sahs estaban terminando su palacio, Shirvan fue conquistada por el persa safávida Ismail I tras un asedio. Inició una etapa de intercambio de poder con los otomanos. A finales del XVIII fueron los rusos los que se unieron a la puja. La ganaron en 1828, momento desde el cual Bakú permanecería como parte de Rusia hasta su independencia, tras el derrocamiento de la dictadura comunista y el colapso de la Unión Soviética en 1991. Hoy, Bakú es una ciudad de dos millones de habitantes. Mucho de su crecimiento llegó a comienzos del siglo XX, cuando a la numerosa industria se sumó el descubrimiento del petróleo. El dinero generado por este trajo una época constructiva muy amplia y ecléctica. En el centro de todo ello, a orillas del Caspio, quedó Icheri Sheher, el barrio antiguo. Aunque hay trazas del siglo VII, el plano principal de la ciudad es del siglo XII. Siempre fue una ciudad amurallada que confió en el Caspio por un extremo y un profundo foso por el resto. Sin embargo, las murallas que vemos hoy fueron reforzadas por los rusos entre 1807 y 1811. Fueron ellos también los que añadieron su toque gótico y barroco a los edificios del centro, que por lo demás tienen un aire muy persa. Su centro está recorrido por un laberinto de callejuelas estrechas y adoquinadas. Entre ellas podremos ver un par de caravasares, que daban servicio a los comerciantes que llegaban por barco, unos baños o la mezquita Juma. Lo más relevante no obstante son el palacio y la torre. El primero está situado en el punto más alto del barrio viejo y es en realidad un complejo de diversas construcciones, casi todas del siglo XV. Que fuera un palacio es solo una de las conjeturas, pues lo que sí está claro es que era un lugar sagrado. Cuenta por ello con varios mausoleos y el palacio en sí, con capillas para rezos. La torre de la Virgen o Giz Galasi es el símbolo de Bakú y seguramente de todo Azerbaiyán. Es del siglo XII y formó parte de las murallas. Su nombre viene de una conocida leyenda azerí por la cual una hija del khan de la ciudad se arrojó al vacío cayendo los treinta metros que distan del suelo. La torre es una estructura cilíndrica con una protuberancia orientada al amanecer de los equinoccios, lo que también sugiere una antigua función astronómica anterior al siglo XII, cuando fue un templo zoroastriano. En el interior hay ocho pisos abovedados, una escalera de caracol y un pozo. Bakú ha ido deshaciéndose de su pasado industrial a base de modernos rascacielos de cristal, acercándose así a los estándares de una ciudad europea. Se llega en avión y se puede recorrer a pie, salvo que vayamos a algunos puntos de interés, para lo cual el metro es muy útil. La plaza de las fuentes es el centro de su activa vida nocturna, alternativa a las tranquilas y tradicionales casas de te o Çayxanalar. Cada vez cuenta con más festivales de cine, jazz y ópera, aunque la fiesta principal sigue siendo el novruz, fiesta oficial de Azerbaiyán. Se celebra al comienzo de la primavera y alterna fiesta en la calle con reuniones familiares. Desde el 2016, Bakú tiene su propio gran premio urbano de Fórmula 1. Sin embargo, es más conocida por su imponente arquitectura, No es de extrañar por ello que tanto la ciudad amurallada, el palacio de los sahs de Shirvan y Torre de la Virgen sean considerados como unas preciadas joyas de la arquitectura azerbaiyana.
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