Una noticia proveniente de Alemania dada a conocer esta semana por la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, indica que el famoso Altar de Zeus reabrirá sus puertas en Berlín el próximo mes de noviembre, luego de que la exposición cerrara en otoño del 2014, debido a los ambiciosos planes de renovación de la infraestructura cultural de la capital alemana. La joya arquitectónica, considerada por muchos expertos la octava maravilla del mundo antiguo, se ubicará en el interior de un edificio temporal que se levantará frente al Museo de Pérgamo, que se encuentra en remodelación. En esta construcción provisional se exhibirán unas 80 obras de la antigua metrópolis de Pérgamo, entre ellas, el friso de Télefo original que forma parte del célebre altar. Una instalación en tres dimensiones, además, ofrecerá a los visitantes una visión de conjunto de toda la obra. La monumental construcción fue erigida en la segunda mitad del siglo II antes de Cristo en Pérgamo, la ciudad del Asia Menor fundada por Alejandro Magno a orillas de la costa actual de Turquía. Se levantó con la función de servir como edificio conmemorativo que ensalzaba al Estado de Pérgamo, a la vez que servía como altar donde realizar los sacrificios en honor a Zeus y Atenea, a quienes estaba dedicado. El edificio constaba de colosal podium con una escalinata de unos 20 metros de ancho que daba acceso a un pórtico columnado jónico que envolvía a su vez a aquélla en forma de "U" y dejaba en su interior un patio para realizar sobre un altar los sacrificios al aire libre. En algún momento bajo el Imperio Bizantino el altar fue despiezado y sus sillares y relieves fueron utilizados para reforzar la muralla de la ciudad. En 1871, el ingeniero alemán Carl Humann, aficionado a la arqueología, encontró allí tres fragmentos de lo que definió como una "lucha" y los envió a Berlín. Estos restos pasaron desapercibidos en el Altes Museum hasta 1877, año en que el arqueólogo Alexander Conze los valoró y pidió a Humann que iniciara la excavación en serio, rescatando más fragmentos de la muralla y sacando a la luz su basamento que se encontraba in situ en la ladera de acrópolis. Por su parte, el Imperio Alemán llegó a un acuerdo de compra con el otomano a finales de la década para que todas las piezas encontradas fueran enviadas a Berlín. El conjunto reunido fue de tanta envergadura que se decidió construir un museo que lleva su nombre y que se encuentra en la llamada Isla de los Museos. Allí pudo contemplarse el altar hasta 1940, año en que fueron cerrados todos los museos alemanes por la guerra. Sin embargo, los invasores soviéticos lo desmantelaron en 1945 y se lo llevaron a Rusia como botín, siendo devuelto a la por entonces RDA en 1957. Dos frisos corridos decoran el edificio: uno exterior en la base del podium y otro interior en el muro del patio. El más espectacular es el del basamento exterior de 2,30 m de altura y 113 metros de longitud. El tema que representa es la lucha mítica de los dioses griegos contra los gigantes, descrita detalladamente por Hesiodo en su Teogonía. Los gigantes, hijos de los dioses primordiales Gea (la Tierra) y Urano (el Cielo), se han alzado contra los dioses del Olimpo para hacerse con el dominio de lo creado. El tema realmente es una alegoría de la lucha entre el Bien y el Mal; o, si queremos, entre el orden legítimo y la civilización y la arbitrariedad y el caos. Se cree que el motivo concreto para la construcción del altar fue el triunfo obtenido por Eumenes II en la batalla de Magnesia, en el año 190 a. C., sobre los seléucidas y los celtas/gálatas. Por su parte, el friso interior narra la historia de Télefo, hijo de Hércules y héroe fundador de la ciudad de Pérgamo. Su dimensión era inferior al exterior, puesto que sólo medía 1,53 metros de altura y unos 80 de longitud. La obra debió ser posterior a la anterior y de diferentes artistas. A diferencia de la Gigantomaquia en éste no se representa una única escena, sino que se hace la narración corrida del mito. Además las figuras se hallan ubicadas en fondos paisajísticos, naturales y arquitectónicos, y con una mesura expresiva que recuerda el estilo más clasicista. El conjunto es además de un dinamismo impresionante. Una lucha de todos contra todos, desarrollada con pleno despliegue de movimientos y contorsiones, sin escatimar en detalles escabrosos de un realismo brutal. Este frenesí de movimiento y de expresividad todavía impresiona cuando se contempla el monumento. La batalla se narra con mucha imaginación puesto que ningún grupo de combatientes se parece a otro. Las composiciones y los gestos son originales, pero también las fisonomías, las vestimentas, las musculaturas, los peinados o los calzados son detallados y distintos. En el llamado Grupo de Zeus, el padre de los dioses se lanza a la batalla para acabar con ellos. Arroja rayos, acumula nubes en amenazantes montañas y abre esclusas en los cielos provocando lluvias diluviales para aniquilar al líder adversario, Porfirión, y a todos los que le acompañan. A su lado se ha identificado por un trozo de pezuña de la piel de león a Hércules, lo que el lógico, porque según el oráculo, los dioses olímpicos sólo podían vencer si eran ayudados por un mortal. Todas las demás divinidades también entran en combate y derrotan a los indomables gigantes por medio de sus poderes sobrenaturales. Incluso la maternal Hera se abalanza en el tumulto en un carro de guerra, y la bella Afrodita, la diosa del amor, hunde una lanza en el cuerpo de un enemigo desafiando a la muerte. También combaten dioses marinos y terrestres y divinidades de la luz y de la noche. Los gigantes, algunos con aspecto humano y la mayoría con piernas en forma de reptil, están desconcertados y presos del pánico. Parecen seres impotentes ante tanto ímpetu. Se retuercen con rabia sin poder apenas defenderse. Sus rostros manifiestan no sólo dolor físico, sino también tormento espiritual y lo inmisericorde de sus destrucción porque es un combate a muerte. Sus rasgos faciales son comparables racialmente a los de los gálatas. Los dioses en cambio se muestran serenos y idealmente bellos, pese a la violencia que desarrollan, lo que le emparenta también con el clasicismo. Uno de los relieves más conocidos es el panel de Atenea. La hija de Zeus agarra del pelo y levanta sin esfuerzo al gigante Alcioneo, que con sus ojos desmesuradamente abiertos, su frente arrugada y su vientre convulsivamente contraído únicamente expresa sufrimiento y miedo mortal. De hecho acaba de perder el contacto con su madre Gea, la Tierra, que aparece en la parte inferior derecha, y deja de ser invulnerable. La serpiente sagrada de Atenea matará a Alcioneo mordiéndole en el pecho. Llegando desde la derecha, Nike consumará la victoria. Tal como detallamos al inicio, el Altar estará ubicado en un edificio provisional frente al Museo de Pérgamo, hasta que concluya su remodelación y pueda retornar a su ubicación original. El plan de saneamiento del museo, obtenido en concurso público en el año 2000, prevé la construcción de una cuarta ala para el edificio. De hecho, esa cuarta ala figuraba en el proyecto original de inicios del siglo XX, diseñado por Alfred Messel y continuado a su muerte por Ludwig Hoffmann. Como sabéis, la remodelación integral de la Isla de los Museos fue retomada tras la reunificación alemana en 1990. De esta manera, Altes Museum, Neues Museum, Alte Nationalgalerie, Museo Bode y el Museo de Pérgamo acabarán formando un único complejo con acceso conjunto inspirado en la idea de Schinkel. La fecha prevista de su apertura es el 2025.