En el corazón de la capital alemana, fue presentado en el 2008 una exposición titulada Der Mythos der Germania: Schatten und Spuren der Reichshauptstadt (El Mito de Germania: Sombras y huellas de la capital del Reich) la cual recreo el proyecto que el Führer Adolf Hitler encargó a su arquitecto preferido, Albert Speer (1905-1981) para hacer de Berlín la Metrópolis del Nazismo, capital de un imperio que duraría mil años. Según rememora esta semana Bild, dominaba la muestra una maqueta de doce metros de largo en la cual podía apreciarse las grandes construcciones previstas para los siete kilómetros del "Eje Norte-Sur de Berlín". La colosal extensión del proyecto, con sus planificadas estaciones del norte y del sur y, sobre todo, el monumental Gran Pabellón del Pueblo - para el que se diseñó la cúpula más alta del mundo, que debía haber alcanzado los 290 metros de altura, más alta que la cúpula de la Basílica de San Pedro en el Vaticano - dejaba ver la megalomanía de su creador. En su interior habría espacio para 180.000 personas. A su lado, como podía verse en la maqueta, el Reichstag parece insignificante. En realidad, el Reichstag ya no habría tenido ninguna función. Pero Speer quería conservar el edificio por su valor histórico. Pero para construir el sueño arquitectónico de Hitler - que iba a llamarse Germania - era necesario expropiar 30.000 casas y erradicar a 80.000 personas. El arquitecto Speer necesitaba espacio para hacerlo realidad, pero eso no era problema en el III Reich. Trabajó en el proyecto hasta 1943. El "Eje Norte-Sur" atravesaba el casco histórico de Berlín y se cruzaba con el "Eje Este-Oeste": en ese cruce se levantaría el Gran Pabellón, cerca de donde hoy está la sede del gobierno alemán. Speer estimaba que las obras durarían al menos veinte años. El Arco del Triunfo berlinés, que debía ser cincuenta veces más grande que el de París, nunca pasó de ser una maqueta, lo mismo que casi todo el proyecto, aunque de ella se pudieron construir la Nueva Cancilleria y el Estadio Olímpico. Speer calculó todo al milímetro, como lo hizo para sus proyectos en Munich y Nuremberg, pero el estallido de la guerra en 1939 y el alto costo que representaba construirlo, anuló sus planes. "Entre la Segunda Guerra Mundial y Germania, lamentablemente el Führer eligió lo primero, por lo que Speer dejó de ser su arquitecto para convertirse en Ministro de Armamentos en 1942. De haber hecho realidad el proyecto, Berlín se hubiese convertido en la capital del mundo, con sus grandiosos monumentos que hubiesen durado para toda la eternidad" se lamentó Dietmar Arnold, presidente de Berliner Unterwelten (el Berlín Subterráneo) una institución privada que hace visitas guiadas por bunkers berlineses y que fue el principal impulsor de la muestra. Aún hoy los expertos discuten si Speer era un visionario o si sus planes eran realizables. "Por supuesto que sí, eran obras realizables, tenemos documentados informes sobre la resistencia de los materiales, que lo demuestran", reiteró Arnold. Pero la historiadora Susanne Willens, que también estuvo relacionada con la muestra, creía que el proyecto “no era completamente realizable” ya que en Europa no había suficiente piedra natural para las construcciones, que por otro lado - agrega - difícilmente habrían soportado los vientos y el durísimo clima invernal de Berlín. "El Führer quería que todo fuera de piedra natural para asegurarse la inmortalidad, como un faraón de la antigüedad", explicó Speer en la década de 1970 en una entrevista televisiva, que también se pudo ver en la exposición. "Visto desde hoy, todo parece más una tumba faraónica, una megalópolis antes que una ciudad donde puede vivir la gente", admitió Arnold ante la gran maqueta, que por cierto se pudo ver en “Der Untergang” el filme alemán donde Bruno Ganz (quien interpretó a Hitler) solía apreciar durante horas en la Cancillería."Es cierto que con esta exposición logramos atraer muchos visitantes, no sólo extranjeros, sino también alemanes que llegaron de todo el país ansiosos de saber cómo sería hoy Berlín si el Führer hubiera ganado la guerra", puntualizó Arnold. Las principales críticas se centraron en el impacto que habría tenido el macroproyecto, tanto ambiental (pretendía desviar el río Spree y destruir parte del parque de Tiergarten) como personal. "El centro habría quedado deshabitado. Todo serían edificios gubernamentales, al cual la población no tendría apenas acceso. Su única intención era mostrar a los visitantes lo pequeños que eran en relación con el Reich: Y lo habrían conseguido" aseveró Willens. Venga ya, si estas interesado en visitar dicha exposición en tu visita a Berlín, esta se realiza en la estación de metro Gesundbrunnen de jueves a domingo en temporada alta.