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viernes, 15 de diciembre de 2023

LA BIBLIA: El libro sagrado del Cristianismo

De la importancia y trascendencia de la Biblia, da idea el hecho de que ha sido el libro más editado, aparte del más antiguo. Ha sido traducida a 2.454 idiomas. 2.500 millones y 6.000 millones de ejemplares en 438 lenguas diferentes. La palabra Biblia procede, a través del latín biblĭa, de la expresión griega τὰ βιβλία τὰ ἅγια (ta biblía ta hágia; ‘los libros sagrados’), acuñada por primera vez en el Primer Libro de los Macabeos 12:9,5 donde βιβλία que es el plural de βιβλίον significa papiro, rollo o libro). Hay una teoría según la cual la palabra es un diminutivo del nombre de la ciudad de Biblos, la primera ciudad fenicia, que era un importante mercado de papiros de la antigüedad, hoy reconocida como la ciudad más antigua del mundo habitada ininterrumpidamente. No obstante, dado que Biblos solamente con dificultad podría ser un préstamo del nombre original de dicha ciudad que en fenicio es Gubla, existe la posibilidad de que fuera la ciudad la que recibiera su nombre griego a partir del término que designaba a la planta de papiro, y no al revés. La palabra biblos fue empleada por los hebreos helenizados (aquellos que habitaban en ciudades de habla griega) mucho antes del nacimiento de Jesús de Nazaret para referirse al Tanaj o Antiguo Testamento. Posteriormente empezó a ser utilizada por los cristianos para referirse al conjunto de libros que forman el Antiguo Testamento así como los Evangelios y las cartas apostólicas, es decir el Nuevo Testamento. La Biblia es una recopilación de textos que en un principio eran documentos separados (llamados “libros”), escritos primero en hebreo, arameo y griego, durante un periodo muy dilatado y luego reunidos para formar el Tanaj (Antiguo Testamento para los cristianos) y además el Nuevo Testamento que contiene los Evangelios y las Cartas apostólicas. Ambos testamentos forman la Biblia cristiana. La Torá es el texto que contiene la ley y el patrimonio identitario del pueblo israelita, base y fundamento del judaísmo. Según la tradición común al judaísmo y al cristianismo, la torá contiene la totalidad de la revelación y enseñanza divina otorgada al pueblo de Israel, comprende tanto la tradición ley escrita como la ley oral. El término torá se refiere específicamente a los cinco primeros libros bíblicos, el Pentateuco, al que se conoce también como los cinco libros de Moisés (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio). Cuando el término Torá implica todos los libros de la Biblia hebrea, los israelitas suelen denominarla “Tanaj”, acrónimo para designar a los 24 libros de la Biblia hebrea: T de Torá, N de Nevi’im (Profetas) y J de Ketuvim (Escritos). Los libros bíblicos comenzaron a escribirse alrededor del siglo X a.C., en la corte del Rey Salomón, donde había lugar para el ocio (el “otium” griego), la lectura y la escritura. En la corte del hijo del Rey David comienza, por lo tanto, también la actividad literaria. En sí, los textos que componen la Biblia fueron escritos a lo largo de aproximadamente 1.000 años (entre el 900 a. C. y el 100 d. C.). Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces (Canto de Débora) y en las denominadas fuentes E (tradición elohísta) y J (tradición yahvista) de la Torá (llamada Pentateuco por los cristianos), que son datadas en la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). Los lugares principales de los hechos bíblicos, para los hechos del Antiguo Testamento son principalmente la Antigua Mesopotamia, hoy compuesta por Siria, Irak e Irán, además de Palestina, la Península Arábiga y Egipto. Para los creyentes, la Biblia es la palabra de Dios, de inspiración divina, aunque su redacción se realizó a través de hombres elegidos que usaron de sus facultades como verdaderos autores. Se trata de una obra eminentemente espiritual que los creyentes interpretan como la forma que tuvo Dios de revelarse a sí mismo y manifestar su voluntad de salvación de la Humanidad, además de su carácter y atributos. Para los creyentes cristianos, la Biblia es la principal fuente de fe y doctrina en Cristo. Para los hechos del Nuevo Testamento, se agregan los territorios conquistados por el griego Alejandro Magno, y en tiempos de Jesús ocupados por el Imperio Romano, que abarcan prácticamente la actual Europa, el norte de África y las Islas Británicas. El libro completo más antiguo, el de Oseas es también de la misma época. El folklore judío identifica a la Biblia con el Tanaj, para el que carece de sentido y no es aceptada la denominación como Antiguo Testamento al no aceptar la validez del Nuevo Testamento que añaden los cristianos. El Antiguo Testamento narra principalmente la historia de los hebreos y el Nuevo Testamento la vida, muerte y resurrección de Jesús, su mensaje y la historia de los primeros cristianos. El Nuevo Testamento fue escrito en lengua griega koiné. En él se cita con frecuencia al Antiguo Testamento de la versión llamada de los Setenta, traducción al griego del Antiguo Testamento realizada en Alejandría (Egipto) en el siglo III a. C. Para los creyentes, la Biblia es la palabra de Dios, de inspiración divina, aunque su redacción se realizó a través de hombres elegidos que usaron de sus facultades como verdaderos autores. Se trata de una obra eminentemente espiritual que los creyentes interpretan como la forma que tuvo Dios de revelarse a sí mismo y manifestar su voluntad de salvación de la Humanidad, además de su carácter y atributos. Para los creyentes cristianos, la Biblia es la principal fuente de fe y doctrina en Cristo. No sabemos con certeza cuándo comenzaron los judíos a reunir los Libros Sagrados en colecciones y cuando fue cerrado su canon. Para unos sería en tiempo de Esdras y Nehemías (s. V a.C.); para otros, en la época de los Macabeos (s. II a.C.). Lo cierto es que los judíos tenían en el siglo I de nuestra era una colección de libros Sagrados, que consideraban como inspirados por Dios, y contenían la revelación de la voluntad divina hecha a los hombre. En este sentido tenemos testimonios clarísimos de Josefo Flavio, del cuarto libro de Edras y del Talmud. Lo que sabemos con plena seguridad que los judíos poseían libros que consideraban como sagrados de gran veneración. Jesucristo, los apóstoles y la Iglesia primitiva recibieron de los judíos el canon del Antiguo Testamento. Luego de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d. C., el grupo judío predominante fue el de los fariseos, que sí considera al canon como conformado por la Ley, los Profetas y los Escritos. El canon de la Biblia que conocemos hoy los cristianos fue sancionado por la Iglesia católica, bajo el pontificado de Dámaso I, en el Sínodo de Roma del año 382, y esta versión es la que Jerónimo de Estridón tradujo al latín. Este canon consta de 73 libros: 46 constitutivos del llamado Antiguo Testamento, incluyendo 7 libros llamados actualmente Deuterocanónicos (Tobit, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc) - que han sido impugnados por judíos y protestantes - y 27 del Nuevo Testamento. Fue confirmado en el Concilio de Hipona en el año 393, y ratificado en el Concilio III de Cartago (en el año 397), y el IV Concilio de Cartago, en el año 419. Para los judíos ortodoxos, obviamente, el Nuevo Testamento “no tiene validez”. El judaísmo rabínico considera como fuente de doctrina el Talmud, que recoge las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, narraciones y dichos, parábolas, historias y leyendas. Los caraítas por su parte desde el siglo VIII el Tanaj como única fuente de fe. Por su parte la Iglesia en el Concilio de Roma del año 382, instituyó el Canon Bíblico con la lista del Nuevo Testamento de San Atanasio y los libros del Antiguo Testamento de la Versión de los LXX; esta versión fue traducida del griego al latín por San Jerónimo (la Vulgata) por encargo de la iglesia, que en la práctica sería la primera Biblia en el sentido concreto y pleno de la palabra. Posteriormente los Concilios regionales III de Hipona del 393, III de Cártago del 397 y IV de Cártago del 419, en los cuales participó San Agustín, aprobaron definitivamente dicho canon. En el siglo XVI en el cristianismo los diferentes movimientos de la Reforma protestante comenzaron a experimentar un alto desgaste en discusiones filosóficas y a separarse unos de otros; para menguar este problema se definió el principio llamado «sola escritura», que significa que solamente la Biblia puede ser considerada fuente de doctrina cristiana. Para la Iglesia católica romana, además de la Biblia, también son fuente doctrinal la tradición, las enseñanzas de los Padres de la Iglesia (discípulos de los apóstoles), y las decisiones emanadas de los Concilios. Esta divergencia entre cristianos se intensificó luego de 1870, cuando el papa Pío IX promulgó la constitución Pastor Aeternus, del Concilio Vaticano I, que reafirma el Primado Romano y proclama la infalibilidad del papa en asuntos de fe, moral y doctrina cristiana (dogma de la infalibilidad papal) cuando habla ex cathedra (18 de julio de 1870) en cuanto único “sucesor de Pedro” y, en consecuencia, “custodio y depositario de las llaves del Reino de los Cielos”. Por otro lado los cristianos protestantes rechazan esta aseveración y consideran como cabeza única de la iglesia a Jesucristo. Para ambas partes esta gran diferencia ya no es considerada tan solo en términos filosóficos o religiosos, sino como designios divinos plasmados y asentados en la Biblia misma. En 1512 Martín Lutero compadecía ante Carlos V en la Dieta de Worms. Francisco de Enzinas, humanista y protestante español (Burgos, 1518 – Estrasburgo, 1552), es autor de la primera traducción del Nuevo Testamento del griego, su lengua original, al castellano. Mantuvo una estrecha relación con el famoso reformador religioso y erudito alemán Philipp Melanchthon (Bretten, 1497-Wittenberg, 1560) que en 1529 firmó junto a otros la Protesta de Espira, por la que los príncipes luteranos en minoría del Imperio reclamaron la tolerancia religiosa al emperador Carlos V, acto del cual tomó su nombre el protestantismo. Por cierto, la palabra “cristianismo” proviene del griego χριστιανους, christianóus, ‘cristiano’, la cual a su vez proviene del nombre propio Χριστός, Christós, traducción del hebreo “Mesías” que significa “Ungido”. El origen del término se indica en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Así se lee exactamente en Hechos, 11-25-26: “Luego de esto, Bernabé fue a Tarso a buscar a Saulo, y cuando lo encontró, lo llevó a Antioquía. Allí estuvieron con la iglesia un año entero, enseñando a mucha gente. Fue en Antioquía donde por primera vez se les dio a los discípulos el nombre de cristianos”. El cristianismo por lo tanto, es una religión monoteísta que se basa en el reconocimiento de Jesús de Nazaret como su fundador y figura central. Sus seguidores creen que Jesús es el hijo de Dios y el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, muriendo por los pecados del género humano y resucitando al tercer día. Dentro de sus escritos sagrados, comparte con el judaísmo el Tanaj, llamado Antiguo Testamento por los cristianos. Por este motivo es considerada una religión abrahámica junto al Judaísmo y al Islam. Los inicios del cristianismo datan del año 33 aproximadamente, cuando era considerada una secta judía al igual que otras creencias de la época. Desde que el cristianismo se convirtió en la religión oficial del Imperio Romano en el siglo IV, ha influido de manera significativa en la cultura occidental y en muchas otras culturas a través del mundo. Según un estudio del Pew Forum Research Center, el 31% de la población mundial es cristiana: un total de 2.200 millones de personas, siendo la religión con más seguidores del mundo. El concepto “judeocristianos primitivos” es utilizado a menudo al discutir sobre el cristianismo primitivo. Jesús, sus doce apóstoles, los ancianos y la mayor parte de sus seguidores eran judíos. Como lo eran los 3.000 convertidos en Pentecostés tras de la crucifixión descrita en los Hechos de los Apóstoles 2, donde todos los judíos, prosélitos y todos los convertidos al cristianismo eran no gentiles antes de la conversión del oficial romano Cornelio por Simón Pedro en Hechos 10, quien es considerado según la tradición como el primer gentil en ser convertido al cristianismo. La mayor división en el cristianismo antes de ese tiempo se presentó entre los judíos helenísticos y no helenísticos o los de habla griega y los de habla aramea (Hechos 6). Hacia el año 62, el sumo sacerdote del judaísmo, Ananías, hizo arrestar a Santiago, que encabezaba la Iglesia de Jerusalén y le ajustició. Uno de sus hermanos, Simón, fue llamado a sucederlo, pero la situación política de Israel se agravaba y los conflictos internos del judaísmo eran cada día mayores. Con el emperador Vespasiano, el cristianismo siguió extendiéndose. Los grandes propulsores de la expansión del Cristianismo fueron los Apóstoles. El Apóstol Pedro, se estableció en Antioquía, posiblemente en Corintio y finalmente en Roma, capital del Imperio, de cuya Iglesia fue primer obispo martirizado en la persecución de Nerón (a. 64). Se cree que Pablo fue decapitado. Al final del siglo I, de los apóstoles originales vivía tan solo Juan, que se había trasladado a Éfeso, cuya iglesia se considera madre de muchas de Asia Menor y Grecia, donde se manifestaban brotes gnósticos. El apóstol Juan se trasladó a Éfeso (Turquía). Con su muerte (hacia el año 100) concluye la etapa apostólica. La Didaché y otros escritos de los Padres Apostólicos documentan las principales prácticas de la iglesia primitiva. Al sonar la hora de la libertad de la Iglesia, en el siglo IV, el Cristianismo había arraigado con fuerza en diversas regiones del Oriente Próximo, como Siria, Asia Menor y Armenia; y en Occidente, en Roma y su comarca y en el África latina. La presencia del Evangelio fue también considerable en el valle del Nilo y varias regiones de Italia, España y las Galias. La historia del cristianismo es difícil de separar de la de Europa occidental (y de varias otras culturas y regiones). En resumen, podemos notar la expansión inicial del cristianismo a través de la cuenca del Mediterráneo, su legalización bajo Constantino I el Grande (siglo III) y el establecimiento como religión oficial del Imperio Romano bajo Justiniano I (siglo VI). Las disputas de doctrinas comenzaron en los inicios del cristianismo. La Iglesia cristiana organizó concilios para resolver estos asuntos. Los concilios que representan a toda la Iglesia cristiana fueron llamados concilios ecuménicos. Algunos grupos fueron rechazados por herejes, como por ejemplo: Judaizantes, Gnosticismo, Montanismo, Adopcionismo, Nestorianismo, Arrianismo o Docetismo entre otros. Fundamentalmente el cristianismo sufre dos fracciones importantes que la separan de la obediencia al Papa de Roma, que pasaría a ser el pontífice de los católicos romanos, mientras ellas serían el comienzo de otras iglesias cristianas: Ortodoxa y Reformada (protestante). Católicos y Ortodoxos son idénticos hasta el la escisión del año 1054 razón por la que los que llamamos ortodoxos siguen denominándose “Iglesia católica apostólica ortodoxa” como una confesión cristiana, cuya antigüedad, tradicionalmente, se remonta a Jesús y a los doce apóstoles, a través de una sucesión apostólica nunca interrumpida. Entretanto, la Protestante o Reformada se separara de Roma en 1540. Desde entonces, e cristianismo se ha esparcido por el mundo, destacando la división del protestantismo en cientos de denominaciones pentecostales y evangélicas, cuyo rápido crecimiento del no puede ser ignorado.
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