SONIDOS DEL MUNDO

viernes, 15 de abril de 2022

"EL MESÍAS" DE HÄNDEL: Mucho más que el "Aleluya"

Cuenta la leyenda que cuando Georg Friedrich Händel presentó su oratorio “El Mesías” en el Covent Garden de Londres, el 23 de marzo de 1743, el rey Jorge II estaba presente, y en el momento más solemne de la pieza, que se convertiría en el más famoso, el “Aleluya”, se levantó de su asiento. El protocolo marca que, cuando el rey está levantado, nadie puede estar sentado, y por tanto, todo el teatro se puso de pie. Nadie sabe si Jorge II dejó su butaca porque le emocionó la pieza, o porque creyó que era un himno militar, pero, desde entonces, y siempre que “El Mesías” se representa en la ciudad del Támesis, todo el teatro se pone en pie en ese momento. Desde su estreno a mediados del siglo XVIII, “El Mesías” se ha convertido en una de las obras musicales más interpretadas de la historia, y ha recorrido el mundo. Para analizar “El Mesías”, hay que conocer primero su historia y las circunstancias en las que Händel lo compuso. El músico nació en la ciudad alemana de Halle en 1685, y tras la muerte de su padre, empezó a viajar para intentar buscar un modo de subsistir. En 1710, el príncipe de Gales, alemán como él, le nombró al frente de su equipo de música de cámara, y esto le granjeó el favor de una parte de la nobleza británica, que financió algunas de sus primeras obras. Su hijo, el futuro Jorge II, le encargó posteriormente que compusiera varios himnos para su coronación, piezas musicales grandiosas que aún hoy suenan cuando se entroniza a un nuevo monarca británico en la abadía de Westminster. Sin embargo, en la década de 1740, Händel cayó en desgracia en Londres, y un noble le propuso viajar hasta Dublín para dar conciertos en varias instituciones benéficas. Fue allí, en la capital irlandesa, donde, preso de una extraña inspiración, consiguió escribir, en apenas 24 días, “El Mesías”. La historia de cómo Händel escribió su obra más importante está recogida en el libro “Momentos estelares de la humanidad”, del alemán Stefan Zweig, que recuerda cómo el músico teutón sufrió una apoplejía años antes de escribir la obra, e identifica “El Mesías” como la forma que tuvo Händel de curarse de sus dolencias. El compositor alemán reutilizó para “El Mesías” algunas piezas escritas para otras obras suyas, aunque la pieza principal, el “Aleluya”, fue una composición original para esta ocasión. La pieza que más conmovió al propio Händel fue “Comfort ye, my people”, una canción que llama al consuelo y al recogimiento. Antes de su estreno, que se produjo en Dublín, el compositor realizó numerosas modificaciones del texto original, hasta el extremo de que los expertos consideran que nunca llegó a representarse “El Mesías” como su autor lo concibió. Es así como el 13 de abril de 1742, en el Great Music Hall de Dublín - ya desaparecido - los acordes de “El Mesías” sonaron por primera vez en la historia. El estreno fue un éxito, y a Händel le llovieron los parabienes. Muy emocionado tanto por la forma en que la primera representación había resultado como por la cálida acogida que se le había dado en Irlanda, Händel anunció que nunca cobraría dinero por la representación, y que todos los derechos de autor de “El Mesías” irían a parar a tres instituciones benéficas con las que había tenido bastante relación durante su estancia en la Isla Escarlata, una cárcel y dos centros hospitalarios. Händel permanecería varios meses más en Dublín, antes de regresar a Londres, donde su mala racha ya se había esfumado, y donde estrenaría “El Mesías” al año siguiente. Cabe precisar que internamente, “El Mesías” está dividido en tres partes. Para escribirlo, Händel se inspiró en diversos textos sagrados, y en los Evangelios. Se trata de una obra eminentemente sacra, que narra el nacimiento, pasión, muerte y resurrección de Jesús. Fue compuesta íntegramente en inglés, y mezcla música y texto, sin abusar de ninguna de las dos. Al respecto, el crítico de The New York Times Allan Kozinn describió “El Mesías” como “el matrimonio perfecto entre música y texto”. La primera parte cubre la anunciación de la llegada de Cristo realizada por varios profetas. Tras una sinfonía musical, el tenor canta una pieza fundamental, “Comfort ye, my people”, que expresa las buenas nuevas del futuro nacimiento del Mesías, seguido por “And the glory of the Lord”, la primera intervención del coro. Inmediatamente se inicia la segunda parte, con la canción más larga y trágica de toda la obra, “He was despised”, interpretada por la contralto, y que refleja los sufrimientos por los que Jesús tuvo que pasar antes de su pasión y muerte, con un tono sombrío. Tras varias piezas en que la resurrección ya es un hecho, el segundo acto termina de forma triunfante con el “Aleluya”, que proclama “la resurrección del rey de reyes y del amo de amos”. La tercera y última parte, que comienza tras una pausa técnica, tiene solamente nueve piezas, de las que cabe destacar tres. “The trumpet shall sound”, interpretada por el contrabajo acompañado por una trompeta, anuncia que, con el sonido de la última trompeta, los muertos se levantarán incorruptibles. “El Mesías” termina con el “Amén”, una canción sencilla pero llena de carga emotiva en la que suelen participar todos los presentes en el escenario. De regreso a Londres, Händel siguió escribiendo obras. Una de las más célebres que creó tras “El Mesías” fue “Música para los reales fuegos artificiales”, creada para conmemorar el final de la Guerra Austriaca de Sucesión, en 1748. Pero tras un accidente de carruaje, y una operación de cataratas que salió mal, Händel empezó a perder vista hasta quedar completamente ciego en 1752. Su agonía se alargó siete años, hasta su fallecimiento en 1759, en Londres a los 74 años, un año antes de la muerte del rey Jorge II. Pero días antes de su desaparición, Händel escuchó por última vez en un teatro londinense su obra maestra. A su muerte, Händel era venerado como uno de los grandes maestros de su época, hasta el extremo de que, por orden del rey, se le concedió un funeral de Estado, y fue enterrado en la abadía de Westminster, en un área del transepto sur conocida como “El rincón de los poetas”, en el que también fueron sepultados personajes como Rudyard Kipling, que escribió “El libro de la selva”, entre otras obras, o el doctor Samuel Johnson, autor del primer diccionario en lengua inglesa de la historia. El monumento funerario en el que está enterrado Händel recuerda “El Mesías”, y muestra al compositor escribiendo esa obra. No deja de ser simbólico que la última morada del autor de “El Mesías” sea en la abadía de Westminster, lugar de coronación de los reyes de Inglaterra, ceremonia en la que suenan los himnos que él escribió. Cada vez que suena “Zadok the priest”, es homenajeada la memoria de una de las muchas personas enterradas en esta abadía, un hombre nacido fuera de Gran Bretaña, pero que entró en el Olimpo de la música gracias a una obra crucial e imperecedera a través de los siglos.
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