El pasado 22 de marzo escribí una nota sobre la historia del diamante Kohinoor, robada de su país de origen por los piratas ingleses y que - convertida en un símbolo de la rapiña británica - forma parte de las Joyas de la Corona que se exhiben en la Torre de Londres. Quien visita la capital de Reino Unido siempre tiene que darse un tiempo para conocerlas y en mi caso particular, al momento de apreciarlas no me deje deslumbrar por ellas, sino que por el contrario imagine el “esfuerzo” desplegado por estos ladrones para obtenerlas, porque todo lo allí expuesto es obra del expolio a sus colonias. Volviendo al tema de fondo, la Torre de Londres fue fundada por Guillermo I el Conquistador en el siglo XI y es una de las fortalezas más famosas del mundo. Junto a su reputación macabra por sus historias de tortura y cautiverio, la Torre tiene otro lado más “agradable” – si se le puede llamar así - que nos habla de lujos y fiestas que allí se realizaban. El conjunto arquitectónico de la Torre es un símbolo duradero de la conquista normanda, y ha servido de residencia real, arsenal e incluso zoológico en el siglo XIX. El poder del decadente imperio británico está expuesto en el que se ha convertido en el centro de atracción más poderoso de la Torre de Londres: las Joyas de la Corona. Estas se encuentran en una gran exposición en la que se puede descubrir la impresionante colección de las Joyas que fueron empleadas en la coronación de la Reina Isabel II en 1953 y que están expuestas al público en la Torre desde el siglo XVII, ya que adornaron también a los antecesores de la reina actual. Se trata de una valiosísima colección que combina imágenes históricas de la coronación de la reina junto a todo tipo de trajes, joyas y ricas vajillas que fueron parte de ese infausto día. Uno no se puede imaginar el valor de toda aquella colección expuesta en la Torre, un grosero derroche de exhibicionismo, lujo y despilfarro - en los tiempos que corren en Europa, con una crisis galopante y al borde del colapso - pero que forman parte de la esencia y el orgullo británicos ... menuda panda de chorizos.
viernes, 7 de junio de 2013
UN DERROCHE DE OSTENTACION: Las Joyas de la Corona en la Torre de Londres
El pasado 22 de marzo escribí una nota sobre la historia del diamante Kohinoor, robada de su país de origen por los piratas ingleses y que - convertida en un símbolo de la rapiña británica - forma parte de las Joyas de la Corona que se exhiben en la Torre de Londres. Quien visita la capital de Reino Unido siempre tiene que darse un tiempo para conocerlas y en mi caso particular, al momento de apreciarlas no me deje deslumbrar por ellas, sino que por el contrario imagine el “esfuerzo” desplegado por estos ladrones para obtenerlas, porque todo lo allí expuesto es obra del expolio a sus colonias. Volviendo al tema de fondo, la Torre de Londres fue fundada por Guillermo I el Conquistador en el siglo XI y es una de las fortalezas más famosas del mundo. Junto a su reputación macabra por sus historias de tortura y cautiverio, la Torre tiene otro lado más “agradable” – si se le puede llamar así - que nos habla de lujos y fiestas que allí se realizaban. El conjunto arquitectónico de la Torre es un símbolo duradero de la conquista normanda, y ha servido de residencia real, arsenal e incluso zoológico en el siglo XIX. El poder del decadente imperio británico está expuesto en el que se ha convertido en el centro de atracción más poderoso de la Torre de Londres: las Joyas de la Corona. Estas se encuentran en una gran exposición en la que se puede descubrir la impresionante colección de las Joyas que fueron empleadas en la coronación de la Reina Isabel II en 1953 y que están expuestas al público en la Torre desde el siglo XVII, ya que adornaron también a los antecesores de la reina actual. Se trata de una valiosísima colección que combina imágenes históricas de la coronación de la reina junto a todo tipo de trajes, joyas y ricas vajillas que fueron parte de ese infausto día. Uno no se puede imaginar el valor de toda aquella colección expuesta en la Torre, un grosero derroche de exhibicionismo, lujo y despilfarro - en los tiempos que corren en Europa, con una crisis galopante y al borde del colapso - pero que forman parte de la esencia y el orgullo británicos ... menuda panda de chorizos.
