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viernes, 27 de abril de 2018
LA PAGODA DE SHWEDAGON: El lugar mas sagrado de Birmania
Se trata de un imponente complejo budista situado en la ciudad de Rangún, y en cuyo centro se eleva una aguja bañada en oro que, con sus 100 metros de altura, parece tocar el cielo. Sin embargo, por impresionante que sea la edificación no es este el principal motivo de peregrinación religiosa a este lugar, sino lo que alberga en su interior. Cuenta la leyenda que la pagoda se construyó hace 2.500 años. Poco antes, dos hermanos comerciantes conocieron a Siddharta Gautama quien les regaló ocho de sus cabellos, los cuales decidieron venerar en una colina donde ya se guardaban otras reliquias de tres Budas anteriores: el filtro para el agua de Kakusandha, la túnica de Konagamana y el bastón de Kasssapa. Para albergarlas todas decidieron construir una cámara, que no es la que vemos hoy. La decisión de elevar la cúpula de oro ocurrió luego de trasladar los cabellos, cuando se "produjo una agitación en hombres y espíritus, se vieron relámpagos, los vientos soplaron, los sordos oyeron y los mudos hablaron". Fue entonces cuando se decidió colocar la gran aguja que corona el complejo (cubierta con cientos de placas de oro y que cuya parte superior está incrustada con 4531 diamantes, el mayor de los cuales es tiene 72 quilates) para contener todos estos poderes. La ciencia, sin embargo, discrepa ligeramente con esta narración. Los arqueólogos datan la edificación entre el año 500 y 1.000 d. C. A partir de entonces ha sufrido varias modificaciones. La más llamativa ocurrió durante el siglo XV, cuando, bajo el reinado de Shinsawbu, se empezaron a bañar en oro los distintos edificios del inmenso complejo religioso, que como podéis imaginar, se convirtió en un importante centro de peregrinación. Pero al igual que el país, la pagoda (también llamada estupa) ha tenido a lo largo de los siglos, una azarosa historia. Por razones desconocidas, la pagoda quedó abandonada hasta los años 1300, cuando el rey Binnya U de Bago ordenó que se reconstruyera y se le diera una altura de 18 metros. Posteriormente, fue reconstruida en varias ocasiones, alcanzando su altura actual en el siglo XV. Una serie de terremotos ocurridos en los siglos siguientes ocasionaron daños en el edificio. Los peores sucedieron en 1768 cuando un temblor derribó la parte superior de la estupa; el rey Hsinbyushin ordenó su reconstrucción, dejándola con su aspecto actual. En 1871, tras la anexión de Birmania al Imperio Británico, el rey Mindon Min donó una nueva hti o corona a la estupa. En 1608, el aventurero portugués Philip de Brito y Nicote, se llevó la campana de 30 toneladas que en 1485 había donado el rey Dhammazedi. La intención del aventurero era la de fundirla para poder realizar cañones; sin embargo, mientras la transportaba por el río Bago, la campana se hundió y no pudo ser recuperada. Dos siglos más tarde, con la llegada de los británicos y la primera guerra anglo-birmana, las tropas del imperio convirtieron Shwedagon en una fortaleza en la que instalaron su puesto de comando. Se produjeron actos de pillaje y vandalismo y se llegó a cavar un túnel bajo la estupa con la intención de construir ahí un almacén de armas. La campana Maha Gandha, realizada con 23 toneladas de bronce, fue sacada del complejo con la intención de trasladarla hasta Calcuta. La campana se hundió en las aguas del río. Cuando los británicos desistieron de intentar recuperarla, el pueblo birmano se ofreció para hacerlo, siempre que fuera retornada a la estupa. Utilizando centenares de postes de bambú consiguieron reflotar la campana que regresó a su lugar original. En enero de 1946, el general Aung San se dirigió a las masas desde esta estupa, pidiendo la independencia a los británicos. Cuarenta y dos años más tarde, su hija Aung San Suu Kyi realizó otro discurso ante cerca de 500.000 personas en Shwedagon; en este caso pidiendo al gobierno militar el retorno de la democracia. Para acceder al recinto, existen cuatro entradas (mouk) con tramos de escaleras que llevan hasta la plataforma (yin byin) en la colina Singuttara. Dos chinthe gigantes (leones míticos) protegen la entrada sur; la imagen en el altar situado en lo alto de las escaleras es la del segundo Buda, Konagamana. La base de la estupa está realizada con ladrillos cubiertos con planchas de oro. Sobre la base se encuentran diversas terrazas (pyissayan) a las que sólo pueden acceder los monjes y los hombres. En la parte superior se encuentra la corona, cubierta con 5.448 diamantes y 2.317 rubíes. Su aspecto dorado se debe a las placas de oro con las que está recubierta, ya que diversos monarcas a través de la historia, han donado el precioso metal para conservarla. La tradición se inició en el siglo XV cuando la reina Shin Sawbu donó su peso en oro y se ha mantenido hasta la actualidad. Los templos que completan el complejo tienen diferentes arquitecturas dependiendo quién haya hecho las ofrendas para construirlo, su país y el momento de la historia en que se han realizado. Sin lugar a dudas, se trata de uno de los monumentos religiosos más impresionantes del sureste asiático y es imposible dedicarle solo unas horas para conocerlo. Si hace falta una razón para quedarse más días en Birmania, no hay otra mejor que esta.
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