Como sabéis, durante las revoluciones, las estatuas son protagonistas. Y como peones en un tablero de ajedrez, son a menudo las primeras en caer. Y esto ocurre tanto en Ucrania como en cualquier otra parte del mundo. En efecto, desde la proclamación de su independencia en 1991, miles de estatuas de Vladimir Lenin (fundador de la URSS, de la cual fue parte Ucrania) han sido derribadas violentamente en varias partes del país, eliminando así cualquier vestigio de la brutal época soviética. Pero, ¿dónde están todas esas estatuas destruidas? ¿Puede haber vida después de la muerte para lo que queda de aquellos monumentos execrados y malditos? Al respecto, el fotógrafo suizo Niels Ackermann y el periodista francés Sebastien Gobert buscaron las respuestas a esas preguntas mientras recorrían Ucrania en búsqueda de los 'Lenines' perdidos. Su proyecto Lost in Decommunisation (Perdido en la 'descomunización') documento el destino de estas estatuas, para lo cual viajaron por ese país durante un año buscando evidencias de su existencia, plasmando sus hallazgos en un libro publicado en junio de este año, titulado ‘Looking for Lenin’ en el cual Ackermann y Gobert dan a conocer que en otro tiempo, Ucrania poseía alrededor de 5.500 estatuas de Lenin, un número impresionante si tenemos en cuenta que en la propia Rusia, un país 28 veces más grande que Ucrania, solo existían 2.000. Aproximadamente la mitad de ellas desaparecieron con la independencia de Ucrania, pero Ackerman y Gobert estiman que aproximadamente unas 1.200 habían ‘sobrevivido’ a la destrucción, debido a la llegada al gobierno de un partido proruso. Todo cambio en el 2013 con el golpe fascista promovido por la CIA, que derroco al gobierno constitucional de Víktor Yanukóvich al negarse este a ‘aliarse’ a la OTAN, siendo reemplazado por el traidor colaboracionista Petro Porochenko, quien dentro de sus planes de la descomunizacion del país, prohibió cualquier símbolo, imagen, himno, bandera, nombre de calle o de ciudad que tenga algún tipo de relación con la URSS , lo cual incentivo a sectores ultranacionalistas a entrar en acción, quienes con una furia descontrolada arrasaron con todas las estatuas de Lenin que pudieron encontrar. Hoy, ninguno está oficialmente en pie. Este proyecto surgió a partir de un hecho que presencio Ackerman el 8 de diciembre del 2013 en la plaza Bessarabska de Kiev, donde se desarrollaban las protestas organizadas por la CIA denominadas Euromaidán, en las que una multitud derribó la estatua de Lenin. El fotógrafo registró esa acción y al día siguiente regresó al lugar de los hechos, pero no encontró rastro alguno del monumento. Entonces se preguntó “¿A dónde había ido Lenin?” Ese hecho comenzó a repetirse en todo el territorio ucraniano, por ello fue que Ackerman y Gobert decidieron salir a registrar cada lugar sin intervenir en él, fotografiando como lo encontraban. Muchas estatuas fueron destruidas, otras pintadas, intervenidas o reemplazadas por otros símbolos. Según Ackerman y Gobert, la destrucción de los monumentos - conocido como ‘Leninopad’ (o la caída de Lenin) - tienen una carga simbólica y rebelde. "Todas (las estatuas) son propiedad de los municipios, al menos en papel" explica Ackermann. En algunas comunidades los gobiernos locales habían votado para retirar los monumentos. En otros lugares sin embargo, hubo quienes se les adelantaron y derribaron las estatuas con estrépito, destruyéndolas a mazazos una vez caídas. No contentos con ello, asaltaron los depósitos donde se encontraban las estatuas que habían sido retiradas por las autoridades con anterioridad y acabaron con todas ellas. "La forma en que los ‘Lenines’ cayeron, se ha hecho de una manera muy disfuncional", dice Gobert. "No hay un solo proceso, no hay una forma única en la que se realizo”. Gobert dice que el rastreo de ‘Lenines’ caídos ha dejado al descubierto dos características presentes de la Ucrania contemporánea: Una frondosa burocracia, la falta de respeto a la ley, así como un secretismo a capa y espada" Los funcionarios a menudo evitaron el tema al ser abordados y los particulares en posesión de restos de las estatuas - que conservan como ‘trofeos’ - a menudo se negaron a revelar su ubicación. “Negociamos durante semanas para que nos permitieran fotografiarlas, pero ello fue imposible debido al recelo y desconfianza generalizada en nuestro trabajo", recuerda Gobert. "Enviamos un numero impresionante de solicitudes, pero fue en vano. Nos hemos perdido en la burocracia". Ackerman agrega por su parte que en una ocasión quiso ganarse la confianza del personal de una municipalidad al sureste del país. “Comenzamos a llamarlos insistentemente, pero nos decían: ‘no, no queremos mostrarles en donde están’. Entonces les enviamos una carta, y cortésmente nos dijeron que no” aseveró. A pesar de sus negativas, Gobert y Ackermann visitaron la municipalidad y trataron de negociarlo en persona, pero los funcionarios no cambiaron de parecer. "'No queremos mostrarles los ‘Lenines’ porque su proyecto no retrata a nuestro país de una manera positiva" indicaron. El fotógrafo describe a quienes secuestran las reliquias de Lenin como ‘bandidos’. Muchos esconden a los ‘Lenines’ en establos lejos de las miradas indiscretas. En ocasiones, estas estatuas destrozadas se encuentran junto a las de Marx, Stalin u otras figuras comunistas, arrancadas de sus pedestales con las cabezas partidas y llenas de inscripciones injuriosas. “Los nacionalistas las guardan como trofeos y se niegan a mostrarlas en publico", dice Gobert. Aunque Ackermann y Gobert lograron finalmente localizar la cabeza destruida de la estatua que se encontraba ubicada en la plaza Bessarabska de Kiev - el cual ilustra nuestra nota - esperan que algún día aparezca el resto del monumento. Mientras tanto, el pedestal donde alguna vez estuvo Lenin aun permanece vacío, como el síntoma más claro acerca del futuro de Ucrania, donde hay más preguntas que respuestas.