SONIDOS DEL MUNDO
viernes, 10 de julio de 2015
LA CRUZ: Un símbolo de intolerancia
Venga ya, no existe una institución más fanática, intolerante y sectaria como la Iglesia Católica, la cual prácticamente desde su advenimiento – amparado por el Imperio Romano del cual fue la religión oficial por obra del Emperador Constantino - se dio a la tarea de perseguir implacablemente a los creyentes de otras religiones forzándolos a su conversión bajo pena de muerte. Durante la Edad Media (o Edad Oscura, nunca mejor dicho) ejerció un poder ilimitado no solo colocando o destronando reyes a su voluntad, sino que mediante la sanguinaria Inquisición, se encargo de arrestar, torturar y ejecutar a miles de judíos, paganos y herejes, los cuales eran arrojados a la hoguera luego de sufrir las más atroces torturas “por oponerse a los mandatos de la Iglesia” y para quienes la muerte llego a ser una bendición. Su sed de sangre era insaciable y organizo las Cruzadas - aparentemente para luchar contra el Islam - pero su verdadero objetivo fue su rival Constantinopla, que fue saqueada bárbaramente por las hordas “cristianas” enviadas desde Roma y quedo muy debilitada para contener el ascenso de los musulmanes, quienes a la larga terminarían por conquistarla en 1453. La llegada de la Reforma protestante aminoro su nefasto poder, adoptando hipócritamente desde entonces un aire de entendimiento y tolerancia para con las demás religiones, pero no por ello dejo de seguir siendo peligroso, ya que a la menor oportunidad se sacan la careta, aliándose con sangrientas dictaduras, dejando ver su horrible faz. Ello es perfectamente visible en aquellos lugares que aun están bajo la tara del catolicismo - como España. Italia y los países de América Latina - en los cuales logran influir en las decisiones de los gobiernos en temas controversiales, condenado todo aquello que va en contra de sus intereses. Hago esta acotación porque esta semana durante la gira del Papa Francisco I a Sudamérica, un folklórico gobernante – de quien no vale decir su nombre - le obsequio un crucifijo formado por la hoz y el martillo, el cual fue recibido con “asombro” por el eclesiástico ya que se trata de un símbolo del comunismo, enemigo acérrimo de la religión que en los últimos tiempos se ha metamorfoseado en América Latina con la denominada Teología de la Liberación, que “combina” el marxismo con el cristianismo en una extraña mezcolanza para tratar de seducir a los incautos y atraerlos a su causa, para lo cual se infiltran en las instituciones eclesiásticas logrando introducir así su veneno marxista. En cuanto al regalo en cuestión, este ha pillado a más de uno desprevenido y en las redes sociales, la gente se ha preguntado qué tipo de presente era ese, ya que ha sido interpretado como una provocación de mal gusto. Cuentan que Bargoglio al recibir ese presente, murmuró “eso no está bien” y lo devolvió, demostrando con ello su “incomodidad” por semejante “regalo”, cuando en el fondo sabe que la institución que representa es igual de represiva e intolerante. Se desconoce cual será el destino de ese crucifijo – considerado por algunos exaltados como una abominación y por otros como el símbolo de una nueva “religión”– pero sea cual fuere, de seguro aún dará que hablar.
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