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viernes, 15 de marzo de 2024

UNA POLÉMICA RELIQUIA: El Corán de sangre de Saddam Hussein

Se trata de una copia del libro sagrado islámico, el Corán, que tiene la particularidad de haber sido escrito con la propia sangre del expresidente de Irak Saddam Hussein, que él mismo corroboro, durante dos años en los finales de los años 90. En efecto, el líder iraquí encargó el libro en 1997 en su 60º cumpleaños; y la razón por la que se escribió con su sangre, fue para darle las gracias a Dios por ayudarle a evitar muchos "peligros y conspiraciones." Explicó sus razones por la que encargó el libro en una carta publicada por los medios de comunicación en septiembre del año 2000: "Mi vida ha estado llena de peligros donde debería haber perdido mucha sangre... pero como perdí muy poca, le pedí a alguien escribir las palabras de Dios con mi sangre, en agradecimiento" asevero en esa ocasión. El libro fue escrito por Abbas Shakir Joudi, un calígrafo islámico que ahora vive en el estado de Virginia, EE.UU. Según su versión de los eventos, durante dos años, el presidente iraquí dio 24–27 litros (50 a 57 pintas) de su sangre, que fueron utilizados por Joudi para copiar los 6.000 versos y unas 336.000 palabras del Corán. Según Joudi, el propio Saddam Hussein le convocó al Hospital de Ibn Sīnā en Bagdad, donde su hijo Uday se recuperaba de un intento de asesinato, y le pidió escribir el Corán usando su sangre como "una clase de juramento del lado de Saddam". Cuando termino de hacerlo, entregó la obra al líder iraquí en una ceremonia en septiembre del año 2000. Saddam Hussein lo puso en exhibición en la Mezquita de Umm al-Ma'arik (Madre De Todas las Batallas) en Bagdad, para conmemorar la Guerra de Golfo (1990-91) y diseñado con minaretes en forma de misiles Scud y barriles de rifle Kalashnikov, aunque su visita estuvo restringida solo a visitantes especiales. "Saddam estaba muy orgulloso de ello, y se sacó muchas fotos junto a este Corán", acota Samuel Helfont, profesor de Estrategia y Política de la Escuela de Posgrado de Naval en California, EE.UU. Pero tras la invasión del país por los EE.UU. en el 2003 y la caída del régimen, el Corán de sangre fue guardado bajo llave, protegido por tres puertas abovedadas dentro de la misma mezquita. Cada página fue colocada en una caja de vidrio antibalas. “Hacen falta tres llaves para llegar hasta el Corán y estas no están guardadas en el mismo sitio” agregó Helfont. Algunos informes han cuestionado la versión oficial del gobierno iraquí, de cuánta sangre había dado Saddam Hussein para crear el Corán (o incluso si era su sangre, en el primer lugar). El periodista Philip Smucker reportó en Bagdad el 29 de julio del 2001, "lo más chocante es la dudosa y totalmente no verificable reclamación que Saddam dio casi 50 pintas de su propia sangre para la escritura de un Corán." Smucker también escribió, "diplomáticos occidentales acreditados en Bagdad estuvieron poco impresionados con la devoción religiosa del líder iraquí, afirmando que el libro escrito con sangre fue un acto de propaganda. '¿Cómo podemos estar seguros de que efectivamente es la sangre de Saddam?' Se preguntó. Sin embargo, un reportaje de The Telegraph, hecho por el periodista David Blair en Bagdad el 14 de diciembre del 2002 confirmó la versión oficial. " Un artista experto copió las 605 páginas del libro sagrado usando la sangre de Saddam Hussein, quien dio tres pintas (1,4 litros) durante dos años, lo cual mezclado con sustancias químicas, se utilizaron para cada verso." Así, con tantas contradicciones, la sangre (presuntamente mezclada con sustancias químicas y tinta) utilizada en el Corán de Sangre perteneció en realidad al propio Saddam Hussein sigue siendo una pregunta abierta, difícil, y discutible de contestar. Según el periodista australiano Paul McGeough, quien vio una página del Corán, "las letras de sangre son aproximadamente de dos centímetros altos y anchos, y los márgenes decorativos son deslumbrantes, azules, claros y oscuros; manchas rojas y rosas; y reflejos arremolinados en negro." Martin Chulov de The Guardian lo describió como "un libro hecho exquisitamente, que ocuparía un lugar en cualquier exposición de arte, si no fuera por la razón de que fue escrito con sangre." Pero el final del régimen en el 2003 dejó a los líderes religiosos y las autoridades laicas iraquíes con el dilema de lo que deberían hacer con la controvertida reliquia. El portavoz del por entonces Primer Ministro Iraquí, Ali al-Moussawi, propuso mantener el Corán de Sangre "como documento para recordar la brutalidad de Saddam, porque no habría hecho eso si no fuera una realidad. Dice mucho sobre él." Sin embargo, agrego que “nunca debería volver a mostrarse en público y mantenerse bajo resguardo por siempre”. Mientras que muchos monumentos en honor a Saddam fueron eliminados y se han cambiado los nombres de numerosos edificios asociados a su persona a fin de borrar su legado, el libro, por ser sagrado, plantea un dilema. "Está en un limbo teológico", añade Helfont. "Por un lado, la mayoría de los académicos religiosos lo consideran una blasfemia (la sangre se considera impura, una vez fuera del cuerpo). No hay un precedente así en la historia islámica. Pero por otro lado, en la tradición islámica el Corán es la palabra de Dios, por eso no puedes destruirlo. Por el momento, lo mejor parece ser dejarlo donde esta: al no estar a la vista, va perdiendo relevancia”, puntualizó. Aunque a estas alturas cabe preguntarse si sigue estando allí, escondido en el corazón de aquella mezquita en Bagdad.
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