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viernes, 17 de enero de 2025

LA QUEMA DE WASHINGTON: El día en que los británicos incendiaron la capital de los EE.UU.

“El Capitolio en llamas. La Casa Blanca en llamas. La ciudad, desolada. El presidente de Estados Unidos y su esposa, a la fuga, y el enemigo la tiene bajo control” Es un panorama impensable para Washington en la actualidad, pero precisamente así lucía la joven capital de EE.UU. en 1814, cuando un grupo de soldados británicos se dispuso a darle una lección que marcaría su historia. En efecto, cuando ya caía la noche del 24 de agosto y cedía el calor veraniego, cientos de soldados marcharon hacia la ciudad y, uno tras otro, dejaron sus edificios públicos más emblemáticos "envueltos en una serpenteante capa de fuego", como lo describió el autor Stephen Vogel en su libro sobre el tema. La quema de Washington, como ha pasado a conocerse ese día, fue un golpe humillante para un país que precisamente se había independizado de los británicos hacía casi cuatro décadas. Cabe precisar que este fue un castigo a la destrucción causada por los estadounidenses en mayo en Port Dover, Canadá, dentro de la Guerra angloestadounidense que duró de 1812 a 1815. Una guerra que, cerrando el círculo, comenzó debido a las guerras napoleónicas: Inglaterra impuso un bloqueo naval para evitar que los países neutrales comerciaran con Francia. EE.UU. lo veía ilegal. Y además la necesitada Royal Navy obligaba a miles de marineros de barcos estadounidenses que abordaba a enrolarse. Por su parte, EE.UU. aspiraba a quedarse con todo el Canadá británico. Mientras luchaba en Europa, Inglaterra aguantó la guerra con las milicias, pero cuando Napoleón abdicó y se exilió en la isla de Elba en 1814 los británicos pudieron enviar sus tropas de nuevo a EE.UU. y quemar Washington."El incendio del Capitolio y la Casa del Presidente -como se le decía a la Casa Blanca en ese entonces- realmente conmocionó a los estadounidenses de manera similar a los eventos en Pearl Harbour, cuando fue atacado el país por los japoneses, y luego del operativo de falsa bandera del 11 de septiembre del 2001 ", dijo Vogel. Pero la quema también fue un evento del que EE.UU. se recuperó: luego de tres semanas, sus soldados defendieron el fuerte McHenry en la vecina Baltimore, una batalla que sirvió de inspiración para que Francis Scott Key compusiera un poema en que se basó el himno actual de EE.UU. Desde entonces, la toma de Washington se conmemora con una serie de eventos que incluyen reconstrucciones y recorridos históricos. “El incendio de la Casa Blanca y el Capitolio fue uno de los episodios más significativos y dramáticos de un conflicto de 32 meses entre Estados Unidos y Reino Unido que comenzó con la declaratoria de guerra firmada por el presidente James Madison para apoderarse del Canadá, tal como hoy pretende Donald Trump. Había un sentimiento entre Madison y sus seguidores de que el país había obtenido su libertad en la generación anterior, pero realmente no había obtenido su independencia", dice Vogel. En esos años, Reino Unido estaba inmerso en una intensa guerra contra Napoleón y, si bien no tenía mayor interés en una guerra adicional con EE.UU., tampoco estaba dispuesto a dejarse vencer por su ex colonia, a quienes despreciaban profundamente. Sin embargo, esta situación tomaría un rol mucho con la derrota francesa, con lo que los ingleses tenían manos libres para darle una lección a su ex colonia y su principal golpe ocurrió precisamente con la toma e incendio de la capital estadounidense. "Los británicos invadieron Washington con un objetivo primordial", dijo Bill Bushong, historiador de la Asociación Histórica de la Casa Blanca (WHHA, por sus siglas en inglés). "Ese objetivo era desmoralizar a los estadounidenses, ponerlos simbólicamente de rodillas quemando sus emblemáticos edificios públicos" asevero. Ante la inminente llegada de los británicos, el presidente James Madison tuvo que huir con su gobierno a Brookeville, una pequeña población de Maryland conocida como la “capital de Estados Unidos por un día”. Sería la única vez que una potencia extranjera iba a lograr tomar la capital del país norteamericano tras la Guerra de la Independencia. El gobierno abandonó la capital nada más conocer la derrota en la batalla de Bladensburg, que se encontraba a tan sólo 14 kilómetros de Washington. Cuando los soldados llegaron a la Casa Blanca en las últimas horas de ese 24 de agosto, no encontraron combatientes desafiantes sino un banquete servido. Dolley Madison, la esposa del presidente, lo había dejado listo en la tarde, como hacía todos los días para su esposo, pero ante la cercanía de los soldados se había visto forzada a escapar con lo que llevaba puesto como también lo había hecho el mandatario. Dolley huyó despavorida de la mansión presidencial, pero antes decidió llevarse un retrato de George Washington, el primer presidente del país, para salvarlo de las llamas. Fue una acción que todavía hoy está cargada de simbolismo: el cuadro es la obra de arte más vieja expuesta en la Casa Blanca, según Bushong. Luego de la fuga de Dolley Madison, los británicos encontraron la casa desolada, recorrieron sus habitaciones saqueándolas a su gusto - como buenos ingleses descendientes de piratas - y finalmente les prendieron fuego. "Nunca olvidaré la majestuosidad destructora de las llamas a medida que las antorchas iluminaban las camas, las cortinas, el mobiliario", escribió el mayor Harry Smith, uno de los que les prendió fuego, según consta en el libro de Vogel, que se titula Through the Perilous Fight. “Lo mismo sucedió con el Capitolio y otros edificios públicos, Washington ardió en llamas esa noche” agregó. "Aunque la ciudad tenía poco menos de una década como capital, el simbolismo de perder esas estructuras golpeó muy fuerte al país", apunto Vogel. Pero EE.UU. no se iba a dar por vencido. De hecho, el golpe sobre su capital hizo que tomara nuevos bríos para combatir a los británicos. "Los estadounidenses estaban furiosos y querían un desquite", dijo Anthony Pitch, autor de un libro sobre la invasión de 1814. Como resultado, no sólo defendieron Baltimore, sino también evitaron que los británicos tomaran Nueva Orléans. "El legado para EE.UU. es claro", aseguró Pitch. "Baltimore y Nueva Orléans forjaron una nueva nación e identidad. De repente, las personas olvidaron sus diferencias". El conflicto finalizó políticamente con la firma del Tratado de Gante, en diciembre de 1814, que restauró las relaciones entre los dos países a como estaban antes de la guerra, renunciando además a reclamar Canadá. Washington se recuperó del desastre poco a poco y pudo mantenerse como capital del país a pesar de que algunos consideraban que estaba demasiado expuesta. La Casa Blanca fue reconstruida, aunque en vez de piedra se usó madera en algunas partes, lo que debilitó la estructura con el tiempo y obligó a nuevas obras a mediados del siglo XX. Y el incendio, con su evidente simbolismo, terminó convertido en un recuerdo de cuando las relaciones entre EE.UU. y Reino Unido no eran cordiales como ahora. Pero si Donald Trump en sus delirios imperiales cumple su amenaza e invade Canadá - de la cual el Rey de Inglaterra Carlos III es nominalmente el Jefe de Estado - sus relaciones serán muy distintas sin duda alguna. ¿Volverá a repetirse la historia? Sería lo más aconsejable dada la cantidad de alimañas que viven allí ¿No os parece?
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