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viernes, 21 de junio de 2024
LOS SASÁNIDAS: Implacables enemigos de Occidente
El Imperio sasánida (224-651 d.C.), también denominado sasánido, fue el último imperio persa antes del período islámico. Fue establecido en el 224 d.C. por Ardacher I, hijo de Papak quien era descendiente de Sasán. El imperio duró hasta el 651 d.C. cuando fue derrocado por el Califato árabe Rashidun. Está considerado por el pueblo iraní como una cumbre de su civilización porque, tras la caída del Imperio aqueménida (en torno a 550-330 a.C.) a manos de Alejandro Magno en el 330 a.C., la cultura persa se mantuvo a través del Imperio parto (247 a.C.- 224 d.C.) y alcanzó su máximo esplendor en el período sasánida. No volvería a existir un estado que se sintiese verdaderamente "persa" luego de su caída. Como sabéis, en 323 d.C., tras la muerte de Alejandro, el territorio persa cayó en manos de Seleuco I Nicátor (que reinó de 305-281 a.C.), tras las guerras de los Diádocos (los generales de Alejandro) estableciendo un estado helenístico conocido como el Imperio seléucida (312-63 a.C.), principalmente en lo que hoy se conoce como Irán, aunque en su auge se extendía desde la actual Turquía hasta el actual Pakistán. Los seléucidas, mantuvieron su identidad grecomacedonia y, por lo tanto, sus súbditos no los veían como gobernantes nativos, sino como potencia ocupante. Para el 155 a.C., los partos habían conquistado todos los territorios persas del Imperio seléucida. Los partos eran un grupo iraní nororiental que, si bien eran ciertamente alentadores para sus súbditos persas, seguían teniendo una influencia enorme de la cultura helenística. En el mundo europeo se conocen principalmente como antagonistas del Imperio romano, la cultura parta se suele descuidar en los libros de historia. Los partos a su vez sucumbieron frente a Ardacher I, quien era un persa proveniente de la provincia de Fars (originalmente conocida como Pars, de donde proviene la palabra Persa) de donde provenían los aqueménidas. Instaló su dinastía bajo el nombre de familia de su ancestro Sasán. Los sasánidas luego comenzaron un proceso que restablecería los valores de la cultura persa. Aunque ciertamente aún helenizados, los sasánidas comenzaron un proceso de "iranización" a diferencia de los partos antes que ellos: el zoroastrismo se convirtió en uno de los cimientos del imperio. No obstante, las minorías religiosas como los cristianos, maniqueos y otras creencias del pueblo persa eran toleradas. Incluso algunos reyes sasánidas incluso se casaron con mujeres cristianas. Durante 400 años, el Imperio sasánida fue la mayor potencia en Oriente Próximo como rival del Imperio romano. No solo eso, sino que también mantuvo relaciones con la dinastía Tang de China y numerosos reinos hindúes, donde sus productos y su cultura eran muy apreciados. La familia sasánida tiene varios orígenes posibles relacionados a la genealogía de la dinastía del fundador, Ardacher I, quien nació en 180 d.C. Estos orígenes lo vinculan ya sea a los aqueménidas o los kayanianos, ambos de vital importancia para la identidad persa. Los primeros son una dinastía y un imperio histórico, mientras que los segundos son una dinastía mitológica de reyes estrechamente relacionados al zoroastrismo y la tradición mitológica persa. Ardacher I, (180-240 d.C., que reinó de 224-240 d.C.) dio especial importancia a tres aspectos: la centralización del poder, la instauración del zoroastrismo como religión oficial y prestar atención a la rivalidad persa con Roma. Todo esto supuso grandes reformas. La centralización fue una tarea especialmente enorme ya que los partos habían mantenido una alianza federativa de reinos pequeños. El zoroastrismo, aunque siempre había estado presente, a partir de ahora se vincularía a la organización del imperio y devino en vital importancia para la administración gubernamental persa, especialmente porque la legitimidad del sistema establecido por los sasánidas se basaba en su linaje divino. Las guerras con Roma, en principio, parecieron estancarse, convirtiéndose un juego de tira y afloja entre ambos imperios principalmente en Mesopotamia y Armenia. Ya en el trono con su hijo, Sapor I, sería tarea de este último terminar la guerra. Sapor I, (215-270 d.C., que reinó de 240-270 d.C.) fue un rey primordialmente especial por su habilidad para reafirmar el poder real sasándia en Persia y por sus hazañas militares contra Roma. Aunque durante la mayor parte de la historia del Imperio sasánida habría un tira y afloja en Mesopotamia y Armenia, Filipo el Árabe (emperador romano que reinó de 244-249 d.C.) claudicó frente a Sapor I para asegurar su poder sobre Roma mediante la firma de un tratado que le entregaría Armenia a Persia. El rey persa, observando la debilidad del Imperio romano, continuó con sus ataques y asestó un golpe especialmente doloroso a la moral romana al capturar al emperador Valeriano y convertirlo en esclavo. La información proporcionada por el Šahrestānīhā ī Ērānšahr ("Capitales provinciales de Irán") identifica a Sapor como un prolífico arquitecto de ciudades, que parece haber sido el inicio de la política sasánida de urbanización identificado por Touraj Daryaee en Persia Sasánida: El auge y caída de un imperio (Sasanian Persia: The Rise and Fall of an Empire, 2009); Sapor II, (que reinó de 309-379 d.C.) se dice que fue coronado como rey en el vientre de su madre, sin embargo, esta leyenda proviene que fuera elegido rey prontamente tras su nacimiento. Su padre fue asesinado y los nobles que se tomaron el poder decidieron coronar al recién nacido, a quien esperaban moldear antes que confiar la corona a uno de sus hermanos mayores. Sapor II demostró ser un líder enérgico e imaginativo, llevando el imperio a su mayor esplendor hasta la fecha, transcribiendo las escrituras del zoroastrismo y expandiendo sus territorios al aprovechar la debilidad del Imperio romano; Cosroes I (en torno a 501-579 d.C.) es el más importante y famoso de los reyes sasánidas. Exitoso en sus labores administrativas y militares, Cosroes se convertiría en el ideal del monarca persa. También destacaría prominentemente en su literatura. Sus reformas fueron probablemente lo que continuó sosteniendo al Imperio sasánida por los siguientes 100 años. Sus reformas fiscales fortalecieron la corte al eliminar los privilegios especiales de las Grandezas o Bozorgan que gobernaban sobre sus territorios y que podían cobrar impuestos a su pueblo pero no a sí mismos. Al reformar este sistema, el estado fue capaz de proporcionar un impuesto fijo que permitiría predecir la cantidad de ingresos recibidos. El experto Touraj Daryaee cree que muchas de estas reformas habían sido proyectos de su padre Kavad I (que reinó de 488-496, 498-531 d.C.), quien alentó durante su reinado la aparición del Mazdakismo (un culto que favorecía a las clases populares) y revueltas masivas para debilitar a los nobles. La maquinaria de guerra persa y el ejército también vivieron reformas enormes, principalmente dirigidas a las varias fronteras del imperio. El Imperio sasánida tenía a los romanos al oeste, a los hunos al este y a los árabes al sur, y todos ello requería de un ejército capaz de reaccionar rápidamente. Por lo tanto el imperio estaba dividido en cuatro regiones, cada una controlada por un general. Igual que con el resto de reyes sasánidas, las guerras con Roma continuaron en un tira y afloja interminable, mayoritariamente favorable a los sasánidas debido a que los romanos, y luego los bizantinos, estarían ocupados con las invasiones germánicas. Probablemente el logro más importante de Cosroes fue la búsqueda de conocimiento y la atención especial prestada a la Academia de Gundeshapur. Esta academia fue uno de los centros de enseñanza más importantes en la historia mundial ya que buscaba textos de todos los países vecinos, ya fueran filósofos griegos, textos religiosos persas u obras indias, no solo traduciéndolos al persa medio sino también al griego y otros idiomas, un conocimiento académico que heredarían los musulmanes y, posteriormente, la cultura europea; El último rey sasánida, Yazdgerd III (624-651 d.C., que reinó de 632 a 651 d.C.) ascendió al trono cuando sólo contaba con ocho años. Debido a la situación caótica del imperio, el rey no fue coronado en la capital sino en la provincia de Persis, el hogar original de la dinastía sasánida. Gobernó durante la época de la invasión musulmana del Imperio sasánida y tuvo que mudarse de provincia en provincia para obtener recursos y poder combatir a los invasores. De 629 a 630 d.C. el Imperio sasánida sufrió las pérdidas de Yemén, Omán y Bahrain. Al poco tiempo, en 633 d.C., el estado cliente sasánida de Hira también fue tomado y, de esta manera, se eliminó un estado tapón entre los persas y los árabes. En 633 d.C., el ejército sasánida fue derrotado por el ejército musulmán en la batalla de D'at al-Salasel. Más derrotas seguirían y, para el 634 d.C., Sawad (el nombre que se usaba en la etapa temprana islámica para el sur de Irak) terminó bajo control musulmán. En 636 d.C., en la batalla de Madār, las fuerzas sasánidas perdieron completamente el sur de Mesopotamia frente al ejército árabe. Finalmente, en 637 d.C., en la batalla de al-Qadisiyyah el general persa Rostam ī Farroxzad y la mayoría de su ejército perecieron. El rey huyó de la capital y se mudó hacia Ray, pero prontamente, en 640 d.C., los árabes lograron apoderarse del corazón de Irán y el rey no tuvo más opción que trasladarse más hacia el este. Luego de que las serias revueltas de las provincias orientales de Sēstān y Kermān también resultasen en derrotas, el gobernante (Marzbān) de Merv se negó a ayudar al rey fugitivo. Se cree que Yazdgerd III fue asesinado en su huida cerca de Merv en 651 d.C. Sus incesantes guerras contra Roma y Bizancio a lo largo de los años lo debilitaron profundamente por lo que fue impotente para hacer frente a los musulmanes que acabarían con ellos, El Imperio sasánida acabó bajo el dominio de los árabes, pero el legado cultural persa continuó como una constante influencia en el emergente mundo musulmán.
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