SONIDOS DEL MUNDO
viernes, 11 de noviembre de 2022
SPLENDEURS DES OASIS D’OUZBÉKISTAN: Viaje a un mundo desconocido en el Louvre
A partir del próximo 23 de noviembre, el Museo De Louvre nos presenta una interesante muestra titulada Splendeurs des Oasis D’Ouzbékistan (Esplendores de los Oasis de Uzbekistán). Esta exposición organizada en colaboración con la Fundación para el Desarrollo del Arte y de la Cultura bajo la tutela del Gabinete de Ministros de la República de Uzbekistán, nos hará viajar al corazón de Asia Central, y más concretamente a Uzbekistán, una verdadera encrucijada de civilizaciones. Aquí resaltan obviamente lugares fascinantes como Samarcanda o Bujará, pero hay muchos otros lugares remotos y poco visitados - cual oasis en el desierto - que también poseen obras hoy consideradas como parte del Patrimonio Mundial de la Humanidad. Calificada con toda razón como un oasis artístico, Uzbekistán posee tesoros inigualables y que han podido conservarse merced a su relativo aislamiento. En el siglo XIV Tamerlán convirtió Samarcanda en la capital de un imperio que se extendía de la India a Turquía y llevó a ella a los mejores artesanos de las tierras que había conquistado. Esa confluencia de artistas permitió que la arquitectura islámica alcanzase cotas de perfección nunca vistas, aflorando con todo su esplendor allá por el siglo XIV y Samarcanda es un ejemplo de ello. En el arte musulmán el edificio no parece sostener cargas y la forma no revela la función. A base de enfatizar la inmaterialidad de muros, pilares y cúpulas, o de repetir de forma infinita las unidades individuales (columnas, puertas, arcos, patios, pasillos...), se crea una ilusión de espacio interior sin límites, acorde con la mentalidad de un pueblo en esencia nómada. En Samarcanda se desarrolló la producción de cerámica vitrificada que revestía de azul celeste los edificios de ladrillo cocido. Cabe destacar que la madrasa como institución independiente de la mezquita fue otra innovación a tomar en cuenta. Al combinar el pishtaq (portada elevada) y los iwans (pabellones cerrados por tres lados) el edificio parece abrirse al espacio circundante, lo que influiría en el Taj Mahal, en la India. Samarcanda (a 270 kilómetros de Bujara) fue una vez el centro del mundo, capital del imperio de Tamerlán y eje de la Ruta de la Seda. No creo que haya ningún otro lugar que tenga tanto poder de evocación cuando se escucha. Como diría la viajera Annemarie Schwarzenbach, tiene "la magia de los nombres". Y su plaza de Registán es una de las más hermosas del mundo, a pesar de la explanada descomunal que abrieron los soviéticos en torno a las tres madrasas. Las mandó construir en el siglo XV Ulug Beg, nieto de Tamerlán, sabio y amante de las ciencias. Sus dobles minaretes parecen competir por alcanzar el cielo e invitan a imaginar la plaza repleta de bulliciosos bazares con mercancías llegadas del Mediterráneo y del mar de la China. Asimismo, podemos encontrar la mezquita de Bibi Khanum, la esposa favorita de Tamerlán, ver el mercado cubierto situado enfrente y llegar a la necrópolis de Sha-i-Zinda, que es el monumento más interesante de Samarcanda. En la primera mitad del siglo XI sus colinas alojaron lujosas mansiones y luego se sucedieron los enterramientos, cada vez más ricos en ornamentación. Nichos en los que destaca el azul de las baldosas de mayólica, los mosaicos de azulejos con láminas de oro, la terracota labrada y esmaltada, las maderas talladas, los cristales de color y los estucos. Desde los pisos superiores se contempla el panorama de la ciudad, destacándose las formas redondas y amables de sus edificios. Las cúpulas flotan desafiantes, pero no por su altura sino por su color, que ilumina el emplazamiento de Samarcanda. En referencia a la exposición - que tiene como curadores de la exposición a Yannick Lintz y Rocco Rante del Museo del Louvre - nos presenta una amplia selección de estas obras maestras desconocidas en Occidente, las cuales, además de haber sido especialmente restauradas para la ocasión, salieron de su país por primera vez. Entre ellas, cabe citar los murales monumentales del salón de los Embajadores de Samarcanda y de su región; páginas de uno de los coranes monumentales más antiguos que se conservan, datado de principios del Islam y procedente de Katta Langar (Sogdiana); así como otras obras realizadas en oro procedentes de Bactria (Dalverzin Tepe), en plata, seda o cerámica. Los visitantes también podrán admirar algunas obras maestras de la famosa pintura en miniatura de la escuela de Bujará del siglo XVI. En total, y gracias también a préstamos excepcionales de importantes museos europeos, la exposición suma cerca de 130 obras que invitan a viajar en el espacio y en el tiempo. Este relato de diecisiete siglos de fabulosa historia nos permite comprender cómo esta región que linda con China y la India logró fascinar a Alejandro Magno, así como a los califas de Bagdad, más allá del mundo persa, hacia el este. “Este espacio de intercambio y de esplendor cultural ha permitido a las civilizaciones occidentales y orientales dialogar y mezclarse en armonía” aseveran los curadores de la muestra, que por cierto, estará abierta hasta el 6 de marzo del 2023.
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