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viernes, 15 de enero de 2021
EL TRIUNFO DE LA PERSEVERANCIA: Berlín recupera su Palacio Imperial
Cuando Guillermo II ascendió al trono en 1888, una de sus primeras medidas fue trasladar la residencia del rey de Prusia y emperador alemán de Postdam al Palacio Real de Berlín, instalándose en la antigua morada de Federico el Grande, una clara manifestación histórica y política del poder de los Hohenzollern. Con sus imponentes fachadas coronadas por una cúpula barroca, el complejo se halla en el corazón de la capital alemana, cerca de la Isla de los Museos. Durante el transcurso de su reinado, el Kaiser hizo que el ahora denominado Palacio Imperial fuera renovado y amueblado con todo el esplendor posible como una muestra de su grandeza. De esta manera, Guillermo II quería mostrar al mundo que el Imperio estaba en pie de igualdad con el poder hegemónico artístico de Francia y Rusia. Entendió la recuperación cultural del Imperio alemán, reflejada en aquel soberbio edificio, como una batalla en la que los artistas alemanes y sus mecenas podían demostrar su valía. Símbolo de ese poder, estuvo en la diana de los bombardeos aliados en al II Guerra Mundial y, ya instaurada la Alemania comunista, sus autoridades ordenaron en 1950 su demolición y ordenaron la construcción, en ese mismo solar de la emblemática avenida Unter den Linden, del horrible Palacio de la República. Pero tras el derrocamiento de la dictadura comunista y la reunificación alemana en 1989 se comenzó a planear en el cielo berlinés el proyecto de la reconstrucción del Stadtschloss y se habría puesto en marcha hace años si no fuera porque los planes de austeridad de Angela Merkel hicieron olvidar semejantes alegrías. Como podéis imaginar, la decisión de reconstruir esta joya barroca desencadenó un intenso debate, que incluyó la decisión del Bundestag (cámara baja del Parlamento) de darle un uso ciudadano y museístico, denominándolo Humboldt Forum, donde los contenidos a desarrollar en el nuevo equipamiento debían inspirarse en el legado de los eminentes hermanos Humboldt, que vivieron y trabajaron en el tránsito del siglo XVIII al XIX: Alexander, naturalista, explorador y erudito; y Wilhelm, lingüista, filósofo y ministro. Y finalmente el palacio está de nuevo ahí, tras siete años de obras que comenzaron en junio del 2013. El montante final ha sido de 677 millones de euros, casi 100 millones más de lo presupuestado. Para más desmayo, las duras restricciones a la vida pública vigentes en Alemania para intentar frenar el Coronavirus obligaron a una inauguración sólo virtual, en vez de con la gran fiesta ciudadana que sus organizadores soñaban. El imponente inmueble cuadrangular diseñado por el arquitecto italiano Franco Stella hace equilibrismos en el intento de contentar a dos bandos: los que pedían un edificio completamente nuevo y los que querían una reconstrucción del original. Así, tres de sus fachadas - la de ingreso está coronada por una cúpula barroca - reproducen las del antiguo palacio real, mientras que la cuarta exhibe marcadas líneas rectas de corte contemporáneo. El interior, totalmente moderno, suma 40.300 metros cuadrados, de los cuales 5.300 corresponden a los dos patios interiores, uno de ellos también con balaustradas, columnas y pórticos iguales a los del palacio de los Hohenzollern. En el enorme vestíbulo se halla el llamado Kosmograf, una torre de 17 metros con pantallas informativas para los visitantes, transformable en instalación de arte y luz. El Humboldt Forum albergará fondos del Museo Etnológico y del Museo de Arte Asiático, ahora ubicados en instalaciones cerradas alejadas del centro de la ciudad, y cuyo traslado debería terminar a finales del año próximo. Son más de 20.000 obras de arte y otras piezas de África, Sudamérica, Asia y Oceanía, bastantes de ellas procedentes de las antiguas colonias alemanas, que se expondrán precisamente en el reconstruido palacio de los Hohenzollern, que como emperadores impulsaron el expansionismo germano en África, que llego a su fin tras la derrota alemana en la I Guerra Mundiales 1918 y la perdida de sus posesiones coloniales que pasaron a manos de Francia y Reino Unido. Al respecto, la ministra de Cultura Monika Grütters, se ha referido al Humboldt Forum como uno de los más ambiciosos proyectos culturales europeos, que debería funcionar de manera interdisciplinaria, algo así como el campamento base para un viaje alrededor del mundo. Se ha referido asimismo al espíritu de los hermanos Humboldt como un modelo a seguir, en un discurso que pone de manifiesto, una vez más, la capacidad sin fondo de Berlín para reciclar su propia historia y repensarla desde nuevos y renovados posicionamientos, la capacidad de resurgir una y otra vez de sus propias cenizas.
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