Del 4 de octubre al 14 de enero del 2018, Paris nos invita a descubrir en el Museo de Luxemburgo las obras de Pedro Pablo Rubens (1577-1640), en la exposición titulada "Rubens, portraits princiers". Su inmensa obra abarca casi todos los temas de la pintura. Aunque sus retratos principescos siguen siendo poco conocidos, son esenciales en su obra. La exposición se presenta en el Museo de Luxemburgo, un palacio para el que Rubens realizó una de sus principales obras maestras, la Galería Médicis, instalada en el ala Richelieu del Museo del Louvre. Como sabéis, la vida de la monarquía y la carrera de Rubens se entrecruzan. En un recorrido a través de las cortes de Europa, como un álbum de familia, la exposición muestra las efigies de María de Médicis y los soberanos de su época. Rubens realizó numerosos retratos de los Habsburgo en la corte de Mantua, donde todos tenían un vínculo de parentesco con María de Médicis, antes incluso de que se convirtiera en madre y suegra de los reyes de Francia, España e Inglaterra. Pintor de la corte En esa época, para un pintor, el retrato de un soberano era el encargo más prestigioso que podía recibir, ejercicio que ante todo debía halagar al modelo. Aunque es sabido que Rubens recibió encargos de reyes, reinas, princesas y príncipes de su tiempo, es curioso que no se le hubiera dedicado una exposición hasta ahora. Su trayectoria nace en una familia acomodada originaria de Amberes y recibe una educación humanista. Ejerce durante un tiempo la función de paje, lo que le permite adquirir los comportamientos y la soltura que le serán útiles para codearse luego con los grandes personajes de su tiempo. Llega a Italia para perfeccionar su formación de pintor, inspirándose especialmente en Tiziano, autor de famosos retratos de Carlos V y Felipe II. En 1609, regresa a Amberes para convertirse en el pintor de la corte de Flandes. Como tal, realiza retratos oficiales de los príncipes de Habsburgo. Prorroga su estancia parisina destinada a honrar el encargo de María de Médicis para el Palacio de Luxemburgo en 1621, para pintar a Luis XIII, hijo de María de Médicis, y a su esposa Ana de Austria, hermana de Felipe IV de España. Este último lo llama a Madrid para que pinte retratos de él y de su familia. En una Europa en la que los viajeros son pocos, la tradición establece que un retratista puede transmitir mensajes y Rubens supera ampliamente esta misión. Al haber recibido una educación avanzada, ser un verdadero cortesano y tener una reputación internacional, es capaz de dirigirse a sus insignes modelos y proporcionar información diplomática durante el relativo aislamiento de las sesiones de pintura. Podrás visitar esta exposición en el museo localizado junto al Palacio y los preciosos Jardines de Luxemburgo, cuyos espacios han sido totalmente renovados de la mano de Shigeru Ban y de Jean de Gastines, arquitectos del Centro Pompidou de Metz, para poder acoger al restaurante/salón de té Angelina, los talleres pedagógicos del museo y varias estructuras temporales.