Como sabéis, este 1 de Octubre se celebrará un referéndum independentista en Catalunya que buscará liberarse de la opresión española, así como del sistemático expolio de sus riquezas de los cuales son victimas desde hace 300 años y que mejor oportunidad para tratar en esta ocasión del románico Vall de Boí, excepcional por la concentración en un espacio reducido de un número tan elevado de iglesias de un mismo estilo arquitectónico que se encuentran ubicados en el Pirineo catalán. Estas iglesias se han conservado a lo largo del tiempo con pocas modificaciones gracias al aislamiento del valle hasta bien entrado el siglo pasado, aislamiento que evitó la llegada de constructores, artistas, arquitectos o curas dispuestos a reconvertir las obras iniciales. Es decir, no se ha alterado significativamente su concepción inicial. En Vall de Boí encontraréis ocho iglesias y una ermita románicas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO : Sant Climent y Santa Maria de Taüll, Sant Joan de Boí, Santa Eulàlia d’Erill la Vall, Sant Feliu de Barruera, la Nativitat de Durro, Santa Maria de Cardet, l’Assumpció de Cóll y la ermita de Sant Quirc de Durro. Una de sus características principales es la unidad de estilo arquitectónico. Son construcciones realizadas durante los siglos XI y XII siguiendo los modelos provenientes del norte de Italia, el románico lombardo, que se caracteriza por la funcionalidad de sus construcciones, el cuidadoso trabajo de la piedra, los esbeltos campanarios de torre, y la decoración exterior de arcos ciegos y bandas lombardas. Las iglesias románicas del Vall de Boí son el reflejo artístico de una sociedad estructurada en torno a las jerarquías eclesiásticas y señoriales, personificadas en este caso en los señores de Erill y el obispado de Roda de Isábena, promotores de estos templos. Dentro de esta sociedad medieval, la iglesia cumplía no sólo una función religiosa, sino que también tenía un importante papel social, como lugar de reunión y refugio del pueblo. En el caso del Vall de Boí, esta función social de los templos se evidencia en la utilización de sus esbeltos campanarios de torre como elementos de comunicación y vigilancia. Destacan, además, los conjuntos de pintura mural que albergaban las iglesias de Sant Climent y Santa Maria de Taüll y Sant Joan de Boí, actualmente conservados en el Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC), así como las tallas producidas por el Taller de Erill, como el Descendimiento de Santa Eulàlia de Erill la Vall. Su historia se inicia seguramente a principios del siglo IX con la creación de los primeros condados cristianos. Durante muchos siglos el Vall de Boí fue un lugar aislado y desconocido, alcanzando su máximo desarrollo durante el siglo XIII en que una pequeña población llamada Taüll llegó a contar con cuatro iglesias. La situación del valle, limítrofe con otros condados, permitió la creación de varios castillos. Asimismo, las numerosas iglesias que se construyeron en el área muestran la alta densidad de población que tuvo en su momento esta zona pirenaica. Uno de sus monumentos más conocidos es la iglesia de Sant Climent de Taüll que fue consagrada el 10 de diciembre, de 1125. Su planta de basílica perfecta con tres naves contrasta bastante con la techumbre de madera, sustituida en la época por una bóveda de piedra y ladrillo. En ella se conserva el ábside con el Pantocrator, una de las obras maestras del románico europeo. Su genialidad reside en la combinación de elementos de diferentes visiones bíblicas – las del Apocalipsis, Isaías y Ezequiel – para presentarnos al Cristo del Juicio Final. Éste aparece desde el fondo provocando un movimiento centrífugo de la composición, en la que domina el sentido ornamental de los perfiles y la habilidad en la utilización del color para dar volúmenes. Por su excepcionalidad y fuerza pictórica, la obra del Maestro de Tahull se ha proyectado a la modernidad y ha fascinado a numerosos artistas. No cabe duda que las pinturas románicas de la iglesia de Sant Climent de Taüll es una de las joyas más importantes del románico catalán y tienen una innovadora presentación a través de un video mapping que recrea los frescos originales dentro del ábside mayor y el presbiterio de la nave central. La pintura original data del siglo XII y actualmente se conserva en el Museo Nacional de Arte de Catalunya en Barcelona. Desde los años 60, en la iglesia había una copia de los originales pintada sobre yeso que se estaba degradando. Luego de quitar la antigua copia se realizó un minucioso proceso de restauración que puso al descubierto restos de la pintura original que se habían conservado en las capas profundas de las paredes del ábside. El objetivo de este mapping es restituir virtual y digitalmente las pinturas originales en su lugar de origen, la iglesia de Sant Climent de Taüll, así como reproducir el conjunto pictórico completo tal como era en el año 1123. La presentación audiovisual ayuda al visitante a entender la técnica pictórica de los frescos románicos y al mismo tiempo descubre las diferentes representaciones iconográficas que componen esta pintura mural de alta carga artística y religiosa.