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viernes, 18 de julio de 2025

ALEXANDER NEVSKY: Constructor de la identidad nacional rusa

“Fue una victoria decisiva […] y demostró a todo el mundo, tanto en Occidente como en Oriente, que Rusia se mantenía fuerte y que había gente en la nuestra tierra dispuesta a luchar por ella”. Así definió el Presidente ruso Vladímir Putin el triunfo de Alexánder Nevski en la batalla del río Neva (1240) contra los invasores suecos y fineses. A quien no esté familiarizado con la historia de Rusia puede que le cueste ubicar a Nevski (la referencia más conocida es por la película homónima de 1938 dirigida por Serguéi Eisenstein), pero los rusos lo consideran el defensor de su identidad eslava y de la cristiandad ortodoxa frente a las injerencias de Occidente. Cabe precisar que por aquel entonces, la Rusia medieval no era el gran estado unificado que sería en siglos posteriores. En el siglo XIII era una especie de confederación de principados (Rus) con Nóvgorod como el más destacado de ellos. Hacia 1223 fueron atacados por los hordas mongolas, lo que inició casi dos décadas de enfrentamientos. Nevski había nacido solo dos años antes de la llegada de los mongoles. Era hijo de Yaroslav II, Gran Príncipe de Nóvgorod y Vladímir, quien había conseguido incorporar varios territorios en la región del Báltico y se enfrentó victoriosamente a los lituanos y a los caballeros teutónicos. En este ambiente de tensión con los vecinos occidentales creció el futuro héroe ruso. De todas formas, la gran amenaza seguía siendo los mongoles. En 1236, Yaroslav II marchó a luchar contra ellos junto a los otros príncipes rusos. Así que encargó a su hijo Nevski que aceptara la petición de Nóvgorod. Esta ciudad necesitaba un príncipe que aportara una hueste armada (druzhina) para proteger sus intereses comerciales de posibles amenazas. Pese a recibir estos honores, Nevski no tendría las manos libres para hacer y deshacer en Nóvgorod. Sus acciones dependían de la aprobación de la veche, la asamblea de aristócratas (o boyardos) de la ciudad. Nevski tomaría buena nota del posicionamiento político de su padre. Los mongoles aplastaron a los príncipes rusos y los sometieron a vasallaje, pero Yaroslav II supo maniobrar para ganarse el favor de Batú Kan, nieto del genocida Genghis Khan, y ser nombrado Gran Príncipe de Nóvgorod, es decir, el mandatario más prominente de entre estos estados eslavos. Este juego de tronos entre rusos y mongoles reflejaba cuál era la mayor preocupación de Yaroslav (y que heredaría Nevski). Para estos príncipes eslavos, los jinetes de las estepas no eran una amenaza existencial. Los kanes no se apropiaban de los territorios, solo exigían pagar tributos y aportar tropas para las subsiguientes campañas de conquista. En cambio, Nevski y su padre estaban preocupados por la creciente expansión de la orden teutónica y otros reinos católicos en el Báltico, que imponían su visión religiosa y cultural. Ante este desafío, creían que los mongoles podían ser un útil contrapoder. Precisamente, mientras su padre se consolidaba como príncipe de Nóvgorod, Nevski debería demostrar que era un líder diestro en el campo de batalla con tan solo 19 años. En 1240, el por entonces católico reino de Suecia recibió autorización del papa Gregorio IX para lanzar una cruzada contra las tribus paganas de Finlandia, pero el ejército invasor aprovechó para capturar más territorio y avanzar hacia el río Neva, una zona que amenazaba el suministro de grano de Nóvgorod. Nevski reunió a sus fuerzas y aplastó a los suecos en el río Neva. La batalla sirvió al joven príncipe para ganarse el apodo de Nevski (“del Neva” en ruso), pero también puso de manifiesto su pulso con las élites de Nóvgorod. Pese a ser aplaudido en público, muchos miembros de la vecha no querían que el enfrentamiento escalara con otros vecinos del Báltico. Estos boyardos temían que se perjudicara a sus intereses comerciales. Así que, como buen héroe medieval, Nevski acabó exiliado por decisión de la asamblea nobiliaria de Nóvgorod. Al final los hechos darían la razón a Nevski. En el verano de 1241, los Caballeros Teutónicos y sus aliados invadieron territorios de Nóvgorod, de nuevo con la excusa de cristianizar a los paganos, pero con vistas a controlar este importante centro comercial. Nóvgorod no tenía suficientes fuerzas para defenderse y tuvo que pedir a Nevski que regresara de su exilio con su druzhina. Este aceptó y también aprovechó sus buenas relaciones con los mongoles para obtener un contingente de sus temidos arqueros a caballo. Con estas fuerzas hizo frente a los caballeros teutónicos en la batalla del lago Peipus el 5 de abril de 1242. Aquí consiguió una victoria todavía mayor que en Neva. Este choque también ha pasado a la historia como la batalla del Hielo porque se luchó sobre un lago congelado. Las crónicas cuentan que el príncipe atrajo hasta el lago a los caballeros teutónicos y, en una muestra de astucia, esperó a que el hielo cediera ante las pesadas armaduras de los caballeros. Incluso Eisenstein tomó este relato como referencia para su película. De esta manera, la victoria en Peipus fue una demostración de la capacidad de Nevski como líder militar. Supo derrotar a una fuerza más entrenada gracias a un mejor despliegue y maniobrabilidad durante el combate. La victoria ante un enemigo tan poderoso cómo la orden teutónica afianzó la posición de Nevski y su familia. Ya no tenían oposición para su política contra las injerencias occidentales. No obstante, cuando su padre murió envenenado en 1246, tuvo que luchar con los partidarios de enfrentarse a los mongoles para heredar el título de príncipe de Nóvgorod. Por fortuna para él, al reafirmar su lealtad a los kanes, Nevski pudo salir victorioso de este pulso por el poder. Ya como líder preponderante de la confederación de principados rusos, Nevski mantuvo a raya a los rivales políticos y las intromisiones desde Europa. Aunque también demostró ser un hábil diplomático con sus señores. Siempre pagó el tributo a los mongoles, lo que le permitió negociar que sus soldados no fuesen a luchar en lejanas guerras. Mientras regresaba de uno de los viajes para ratificar su adhesión al Khan de la Horda de Oro, Nevski enfermó y falleció en noviembre de 1263. Pero su figura no caería en el olvido, como se ha visto con las palabras de Vladímir Putin luego de ocho siglos. La resistencia de Nevski ante las intenciones de los occidentales por implantar la religión católica y una cultura germánica, según la interpretación de los sectores rusos más nacionalistas, le ha valido ser el referente de todo tipo de dirigentes rusos.Fue canonizado por la Iglesia Ortodoxa en 1547, el mismo año que Iván el Terrible se proclamó primer zar de Rusia, quien comparó su propia figura con la de Nevski - en particular, sus victorias en Neva y el lago Peipus - para justificar sus campañas de expansión por el Báltico. Pasado un siglo y medio, Pedro el Grande hizo lo mismo cuando libró la Gran guerra del Norte (1700-1721) contra una coalición de países bálticos liderados por Suecia. Además, este zar le construyó un gran monasterio, Alexánder Nevski Lavra, en su recién fundada capital de San Petersburgo para guardar sus restos en un lugar digno de un héroe nacional y consagrar la ciudad como centro de poder.En el siglo XIX, y como no podía ser de otra manera, los tres monarcas Románov que llevaban su nombre lo convirtieron en su patrón personal, e incidieron en su figura de paladín de las esencias rusas en unos momentos en que las ideas liberales que venían de Europa eran vistas como una amenaza para el absolutismo zarista. Podía parecer lógico que los zares tomaran como referente a un príncipe medieval, pero la figura de Nevski también sirvió al régimen comunista. Tras un breve olvido en los años posteriores a la revolución de 1917, Stalin lo recuperó en los años treinta, cuando volvió a surgir la idea de una guerra con Alemania, a quien consideraba como heredero de los Caballeros Teutónicos. La cara visible de esta campaña fue la película Alexánder Nevski (1938) de Serguéi Eisenstein, una obra maestra y pieza de propaganda a partes iguales. Las palabras del señor Putin que reproducíamos al principio de este artículo son del 10 de septiembre del 2021, durante la inauguración de un monumento que conmemoraba el 800 aniversario del nacimiento de Nevski. A cinco meses del Operativo Militar Especial en Ucrania - para salvar a la minoría rusófila del este del país de un genocidio por parte del régimen golpista de Kiev con la complicidad de Occidente - quién sabe si el discurso del presidente ruso era un aviso para el posible pulso que preveía con la OTAN. Más allá de los relatos que glorificaron sus victorias militares, Nevski fue un líder pragmático que consiguió mantener cierto margen de maniobra política para evitar la sumisión total de los principados rusos en un momento muy delicado de su historia.
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