SONIDOS DEL MUNDO
viernes, 7 de marzo de 2025
BRIGHTON ROYAL PAVILION: Extravagancia a todo nivel
Este palacio es uno de los edificios más extraordinarios del Reino Unido por su llamativa combinación de estilo asiático y majestuosidad real. Fue construido en el siglo XIX como un retiro a orillas del mar para Jorge IV, entonces aún Príncipe Regente. Comenzó como una residencia junto al mar antes de convertirse en un complejo palaciego con cúpulas, torres y minaretes inspirados en el arte y la arquitectura de la China y la India que le da un aire tan extravagante. Caber precisar que Brighton no era más que un pequeño pueblo pesquero hasta bien entrado el siglo XVIII. Hacia 1740, fue aumentando la popularidad del lugar debido a las aguas curativas de mar, recomendadas por un conocido médico de Lewes, el doctor Richard Russell. El por entonces príncipe de Gales, Jorge IV visitó Brighton por primera vez en 1783, como recomendación de sus médicos, que pensaban que el agua de mar sería beneficiosa para su gota. Durante sus primeras visitas al pueblo en 1783 y 1784 el Príncipe de Gales se quedó en Grove House, una gran residencia construida en la parte norte de la Steine en la década anterior y alquilada por su tío, el duque de Cumberland, de George Wyndham. A finales de 1780, la construcción de las terrazas Georgianas ya había empezado y el pequeño pueblo pesquero se convertía poco a poco en el cotizado centro turístico que es hoy en día. Durante la primera visita del rey Jorge IV, el regente se enamoró de la pequeña villa pesquera y alquiló una pequeña granja en la zona de Old Steine, cercana al paseo. Apartado de la Corte Real de Londres, el pabellón era a la vez un sitio discreto en el que el príncipe podía tener relaciones con su primera mujer, María Ana Fitzherbert, con la que se había casado en un matrimonio ilícito, ya que era católica. Decidido a mejorar la granja, el Príncipe de Gales contrató los servicios del arquitecto Henry Holland para transformar la en una nueva villa que sería conocida como Marine Pavilion. Conocido inicialmente como Brighton House, el "Pabellón Marino" era una clásica villa de dos plantas en forma de una letra "E", con entramado de madera y con fachada de azulejos matemáticos de color crema. Un salón abovedado con seis columnas iónicas se sitúa en el centro con las alas inclinadas a ambos lados, mientras que un pórtico jónico proporcionó la entrada en el lado occidental. La decoración era de un brillante estilo francés. Con su mencionada pasión por el arte y la fascinación por Oriente, amuebló y decoró ricamente la casa, escogiendo especialmente objetos y muebles importados de China, e hizo empapelar las paredes con papel pintado a mano, adquiriendo finalmente el pabellón por 17 000 libras en septiembre de 1807. Pero su transformación en un opulento palacio comenzó recién en 1815 y tardó siete años en completarse. El príncipe Jorge escogió para la ampliación del palacio al arquitecto John Nash, cuya propuesta seguía el estilo oriental en el que se habían construido las caballerizas. Nash estaba inspirado también en el paisajista Humphrey Repton, que había publicado diseños para un nuevo palacio basados en las formas arquitectónicas indias. Las obras comenzaron haciendo alteraciones de la fachada central occidental, seguidas de la construcción de la Gran Cocina y los dos nuevos salones: el Salón de Música y el Salón de Banquetes. Los trabajos en todo el edificio, estructura y decoración interior terminaron en 1823. La compleja composición de las cúpulas, torres y minaretes crea un exterior romántico. A cada lado del enorme domo central hay dos torres que dan servicio a las habitaciones interiores sobre el Salón, una mediante una escalera y la otra con una grúa. Para conseguir un efecto pintoresco, las paredes interiores fueron pintadas de forma que parezca un edificio hecho de piedra de Bath. En 1817 el príncipe contrato a Frederick Crace y Robert Jones para terminar de decorar el interior, combinando una rica y sofisticada decoración con la altísima calidad del mobiliario, creando así un lujoso palacio. Cuando la reina Victoria accedió el trono, hizo una visita al Royal Pavilion en 1837, no le gusto su estilo y la ofreció en venta, siendo adquirida por la ciudad a 53 000 libras. Utilizado como hospital en la I Guerra Mundial, sus interiores resultaron dañados, por lo que el gobierno decidió en 1920 renovarlo completamente, Así, tras un largo periodo de restauración que abarcaron décadas, hoy el Pavilion está abierto a las visitas y disponible para eventos educativos, banquetes y bodas, como un testimonio de la prosperidad de Brighton, ciudad a la que está inextricablemente vinculado.
viernes, 28 de febrero de 2025
ANCIENT SUDAN/ ENDURING HERITAGE: El legado perdurable de una antigua civilización
Como sabéis, uno de los objetos más famosos del Museo Británico es una cabeza de bronce del emperador romano Augusto gracias a su delicado modelado y a los ojos incrustados que aún se conservan. Lo que es menos conocido es que fue descubierta en 1910 en el yacimiento subsahariano de una antigua ciudad en la orilla oriental del Nilo, a unos 240 kilómetros al norte de Jartum, en el actual Sudán, enterrada bajo las escaleras de un templo. ¿Qué hacía allí? He aquí una teoría: era un botín de guerra del reino de Kush, que - como registró el escritor griego Estrabón - se resistió al dominio romano. Situado en una encrucijada entre África Central y el Mediterráneo, era un nexo de personas, culturas e ideas. El Reino de Kush fue en su apogeo uno de los mayores imperios del mundo antiguo, gobernando desde el Nilo Azul hasta el Levante. En efecto, los kushitas - que, durante la XXV dinastía (que duró casi un siglo, desde el 744 a. C.), también habían reinado como faraones sobre sus antiguos colonizadores egipcios, al norte - son el tema de una nueva exposición itinerante, compacta pero fascinante, organizada por el Museo Británico en el Museo y Galería de Arte de Portsmouth, titulada Ancient Sudan: enduring heritage (Antiguo Sudan; Un legado perdurable) que desde el pasado 1 de Febrero está abierta al público y que podrá ser visitada hasta el 9 Noviembre del 2025. Comisariada por Loretta Kilroe, una joven egiptóloga con un entusiasmo imparable por todo lo relacionado con el reino Kush, la exposición (en realidad, una exhibición) contiene solo nueve artefactos prestados por el British Museum, junto con varios artículos fascinantes (incluido un resplandeciente "thoob" escarlata, o vestido de novia tradicional sudanés, reluciente con bordados y cuentas) proporcionados por miembros de la comunidad sudanesa de Portsmouth, que cuenta con varios cientos de personas. Lamentablemente, la cabeza de Augusto no se encuentra entre las piezas en exhibición, que es de una escala más modesta e incluyen cinco vasijas decoradas (una especialidad kushita). Asimismo, dos cocodrilos de aspecto sorprendentemente feliz, con garras pero sin dientes, aparecen en el hombro de una jarra bulbosa descubierta en un cementerio de la ciudad nubia de Faras (hoy inundada por el lago Nasser). Una jarra anterior, con un alegre diseño cruciforme, probablemente era un símbolo de estatus importado de Egipto, imitando las vasijas romanas. Para el ojo inexperto, la cultura visual del reino kushita puede parecer directamente egipcia, como lo ejemplifica una pieza destacada: un mascarón de bronce de una barca ceremonial (es decir, un pequeño barco que se transportaba ritualmente por tierra) que probablemente representa a la diosa Isis. Es posible que se haya producido durante el siglo III a. C. para un rey kushita que se autodenominaba “amado de Isis”. La popularidad de la deidad femenina nos alerta sobre el hecho de que las mujeres kushitas podían alcanzar posiciones de poder. El imperio era matrilineal e incluso es posible que quien rechazó a los romanos fuera una mujer (una reina guerrera tuerta, si hemos de creer a Estrabón). En un paso en falso, el programa evita la Dinastía 25 (quizás porque, para los especialistas, el período es demasiado obvio), pero el enfoque en el “Kush profundo”, como lo expresa Kilroe, es fresco. Ancient Sudan: enduring heritage puede ser un ejemplo de realización de exposiciones de bajo costo, que dependen de la buena voluntad entre las instituciones y el público local; además, en la segunda de sus salas, una encantadora y antigua exhibición de pájaros disecados, extraídos de la colección de Portsmouth, representa a las especies encontradas en Sudán. Sin embargo, en sus propios términos, la exhibición puede considerase un éxito, ya que nos recuerda la asombrosa herencia de una parte de África hoy asolada por una interminable guerra civil, y de lo que hoy en Occidente conocemos poco.
viernes, 21 de febrero de 2025
VLADIMIR I EL GRANDE: El rey que unió a Rusia al mundo de la cristiandad
A principios del siglo IX surgió entre el mar Báltico y el río Dniéper el embrión del primer Estado del mundo eslavo oriental: la Rus de Kiev, que posteriormente se convirtió en Rusia. Su población estaba formada por las tribus eslavas que se habían instalado en aquellas regiones desde el siglo VI, aunque la élite dirigente estaba compuesta por los llamados varegos, guerreros y comerciantes de origen vikingo que se hicieron con el control de las rutas comerciales entre el mar Báltico y el mar Negro. En 882, Oleg tomó Kiev y él y sus sucesores, Ígor y Sviatoslav, ampliaron sus dominios hasta amenazar al Imperio bizantino. Pero sería Vladímir I quien consagró la hegemonía de la Rus de Kiev y tomaría además una decisión que marcaría la historia de los eslavos orientales: convertirse al cristianismo. Según cuenta la Primera Crónica Eslava, la fuente más antigua sobre los eslavos orientales, compilada a principios del siglo XII a partir de textos anteriores, Vladímir fue el tercer hijo de Sviatoslav. Su madre, Malusha, había sido ama de llaves de su abuela, la princesa Olga. Este nacimiento relativamente humilde debiera haberlo excluido del acceso al trono, y de hecho antes de morir en 972 Sviatoslav designó como sucesor a su hijo mayor, Yaropolk. La primera referencia que encontramos sobre Vladímir se remonta al año 970, cuando los habitantes de la ciudad septentrional de Nóvgorod pidieron a su padre Sviatoslav que les proporcionara un príncipe, bajo la amenaza de buscarlo ellos mismos. Sviatoslav designó para ese cargo de responsabilidad a Vladímir, que tenía apenas 15 años, siguiendo el consejo de su cuñado Dobrynia. Pero pasados diez años, la vida de Vladímir experimentaría un brusco giro. El entonces príncipe de Nóvgorod quiso casarse con Rogneda, heredera de la dinastía varega de la ciudad de Polotsk, pero ésta rechazó la propuesta de matrimonio de Vladímir por la baja condición de la madre de éste: “No quiero descalzar al hijo de una sierva, pero quiero casarme con Yaropolk”, declaró. Su negativa tendrá terribles consecuencias: Vladímir reunió un contingente de guerreros eslavos, escandinavos y urálicos y atacó Polotsk, matando al padre de Rogneda, el príncipe Rógvolod, y a sus dos hermanos, y tomando por la fuerza a Rogneda como esposa. Pero la ambición de Vladímir no acabó ahí, ya que ese mismo año emprendió el asalto al trono de Kiev en una lucha fratricida contra su propio hermano Yaropolk. Tres años antes éste había atacado a otro de sus hermanos, Oleg, provocando su muerte, y a consecuencia de ello Vladímir había debido huir de Nóvgorod y refugiarse en Escandinavia, desde donde volvió con refuerzos dispuesto a vengarse. Lo primero que hizo Vladímir fue ganarse a Blud, el consejero y mano derecha de Yaropolk: “¡Sé amigo mío! Si mato a mi hermano, te consideraré a ti como mi padre y recibirás un gran honor de mí; porque yo no empecé a matar a los hermanos, sino él. Yo, habiéndome asustado de esto, intervine contra él”. Siguiendo el consejo traicionero de Blud, Yaropolk huyó de Kiev, dejando la ciudad en manos de su hermano y rival. Luego acudió a una entrevista con su hermano para firmar con él un aparente acuerdo de paz, pero se trataba de una trampa mortal. Como relata la Primera Crónica Eslava: “Cuando cruzó las puertas, dos varegos alzaron sus espadas y se las clavaron en el vientre. Blud cerró las puertas y no permitió entrar tras él a los suyos. Y así fue asesinado Yaropolk”. Luego de hacerse con el trono de su hermano, también violó a su mujer, que era una monja griega. La viuda de Yaropolk dio a luz a Sviatopolk, llamado “hijo de dos padres”. Nacido del doble pecado de un fratricidio y un adulterio, Sviatopolk reproduciría ya en su edad adulta el mal que lo había engendrado, al hacer asesinar a dos de sus hermanastros durante la guerra fratricida que se desataría tras la muerte de Vladímir en 1015. De este modo sangriento comenzó el reinado de Vladímir como único monarca de la Rus de Kiev, el embrión de Rusia. Vladímir consolidó las conquistas territoriales hechas por su padre Sviatoslav y obtuvo victorias sobre los polacos, los búlgaros del Volga y sobre diversas tribus bálticas y finesas. También sofocó las rebeliones de varias tribus eslavas en el interior. Pero el asunto que más ocupó los primeros años de reinado de Vladímir fue el de la actitud que cabía tomar ante el cristianismo. Al parecer, la abuela de Vladímir, Olga, fue la primera de la dinastía reinante en adoptar el cristianismo de manos del emperador Constantino VII Porfirogénito, en el transcurso de un viaje a Constantinopla que tuvo lugar en 955. A pesar de los intentos de Olga de difundir la fe cristiana, Sviatoslav restauró el paganismo. En cuanto a Vladímir, la primera medida que tomó tras alcanzar el poder fue renovar el panteón de los dioses paganos venerados en el santuario de la colina tras su palacio de Kiev, a cuyos ídolos ofreció sacrificios humanos de jóvenes de ambos sexos. Todo cambió en 988. Vladímir arrebató al Imperio bizantino la ciudad de Quersoneso, en Crimea, y a continuación ofreció devolverla a los dos coemperadores de Constantinopla, Basilio II y Constantino VIII, a cambio de que le concedieran en matrimonio a su hermana Ana. Éstos aceptaron, pero con una condición: que el monarca se convirtiera al cristianismo. Vladímir lo hizo así. Tras bautizarse en una ceremonia solemne, destruyó los ídolos de los dioses paganos en Kiev y ordenó el bautismo colectivo de todos sus súbditos en el río Dniéper, mandando decir por toda la ciudad: “Si no viene alguien mañana al río, sea rico, o pobre, o indigente, o esclavo, será un enemigo para mí”. Además, promovió la construcción de iglesias en Kiev y por todo su reino así como la fundación de escuelas para instruir a los niños en las Sagradas Escrituras. Aunque la religión provenía de Constantinopla, el servicio se realizaba en lengua vernácula, ya que la Biblia había sido traducida al antiguo eslavo eclesiástico por los misioneros Santos Cirilo y Metodio en el siglo IX. Su conversión al cristianismo contrasta con su vida anterior como pagano. El monarca fue un polígamo inveterado, que engendró hijos con cinco mujeres distintas y además se decía que “tenía trescientas concubinas en Vyshgorod, trescientas en Biélgorod y doscientas en Berestovo. Y llevaba a su residencia a mujeres casadas y […] doncellas”. Pero todo ello le fue perdonado en virtud de su bautismo y la cristianización forzosa de su reino. Como decía la Primera Crónica Eslava, aun “siendo un pagano, al final halló la salvación eterna”, y siglos más tarde alcanzó incluso la santidad. Vladímir murió el 15 de julio de 1015. La crónica explica además cómo, paradójicamente, el introductor del cristianismo en la Rus fue enterrado con un típico rito funerario pagano: “Por la noche, abriendo un agujero en el suelo entre dos cámaras, y envolviéndolo en un tapiz, con unas cuerdas lo bajaron a tierra; y poniéndolo en un trineo, se lo llevaron y lo pusieron en la iglesia de la Santa Madre de Dios”. A su muerte se desató una feroz lucha por la sucesión. El príncipe Sviatopolk “el Maldito” ordenó asesinar a sus hermanastros Boris y Gleb, lo que llevó a otro de los hermanos, Yaroslav, a marchar contra él y derrotarlo en la batalla de Lubech en 1016. Sviatopolk regresó en 1018 y recuperó Kiev con ayuda de los polacos, pero al año siguiente éstos se retiraron, enfrascados en su lucha contra el emperador alemán Enrique II, lo que permitió a Yaroslav I derrotar de nuevo y ejecutar a su hermano, dando inicio a un período de prosperidad y de florecimiento cultural que le hará merecedor del sobrenombre de “el Sabio”. Bajo su mando, Kiev se convirtió en el principal centro político y cultural de Europa del Este. Yaroslav embelleció su capital con la catedral de Santa Sofía, una iglesia de estilo bizantino que todavía se mantiene en pie, y fomentó el crecimiento del monasterio de Pechersk bajo el reinado de Antonio de Kiev. Yaroslav también recopiló libros y los hizo traducir. En un intento de evitar el tipo de derramamiento de sangre familiar que había precedido a su propio ascenso al poder, Yaroslav introdujo un orden de sucesión que privilegiaba la antigüedad pero sostenía que el territorio de la Rus de Kiev en su conjunto pertenecía a la familia. Ese edicto no tuvo un efecto duradero y, tras la muerte de Yaroslav en 1054, sus hijos dividieron el imperio en facciones en guerra. El título de gran príncipe de Kiev perdió su importancia y la conquista mongola del siglo XIII acabó decisivamente con el poder de Kiev. Los restos del Rus de Kiev persistieron en varios principados, siendo el más importante el ubicado al noreste, donde los eslavos colonizaron el territorio que llegaría a llamarse Moscovia, aliándose y mezclándose con los pueblos ugro-fineses que ocupaban la zona. La ciudad de Rostov fue uno de los centros más antiguos del noreste, aunque suplantado posteriormente por Súzdal en primer lugar, y luego por la ciudad de Vladímir, que llegó a ser la capital del Principado de Vladímir-Súzdal. Las crónicas registraron un gran tráfico migratorio desde la región de la Rus de Kiev hacia el norte, para escapar de las continuas incursiones de nómadas túrquicos. A medida que las tierras del sur fueron despoblándose y más boyardos, nobles y artesanos iban llegando a la corte de Vladimiro, el principado fue destacándose como potencia dentro de los dominios de la otrora Rus de Kiev, convirtiéndose en su heredera política y espiritual. Así, en 1299, a resultas de la invasión mongola, el obispo metropolitano Máximo de Kiev se desplazó de Kiev a Vladímir completando su sustitución como centro religioso para las regiones septentrionales, mientras que en 1325, el príncipe de Moscovia Iván I trasladó al metropolita Pedro de Kiev desde Vladímir a Moscú, fundada en 1147 como la nueva capital de Rusia. El resto, es historia conocida.
viernes, 14 de febrero de 2025
GAZA: ¿“La Riviera del Medio Oriente”?
Se trata sin lugar a dudas de otro afiebrado proyecto de Donald Trump, de querer convertir la atiborrada Franja de Gaza (la mayor cárcel a cielo abierto del mundo donde miles de palestinos agonizan de hambre y sed, quienes se encuentran a merced de la bestia sionista que los asesinan sin piedad ante la indiferencia y complicidad del “mundo libre”) en un balneario de lujo al igual del que existe en Francia, con hoteles cinco estrellas, clubes náuticos, casinos, rascacielos, islas artificiales y vastas extensiones de playas para uso y disfrute de una exclusiva clientela llegada desde Europa y los EE.UU… con la salvedad de querer construirla sobre un mar de cadáveres: "EEUU se hará cargo de la Franja de Gaza (...) Lo poseeremos y seremos responsables de desmantelar todas las bombas peligrosas sin detonar y otras armas que haya en el lugar, nivelar el lugar y deshacernos de los edificios destruidos, crear un desarrollo económico que proporcione una cantidad ilimitada de empleos y viviendas para la gente de la zona, hacer un trabajo real, hacer algo diferente", pronunciaba en una rueda de prensa junto al Criminal de Guerra Benjamín Netanyahu, quien lo visito recientemente en la Casa Blanca. “Tras reasentar permanentemente a los palestinos en otros países donde vivirán felices, apostaría por construir resort en la Franja de Gaza. No quiero ser un gracioso ni un listillo, pero la Riviera de Oriente Medio... Esto podría ser tan magnífico", afirmó Trump en rueda de prensa junto al primer ministro israelí. La idea de reconstruir Gaza y convertirla en una 'Riviera' del Mediterráneo ya la defendía el yerno de Trump, el judío Jared Kushner. Los gobiernos árabes y varios de sus aliados occidentales esta idea han rechazado por tratarse de una nueva 'Nakba' en alusión al desplazamiento forzoso de los palestinos en 1948 con la creación de la entidad sionista en suelo palestino. Como era de esperar, Hamás ha dicho que no permitirá que se cumplan los planes anunciados por Trump y calificó su propuesta de "racista". "El pueblo (palestino) que se ha mantenido firme durante los de guerra frente a la máquina militar más poderosa y el Ejército más criminal como es el sionista, y que frustró el intento de desplazarlo, seguirá apegado a su tierra y no aceptará ese plan sin importar el coste", aseguró en un comunicado el portavoz de Hamás, Abdul Latif al Qanou. "La posición racista estadounidense es coherente con la posición de la extrema derecha israelí de exterminar a nuestro pueblo mediante una limpieza étnica y liquidar su causa, pero no lo conseguirán", añadió Qanou, quien hizo un llamado a la comunidad internacional para que apoyen el derecho a la autodeterminación de los palestinos frente a la brutal ocupación israelí. Lo que Trump propone no es una solución a la crisis humanitaria en Gaza. Es la culminación de un proceso de desposesión y desplazamiento que lleva décadas en marcha. Lo que se pretende no es reconstruir el territorio para la población palestina, sino reconstruirlo sin ella. Las personas que viven en Gaza no necesitan una “Riviera” construida sobre sus ruinas y las tumbas de sus muertos, sino recuperar su territorio, ocupado ilegalmente por Israel desde 1948. Sin embargo, las declaraciones de Trump dejan en evidencia un hecho innegable: incluso quienes apoyan a Israel reconocen que las condiciones de vida en Gaza son inhumanas. Y no por accidente, sino por la consecuencia directa del asedio, bombardeos y políticas de ocupación que constituyen un genocidio contra la población palestina. La destrucción de Gaza responde a una estrategia deliberada que ha convertido el territorio en un lugar inhabitable. Ahora, en lugar de permitir que la población civil reconstruya su hogar, se plantea su deportación forzada - “voluntaria” le llaman ahora - algo que es considerado un crimen de guerra por el derecho internacional humanitario. Pero cabe precisar que esta idea de convertir la Franja de Gaza en un resort no es nueva, sino que es parte de un proyecto futurista denominado Gaza 2035 que se empezó a gestar en el 2017 por Netanyahu y que con el regreso de Trump al poder, busca convertirla en realidad, así tenga que matar a todos los palestinos de Gaza y conectarla con Neom, la gran ciudad que Arabia Saudita está construyendo en medio del desierto, por lo que es preciso "reubicar permanentemente" a los palestinos de la Franja en Jordania y Egipto. En efecto, la idea de expulsar a sus habitantes, los palestinos, y reinventar sus 365 km², existe desde hace tiempo. La ilustración que acompaña esta noticia lo deja claro. Playas, rascacielos, campos solares y de cultivos, plantas desalinizadoras de agua, un nuevo corredor ferroviario a lo largo de la carretera de Salah al-Din (principal autopista de la Franja que conecta la ciudad de Gaza y Rafah), plataformas petrolíferas frente a la costa y barcos mercantes. Idílico. Y rentable: se calcula que en la zona costera de la Franja hay 1.700 millones de barriles de petróleo. El objetivo, según The Jerusalem Post “sería reintegrar a Gaza en la economía regional mediante grandes inversiones económicas y en infraestructuras”. La propuesta llegaba a menos de un año de que Netanyahu presentara en la ONU su plan "Gran Israel", que planteaba la absorción de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este en las fronteras oficiales del Estado de Israel. En el plan "Gaza 2035" se establece "el objetivo de reconstruir Gaza para moderar su política". Es decir, se trata de garantizar prosperidad para que la población de la Franja deje de confiar en Hamás. Porque los redactores de esa propuesta político-inmobiliaria califican a Gaza de "puesto avanzado iraní" que "sabotea las cadenas de suministro emergentes" y "frustra cualquier esperanza de futuro para el pueblo palestino". El plan "Gaza 2035" propone además la construcción de la "Zona de Libre Comercio Gaza-Arish-Sderot" y es en esencia lo que ahora parece recuperar Trump desde el Despacho Oval de la Casa Blanca para sorpresa del mundo. La base es hacer tabla rasa tras la guerra con lo que ha quedado en pie y su masiva destrucción. Parte del esfuerzo consistiría en "reconstruir de la nada" y diseñar nuevas ciudades desde cero, que contarían con diseños y planificación modernos. Todo este planeamiento comenzaría con un plan económico y político en tres fases. Primera fase: Titulada Ayuda humanitaria, duraría un año. Israel crearía zonas seguras libres del control de Hamás, empezando por el norte y extendiéndose lentamente hacia el sur. Una coalición de países árabes (Arabia Saudíta, EAU, Egipto, Bahréin, Jordania y Marruecos) distribuiría y supervisaría la ayuda humanitaria en las zonas seguras. Los palestinos de Gaza gestionarían las zonas seguras bajo la supervisión de los Estados árabes; Segunda fase: Tendría lugar en los próximos 5-10 años. Se trasladaría la responsabilidad de la seguridad a Israel, mientras que la coalición árabe crearía un organismo multilateral denominado Autoridad para la Rehabilitación de Gaza (GRA) que supervisaría los esfuerzos de reconstrucción y gestionaría las finanzas de la Franja. La GRA estaría dirigida por palestinos de Gaza y asumirá la responsabilidad de gestionar las zonas seguras. Se haría en coordinación con la aplicación de una especie de "Plan Marshall" y un programa de desradicalización; Tercera fase: En el plan toma el nombre de "Autogobierno", pero Israel conservaría el derecho a actuar contra las "amenazas a la seguridad". El poder se transferiría lentamente a un gobierno local de Gaza o a un gobierno palestino unificado (junto a Cisjordania). El paso final sería que los palestinos gestionaran Gaza de forma totalmente independiente y se adhirieran a los Acuerdos de Abraham. En cualquier caso, el documento afirma que la GRA no supondría la creación de un Estado palestino y no hace referencia a un sistema de dos Estados. Eso fue al inicio, Ahora los sionistas quieren expulsarlos a la fuerza lo antes posible y el principal motivo es el económico: En el 2019, los analistas de Naciones Unidas calcularon que bajo la zona portuaria de Gaza y Cisjordania yacen más de 3.200 millones de barriles de petróleo cuyo valor se estima en miles de millones de dólares. Según la ONU, la cuenca de Levante del mar Mediterráneo puede poseer 1.700 millones de barriles, y Cisjordania, 1.500 millones. De manera más amplia, el plan consiste en impulsar e implantar en un Sinaí “libre de palestinos” megaproyectos como el que quiere ejecutar Arabia Saudita en la provincia de Tabuk. Se trata del NEOM, que, según los planes, incluiría una ecociudad lineal inteligente llamada The Line, un centro de esquí en el desierto, un complejo industrial flotante y un resort turístico de lujo. Los planos que llegaron en el 2024 a las manos de Netanyahu también prevén la creación de una zona de libre comercio que abarcaría Sderot-Gaza-El Arish: Sderot, ciudad israelí al norte de Gaza, y el puerto de El-Arish, al sur de Gaza, en la península egipcia del Sinaí. En teoría, eso permitiría a Israel, Gaza y Egipto aprovechar la ubicación, de forma cooperativa, sin palestinos obviamente. Los autores del plan consideran que con proyectos así Gaza podría funcionar como un importante puerto industrial en el Mediterráneo. Idealmente, sería el principal entrepuerto para la exportación de mercancías israelíes, pero también de petróleo saudita y otras materias primas del Golfo. Una de las ideas del plan es convertir Gaza en un centro clave para la fabricación de vehículos eléctricos. También se mencionan los yacimientos de gas recién descubiertos justo al norte de Gaza, que ayudarían a sostener la floreciente industria, y la construcción de campos de energía solar en el Sinaí junto con plantas desalinizadoras... Venga ya, soñar no cuesta nada. Solo exterminando a todos los palestinos podrían llevar a cabo sus demenciales planes ¿no os parece?
viernes, 7 de febrero de 2025
MANIFEST DESTINY: La decimonónica doctrina citada por Trump por la que EE.UU. se ve como una "nación elegida"
Acuñado por primera vez por el periodista John O'Sullivan en 1845, este concepto atribuye el dominio territorial de Estados Unidos a la voluntad de Dios: "Texas es ahora nuestra. [...] Ella entra dentro de la querida y sagrada designación de Nuestro País... otras naciones se han comprometido a inmiscuirse... con el objeto declarado [...] de frenar el cumplimiento de nuestro destino manifiesto de extenderse por el continente asignado por la Providencia". En la historia de los Estados Unidos, pocas ideas han marcado tan profundamente su identidad nacional como Manifest Destiny (el Destino Manifiesto), promulgada por John O'Sullivan en 1845, en un artículo de Democratic Review. Este texto, que “justificó” entonces la expansión territorial de los estadounidenses hacia el oeste a costa de la derrotada Méjico - culminada con el Tratado de Guadalupe Hidalgo (1848) -, argumentaba que los estadounidenses tenían el derecho y el "deber divino" de instaurar sus instituciones democráticas y protestantes a lo largo del continente, para que "los Imperios del Atlántico y del Pacífico vuelvan a fluir juntos en uno". Según O'Sullivan, esta misión no solo era inevitable, sino también justa y moralmente correcta. Opina lo mismo Donald J. Trump, actual presidente de los Estados Unidos, quien, 180 años más tarde de esa publicación, ha recuperado el término para respaldar algunas de sus intenciones políticas más controvertidas: desde plantar la bandera del país en Marte, hasta “hacerse dueño” de Canadá, Groenlandia y Gaza o retomar el control del Canal de Panamá… para comenzar. "Estados Unidos volverá a considerarse una nación en crecimiento, que aumenta nuestra riqueza, expande nuestro territorio y lleva nuestra bandera hacia nuevos y hermosos horizontes", dijo en su discurso inaugural. Cuando O'Sullivan incluyó el concepto de Destino Manifiesto en su artículo, nunca pensó que sería clave para dar sustento a las políticas imperialistas del gigante norteamericano, esa tradición histórica (probablemente heredada de su progenitor, el Imperio británico) de propugnar su dominio sobre otros países mediante la fuerza militar, la economía, la política o la cultura. Pero así fue: mientras que el periodista buscaba protestar contra la intromisión europea en los asuntos del país, sobre todo por parte de Inglaterra y Francia, la referencia se topó con el sentimiento nacional de la población, el cual se había exacerbado y perpetuado durante el siglo XIX principalmente a causa de la compra de Luisiana a Francia en 1803 y la adquisición de la Florida española, en 1821. A finales de siglo, cuando hacía apenas 100 años desde que Estados Unidos se había desprendido del yugo británico, el país había pasado de ser un territorio solo bañado por el Atlántico, con la extensión original cedida por el Reino Unido, a poseer también estados en el Pacífico. Desde el punto de vista de los ciudadanos, el logro era tan asombroso que solo podía ser fruto de la acción divina: según esa disparatada idea, “Estados Unidos era el país elegido por Dios para dominar el mundo” (?). Y el texto de O'Sullivan, el motor ideológico para continuar con la misión. Como podéis imaginar, el denominado Destino Manifiesto no ha sido una idea exenta de controversias. Y es que la mayoría de episodios de expansión territorial estadounidense, también aquellos ocurridos antes de la publicación del texto, implicaron la expulsión masiva de los pueblos indígenas de sus tierras ancestrales, en acontecimientos como el Sendero de Lágrimas de la década de 1830. Durante los años previos al estallido de la guerra civil estadounidense, también conocida como Guerra de Secesión (1861-1865), las distintas posturas de los nuevos territorios con respecto a la esclavitud llevaron a la era del Destino Manifiesto a un abrupto final. Sin embargo, las ideas de O'Sullivan fueron recuperadas y redefinidas luego del conflicto por el historiador Alfred Thayer Mahan, quien, aprovechando el reemplazo de la vela por el vapor en el contexto naval, insistió en plantar la bandera estadounidense en lugares más remotos. Lo que vino a continuación - la compra de Alaska, la anexión de Hawái, la intervención en Cuba, la invasión de Puerto Rico o la posesión de otras islas en el Caribe y en el Pacífico - es historia. “Siempre que hay una crisis surge la evocación de un destino manifiesto y sólido. Nada más destinarista que la idea, siempre esgrimida en las ocasiones importantes, de que EE.UU. es la nación indispensable”, dice el historiador sueco Anders Stephanson. El destino manifiesto siguió presente en el siglo XX ya no necesariamente expandiendo su territorio sino controlando -o intentando controlar- el mundo desde la política exterior y la economía. Stephanson recordó que este destino manifiesto, resignificado, llegó hasta el siglo XXI con los Criminales de Guerra George W. Bush o Barack Hussein Obama y sus guerras de rapiña e incursiones militares. La consejera de Seguridad de Bush, por ejemplo, defendía en el 2002 la guerra que le había declarado EE.UU. a Irak bajo el argumento de que el país tiene el "derecho a la legítima defensa anticipada", una burda patraña, ya que lo realmente querían era apoderarse de sus inmensos campos petrolíferos. “Y vaya que lo consiguieron”, señaló. Y ahora, esta doctrina de hace 180 años resurge de las sombras para “justificar” las exacerbadas ambiciones imperiales de Donald Trump de apoderarse de países enteros, pasando sobre la voluntad de sus habitantes ¿Llegara a hacerse realidad?
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