SONIDOS DEL MUNDO
viernes, 31 de enero de 2025
DIVINE CREATURES / ANIMAL MUMMIES IN ANCIENT EGYPT: Un innovador proyecto del Museo Británico
Como sabéis, el Museo Británico alberga una de las mayores colecciones de momias de animales fuera de Egipto, compuesta por aproximadamente 500 ejemplares. Incluye momias de gatos, cocodrilos, toros, ibis, serpientes, musarañas y peces, así como los ataúdes de madera y bronce utilizados para encerrarlos. Precisamente, para conocer más sobre este fascinante tema, se ha dado inicio al proyecto titulado Divine creatures: animal mummies in ancient Egypt (Criaturas divinas: momias de animales en el antiguo Egipto) con la cual se busca comprender mejor el contexto cultural y religioso de estas momias mediante el uso de tecnologías avanzadas. En efecto, gracias a técnicas no invasivas, como la microtomografía computarizada (microCT), se han revelado detalles fascinantes sobre las condiciones de vida de los animales, las causas de su muerte y las prácticas de momificación. Uno de los hallazgos más sorprendentes de la investigación destaca tanto el uso de técnicas avanzadas para momificar animales como la existencia de una industria altamente organizada. Además, se han identificado casos de momias que contienen solo envolturas vacías, lo que prueba que, ya en la antigüedad, circulaban falsificaciones para satisfacer la demanda masiva de estos objetos de culto. Las momias animales del antiguo Egipto no solo son un testimonio de la complejidad de las creencias religiosas de esta civilización, sino también una manifestación tangible de su relación con el mundo natural. Desde su elaboración en talleres especializados hasta su función en los templos, estas momias encapsulan una rica mezcla de devoción, arte y ciencia. Si pensamos en las momias del antiguo Egipto, lo más probable es que nos vengan a la mente imágenes de cuerpos humanos envueltos en vendas y sepultados en ricos sarcófagos, diseñados para la eternidad. Sin embargo, la momificación en el Egipto faraónico también sirvió para inmortalizar a una vasta variedad de especies del reino animal. Al respecto, este nuevo proyecto auspiciado por el Museo Británico busca desentrañar los misterios de estas fascinantes momias de animales. La práctica de momificarlos se desarrolló en Egipto principalmente desde el Período Tardío (672-332 a.C.) hasta la época romana (ca. siglo IV d.C.). La técnica utilizada para procesar los cuerpos variaba según la especie animal, pero, en general, coincidía con aquella usada para tratar los cadáveres humanos. Se procedía a la deshidratación con natrón, el uso de resinas aromáticas y la cuidadosa envoltura con vendas de lino. Algunas momias, como las de los ibis, eran despojadas de sus órganos internos, mientras que otras, como ciertos gatos, mantenían su integridad anatómica. Los sacerdotes y trabajadores de los templos operaban en talleres especializados de momificación, donde miles de animales se preparaban para cumplir funciones religiosas y votivas. A menudo, las vendas se impregnaban con sustancias resinosas y se aplicaban otros elementos, como máscaras pintadas. En muchos casos, los detalles del proceso de momificación muestran un alto nivel de ejecución. Por ejemplo, se han encontrado momias de halcones con las alas extendidas que simulan el vuelo, y algunas serpientes se enrollaban con precisión para que conservaran su forma enroscada característica. Este nivel de detalle indica la importancia ritual y simbólica otorgada a estas prácticas. Los egipcios momificaron una asombrosa variedad de animales, incluyendo gatos, ibis, halcones, cocodrilos, perros, toros, serpientes y peces. Cada especie tenía un significado religioso específico. Los gatos se asociaban con Bastet, la diosa de la protección y el hogar, mientras que los ibis simbolizaban a Thot, el dios de la sabiduría. Algunos animales se elegían para ser momificados por su función simbólica o por representar deidades vivientes, como el buey Apis. Además de estas especies principales, se han encontrado momias de musarañas, consideradas protectoras en las tradiciones funerarias. Incluso peces como el tilapia, que encarnaba la regeneración debido a su aparente "resurrección" en aguas secas, se momificaban y depositaban en las necrópolis. Las momias animales se depositaban en determinadas necrópolis, a menudo cercanas a templos dedicados a dioses concretos. Por ejemplo, en Saqqara se han encontrado millones de ibis momificados, mientras que Bubastis era conocida por sus enterramientos de gatos. Otros sitios, como Tebas, Abydos y Esna, también albergaban necrópolis de animales. En algunos casos, los animales momificados se enterraban en catacumbas, como las dedicadas a los halcones en Tuna el-Gebel o a los babuinos en Hermópolis. Las catacumbas no solo se utilizaban como depósitos de las momias de animales, sino que también servían como espacios ceremoniales donde los devotos podían rendir culto y realizar ofrendas. De hecho, estos lugares cumplían con una importante función económica, ya que la venta de momias votivas financiaba las actividades del templo. El mercado de estas ofrendas llegó a ser tan vasto que incluso se han descubierto falsificaciones que contenían solo partes del animal o incluso materiales sustitutivos. La momificación de animales cumplía diversas funciones religiosas. Una de las principales era su uso como ofrendas votivas, que los fieles compraban y ofrecían a los dioses con la esperanza de obtener favores divinos. Además, algunos animales se consideraban encarnaciones vivas de los dioses, adorados en vida y enterrados con honores tras su muerte. Por otro lado, las momias también ejercían un papel protector. Se creía que ciertos animales momificados, como los halcones y las serpientes, alejaban el mal y proporcionaban seguridad. Los cocodrilos momificados simbolizaban a Sobek, el dios del Nilo, y se creía que su presencia en templos y tumbas garantizaba la fertilidad y la protección de las aguas. El equipo del proyecto se centrará en comprender cómo, cuándo, dónde y por qué se prepararon estas momias y cómo se pueden cuidar mejor tanto ahora como en el futuro. Asimismo, esta investigación se llevará a cabo junto con nuevos trabajos de conservación y que llegará a su fin en marzo del 2027.
viernes, 24 de enero de 2025
LA VENUS DE WILLENDORF: Algo más que una piedra
Se trata de una figurilla de casi once centímetros de altura que fue tallada hace 30.000 años y que representa a una mujer de anchas caderas y grandes senos, la cual fue descubierta en 1908 en la localidad de Willendorf, en el valle de Wachau, en Austria, y hoy se expone en el Museo de Historia Natural de Viena. Este objeto es uno de los mejores ejemplos de arte temprano que se han hallado en Europa. Se conoce muy poco acerca de su origen, método de creación o significado cultural. Las Venus prehistóricas suelen estar hechas de marfil o hueso, mientras que la de Willendorf está tallada en una roca llamada oolita, un tipo de material que, curiosamente, no se encuentra ni en Willendorf ni en sus alrededores. La estatuilla hasta ahora solo había sido examinada en su exterior, pero a más de cien años de su descubrimiento un equipo de investigadores de la Universidad de Viena, y el Museo de Historia Natural de Viena llevaron a cabo el año pasado un exaustivo estudio de la pieza que sugiere que la oolita en la que fue tallada la estatuilla puede proceder del norte de Italia. Los especialistas utilizaron un nuevo método para poder estudiar su interior: la microtomografía computarizada, obteniendo imágenes con una resolución altísima, de hasta 11,5 micrómetros. Los primeros resultados pusieron de manifiesto que el interior de la figura no es en absoluto uniforme y contendría rocas que abarcan un amplio espectro geográfico, desde Francia hasta el este de Ucrania, y desde Alemania hasta Sicilia. “La estatuilla hasta ahora solo había sido examinada en su exterior, pero a más de cien años de su descubrimiento, el equipo de Gerhard Weber ha utilizado un nuevo método para examinar su interior: la microtomografía computarizada”. Los datos tomográficos (por capas) obtenidos del estudio de la Venus de Willendorf mostraron también que los sedimentos de la roca en la que se talló tenían diferentes densidades y tamaños. Además se identificaron los restos de un pequeño caparazón, de solo 2,5 milímetros de largo, fechado en el período Jurásico (esto descartó todos los demás depósitos potenciales de roca del Mioceno, un período mucho más tardío, como los que componen la cercana Cuenca de Viena). Asimismo se documentó la presencia de seis granos más grandes y densos que el resto, las llamadas limonitas. La presencia de estas últimas explicaría las cavidades hemisféricas que aparecen en la superficie de la Venus y que presentan el mismo diámetro. "Las limonitas duras probablemente estallaron cuando el autor de la Venus la estaba esculpiendo. Al parecer aprovechó uno de los huecos para hacer el ombligo. Aparentemente convirtió la necesidad en virtud", según los investigadores. El estudio también proporcionó otro interesante hallazgo: la oolita estudiada es un material poroso porque los núcleos de los millones de glóbulos (ooides) que la componen se disolvieron. Esto explicaría por qué el ingenioso artista escogió este material hace 30.000 años, ya que su porosidad lo hacía mucho más fácil de trabajar. El equipo de investigación también analizó los tamaños de los granos en las otras muestras de roca procedentes de otros lugares. Cientos, a veces incluso miles de granos fueron marcados y medidos mediante el uso de programas de procesamiento de imágenes, y a veces de un modo manual. El resultado no dejaba lugar a dudas: ninguna de las muestras procedentes de un radio situado a doscientos kilómetros de Willendorf coincidía ni remotamente con el material de la Venus, excepto las que venían de la zona del lago de Garda, en el norte de Italia. Esto significaría que la famosa estatuilla, o por lo menos la piedra en la que se talló, hizo un largo viaje desde el sur de los Alpes hasta el Danubio. “Ninguna de las muestras procedentes de un radio a doscientos kilómetros de Willendorf coincidía ni remotamente con el material de la Venus, excepto las que venían de la zona del lago de Garda, en el norte de Italia”. La gente del período Gravetiense buscaba y habitaba lugares que le eran favorables. Cuando cambiaba el clima o la situación de las presas, se desplazaban, preferentemente a lo largo de los ríos. Pero un viaje de estas características podría haber llevado incluso generaciones. Una de las dos rutas posibles de sur a norte llevaría alrededor de los Alpes y hacia la llanura Panónica (una cuenca que abarca varios países de Europa Central) y ya fue descrita en algunas simulaciones realizadas por otros investigadores hace algunos años. La otra vía para llegar desde el lago de Garda hasta Willendorf sería a través de los Alpes. Pero no está claro si esto fue posible hace más de 30.000 años, puesto que si en esa época hubiera habido glaciares el viaje habría sido prácticamente imposible. Sin embargo, el camino de 730 kilómetros a lo largo de los ríos Adigio, Eno y Danubio siempre transcurrió por debajo de los 1.000 metros sobre el nivel del mar, con la excepción de 35 kilómetros alrededor del lago de Resia. Así, aunque las estadísticas apuntan claramente al norte de Italia como lugar de procedencia de la oolita en la que fue tallada la Venus de Willendorf, hay otro sitio que también se ha postulado como lugar de origen de la roca. Se encuentra en el este de Ucrania, a más de 1.600 kilómetros de distancia en línea recta de Willendorf. Las muestras procedentes de esta región no encajan tan claramente como las de Italia, pero sí en mayor medida que el resto de las muestras. De hecho, se han encontrado figuras de Venus prehistóricas en el sur de Rusia, que son algo más modernas, pero se parecen mucho a las Venus encontradas en Austria. “Hay otro sitio que también se ha postulado como lugar de origen de la roca. Se encuentra en el este de Ucrania, a más de 1.600 kilómetros de distancia en línea recta de Willendorf”. Los investigadores creen que todos estos datos pueden arrojar nueva luz sobre los humanos que habitaron la región alpina hace 30.000 años y las rutas que utilizaron para desplazarse y arrojaría una nueva perspectiva sobre la movilidad de las primeras poblaciones de humanos modernos que habitaron el sur y el norte de los Alpes.
viernes, 17 de enero de 2025
LA QUEMA DE WASHINGTON: El día en que los británicos incendiaron la capital de los EE.UU.
“El Capitolio en llamas. La Casa Blanca en llamas. La ciudad, desolada. El presidente de Estados Unidos y su esposa, a la fuga, y el enemigo la tiene bajo control” Es un panorama impensable para Washington en la actualidad, pero precisamente así lucía la joven capital de EE.UU. en 1814, cuando un grupo de soldados británicos se dispuso a darle una lección que marcaría su historia. En efecto, cuando ya caía la noche del 24 de agosto y cedía el calor veraniego, cientos de soldados marcharon hacia la ciudad y, uno tras otro, dejaron sus edificios públicos más emblemáticos "envueltos en una serpenteante capa de fuego", como lo describió el autor Stephen Vogel en su libro sobre el tema. La quema de Washington, como ha pasado a conocerse ese día, fue un golpe humillante para un país que precisamente se había independizado de los británicos hacía casi cuatro décadas. Cabe precisar que este fue un castigo a la destrucción causada por los estadounidenses en mayo en Port Dover, Canadá, dentro de la Guerra angloestadounidense que duró de 1812 a 1815. Una guerra que, cerrando el círculo, comenzó debido a las guerras napoleónicas: Inglaterra impuso un bloqueo naval para evitar que los países neutrales comerciaran con Francia. EE.UU. lo veía ilegal. Y además la necesitada Royal Navy obligaba a miles de marineros de barcos estadounidenses que abordaba a enrolarse. Por su parte, EE.UU. aspiraba a quedarse con todo el Canadá británico. Mientras luchaba en Europa, Inglaterra aguantó la guerra con las milicias, pero cuando Napoleón abdicó y se exilió en la isla de Elba en 1814 los británicos pudieron enviar sus tropas de nuevo a EE.UU. y quemar Washington."El incendio del Capitolio y la Casa del Presidente -como se le decía a la Casa Blanca en ese entonces- realmente conmocionó a los estadounidenses de manera similar a los eventos en Pearl Harbour, cuando fue atacado el país por los japoneses, y luego del operativo de falsa bandera del 11 de septiembre del 2001 ", dijo Vogel. Pero la quema también fue un evento del que EE.UU. se recuperó: luego de tres semanas, sus soldados defendieron el fuerte McHenry en la vecina Baltimore, una batalla que sirvió de inspiración para que Francis Scott Key compusiera un poema en que se basó el himno actual de EE.UU. Desde entonces, la toma de Washington se conmemora con una serie de eventos que incluyen reconstrucciones y recorridos históricos. “El incendio de la Casa Blanca y el Capitolio fue uno de los episodios más significativos y dramáticos de un conflicto de 32 meses entre Estados Unidos y Reino Unido que comenzó con la declaratoria de guerra firmada por el presidente James Madison para apoderarse del Canadá, tal como hoy pretende Donald Trump. Había un sentimiento entre Madison y sus seguidores de que el país había obtenido su libertad en la generación anterior, pero realmente no había obtenido su independencia", dice Vogel. En esos años, Reino Unido estaba inmerso en una intensa guerra contra Napoleón y, si bien no tenía mayor interés en una guerra adicional con EE.UU., tampoco estaba dispuesto a dejarse vencer por su ex colonia, a quienes despreciaban profundamente. Sin embargo, esta situación tomaría un rol mucho con la derrota francesa, con lo que los ingleses tenían manos libres para darle una lección a su ex colonia y su principal golpe ocurrió precisamente con la toma e incendio de la capital estadounidense. "Los británicos invadieron Washington con un objetivo primordial", dijo Bill Bushong, historiador de la Asociación Histórica de la Casa Blanca (WHHA, por sus siglas en inglés). "Ese objetivo era desmoralizar a los estadounidenses, ponerlos simbólicamente de rodillas quemando sus emblemáticos edificios públicos" asevero. Ante la inminente llegada de los británicos, el presidente James Madison tuvo que huir con su gobierno a Brookeville, una pequeña población de Maryland conocida como la “capital de Estados Unidos por un día”. Sería la única vez que una potencia extranjera iba a lograr tomar la capital del país norteamericano tras la Guerra de la Independencia. El gobierno abandonó la capital nada más conocer la derrota en la batalla de Bladensburg, que se encontraba a tan sólo 14 kilómetros de Washington. Cuando los soldados llegaron a la Casa Blanca en las últimas horas de ese 24 de agosto, no encontraron combatientes desafiantes sino un banquete servido. Dolley Madison, la esposa del presidente, lo había dejado listo en la tarde, como hacía todos los días para su esposo, pero ante la cercanía de los soldados se había visto forzada a escapar con lo que llevaba puesto como también lo había hecho el mandatario. Dolley huyó despavorida de la mansión presidencial, pero antes decidió llevarse un retrato de George Washington, el primer presidente del país, para salvarlo de las llamas. Fue una acción que todavía hoy está cargada de simbolismo: el cuadro es la obra de arte más vieja expuesta en la Casa Blanca, según Bushong. Luego de la fuga de Dolley Madison, los británicos encontraron la casa desolada, recorrieron sus habitaciones saqueándolas a su gusto - como buenos ingleses descendientes de piratas - y finalmente les prendieron fuego. "Nunca olvidaré la majestuosidad destructora de las llamas a medida que las antorchas iluminaban las camas, las cortinas, el mobiliario", escribió el mayor Harry Smith, uno de los que les prendió fuego, según consta en el libro de Vogel, que se titula Through the Perilous Fight. “Lo mismo sucedió con el Capitolio y otros edificios públicos, Washington ardió en llamas esa noche” agregó. "Aunque la ciudad tenía poco menos de una década como capital, el simbolismo de perder esas estructuras golpeó muy fuerte al país", apunto Vogel. Pero EE.UU. no se iba a dar por vencido. De hecho, el golpe sobre su capital hizo que tomara nuevos bríos para combatir a los británicos. "Los estadounidenses estaban furiosos y querían un desquite", dijo Anthony Pitch, autor de un libro sobre la invasión de 1814. Como resultado, no sólo defendieron Baltimore, sino también evitaron que los británicos tomaran Nueva Orléans. "El legado para EE.UU. es claro", aseguró Pitch. "Baltimore y Nueva Orléans forjaron una nueva nación e identidad. De repente, las personas olvidaron sus diferencias". El conflicto finalizó políticamente con la firma del Tratado de Gante, en diciembre de 1814, que restauró las relaciones entre los dos países a como estaban antes de la guerra, renunciando además a reclamar Canadá. Washington se recuperó del desastre poco a poco y pudo mantenerse como capital del país a pesar de que algunos consideraban que estaba demasiado expuesta. La Casa Blanca fue reconstruida, aunque en vez de piedra se usó madera en algunas partes, lo que debilitó la estructura con el tiempo y obligó a nuevas obras a mediados del siglo XX. Y el incendio, con su evidente simbolismo, terminó convertido en un recuerdo de cuando las relaciones entre EE.UU. y Reino Unido no eran cordiales como ahora. Pero si Donald Trump en sus delirios imperiales cumple su amenaza e invade Canadá - de la cual el Rey de Inglaterra Carlos III es nominalmente el Jefe de Estado - sus relaciones serán muy distintas sin duda alguna. ¿Volverá a repetirse la historia? Sería lo más aconsejable dada la cantidad de alimañas que viven allí ¿No os parece?
viernes, 10 de enero de 2025
CHARLIE HEBDO: Cuando las balas intentaron matar al humor
La mañana del 7 de enero del 2015, dos terroristas irrumpieron a los tiros en la oficina de revista humorística francesa, mataron a 12 personas e hirieron a otras once. El motivo fue la “venganza por el honor” de Mahoma, en sus caricaturas, al representarlo desnudo y con el culo al aire. La huida de los criminales tuvo en vilo a Francia. Las reacciones en todo el mundo. El semanario, a diez años de ello, sigue generando debates y goza de buena salud. “La sátira posee una virtud que nos ha ayudado a atravesar estos años trágicos: el optimismo. Si uno tiene ganas de reír, es porque tiene ganas de vivir. La risa, la ironía y la caricatura son manifestaciones de optimismo. Pase lo que pase, sea dramático o feliz, las ganas de reír no desaparecerán jamás”, dice en el editorial del actual director de la revista y autor de la caricatura de la tapa, Laurent Sourisseau, mucho más conocido como Riss, el seudónimo con que firma sus trabajos. Como recordareis, el día del atentado, los hermanos Saïd y Chérif Kouachi, de origen argelino, irrumpieron en la oficina de la revista al grito de “Al•lahu-àkbar” (“Dios es el más grande”) y dispararon más de cincuenta balas contra los periodistas que estaban allí, “por la afrenta cometida” con el profeta desnudo del Islam. Los agresores pudieron huir y se produjo una persecución de dos días hasta que, finalmente, el 9 de enero, fueron acorralados en una imprenta del noreste de Paris y murieron en el enfrentamiento con la policía. El sangriento ataque marcó además el inicio de una serie de ataques terroristas que se prolongó por más de un año y culminó con los atentados del 13 de noviembre del 2015 en Paris y Saint Denis, donde hubo 130 muertos y más de 400 heridos, y los de Niza del 14 de julio del 2016, con un saldo de 86 muertos y más de 450 heridos. Como podeos imaginar, el ataque contra la redacción de Charlie Hebdo inició una ola de solidaridad con la revista que atravesó las fronteras de Francia y se extendió por casi todo el mundo occidental bajo el lema “Je suis Charlie” (“Yo soy Charlie”). Así, la revista fundada en 1970 con espíritu irreverente y cuestionador, que hasta entonces tenía un núcleo reducido pero fiel de lectores, se convirtió en un símbolo mundial de la libertad de expresión. A cuatro días del atentado, unos dos millones de personas, entre ellas más de cuarenta líderes mundiales, participaron en París en una marcha de unidad nacional. A ellos se sumaron 3.700.000 personas que fueron a las manifestaciones realizadas en toda Francia. De una tirada de 60.000 ejemplares, Charlie Hebdo saltó en el número siguiente a los siete millones de copias en seis idiomas. El atentado también dio lugar a una fuerte polémica -que aún continúa- sobre los límites del humor cuando toma como objeto a las creencias religiosas. A diez años de ocurrido el, ataque, el editorial de Riss de este martes lo reconoce así, pero reafirma sus principios: “Hoy en día, los valores de Charlie Hebdo, como el humor, la sátira, la libertad de expresión, la ecología, la laicidad y el feminismo, por mencionar solo algunos, nunca habían sido tan cuestionados. Tal vez porque es la democracia misma la que se encuentra amenazada por fuerzas oscurantistas renovadas”, dice. Para principios del 2015, Charlie Hebdo llevaba casi diez años recibiendo ataques de todo tipo por sus sátiras sobre las religiones, fundamentalmente del islam. En noviembre del 2011 la redacción había sido blanco de un atentado con bombas molotov, luego de la publicación de un número que en lugar de llevar Charlie Hebdo como título, mostraba el nombre de Charia Hebdo, y el nombre del editor habitual fue reemplazado por el de “Muhammad”. En la portada llevaba un dibujo de Renald Luzier en el que aparecía un hombre que llevaba un turbante, el profeta Mahoma, diciendo: “100 latigazos si no te morís de risa”. En aquella ocasión el ataque no causó víctimas, pero obligó a mudar la oficina y a aumentar su seguridad, una medida que resultó inútil a la hora de impedir el sangriento atentado del 7 de enero. La mañana de ese día, la redacción de la revista, en el segundo piso de la calle Nicolas-Appert número 10, tenía una numerosa concurrencia, porque a los periodistas y caricaturistas habituales se sumaban algunos invitados para una reunión. A eso de las 10, dos hombres entraron al edificio disparando con fusiles Kalashnikov contra los empleados de mantenimiento y mataron a uno de ellos. Allí también estaba la dibujante “Coco” (Corinne Rey), a la que tomaron como rehén para que les abriera la puerta blindada de la redacción, a la que solo se podía acceder marcando un código. Una vez adentro, se dirigieron a la sala de reuniones, donde preguntaron a los gritos por “Charb”, como se conocía por firmar sus trabajos al director, Stéphane Charbonnier, al que le dispararon en primer lugar. Luego de matarlo, siguieron disparando sus armas contra el resto de los presentes, con ráfagas que mataron a otros ocho integrantes de la redacción, un policía encargado de la custodia y a uno de los invitados. Sobre el piso ensangrentado de la redacción quedaron once muertos, a los que se sumó un policía al que balearon en el exterior. Entre los que formaban parte del staff de Charlie Hebdo perdieron la vida los dibujantes “Cabu”, “Charb”, “Tignous”, Georges Wolinski y Honoré, el economista Bernard Maris -quien firmaba con el seudónimo “Oncle Bernard”-, el corrector Mustapha Ourad y la columnista y psicoanalista Elsa Cayat. Los otros muertos eran Frédéric Boisseau, conserje del edificio, y Michel Renaud, fundador del festival Rendez-vous du carnet de Voyage, uno de los invitados a la reunión, y los policías Franck Brinsolaro, custodio de “Charb”, y Ahmed Merabet, que fue asesinado en la acera por los atacantes. Quedaron heridos los periodistas Philippe Lançon y Fabrice Nicolino, el encargado del sitio web y de las redes sociales del semanario Simon Fieschi, el dibujante Laurent Sourisseau y un empleado de mantenimiento en la entrada del edificio. Luego de perpetrar la masacre, los hermanos Saïd y Chérif Kouachi se subieron a un Citroën C3 color negro que tenían estacionado en la calle y se alejaron a toda velocidad. En su huida se toparon con varias patrullas policiales, con las que se enfrentaron a tiros. Tres veces pudieron romper el cerco a balazos y sumaron otro muerto a su raid criminal, un policía que recibió un tiro en el abdomen. Con el Citroën a toda velocidad, chocaron a otro auto en la plaza Colonel-Fabien, a unos 4 kilómetros del lugar del atentado, lo que los obligó a robar a punta de pistola un Renault Clio, con el que salieron de París por la Puerta de Pantin. Allí se les perdió momentáneamente el rastro. La mañana del 8 de enero, el Clio robado fue visto a unos 65 kilómetros al norte de la capital, cuando sus dos tripulantes asaltaron una estación de servicio en la región de Picardía, lo que provocó un fuerte despliegue de fuerzas antiterroristas en la zona, aunque nuevamente lograron eludir el cerco. Los descubrieron una vez más la mañana del día siguiente en Montagny-Sainte-Félicité (en la región de Picardía, a 45 kilómetros al norte de París, donde volvieron a enfrentarse a los tiros con las fuerzas de seguridad y escaparon por la Ruta Nacional 2, un eje norte-sur que une París con la frontera belga. Se refugiaron finalmente en una imprenta, donde quedaron cercados y mantuvieron un nuevo enfrentamiento con policías y fuerzas antiterroristas que rodearon el edificio. En ningún momento aceptaron entregarse y cayeron muertos alrededor de las 5 de la tarde. El mismo día del ataque, el gobierno francés elevó al máximo el nivel de alerta, “Alerte attentat”. A partir de entonces hubo un refuerzo de los servicios de emergencia y de las fuerzas del orden. Aumentaron los operativos de control de personas. Se intensificaron los controles por explosivos, y creció la participación de las fuerzas armadas en las tareas de vigilancia. Se estableció la prohibición de estacionar cerca de centros educativos y se activaron comités de crisis en ministerios y administraciones públicas. A pesar de estas medidas de prevención, mientras los autores de la masacre de la redacción de Charlie Hebdo seguían escapando de la policía, se desató una ola de atentados. La mañana del 8 de enero, Amedy Coulibaly, también integrante de la red Al-Qaeda, mató a una policía e hirió gravemente a otro en Montrouge, una comuna situada al sur de París y limítrofe con la capital. Pudo escapar y, al día siguiente, irrumpió en un supermercado de la marca Hypercacher situado en Porte de Vincennes, en el XX Distrito de París, donde tomó como rehenes a varios empleados y clientes. La situación se prolongó varias horas hasta que, cerca de las 17, la policía entró al local y lo abatió. Además del terrorista, murieron cuatro rehenes y otros cuatro quedaron heridos. En paralelo, se produjo una serie de atentados contra lugares de culto de la comunidad musulmana en distintos puntos de Francia. La mayor parte ocurrió la noche del 7 de enero, cuando una mezquita en Le Mans fue atacada con granadas, mientras que otra ubicada en Port-la-Nouvelle fue tiroteada por un comando, y en una tercera, en Villefranche-sur-Saône, estalló una bomba de escaso poder. En ninguno de los casos hubo víctimas, pero sí daños materiales. Al mismo tiempo, la sociedad francesa reaccionó de manera masiva, con multitudinarias manifestaciones en Paris y otras ciudades del país, mientras comenzaban a llegar mensajes de solidaridad con las víctimas y de repudio a los atentados de gobiernos y medios de Europa y de todo el mundo. Para entonces ya se conocía un comunicado de Al-Qaeda reconociendo su responsabilidad en el ataque contra la revista, “como venganza por el honor del profeta” (?). Con el correr de los días, la investigación del ataque contra la redacción de Charlie Hebdo y el resto de los atentados permitió a las autoridades francesas identificar a los cómplices de los autores materiales de los asesinatos y a capturar a varios de ellos. Además de los tres atacantes muertos – los hermanos Kouachi en el caso de la revista y Coulibaly en los otros dos atentados – descubrió la participación, en diferentes grados, de otras 14 personas, de las cuales pudo detener a 11. El juicio se iba a realizar en el 2019, pero la pandemia de Covid-19 postergó su inicio hasta septiembre de 2020, con 14 acusados -tres en ausencia- de ser responsables de brindar apoyo logístico, medios de financiación, material operacional, armas y un domicilio, indispensables para las acciones terroristas. La sentencia se dictó el 17 de diciembre de ese año, con la condena de todos los implicados en la causa. Hayat Boumeddiene, la pareja de Amedy Coulibaly, el atacante que murió en el asalto a un supermercado judío, fue juzgada en ausencia porque alcanzó a huir a Siria y recibió una condena de 30 años por financiar el terrorismo y pertenecer a una red criminal con fines terroristas. El principal acusado ante el tribunal, Ali Riza Polat, fue declarado culpable de complicidad en un delito de terrorismo y también fue condenado a 30 años de cárcel. A otros seis de los once imputados presentes les fueron retirados los cargos de terrorismo, pero fueron culpados de delitos menores. A diez años del atentado, la redacción de se encuentra en un lugar secreto y custodiado por la Policía. En la edición especial de 300.000 ejemplares que llegó esta semana a los kioscos, sigue mostrando que su línea editorial no ha cambiado. En sus páginas se pueden ver las caricaturas seleccionadas de un concurso lanzado en noviembre pasado, donde la convocatoria apuntaba a realizar las representaciones “más graciosas y crueles” de Dios. El concurso convocaba a caricaturistas de todo el mundo, a “todos aquellos que están hartos de vivir en una sociedad dirigida por Dios y la religión. Todos aquellos que están hartos del llamado bien y del mal. Todos aquellos que están hartos de que los líderes religiosos dicten nuestras vidas”. Entre los trabajos seleccionados, se pueden ver una caricatura de Jesucristo crucificado haciéndose una selfie, y otra con hombres barbudos y con turbante con un cartel en el que se puede leer “la teocracia es cool”, entre muchas otras. Al anticipar la edición en una entrevista para la agencia de noticias AFP, Gerard Biard, el redactor en jefe de la revista proclamó: “No mataron a Charlie Hebdo. Queremos que dure mil años”.
viernes, 3 de enero de 2025
ENIGMAS DE LA HISTORIA: El acero de Damasco
Los orígenes del nombre asignado a este tipo de aceros permanecen hoy día en controversia. Sin embargo parece seguro que la palabra hace referencia a las espadas elaboradas antaño en las vecindades de Damasco, Siria, en el periodo que va desde el año 900 hasta 1750. A pesar de ello existen diferentes fuentes igualmente probables para detallar el nombre. Una procede del trabajo de un herrero armero: el autor al-Bīrūnī ya hace referencia a la elaboración de espadas por el uso de la palabra árabe Damasqui. Otro autor, al-Kindi, hace referencia a las espadas elaboradas en Damasco como “damascenas”. Esta palabra se emplea como un epíteto en varias leyendas del este de Europa (Sabya Damaskinya o Sablja Dimiskija significa “espada damascena”) de lo que podría indicar que procedía de las leyendas búlgaras y serbias del Príncipe Marko, una figura histórica de finales del siglo xiv en lo que hoy es Macedonia. Las espadas originales de acero de Damasco se elaboraron en las vecindades de Damasco, Siria, en el periodo que va desde el año 900 hasta 1750. El acero de Damasco era una especie de aleación que tenía al mismo tiempo las cualidades de dureza y flexibilidad, una combinación que lo convertían en un material especial para la construcción de buenas espadas. Se cuenta que las primeras espadas damasquinadas se encontraron por los europeos durante las Cruzadas, en este momento se ganaron su reputación de poder cortar un pedazo de seda en el aire, y de poder cortar una roca sin llegar a perder su filo. De esta manera, las espadas de acero de Damasco se convirtieron en legendarias por su dureza y su filo "casi eterno", siendo muy aclamadas en Europa. La técnica para elaborar este acero se remonta a los herreros de la India y Sri Lanka, quizás en el 100 a.C., quienes desarrollaron algo conocido como “acero wootz”, un acero elaborado con muy alto contenido de carbono, en una pureza y resistencia desconocida en la época. Se añadía vidrio durante el fundido del hierro y se calentaba con carbón vegetal. El cristal actuaba como un agente que hacía fluir las impurezas de la mezcla permitiendo que afloraran a la superficie durante el enfriamiento. Miles de acerías se encontraron en el área de Samanalawewa en Sri Lanka que elaboraron acero al carbón hasta comienzos del año 300. Estos hornos de las acereras se ubicaban de tal forma que los vientos procedentes del oeste, los Monzones, provocaban la succión necesaria para poder soplar y calentar el horno. Los sitios de elaboración del acero de Sri Lanka se han datado mediante Carbono 14 en el año 300. La técnica creada en la isla índica se fue propagando lentamente a lo largo del mundo hasta llegar a Turkmenistán y a Uzbekistán a lo largo del 900 y, finalmente al Oriente Medio sobre el 1000, donde se refinó el proceso - ya sea elaborando sus propios aceros, o trabajando los aceros wootz adquiridos en la India -. El proceso exacto es desconocido hoy en día, pero se sabe que en la manufactura los carburos llegaban a precipitar en forma de micro partículas ordenadas en capas o bandas en el cuerpo de la hoja. Los carburos, que son más duros, permiten dar esta característica mixta de dureza y flexibilidad, ideal para las espadas. Como podéis imaginar, la reputación y la historia del acero de Damasco han dado lugar a muchas leyendas. Aunque muchos tipos de acero modernos superan a las antiguas aleaciones de Damasco, las reacciones químicas en el proceso de producción hicieron que las hojas fueran extraordinarias para su época, ya que el acero de Damasco era muy flexible y muy duro al mismo tiempo.
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